Nuevas formas de dominación de Estados Unidos
en América
Latina
Por Lic. Domingo Sánchez Perdomo
(*)
Publicado por Cuba Socialista. Revista
Teórica y Política,
Julio/2004
Desde finales de
la década de los años 80 del pasado siglo XX, Estados Unidos de América
comenzó un nuevo rediseño del Sistema Interamericano que contó,
entre sus ejes fundamentales, con la implantación del neoliberalismo
como régimen económico y social, el desarrollo de un concepto de
seguridad que respondiera a sus intereses para finales del siglo y
comienzos del nuevo milenio y el replanteo de su presencia militar en
la región mediante novedosas formas que garantizaran el empleo de sus
Fuerzas Armadas en función de sus intereses económicos y de política
exterior para los nuevos tiempos que se acercaban.
La caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y la
desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)
a finales de 1991 dieron paso al surgimiento de una sola superpotencia
mundial. Estos acontecimientos fueron para América Latina de un
significado particular debido a la desaparición del paradigma de
seguridad imperante, la amenaza del comunismo, y por el replanteo por
parte de Washington de las relaciones que sustentaban el Sistema
Interamericano hasta ese momento.
Evolución de la Seguridad Hemisférica dentro de la OEA
Dentro del contexto de la nueva situación histórica que
implicó la desaparición del socialismo en Europa del Este y la
desintegración de la URSS, mal denominado por Fukuyama “fin de la
historia”1, se dio por concluida la “guerra fría”
que trajo como resultados que el pretexto de la lucha contra el
comunismo y la amenaza extra continental desapareciera de golpe, por
lo que la década de los 90 del pasado siglo XX marca el nuevo proceso
de reformulación del Sistema Interamericano en general y la Seguridad
Hemisférica en particular que llega hasta nuestros días.
Estados Unidos y la OEA sin un “enemigo” que sirviera de
fundamento para las concepciones de Seguridad Hemisférica imperantes
hasta ese momento, dieron inicio al reordenamiento del Sistema
Interamericano en el que no dejaba de estar presente la aplicación
del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC), su proyectada Área
de Libre Comercio para las Américas (ALCA) y la reformulación de los
conceptos de seguridad dentro de la OEA, en función de prevenir los
movimientos sociales y políticos opuestos a este proyecto en la región.
La contemporaneidad ha demostrado el impacto de las políticas
neoliberales en América Latina en la esfera social y las
implicaciones en cuanto a la Seguridad Hemisférica que ha traído
para la región. El gran desequilibrio generado por más de una década
de neoliberalismo ha convertido a la mayoría de los países
latinoamericanos en un inmenso foco de desestabilización y de
conflictos sociales a puntos de estallar. Como señalara el Comandante
en Jefe Fidel Castro “Hay una situación de inestabilidad en casi
todos los países de América Latina, (…) están nerviosos,
experimentan temor, se desesperan, ante la realidad de más de 500
millones de habitantes que en este hemisferio se rebelan cada vez más
por las insoportables condiciones de vida que padecen.”2
La fragilidad de las instituciones estatales que el esquema
de privatizaciones del patrimonio nacional ha provocado, se ha
complicado aún más por el surgimiento y exacerbación de nuevos y
viejos problemas que van desde los ambientales, la presión demográfica,
las justas y crecientes demandas sociales, hasta el crimen organizado
y el casi irresoluble problema de la producción y tráfico de drogas,
fundamentalmente hacia Estados Unidos principal mercado mundial de
consumo de estupefacientes, catalizador de hechos de este fenómeno.
Los ideólogos del neoliberalismo culpan a los Estados de la
región de no poder encarar estos nuevos y viejos desafíos, acusándolos
de haber fracasado en su esfuerzos por garantizar el bienestar de sus
ciudadanos y por no proveer la mínimas condiciones de orden dentro de
sus fronteras, al tiempo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) exige
medidas cada vez más restrictivas a la inversión social, el pago de
la gigantesca deuda externa de los países latinoamericanos y como única
alternativa la economía de mercado y las privatizaciones.
