Ya no se escuchan como antes
bombardeos y disparos en las calles de la capital de Somalia. La sorpresiva
retirada del grupo radical islámico Al Shabaab permitió a los habitantes
circular libremente y sin temor por primera vez en dos años.
No obstante, muchos son
conscientes de que la paz que prevalece hoy podría no durar mucho, ya que los
islamistas prometieron regresar.
El fin de los combates en la
capital ––la mitad de la cual está controlada por el gobierno somalí con
la ayuda de las fuerzas de paz de la Unión Africana–– todavía no ha
hecho una diferencia en los esfuerzos de ayuda a las víctimas de la hambruna.
El repliegue de los extremistas
se produjo mientras miles de desplazados por la sequía y el hambre en el sur
llegan a Mogadiscio en busca de alimentos, agua, medicamentos y refugio.
Somalia es uno de los países más
afectados por la sequía que azota a casi 11 millones de personas en el Cuerno
de África. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró
oficialmente una hambruna en el sur de este país.
Sin embargo, las agencias de
asistencia todavía no han ingresado a áreas que estaban bajo control del
grupo islamista, vinculado a la red extremista Al Qaeda, y siguen trabajando
solo en zonas de Mogadiscio administradas por el gobierno somalí.
Además, el gobierno exhortó a
la población a mantenerse alejada de los lugares abandonados por los
combatientes islámicos, ya que el grupo radical pudo haber instalado bombas
allí.
Pero todavía no está claro si
realmente el repliegue de los extremistas facilitará la asistencia a los
afectados en el largo plazo.
"Sólo el tiempo dirá si
el grupo está acabado o simplemente fue seriamente herido. Solo su desaparición
podría ayudar a los esfuerzos humanitarios para las víctimas de la sequía y
el hambre en el corto plazo", dijo a IPS el analista político Mohyadeen
Abdi, de Mogadiscio.
"El repliegue, si es
genuino, beneficiará a los esfuerzos para alcanzar a los miles de hambrientos
que huyeron a Mogadiscio. Pero si los combates y la violencia continúan de
otra forma, no va a servir de nada", dijo por su parte a IPS el consejero
humanitario Ibrahim Yahya.
La ONU estima que casi 100.000
desplazados por el hambre y la sequía llegaron a Mogadiscio en los últimos
dos meses.
Los esfuerzos de ayuda llegaron
finalmente a la capital somalí cuando agencias internacionales y donantes del
Golfo y Turquía comenzaron a lanzar alimentos desde aviones. Pero
trabajadores humanitarios locales dijeron que los suministros no eran
suficientes.
"Ahora que los islamistas
al menos desaparecieron de la vista y del camino, ¿por qué las agencias están
gastando una fortuna simplemente en traer unas pocas toneladas de ayuda en
aviones cuando pueden traerla en barco?", dijo a IPS un trabajador
humanitario local que pidió mantener el anonimato.
"Sólo las embarcaciones
cubrirán la grande y siempre creciente demanda", añadió.
"Aquí la gente muere y las
agencias simplemente están enviando ayuda en cuentagotas en aviones, cuando
lo que necesitamos son cientos de miles de toneladas para alimentar a los
hambrientos y atender a los moribundos", indicó.
"Créame, la gente todavía
está muriendo en los campamentos cuando las agencias simplemente hablan y
hablan", agregó.
El grupo islamista impide a la
población abandonar las áreas que están bajo su control para buscar ayuda
en las vecinas Kenia y Etiopía, e incluso en Mogadiscio.
"No tengo las cifras
exactas, pero soy consciente de que el flujo de refugiados a los campamentos
ubicados fuera del territorio de Al Shabaab ha ido cayendo. Sabemos que el
grupo siempre impidió a las personas que buscaran ayuda de lo que
consideraban enemigos", las agencias occidentales, dijo Yahya.
Mientras, residentes en
Mogadiscio celebran la partida del temido grupo radical. Varias familias que
habían huido de la ciudad hace dos años, cuando comenzó la insurgencia,
regresaron a sus antiguos hogares.
"El lugar estaba muy
diferente. El pasto y los arbustos crecieron alrededor de las casas, incluso
la nuestra. Algunas están parcialmente o completamente destruidas. Los
explosivos se encuentran por todos lados y eso supone un peligro para nuestros
hijos si queremos volver. No creo que traiga de regreso a mi familia
pronto", dijo a IPS Jama Hassan, padre de cinco niños.
Su familia ahora vive en las
afueras de Mogadiscio junto a 1,5 millones de personas que huyeron de la
violencia en la capital.
Analistas coinciden en que en
las próximas semanas Al Shabaab podría lanzar una nueva ola de ataques
terroristas en la ciudad.
"Creo que Al Shabaab seguirá
realizando ataques. No estoy seguro cuán fuertes y cuán mortales serán,
pero el grupo tiene combatientes que podrían estar dispuestos a realizar un
último sacrificio por su perversa causa", dijo a IPS el politólogo
Mohamed Awal.
De hecho, el portavoz de la
organización islámica, Ali Mohamoud Rageh, había anunciado el 7 de este mes
que el grupo regresaría. "No nos hemos ido. Volveremos", dijo a una
radio pro–islamista.
Sin embargo, el presidente somalí,
jeque Sharif Sheikh Ahmed, aseguró que sus fuerzas y las de la Unión
Africana habían expulsado a los islamistas de Mogadiscio y que los derrotarían
en su propio territorio.
No obstante, el enviado de la
ONU a Somalia, Augustine Mahiga, alertó en una declaración el 6 de agosto
que el grupo no debía ser subestimado.
"Es importante que
reconozcamos que los verdaderos riesgos de seguridad, incluso de ataques
terroristas, permanecen y no deben ser subestimados", señaló.