EEUU presiona en
Venezuela
Bush, última carta de la oposición
Por
Luis Bilbao
Le Monde Diplomatique, 04/03/04
El Consejo Nacional Electoral venezolano debe anunciar
si la oposición obtuvo o no la cantidad de firmas necesarias para
intentar revocar el mandato de Hugo Chávez. Mientras se cruzan las
acusaciones de fraude, el gobierno estadounidense interviene sin
tapujos y el presidente venezolano acusa a George W. Bush con dureza
sin precedentes. La estrategia opositora.
Durante sus cinco años de gobierno -cumplidos el 2 de
febrero último- Hugo Chávez pasó por momentos de extrema tensión
en su relación con la Casa Blanca, pero nunca como ahora. El pasado
17 de febrero Chávez descargó acusaciones de inédito calibre:
"El gobierno de George W. Bush apoyó el golpe de Estado (de
abril de 2002) contra el pueblo venezolano y tiene una responsabilidad
ante el mundo al respecto. El gobierno de George W. Bush tiene
responsabilidad en la masacre del Puente Llaguno. Ellos tienen que
responderle al mundo por la sangre que corrió aquí el 11, 12 y 13 de
abril del año 2002. Ese gobierno tiene que responderle al mundo y al
pueblo venezolano" dijo Chávez y agregó: "no hay ninguna
duda sobre eso. Se reunieron con militares golpistas; militares
norteamericanos actuaron aquí en el golpe de Estado. Tenemos fotos,
evidencias".
Chávez apuntó personalmente a Bush cuando éste
atraviesa su peor hora ante la opinión pública interna e
internacional y pone en juego su reelección en ocho meses. Sobre
todo, mientras transcurre el último tramo de una instancia
trascendental para la política venezolana: el pronunciamiento del
Consejo Nacional Electoral (CNE), respecto de si la oposición ha
reunido o no la cantidad de firmas suficientes para realizar un
referendo revocatorio contra Chávez.
Acusación de fraude La nueva Constitución venezolana
permite consultar a la ciudadanía sobre la posibilidad de revocar el
mandato presidencial (también los de gobernadores y legisladores) una
vez transcurrida la mitad de su período. Para ello hacen falta 2,4
millones de firmas. Cumplido ese requisito, se realiza el referendo,
en el que para lograr su objetivo, la oposición debe obtener al menos
un voto más de los que en su momento llevaron a Chávez a la primera
magistratura. En ese caso debe llamarse a nuevas elecciones, en las
que el jefe de Estado así revocado puede volver a ser candidato.
El primero de estos pasos se llevó a cabo a comienzos
de diciembre pasado, luego de una ardua lucha entre gobierno y oposición
para consensuar la composición de los cinco miembros del Consejo
Nacional Electoral (CNE). Al cabo de los cuatro días acordados para
recoger las firmas, la oposición, agrupada en la denominada
Coordinadora Democrática (CD) presentó planillas con 2.921.000
firmas. De inmediato, el Comando Ayacucho, centro de reunión de todos
los partidos y agrupamientos que apoyan a Chávez, denunció un
gigantesco fraude. Poco después un portal informativo (1) reprodujo
una conversación telefónica entre dos dirigentes de la Coordinadora
Democrática. En ella, Ramón Escobar Salóm y su hijo Ramón Escobar
León, comentaban que no llegaban a 1.900.000 firmas (2). El
periodista Ernesto Villegas reprodujo la grabación en su columna del
semanario opositor Quinto Día y días después invitó a Escobar León
a su programa de televisión en el canal estatal. Durante más de una
hora le dio la palabra y logró que admitiera la veracidad de la
grabación (3).
La táctica opositora no carece de fundamento: si el
gobierno no consigue demostrar de manera fehaciente que muchas firmas
son falsas, Chávez sería denunciado por antidemocrático. Adelantándose
a los hechos, la Consejera de Seguridad Nacional del gobierno
estadounidense Condoleezza Rice, había dicho en los primeros días
del año: "ahora Chávez tiene la oportunidad de demostrar que es
un presidente democrático".
Para ese entonces Chávez se había hecho eco de las
denuncias de fraude, aunque afirmando que aceptaría la resolución
del CNE, lo que fue ratificado luego por todos los miembros de su
gabinete. La CD, por su parte, comenzó a atacar con virulencia al
CNE, a pesar de que ese organismo se conformó con su aprobación y de
que al menos tres de sus cinco miembros no son chavistas.