Lo antes expuesto persigue facilitar el camino a la inversión
extranjera, al TLC y al ALCA y obligar a los Estados a compartir o
renunciar a esferas de la soberanía, tratando de lograr que se
adopten definiciones más flexibles en cuanto a la misma, al tiempo
que se propone asignar nuevos roles a las Fuerzas Armadas nacionales
en función de las nuevas amenazas para la región definidas por la
Casa Blanca, en las que la lucha contra las organizaciones calificadas
por Washington como terroristas y el Plan Colombia, ocupan un lugar
especial.
Para lograr los cambios que necesitaba, Estados Unidos volvió
a utilizar el recurso de efectuar reuniones fuera de la OEA, poniendo
en práctica el denominado Sistema de Cumbres de las Américas como método
para adecuar la organización a sus intereses, sin tener que sortear
las dificultades que procesos de tal naturaleza afrontarían si
tuvieran que llevarse a cabo directamente dentro del seno de la
organización.3
A través del Sistema de Cumbres de las Américas Estados
Unidos fue introduciendo las modificaciones que su Estrategia de
Seguridad Nacional necesitaba en la región. Por la convocatoria de
Washington entre el 9 y el 11 de diciembre del año 1994 en la ciudad
de Miami se efectuó la Primera Cumbre4, los objetivos
fueron claramente definidos por la Casa Blanca, a saber, reestructurar
el Sistema Interamericano, tomando de paso en sus manos el proceso
comenzado por la OEA en 1991 en cuanto a los asuntos de Seguridad
Hemisférica.
Cuando se llevaba a cabo la Cumbre de Miami los Estados
Unidos elaboraban la denominada “Estrategia de Seguridad Nacional de
Comprometimiento y Expansión”5 , publicada en febrero de
1995, que definía claramente el rumbo de la política exterior de la
Casa Blanca. El documento precisaba, en relación con América Latina,
que bajo el liderazgo norteamericano la región debía avanzar hacia
las siguientes metas:
Creación de un Área de Libre Comercio para las Américas
(ALCA), haciendo énfasis en las “bondades” del libre comercio y
la aplicación de las recetas de corte neoliberal cuyos negativos
resultados hoy podemos apreciar.
Expansión de la democracia (representativa), preservando los
gobiernos civiles electos en las urnas y el fortalecimiento de los
derechos humanos.
Instrumentar una estrecha cooperación regional en la lucha
contra el narcotráfico, por representar una seria amenaza a la
democracia y la seguridad.
Control civil en los asuntos de la defensa.
Reestructuración del Sistema Interamericano, en particular
de la OEA.
En mayo del 1997 la administración del presidente Clinton
promovió una actualización de la Estrategia de Seguridad Nacional
vigente, denominándola “Estrategia de Seguridad Nacional para el
Siglo XXI”6 que centraba el análisis regional en los
siguientes elementos:
Se avanza en la cooperación regional de varias formas, como
por ejemplo los diálogos de seguridad, la OEA y las iniciativas de la
Cumbre de las Américas (Miami 1994), las medidas para fomentar la
confianza y la seguridad, ejercicios e intercambios con militares
claves y funcionarios de los Ministerios de Defensa (Williamburg,
Estados Unidos 1995 y San Carlos de Bariloche, Argentina 1996).
Las principales preocupaciones de seguridad en el hemisferio
son de naturaleza transnacional, como son: el tráfico de drogas, el
crimen organizado, el lavado de dinero, la migración ilegal y la
inestabilidad, generadas por la corrupción y los conflictos políticos
o sociales.
