Elecciones
en Sudáfrica
Sumando
votos y polémica
Análisis
de Christi van der Westhuizen (*)
Inter
Press Service (IPS), 23/04/09
Ciudad
del Cabo.– Las cuartas elecciones democráticas en Sudáfrica
no pondrán fin al torbellino político que sufre este país
desde 2007, cuando el entonces presidente Thabo Mbeki fue
reemplazado por Jacob Zuma como líder del gobernante
Congreso Nacional Africano (CNA), ahora principal y polémico
candidato.
Esta
fuerza política lideraba este jueves los conteos
preliminares de los comicios efectuados del miércoles, que
podrían llevar a Zuma a la presidencia, aunque está en
duda la mayoría de dos tercios del CNA en el parlamento.
La
primera razón para el posible triunfo de Zuma es la amplia
gama de facciones, ideologías e intereses que le permiten
contar con una amplia base de electorado, cruzando clases
sociales, razas y divisiones de género.
Una
ideología compartida no es lo que mantiene unido al grupo.
Es la oposición a Mbeki uno de los principales ingredientes
para aglutinar al sector.
El
segundo ingrediente es la campaña política realizada
contra la Poder Judicial para que se desecharan las
acusaciones de corrupción contra Zuma. El líder del CNA
afrontó 783 cargos vinculados con un multimillonario
acuerdo de armas. Las acusaciones fueron desechadas hace dos
semanas, después de una considerable presión.
El
tercer ingrediente es la fuerte campaña electoral. El
sector ha sido apodado como "la coalición de los
heridos", ya que incluye todos los líderes del CNA que
se sintieron desairados por Mbeki, quien sucedió a Nelson
Mandela como presidente en 1999.
Lejos
de ser homogéneo, el campo de Zuma exhibe una variopinta
mezcla de ideologías.
Paradójicamente,
esas diferencias ayudaron a alcanzar un amplio apoyo popular
dentro del CNA, creando una alianza de intereses que movilizó
a la mayoría de los delegados en la convención nacional de
2007 para sacar a Mbeki. Éste había destituido a Zuma de
la vicepresidencia en 2005 por las acusaciones de corrupción.
La
misma mezcla de intereses le permitió al partido contar con
el mayor apoyo del electorado en la historia de este país.
El
partido pudo atraer una vasta mayoría realzando la
diversidad étnica, comenzando con Zuma, quien hace énfasis
en sus orígenes desde que fue juzgado por violación en
2006, cuando decidió hablarle al tribunal en su lengua
materna, el zulú, y llenó su testimonio de referencias
culturales.
Sin
embargo, no está claro cómo todo esto combina con el
Partido Comunista Sudafricano, que no tiene la misma
conciencia racial que el CNA pero apoya a Zuma.
El
nacionalismo del candidato es acompañado por la proyección
de una identidad de género y sexual fuertemente patriarcal.
El
ex vicepresidente justificó haber tenido relaciones con la
hija de un amigo, portadora del VIH (virus de
inmunodeficiencia adquirida, causante del sida), arguyendo
que la cultura zulu exige a los hombres cumplir con sus
deberes sexuales cuando es "requerido" por una
mujer.
Cuando
fue exonerado de los cargos de violación, Zuma celebró casándose
con otra mujer, ostentando su poligamia y ubicando a las
mujeres como trofeos.
Sus
partidarios unieron el chovinismo étnico y la cultura
patriarcal al crear camisetas con su imagen y la frase:
"Muchacho 100 por ciento zulú".
Zuma
también ha hecho un esfuerzo concertado para alcanzar a
otros tradicionalistas en la sociedad sudafricana, tanto
negros como blancos. Se reunió con remanentes del Partido
Nacional, que gobernó durante el apartheid (sistema de
segregación racial blanco en perjuicio de la mayoría
negra).
Sus
afirmaciones de que los afrikáners (descendientes de
holandeses) con conciencia étnica eran los únicos
"verdaderos" blancos africanos, en oposición a
los blancos angloparlantes, causó controversia.
El
candidato interactúa regularmente con los jefes
tradicionales africanos en las áreas rurales y enfatiza sus
propias conexiones con ese sector, anunciando frecuentemente
acontecimientos "culturales" en su localidad natal
de Nkandla, en territorio zulú tradicionalista.
Zuma
también dedicó una gran parte de la campaña a hablar en
iglesias cristianas conservadoras, como una que permite la
poligamia y en la que las mujeres y los hombres se sientan
por separado durante los cultos, además de exigirle a las
damas que se vistan "con modestia".
Mathole
Motshekga, del sector de Zuma, sugirió la semana pasada que
las leyes que permiten el aborto y el matrimonio entre
personas del mismo sexo podrían ser reconsideradas porque
fueron adoptadas cuando su líder "no era
presidente".
Zuma,
poco después de su juicio por violación, declaró que
nunca permitiría que un homosexual "se parara
frente" a él.
(*)
Van der Westhuizen es escritor, periodista y comentador político
de Ciudad del Cabo.
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