Otra catástrofe patrocinada por Estados Unidos
Pesadilla en Somalia
Por Len Wengraf
Global
Research, 15/02/09
Rebelión, 20/02/09
Traducido por Sinfo Fernández
Las tropas etíopes –apoyadas por EEUU– se retiraron a
finales de enero de sus últimas posiciones en Somalia,
poniendo así fin a una ocupación de dos años perpetrada
al amparo de la “guerra contra el terror”.
El Ejército Etíope invadió Somalia en diciembre de
2006, derrocando al gobierno de la Unión de Tribunales Islámicos
(UIC, por sus siglas en inglés) e instalando un Gobierno
Federal de Transición (TFG, por sus siglas en inglés). Dos
años después, 10.000 personas habían perdido la vida y
1,1 millón más se habían convertido en refugiados, víctimas
de los ocupantes etíopes y de la guerra civil en curso.
Desde el principio y aunque contaba con el apoyo
estadounidense, el TFG se caracterizó por su debilidad,
consiguiendo controlar tan sólo una pequeña zona de la
capital de Mogadiscio y de algunas regiones del oeste de
Somalia. Varios miles de soldados de la Unión Africana
–entre las que se incluían fuerzas ugandesas entrenadas
por EEUU– reforzaron ostensiblemente al TFG aunque con muy
escasos resultados positivos. EEUU intervino también
directamente en Somalia desplegando ataques aéreos esporádicos.
Después de la invasión etíope, secciones de la UIC y
otras fuerzas de la oposición se reagruparon en la Alianza
para una Nueva Liberación de Somalia (ARS, por sus siglas
en inglés) junto con otros grupos que se habían fusionado
con la entidad fundamentalista al–Shabab y otras facciones
armadas.
Las tropas etíopes se retiraron tras un acuerdo de unidad
entre el TFG y la ARS, convertida ahora en la facción
opositora más importante. El 31 de enero fue elegido como
presidente del TFG Sheij Sharif Ahmed, dirigente de la ARS y
jefe del gobierno de la UIC en 2006.
* * *
Somalia está situada en el estratégicamente crucial
Cuerno de África, en la orilla oriental del continente,
adyacente al Mar Rojo, al Canal de Suez y a importantes vías
comerciales navegables. Somalia y su vecino Sudán son el
objetivo de las compañías estadounidenses dedicadas a las
exploraciones petrolíferas, pero China, la India y otros países
han conseguido introducirse en el país en virtud de
diversos contratos para el desarrollo.
La competencia, tanto en el presente como en el pasado, es
lo que está detrás de la preocupación del gobierno
estadounidense respecto a Somalia. EEUU ha logrado penetrar
allí de diversas formas: mediante intervenciones directas
(como en la infame invasión de marines “Black Hawk Down”
de 1992–93), apoyando a diferentes facciones de señores
de la guerra y a través de ejércitos por poderes (como el
etíope).
En la actualidad, la historia de la intervención
occidental en Somalia y el Cuerno de África se retrotrae a
todo el siglo XX, período en el que las potencias
coloniales y las superpotencias de la Guerra Fría
emprendieron batallas por poderes en constantes y cambiantes
alianzas y conflictos. Las guerras civiles de Somalia
–como las de Darfur y el sur de Sudán– deben entenderse
como una consecuencia directa de las acciones de EEUU y la
extinta Unión Soviética armando a bandos diferentes con
miles de millones de dólares mientras el hambre asolaba por
doquier aquellos territorios.
La supuesta intervención humanitaria de los marines
estadounidenses en Somalia en 1992–93, fue simplemente una
continuación de esa política pero con nombre distinto.
Además de “combatir el terror”, la intervención
humanitaria se convirtió en el santo y seña de la
administración Clinton y la administración Bush después,
proporcionando cobertura para que Washington persiguiera sus
objetivos militares y económicos y para justificar el
despliegue militar estadounidense en la región.
