África

Histórica huelga general en uno de los principales países de África

Nigeria se paraliza por el alza de los precios

Por Txema Santana
GuinGuinBali, 09/01/12

Decenas de manifestaciones han sacado a miles de manifestantes en diferentes ciudades del país y han paralizado sectores al completo, como el áereo, con una movilización histórica que ha dividido -aún más- al Gobierno. Según el líder de uno de los sindicatos convocantes, el Congreso Nacional de Trabajadores, nueve personas habrían muerto tras duros enfrentamientos con la policía. Sólo en Lagos se habrían desplegado 23.000 efectivos. Un portavoz de Boko Haram ha desvinculado a la organización terrorista de las protestas.

Miles de ciudadanos de Nigeria se han echado a las calles del país para protestar por el alza de los precios, consecuencia de las medidas económicas que ha tomado el Gobierno comandado por Goodluck Jonathan en los últimos meses, pero especialmente por la supresión del subsidio al petróleo. Jonathan ha tenido el respaldo para tomar estas medidas de Jeffrey Sachs, que el pasado viernes se reunió con el máximo mandatario nigeriano al que instó a seguir tomando medidas "audaces".

#Occupynigeria ha comandado el movimiento que hizo que el pasado sábado Jonathan tuviera que hacer una comunicación al país para tratar de calmar las aguas y frenar la gran movilización que se está produciendo este lunes nueve de enero de 2012.

Han sido decenas de grandes ciudades de todo el país, norte y sur, las que se han sumado a llamada de distintos sectores que ven inviables sus negocios y de agentes sociales que han visto como se ha duplicado el precio de los productos más básicos en cuestión de horas. Por ejemplo, el sector aéreo empleó tan solo cuatro horas para decidir que todos sus operadores, desde pilotos a operarios de pista, parasen por completo la actividad y hayan conseguido cerrar el espacio aéreo de Nigeria desde el domingo por la noche.

A continuación, tomando como fuente de información la organización civil EIE Nigeria detallamos algunos de los precios que se han disparado y han provocado un gran malestar entre los ciudadanos, producto de medidas que, según el discurso del pasado sábado emitido por Jonathan, "hoy causarán dolor, pero significan el éxito del mañana":

En Abuja, la movilización ha sido masiva y ha contado con el apoyo del cantante Seun Kuti, que altavoz en mano ha llamado a protestar "hasta que las medidas sean abolidas".

Las protestas también han estado apoyadas por los dos principales sindicatos del país, conocidos como el Congreso de Sindicatos y el Congreso de Trabajadores de Nigeria. Entre otras reclamaciones, las ejecutivas de los dos sindicatos insisten en lo "innecesario" de retirar el subsidio al petróleo, al entender que deben disfrutar de un precio más reducido al ser una nación rica en exportación del crudo, aunque no en refinado, de ahí la existencia del mencionado apoyo económico.

Abdulwaheed Umar, presidente del Congreso de Trabajadores de Nigeria, anunció que tres personas habrían fallecido a manos de la policía durante las protestas en Lagos y otras seis personas en Maiduguri, capital del Estado de Borno, en el este del país. Los manifestantes han pedido a la ciudadanía que proteste de forma pacífica y que eviten los enfrentamientos con la policía, pero no se ha logrado conseguir, según han relatado las organizaciones convocantes, como el propio Congreso de Trabajadores de Nigeria.

Mientras tanto en el Gobierno nigeriano se ha mezclado el debate sobre la seguridad nacional derivado de los atentados de Boko Haram con las protestas masivas por la subida de precios y mientras la rama cristiana del Ejecutivo insta a expulsar a "los miembros de Boko Haram que están en el Gobierno" y a llamar a la calma a la población animándola a "no abandonar el país y mantener la tranquilidad", otra parte de equipo gubernamental pide que se retiren medidas económicas que han sido sugeridas y apoyadas por Naciones Unidas y los Estados Unidos.


Jonathan cede y baja el precio del petróleo

La huelga general, sin embargo, continúa

GuinGuinBali, 16/01/12

El presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, ha reducido a 97 nairas (0,47 euros) el precio del litro de gasolina y, para seguir negociando con el Gobierno, los sindicatos han acordado suspender las protestas que iniciaron la semana pasada en las calles del país por la eliminación de una subvención a la compra de combustible. La huelga general, sin embargo, continúa.

Los principales sindicatos han advertido de que reanudarán las huelgas que paralizaron el país la semana pasada. Varios vecinos de Lagos, la ciudad más grande del país, han informado de que hay soldados en las calles. "Están registrando vehículos. Parece que quieren mantener la ley y el orden", ha dicho uno de ellos.

Por ahora, la producción de petróleo de Nigeria, el principal exportador de crudo de África, no se ha visto afectada por las huelgas y manifestaciones. La eliminación de la subvención, una medida que entró en vigor el pasado 1 de enero, hizo que el precio de la gasolina aumentara de 65 a 150 nairas (de 0,31 a 0,73 euros) el litro.

