Madrid.–
Después de 32 días de huelga de hambre y tras haber
permanecido hospitalizada debido a su delicado estado de
salud, la activista saharaui Aminatu Haidar abandonó la
isla española de Lanzarote y regresó ayer al Sahara
Occidental.
Haidar,
de 42 años, llegó a El Aaiún (capital de Sahara
Occidental) a bordo de un avión fletado por el gobierno
español y pasó sin problemas el control policial marroquí,
gracias a un salvoconducto de Madrid y la luz verde de
Rabat.
Conocida
como la "Gandhi del Sahara", Haidar consiguió
volver al lugar del que Marruecos la expulsó el 14 de
noviembre pasado, después de retirarle su pasaporte cuando
regresaba de recoger en Estados Unidos un galardón al
coraje cívico por su defensa de los derechos humanos en el
Sahara Occidental, administrado por Marruecos desde 1975.
Tras
ser expulsada, la activista fue devuelta a España, en donde
su vuelo había hecho escala, y dos días después inició
en la isla de Lanzarote una huelga de hambre para pedir su
regreso al Sahara Occidental.
"Esto
es un triunfo. Una victoria del derecho internacional, de
los derechos humanos, de la justicia internacional y de la
causa saharaui", dijo la mujer a los periodistas al
salir del hospital en donde pasó el último día de su
estancia en Lanzarote debido a su delicado estado de salud.
Finalmente,
el avión despegó anoche de Lanzarote ante el alboroto de más
de 300 personas que la vitorearon y la felicitaron en el
momento en el que embarcó. Junto con Haidar viajaban su
hermana y el médico que la atendió voluntariamente desde
el inicio de su protesta.
El
gobierno español había emitido poco antes un comunicado en
el que hacía un llamamiento a Marruecos para que permitiera
su regreso y en el que afirmaba que comparte la preocupación
de la comunidad internacional para que se avance en las
negociaciones sobre el Sahara Occidental.
Unas
horas después, fuentes del gobierno de Francia confirmaron
que Rabat había accedido a devolverle su pasaporte a
Haidar.
Durante
todo el día habían circulado rumores que apuntaban a un
posible fin del conflicto, confirmado por el Frente
Polisario, el movimiento independentista del Sahara
Occidental.
El
caso, además de devolver a la actualidad el asunto no
resuelto sobre la situación del Sahara Occidental, había
colocado a España en una situación incómoda.
El
gobierno, muy criticado por diversas organizaciones que
mostraron su solidaridad con la antigua colonia española,
trata de mantener intactas las buenas relaciones con
Marruecos, un país decisivo para España en asuntos como la
seguridad y la inmigración.