En cuanto a Cuba “…Por medio de la constante presión
sobre el régimen para que haga reformas políticas y económicas,
buscamos alentar el surgimiento de una sociedad civil que transite
hacia la democracia cuando el cambio llegue. Un creciente optimismo
entre los cubanos, de que es posible un cambio positivo, también
ayuda a desalentar la emigración ilegal. Y como el pueblo cubano
tiene un gran incentivo de hacerse responsable de su propio futuro, es
más probable que se queden en casa y creen las estructuras formales e
informales que harían que la transición fuera más fácil. Mientras
tanto, nosotros permanecemos firmemente comprometidos con los acuerdos
migratorios bilaterales, que tienen como objetivo que la emigración
se haga a través de medios seguros y legales.”7
Esta estrategia tenía su repercusión directa en la OEA la
que durante su Cuarta Sesión Plenaria adoptó el 5 de junio del año
2001 una resolución denominada Modernización de la OEA y Renovación
del Sistema Interamericano, mediante la cual se instruía a la
Secretaría General para que elaborara antes del 31 de octubre de ese
año, un proyecto de propuesta en tal sentido8, a esta
resolución seguirían otras con propósitos similares.
La dinámica de la OEA supeditada nuevamente a la estrategia
de Washington, tenía ahora como instrumento conductor las Cumbres de
la Américas, a través de las cuales se ha ido diseñando el nuevo
escenario que el gobierno de la Casa Blanca quiere para Latinoamérica
y el Caribe, así, en virtud de diversos debates a partir de la mitad
de la última década del siglo XX y principios del actual, se
propugna en el seno de la organización un nuevo enfoque de la
Seguridad basado en que se han producido profundos cambios en la arena
internacional debido al “fin de la guerra fría”, el acelerado
dinamismo de las tecnologías, especialmente de las tecnologías de la
información y las comunicaciones y por los cambios políticos, económicos
y sociales vinculados a estos fenómenos en el contexto del proceso de
la globalización.
Con estos términos, edulcorados, se enmascaran las
intenciones de dominación de Washington y se maneja la realidad
resultante de la aplicación de un esquema económico neoliberal en
Latinoamérica en un ambiente globalizado que ha ocasionado la catástrofe
económica y social por la que atraviesan muchos de los países de la
región, convirtiendo a esta parte del mundo en foco de inestabilidad
e ingobernabilidad.
La globalización neoliberal ha potenciado las amenazas que
ya existían y hecho surgir otras que según algunos ideólogos dentro
del seno de la organización, no pueden ser enfrentadas con los
actuales mecanismos de seguridad hemisférica. Bajo esta óptica que
no deja de ser en parte cierta -en cuanto al surgimiento de nuevas
amenazas- se considera que la concepción tradicional de seguridad,
vinculada a la protección de la integridad territorial y la soberanía
nacional, se ha ido ampliando hacia otros espacios como el de la
seguridad pública y el de la seguridad de los propios individuos,
esto es, la seguridad humana.
La OEA en sintonía con la estrategia de Washington se
plantea abordar estos fenómenos desde una perspectiva renovada, sin
especificar el modo, supuestamente para tratar de mejorar la calidad
de vida de las personas en los países miembros. Desaparecido el
paradigma del enemigo extra continental, la lucha contra el comunismo
y la amenaza de la Unión Soviética, la organización concluye que
“…los enemigos son difíciles de identificar y atacan de modo
inesperado y artero, e incluso habitan en estado larvario en el seno
de nuestra sociedad.”9 Asegurando que a partir de los
atentados terroristas de septiembre 11 del año 2001 en Nueva York y
Washington, así como, la dimensión que ha alcanzado el crimen
organizado, se hace necesario considerar que la Seguridad
Internacional pasa a ser un bien público global, por la que todos los
estados tienen igual responsabilidad.
En tal sentido y en virtud de recomendaciones de las Cumbres
de las Américas de Santiago, Chile, 1998 y Québec, Canadá, 2001 se
desarrolló un largo proceso de reformulación en el seno de la OEA
con el objetivo, entre otros, de crear un nuevo Sistema de Seguridad
Hemisférica y cuya etapa actual comprendió la realización de la
Conferencia Especial sobre Seguridad convocada por la Comisión de
Seguridad Hemisférica de esta organización regional.