Jonathan se reunió con los líderes sindicales el domingo por la tarde para intentar llegar a un acuerdo que pusiese fin a las huelgas, pero este lunes ha reconocido que las conversaciones no produjeron "resultados tangibles" y ha descartado la posibilidad de restablecer el subsidio.

"El Gobierno proseguirá con la plena liberalización del sector petrolero. Sin embargo, dados los apuros que están pasando los nigerianos y después de mantener una serie de consultas, (...) el Gobierno ha decidido reducir el precio de la gasolina", ha declarado en un mensaje difundido por radio y televisión.

Seguirán negociando

Chika Onuegbu, un alto cargo del Congreso Sindical y del principal sindicato del sector petrolero en Nigeria, PENGASSAN, ha indicado que ambas partes seguirán negociando este lunes y que espera que se logren avances que permitan suspender los paros.

Previamente, PENGASSAN había amenazado con suspender la producción de crudo si las conversaciones fracasaban definitivamente. Los trabajadores interrumpieron la huelga durante el fin de semana para hacer posibles las negociaciones.

Varias personas murieron en enfrentamientos entre huelguistas y policías la semana pasada y unas 600 resultaron heridas, según la Cruz Roja.

El Gobierno y los sindicatos mantuvieron una primera ronda de conversaciones el jueves pasado y una segunda ronda dos días después. Ambas partes afirmaron que habían hecho avances pero que tenían que continuar con sus deliberaciones.

Los sindicatos explicaron que su objetivo era que el Gobierno bajase inmediatamente el precio del litro de gasolina a 65 nairas (0,31 euros) para cancelar la huelga, aunque las protestas y las negociaciones continuarían.

Corrupción

Varios economistas han opinado que la subvención debía eliminarse porque suponía un despilfarro y fomentaba la corrupción. Los manifestantes, en cambio, han instado al Ejecutivo a esforzarse más para erradicar la corrupción y reducir el gasto sin anular prestaciones públicas.

Jonathan dio su aprobación este domingo para que se realice una investigación. La ministra del Petróleo, Diezani Alison-Madueke, ha indicado que ha invitado a la Comisión de Delitos Económicos y Financieros a examinar el procedimiento del subsidio.

La Corporación Nacional Nigeriana del Petróleo (pública) y los entes que regulan lo relacionado con el combustible han sido criticados en informes independientes por su falta de transparencia y su mala gestión. Alison-Madueke se ha comprometido a revisar esos informes.

Nigeria produce más de dos millones de barriles de crudo al día, pero la corrupción y la mala administración han obligado al país a importar casi todo el combustible refinado que consume.

Alison-Madueke ha adelantado que la próxima semana se reunirá con varios diputados para intentar que se apruebe el Proyecto de Ley sobre el Sector del Petróleo, que lleva varios años atascado en el Parlamento.


País rico y pueblo en la miseria

Los conflictos se extienden en Nigeria

Por Txente Rekondo (*)
La Haine, 17/01/12

Desde el pasado mes de diciembre Nigeria viene asistiendo a una sucesión de conflictos que están poniendo al gigante africano al borde de un peligroso precipicio. La violencia protagonizada por el grupo islamista Boko Haram, un nuevo desastre ecológico provocado por las multinacionales extranjeras en la costa este, y la brutal represión del estado a la reciente huelga general convocada por sindicatos y otras organizaciones sociales del país, vuelven a situar a Nigeria en una difícil situación, donde los peligros de enfrentamientos interétnicos, religiosos o de otra índole se extienden por doquier cada día que pasa.

Nigeria muestra una compleja y en cierta medida antagónica realidad. Mientras que su riqueza petrolera y en otros recursos naturales le sitúa entre los países más ricos, cerca el setenta por ciento de su población tiene que vivir con menos de dos dólares al día, y con un estado incapaz de satisfacer las necesidades elementales de la mayor parte de su población. La desigual distribución de la riqueza, la corrupción, las crisis políticas y sociales y el proceso neoliberalizador de los distintos gobiernos han conducido, entre otros factores, a Nigeria a esa triste realidad, que le convierte en uno de los más pobres del mundo y con la mayor población pobre de África.

Los atentados que han empañado de sangre las pasadas navidades son una muestra más de que el grupo armado Boko Haram tiene cada vez una mayor capacidad operativa y una mayor sofisticación, al tiempo que demuestra que puede atacar cuando y donde quiere. Tras el anunciado desmantelamiento por parte del gobierno uno años antes, cuando detuvo a cientos de supuestos militantes y acabó con la vida de su máximo dirigente Mohammed Yusuf, esta formación islamista ha venido dando muestras de su recuperación.