En 2003, mientras EEUU estaba invadiendo y ocupando Iraq,
el ejército estadounidense construyó una base importante
en Djibouti, un diminuto país, aunque estratégicamente
situado, cercano a Somalia y, a través del Mar Rojo, a
Yemen. EEUU utilizó su Campo Lemonier para entrenar a las
fuerzas etíopes en el período preparatorio a la invasión
de Somalia en diciembre de 2006.
Como Mike Whitney señaló en la página de Internet de
CounterPunch: “La administración Bush invocó la
“guerra contra el terror” para justificar su implicación
en Somalia, pero sus proclamas resultan poco convincentes.
La UIC no tiene ninguna filiación con al–Qaida ni con
ninguna otra organización terrorista. En realidad, la UIC
llevó un nivel de paz y estabilidad a Somalia nunca visto
durante casi dos décadas”.
El analista político James Petras tiene un punto de vista
similar: “La UIC fue una administración relativamente
honesta, que acabó con la corrupción de los señores de la
guerra y con las extorsiones. Se protegió la seguridad y la
propiedad individual, poniéndose fin a los secuestros
arbitrarios perpetrados por los señores de la guerra y por
matones armados.
“La UIC es un amplio movimiento de múltiples tendencias
que incluye a islamistas moderados y radicales, políticos
civiles y combatientes armados, liberales y populistas,
electoralistas y autoritarios. Y lo que es más importante,
los Tribunales consiguieron unificar el país y crear alguna
apariencia y sentido de nación superando la fragmentación
de los clanes.”
Pero Bush no paró hasta acabar con esa relativa
estabilidad conseguida por la UIC. Según un artículo del
Chicago Tribune, la invasión de Somalia fue «una guerra
encubierta en la cual la CIA ha reclutado a bandas de
indeseables señores de la guerra para que capturen y
secuestren a militantes islámicos… encarcelándoles
secretamente fuera del país, a bordo de buques de guerra
estadounidenses. El grupo británico por los derechos
civiles Reprieved sostuvo que al menos 17 buques de guerra
estadounidenses podrían haberse duplicado como prisiones
flotantes desde los ataques terroristas del 11–S».
Sólo un mes después de los ataques del 11–S, Paul
Wolfowitz, uno de los altos halcones neocon de la
administración Bush, se reunió con varias facciones en
Etiopía y Somalia, afirmando que los terroristas de al–Qaida
podían utilizar esos territorios como “vías de
escape”.
El 4 de diciembre de 2006, el General John Abizaid,
entonces jefe del Mando Central de EEUU, que abarcaba gran
parte del Oriente Medio y la región circundante, se reunió
con el Primer Ministro etíope Meles Zenawi. Tres semanas
después, las fuerzas etíopes cruzaron hacia Somalia y EEUU
lanzó ataques aéreos en su apoyo. Se suponía que los
ataques aéreos eran contra objetivos terroristas, pero
sirvieron para matar a docenas de civiles. EEUU empotró
también pequeñas cantidades de Fuerzas Especiales en el ejército
etíope y proporcionó apoyo aéreo y naval.
* * *
El resultado final de la intervención estadounidense ha
sido de una indescriptible destrucción. Human Rights Watch
publicó un informe en diciembre de 2008 detallando el
impacto:
Dos años de guerra sin restricciones y de violentos
abusos de los derechos humanos han contribuido a generar una
crisis humanitaria que empeora cada día y que no recibe las
respuestas adecuadas. Desde enero de 2007, al menos 870.000
civiles han escapado del caos tan sólo de Mogadiscio, las
dos terceras partes de la población de la ciudad… Las
necesidades humanitarias de Somalia son enormes.
Las organizaciones humanitarias estiman que más de 3,25
millones de somalíes –alrededor del 40% de la población
del centro y del sur de Somalia– se encontraban ya en
situación de desesperada necesidad a finales de 2008… Las
milicias, que campan por sus respetos, han robado, asesinado
y violado a las personas desplazadas en las carreteras del
sur que van hacia Kenia. Cientos de somalíes se han ahogado
este año en intentos desesperados de cruzar en bote el
Golfo de Aden para llegar a Yemen.