La realización de esta conferencia fue objeto de adelantos y
retrasos por parte de la OEA, programada en principio para mayo del año
200310, pospuesta posteriormente según algunos expertos
debido a que Estados Unidos en virtud de su denominada Nueva
Estrategia de Seguridad Nacional, que de nueva tiene bien poco, no había
elaborado un proyecto definitivo para la región, sobre todo después
de la última agresión y ocupación de Irak y al reavivado espíritu
anti norteamericano que trajo esta conflagración. La conferencia tuvo
lugar entre el 27 y 28 de octubre del año 200311
definiendo en su declaración final el concepto de Seguridad Hemisférica,
pero sin establecer nuevos mecanismos para llevarla a vías de hechos,
manteniendo vigentes hasta el momento el Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (TIAR) y sin definir lo concerniente a la
subordinación o no de la Junta Interamericana de Defensa (JID) a la
OEA.
El discurso empleado desde el inicio del proceso de replanteo
de la OEA en general y de la Seguridad Hemisférica en particular,
hace énfasis en el respecto a la soberanía, al derecho
internacional, a la solución pacífica de los diferendos y al valor
del multilateralismo en la arena regional e internacional, aspectos
que son echados por tierra sistemáticamente por la administración
del presidente Bush, magnificando el unilateralismo en la relaciones
internacionales lo que ha obligado a la Casa Blanca a un reacomodo de
su discurso sobre estos temas en la región.
La dominación económica
A comienzo de la década de los 90 del pasado siglo XX e
incluso hasta nuestros días, algunos expertos aseguran que América
Latina no sería objeto del interés primordial de la Casa Blanca,
debido a que la superpotencia ganadora del lance de la Guerra Fría se
enfrascaba en proyectos de dominación mundial en virtud de su
liderazgo económico, político y militar sin parangón en la historia
de la humanidad, nada más alejado de la realidad.
Pronto se vislumbró que Estados Unidos no había dejado de
lado sus intereses en la región y continuaría ejerciendo su
tradicional hegemonía para garantizar el control de un mercado de
casi 800 millones de habitantes, estando dispuesto a ganarles la
batalla económica a los inversores europeos, preponderantes durante
casi toda la década de los años 90 del pasado siglo XX. Resultando
evidente sus proyectos para “…La instauración de una moneda única
en un mercado de 34 países - excluyendo por ahora a Cuba- (…) y el
PIB regional, sumando a Estados Unidos, (…) de 11,5 billones de dólares,
casi un 30% mayor al de la Unión Europea .De esta manera EE.UU. estaría
al comando del mayor mercado unificado del planeta, con un tercio del
PIB mundial y más de un quinto del comercio planetario.”12
Un primer paso muy importante lo constituyó la firma por
Canadá, México y Estados Unidos el 17 de diciembre de 1992 del TLC
cuyo nombre original es North American Free Trade Agreement (de
donde resultan las siglas NAFTA, como también es conocido), que
estableció la supresión gradual de aranceles, y de otras barreras al
libre comercio para la mayoría de los productos fabricados o vendidos
en América del Norte, así como la eliminación de otras barreras a
la inversión internacional, pasando a ser para ese momento el segundo
mas importante bloque económico del mundo superado solamente por el
Mercado Común Europeo.
De acuerdo con su agenda de Seguridad Nacional Estados Unidos
aprovechó el proceso de apertura en Latinoamérica y el impacto del
neoliberalismo en sus economías para impulsar las negociaciones del
ALCA. No hay que perder de vista tampoco el desafio que la Casa Blanca
enfrentaba “…más competencia en los campos económico y tecnológico
por parte de Europa y Japón, la consolidación de una zona comercial
americana bajo dominio estadounidense se vuelve un elemento vital para
mantener la hegemonía de esta potencia…”13. La
oficialización de esa intención se materializó como resultado de la
Primera Cumbre de las Américas efectuada en Miami, Florida entre el 9
y el 11 de diciembre de 199414. El ALCA fue diseñado por
sectores empresariales y gubernamentales de Estados Unidos,
constituyendo un proceso predominantemente económico y político, no
interesado en incorporar una agenda social para nuestros países y es
la continuación de la estrategia que dio origen al TLC para ampliar y
reforzar el dominio sobre los pueblos y países del hemisferio y a la
vez consolidar su hegemonía mundialmente.15
En tal sentido Estados Unidos "ha reconsiderado el
concepto de seguridad nacional a la luz de la aparición de bloques
comerciales regionales y del surgimiento de nuevas amenazas: crimen
organizado transnacional, terrorismo, conflictos regionales,
desintegración de Estados y movimiento descontrolado de
refugiados"16. Por otra parte Europa unida y el
bloque asiático representan para Estados Unidos no sólo una seria
amenaza en sus pretensiones económicas en todos los sentidos, sino
también un nuevo reto a su seguridad nacional.