Desde el año 2010 se han sucedido los ataques contra instalaciones gubernamentales (cuarteles, checkpoints), prostíbulos, bares, funcionarios locales y federales, tanto militares como civiles, e incluso cada vez con más frecuencia contra la comunidad cristiana y sus iglesias. Por lo general durante ese año estas acciones han tenido lugar en el norte del país, en ciudades como Maiduguri, sin embargo durante el pasado año Boko Haram ha extendido su radio de acción, con importantes ataques en la capital Abuya (en mayo atacó un bar repleto de gente mientras el presidente Goodluck Jonatahan tomaba su cargo; en junio atacó el cuartel general de la policía federal y en agosto la sede de Naciones Unidas)

El gobierno viene desde hace tiempo aplicando una política represiva, deteniendo indiscriminadamente a supuestos sospechosos y atemorizando a la población local (buena parte de las tropas proceden de otras regiones del país), lo que no hace sino incrementar el apoyo que grupos islamistas como Boko Haram pueden recibir en la región.

Al igual que en el resto del país, la injusticia social, la pobreza, la percepción de que Occidente es el impulsor de esa corrupción endémica que acompaña a los gobiernos centrales nigerianos y que asola a la población, son algunas de las raíces para entender dicho auge. A ello evidentemente se une la política gubernamental, las diferencias entre norte y sur (con la percepción de los primeros que están totalmente marginados de la riqueza del país), así como las disputas en torno a los resultados de las elecciones del pasado abril, que dejaron cientos de muertos en las calles de Nigeria.

Si Boko Haram continúa ampliando su zona de operaciones y se expande hacia el sur puede que la “línea imaginaria” que divide a cristianos y musulmanes acabe saltando por los aires y se generalice una guerra inter-religiosa. Además, la aparición de los ataques suicidas y las posibles relaciones (formales o ideológicas) del grupo con formaciones como al Qaeda del Magreb Islámico o el somalí Al-Shabaab añaden más incertidumbre al futuro inmediato de Nigeria. Junto a ello además encontramos la decisión del gobierno central de militarizar aún más el conflicto.

La huelga general y la posterior represión gubernamental es otro conflicto que amenaza con poner en jaque al gobierno central. La decisión de éste eliminar un subsidio para la compra de combustible ha sacado a la calle a miles de personas por todo el país, y algunos observadores ven en este movimiento, tal vez prematuramente, un reflejo de lo que ha ocurrido en el norte de África durante 2011.

En esta ocasión el detonante ha sido la citada eliminación que ha paralizado al país y que puede llegar a cerrar las explotaciones petrolíferas. Y es en este momento cunado la mayor parte del país ha podido constatar esa corrupción endémica que afecta a las elites políticas, militares y empresariales de Nigeria, y que tienen una especial incidencia en el sector petrolífero.

Las reformas económicas de corte neo-liberal han permitido unas cifras macroeconómicas que sitúan a Nigeria entre los estados con un notable crecimiento económico. Sin embargo, la fotografía real nos muestra unas enormes tasas de pobreza y desempleo, una escasa esperanza de vida al nacer y con constantes conflictos laborales, al tiempo que tensiones y conflictos violentos de carácter inter-étnico e intra-comunitario adquieren dimensiones muy preocupantes.

Al igual que en otros lugares, en Nigeria no es la economía la que se ha politizado, sino que ha sido la política la que se ha economizado. La militarización y privatización de la política han constituido una de las caras de esa política de reformas en el país, y que unido todo ello a la ya citada corrupción endémica, sigue apostando por privilegiar la acumulación capitalista a costa del bienestar de la población.

Las llamadas cuatro Cs (crisis, corrupción, conflictos y contradicciones sociales) son la marca de las citadas reformas neoliberales en Nigeria. Y contra esa realidad se han lanzado a las calles los principales sindicatos nigerianos, así como otros movimientos y colectivos políticos y sociales, que se han encontrado con la violenta respuesta gubernamental que hasta ahora ha costado la vida de varias personas.

Además, es más que evidente el claro posicionamiento de los actuales dirigentes nigerianos a favor de las líneas impulsadas por el FMI, y en ese sentido destacan las declaraciones del gobernador del Banco Central del país, que ha señalado ante las movilizaciones y protestas populares, que la gobernabilidad no es un concurso de popularidad. Si el gobierno decide hacer algo que cree beneficioso para la población, a pesar de que sea a través de medidas severas, debe seguir adelante, independientemente de su popularidad.

El poder nigeriano se ha mostrado incapaz de asegurar a su población el acceso igualitario a la ciudadanía, la representación política, o los servicios sociales y materiales básicos para cualquier persona. La sucesión de los conflictos citados unidos a todo ese otro abanico de enfrentamientos que se suceden en el delta del Níger o en otras regiones del país, y que sólo entre 1999 y 2010 ha costado la vida de más de 15.000 personas sitúan ante un peligroso precipicio a este gigante africano.

Tal y como señalaba un académico local, Nigeria es la imagen de “un gobierno rico, ciudadanos pobres, sin progreso, repleto de conflictos y sometido a las contradicciones de las imposiciones neo-liberales”.


* Del Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).