Amnistía Internacional documentó numerosos relatos de
asesinatos de somalíes por las tropas etíopes. En uno de
los casos, “soldados etíopes le rajaron la garganta a un
niño pequeño frente a su madre”.
Y, según la Cruz Roja, alrededor de la mitad de la
población de Somalia depende de la ayuda alimentaria.
Millones de seres viven en ciudades–tienda sin suministro
de agua, alimentos o energía adecuados, mientras que la
hiperinflación ha elevado seis veces el precio de los
productos básicos desde principios de 2008. Como Whitney
indica: “Es la mayor crisis humanitaria actualmente en África;
un infierno moldeado por el hombre enteramente creado en
Washington”.
Los somalíes celebraron la retirada de las tropas etíopes,
y el Presidente Sheik Ahmed goza del apoyo popular como
legado de su pasado gobierno de la UIC. Por tanto, al
parecer se ha venido abajo el objetivo a corto plazo del
gobierno de EEUU de instalar un socio del contraterrorismo.
Pero la franqueza de Sheik Ahmed ante EEUU y su colaboración
con el TFG separa ahora sus fuerzas de otras ramas de la
anterior UIC, incluyendo grupos como al–Shaba, que está
en la lista de organizaciones terroristas del gobierno
estadounidense. En EEUU, la división es siempre bien
recibida.
Mientras tanto, prosiguen los ataques de grupos armados
somalíes. Suicidas–bombas, probablemente conectados con
al–Shabab, atacaron el 3 de febrero a tropas de la Unión
Africana.
Asimismo, las perspectivas a largo plazo indican un
aumento de la volatilidad en la región. Desde el colapso
del gobierno de la UIC en 2006, un resurgimiento de los
ataques de piratas fuera de la costa somalí –tomando como
rehenes buques–cisterna de holding multimillonarios–
obligaron recientemente a los gobiernos indio y chino a
enviar patrulleras navales, una acción sin precedentes en
China.
Bush, enfrentado a esta creciente militarización, pidió
que se enviaran también buques de guerra al Golfo de Aden,
y Barack Obama ha prometido su apoyo para continuar con esa
política.
La administración Obama es también muy partidaria de
AFRICOM, un nuevo mando militar estadounidense para África
que fue oficialmente lanzado el 1 de octubre de 2008, con el
escalofriante potencial de someter, en una nueva escalada, a
Somalia y a otros países y regiones al terrorismo
estadounidense. En realidad, AFRICOM podría significar el
intento de extender, a mayor escala, la experiencia somalí
por todo el continente, con títeres locales y aumentados
refuerzos militares.
Como Nunu Kidane escribió en un artículo titulado: “AFRICOM,
militarización y control de los recursos”:
Si están pensando en bases tradicionales con miles de
soldados, se equivocan. El General Kip Ward ha dicho que no
se trata de “bases” y “guarniciones”, sino más bien
de una red de sofisticadas operaciones militares situadas
estratégicamente por todo el continente que pueden
trasladarse y utilizarse para cualquier objetivo.
El General Gates llamó a AFRICOM “un tipo de mando
diferente con una orientación distinta, que esperamos y
confiamos en que institucionalizará una relación de
seguridad duradera con Africa”. Es una “sociedad
militar–civil”, donde la ayuda humanitaria y diplomática
de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional
(USAID, por sus siglas en inglés) recibirá las directrices
del Departamento de Defensa.
Africa Action y otros grupos por los derechos humanos han
pedido a la administración Obama que se ocupe de la catástrofe
humanitaria en Somalia. Pero la solución propuesta a menudo
–cascos azules de las Naciones Unidas– sólo conseguirá
que aumenten los problemas de los somalíes de a pie. Sobre
el terreno, las tropas estadounidenses cumplirían las
prioridades de EEUU, de la misma forma que hicieron durante
la “intervención humanitaria” de 1993.
En lugar de aceptar eso, los activistas deberían
levantarse contra cualquier intervención militar de EEUU en
Somalia, desde el AFRICOM a las patrullas navales. Hacer
frente a “la guerra contra el terror” es un primer paso
vital para que los somalíes tengan una paz auténtica.
|