Además del ALCA la estrategia económica estadounidense para
la región incluye el Plan Puebla Panamá (PPP) que “… es una
iniciativa impulsada por el presidente Vicente Fox y tiene como idea
central dar mayor oportunidad para que los Estados Unidos y en menor
grado sectores de la burguesía de Asia, Europa y Canadá tengan
acceso a todas las áreas de la economía y a la de mano de obra
barata no sólo en México, sino también en Centroamérica.”17,
constituyendo la pieza geopolítica que viene a reforzar la expansión
estadounidense en América Latina.
La militarización
La situación regional resultante de los cambios de finales
del siglo XX y la no concreción del Centro Multilateral Antidrogas (CMA)
en Panamá al terminar la ocupación norteamericana de la Zona del
Canal en virtud del cumplimiento de los acuerdos Torrijos – Cartel
firmados en 1997, hizo que Estados Unidos creara “…las
denominadas Bases Operativas Avanzadas, en Aruba, Curazao, El
Salvador, Costa Rica y Ecuador, lo cual le permite mantener su
Presencia Militar Avanzada en la región bajo el pretexto de la lucha
antidroga.”18 A lo anterior hay que añadir otros
enclaves militares en que la presencia estadounidense en la región
resulta ostensible, tales como, las bases de Tres Esquinas, Larandia y
Puerto Leguizamo en Colombia como parte del Plan Colombia. En Perú se
han establecido en las bases de Iquitos y Nanay, sin olvidar sus
pretensiones sobre la base de Alcántaras en Brasil.19
Una atención especial merecen los ejercicios militares
conjuntos entre fuerzas estadounidenses y latinoamericanas, actividad
de larga data cuyo exponente más destacado lo constituyen los
Ejercicios Conjuntos Combinados del tipo
UNITAS, llevados a cabo con la participación de fuerzas y
medios de la Marina de Guerra y la Infantería de Marina de Estados
Unidos y sus contrapartes de la región. Son dignos de mencionar,
entre otros, las Operaciones Cabañas que tienen lugar en Panamá,
Puerto Rico y Argentina, los denominados Águilas en los que participa
la Fuerza Aérea estadounidense y Nuevos Horizontes con un carácter
supuestamente de asistencia en construcción civil y humanitaria pero
que permiten la presencia de efectivos militares de Estados Unidos en
Centro América, Caribe y otros países sudamericanos.
El contacto sistemático con las Fuerzas Armadas
latinoamericanas posibilita a Washington una influencia directa sobre
los mandos y estructuras de dirección de las mismas, al tiempo,
mantiene una presencia constante en el Teatro de Operaciones Militares
sudamericano bajo la responsabilidad del Comando Meridional
estadounidense.