Fuentes próximas al CNE informan que el número de
firmas válidas es inferior al necesario y que es posible probar el
fraude. Ahora, según esas fuentes, el gobierno se esfuerza por evitar
el estallido del CNE, donde por lo menos dos integrantes sufren
presiones extremas por parte de la oposición. Por su parte, la
Organización de Estados Americanos (OEA) podría desconocer la decisión
del CNE. Ante esta posibilidad, el gobierno definió una posición
clara: solo tendrá en cuenta el pronunciamiento del CNE.
Si éste indica que las firmas no son suficientes, se
desatará sin dudas una campaña mundial denunciando fraude y Chávez
no habrá probado su "condición de demócrata", según
Condoleezza Rice. Dirigentes oficialistas alertan sobre la preparación
de manifestaciones y golpes armados y en las últimas semanas
organismos de seguridad del Estado capturaron armas y municiones que
ingresaban desde el exterior. Por el contrario, si el anuncio del CNE
condujese al referendo, la oposición debería aún imponerse en las
dos instancias señaladas: el referendo mismo y la elección
posterior. Al margen de juicios de valor, no existe actualmente un
analista de la realidad venezolana que suponga tal posibilidad.
Es por esto último que la estrategia opositora no
consiste en desplazar a Chávez por la vía constitucional, sino en
continuar obstaculizando su tarea de gobierno: tras seis elecciones
entre 1999 y 2001 (todas ganadas por Chávez, cada vez con mayor
margen), el golpe de Estado en abril de 2002, el sabotaje petrolero en
diciembre y ahora las campañas de recolección de firmas, un
referendo y nuevas elecciones en el horizonte inmediato continuarían
trabando el salto económico que el gobierno procura y que técnicamente
está al alcance de la mano. Después del brutal impacto del sabotaje
petrolero, el Producto Interno Bruto (PIB) subió un 9% en el cuarto
trimestre de 2003, con una expansión de la industria del 15,7%; del
12,2% el comercio y 10,1% el transporte (4).
Es que pese a tanta postergación y retroceso, los
cambios en el ámbito social son de enorme impacto. Los planes de
alfabetización, de salud comunitaria, construcción de viviendas,
distribución de tierras y beneficios mediante mercados comunitarios
que reducen verticalmente los precios de los alimentos, involucran a
millones de personas hasta hace poco excluidas en todo sentido de la
sociedad.
Los verdaderos propósitos opositores apuntarían
entonces no a una evolución constitucional, sino a impedir mediante
un largo proceso de desgaste que el gobierno consolide y organice su
base social. El peor de los escenarios para la oposición sería que
el gobierno gane el referendo y, sobre esta nueva relación de
fuerzas, ataque el último verdadero bastión opositor: el aparato del
Estado, aún cubierto por funcionarios del viejo régimen.
Intervencionismo Es esta dinámica de debilidad de la
oposición interna lo que acelera la ingerencia de Estados Unidos. El
16 de febrero pasado desembarcó en Caracas el subsecretario de
Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Peter DeShazo, para hablar a
nombre de la oposición. DeShazo dijo que para evitar el referendo se
estaba apelando a "excesivos tecnicismos". Este fue el
detonante del citado discurso de Chávez, quien sin embargo apenas
aludió al funcionario.
"El gobierno de Estados Unidos arremete una vez más
contra el pueblo venezolano, como arremetió contra el pueblo de Irak.
Allí están los resultados; todos los días hay bombas en Irak, todos
los días hay niños, mujeres y hombres muertos, y casi todos los días
hay soldados norteamericanos inocentes muertos.
Los mandaron engañados para allá, les dijeron que los
iban a recibir como héroes. Les dijeron que había armas químicas de
destrucción masiva. Engañaron al mundo y al propio pueblo
estadounidense, engañaron a los pueblos de Europa.
"Igual están tramando un engaño en torno a
Venezuela".
En el mismo momento en que comienza la campaña
electoral en Estados Unidos, la opción para Washington en Venezuela
está entre un escenario de derrota al que ingresa mediante la
violencia terrorista de opositores locales y mercenarios extranjeros
si no hay referendo o, en caso contrario, postergando toda acción
hasta después de las hipotéticas elecciones. Si es dudoso que
cualquier futuro Presidente estadounidense respete la soberanía y la
democracia de un país latinoamericano empeñado en reformas de fondo
(para colmo uno petrolero), parece seguro que no sería ésa la opción
para Bush.
NOTAS:
1 www.aporrea.org
2 La conversación puede escucharse en
www.aporrea.org/damerverbo.php?docid.12285.
3 La conversación está disponible en
www.rnv.gov.ve/noticias/?act=ST&f=&t=2296
4 Informe del Banco Central de Venezuela, Venpres-RNV,
Caracas, 23-02-04.
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