Este despliegue resulta insuficiente para algunos ideólogos
en Estados Unidos que ayudan en la formación de políticas hacia América
Latina a las administraciones de la Casa Blanca, así en febrero del año
en curso la Fundación Heritage20 a través de un artículo
bajo el título “Estados Unidos debe reforzar su seguridad en el
flanco sur”21 propone revitalizar bajo nuevas formas
el TIAR para propiciar un intervencionismo más directo en los asuntos
internos de los países de la región y hace fuertes recomendaciones
para reforzar el papel del Comando Meridional. Según los autores de
ese trabajo en América Latina está aumentando la presencia
terrorista lo que constituye una amenaza para la Seguridad Nacional de
Estados Unidos, al tiempo, aboga por que ese Comando incluya la
asistencia a las organizaciones y efectivos de las policías
latinoamericanas, debido a la creciente ingobernabilidad que impera en
la región, proponiendo incluso que sean modificadas las leyes
norteamericanas, principalmente lo concerniente al Acta Posse
Comitatus22 que impiden de forma pública tal
asistencia.
Esta última propuesta demuestra el menosprecio que sienten
hacia los países latinoamericanos y caribeños, debido a que el Acta Posse
Comitatus de 1878 denominada también “ley centinela”23,
es el principio por excelencia que sirve de base al gobierno
estadounidense, en cuanto al control civil del poder castrense, así
como, la separación de la policía militar y civil y la iglesia del
estado. En la actualidad dentro de la sociedad en Estados Unidos el
ciudadano común tiene desconfianza del entrometimiento de las Fuerzas
Armadas en su vida diaria, aunque sea para protegerla.
Conclusiones
Estados Unidos no ha dejado de lado sus intereses de todo
tipo en Centro América, Suramérica y el Caribe, región que continúa
siendo considerada por Washington como su “patio trasero”.
Nos encontramos frente a la puesta en práctica de nuevas formas de
dominación económica, política y militar de la Casa Blanca en
nuestra región que deben incluir, indefectiblemente, un componente de
seguridad regional para garantizar su desarrollo y cuyos ejes
fundamentales son las formulas neoliberales en lo económico y social,
el desarrollo e implantación de un concepto de seguridad que responda
a sus intereses y el replanteo de su presencia militar en la región
que garanticen su influencia, incluso en los cuerpos de policía
latinoamericanos y caribeños y el empleo de sus Fuerzas Armadas en
función de sus aspiraciones económicas y de política exterior en la
actualidad y el futuro inmediato.
Notas:
(*) Investigador del Centro de Estudios de Información de la
Defensa (CEID)
1 Francis Fukuyama es catedrático de Economía Política
Internacional en la Johns Hopkins School of Advanced International
Studies; autor en 1989 del libro El fin de la historia y el último
hombre en vísperas de la desintegración de la URSS.
2 Castro Fidel, Ruz. Discurso pronunciado con motivo del
cumpleaños de Elián González y el cuarto año del inicio de la
batalla de ideas, efectuado en la escuela primaria "Marcelo
Salado", Cárdenas, Matanzas, 5 de diciembre, 2003. http://cuba.cu/gobierno/discursos/2003/esp/f051203e.html
3 El denominado sistema de Cumbres de las Américas tiene sus
antecedentes más cercanos en la Cumbre Presidencial de Panamá, en
julio de 1956 mediante la cual el gobierno de Dwight D. Eisenhower a
través de la firma de la denominada Declaración de Panamá, establecía
las bases de lo que más tarde sería la Alianza para el Progreso.
Este plan socio económico para América Latina, en contraposición al
ejemplo de la Revolución Cubana, fracasó estrepitosamente, no
logrando alcanzar los objetivos que se había propuesto Estados Unidos
para la región, aspecto este que era notorio para 1967.
4 Cumbre de las Américas, Declaración de Principios, Pacto
para el Desarrollo y la Prosperidad: Democracia, Libre Comercio y
Desarrollo Sostenible en las Américas. http://www.sice.oas.org/ftaa/miami/sadops.asp
5
Ver: A National Security Strategy of Engagement and Enlargement. The
White House, February, 1995
6
Ver: A National Security Strategy for A New Century. The White House,
May, 1997
7 La actual política hacia Cuba tiene un rumbo diametralmente
opuesto a estos enunciados, prácticamente los acuerdos migratorios no
existen para la parte estadounidense, la agresión radial y televisiva
contra nuestro país alcanza puntos extremos, violando los convenios
internacionales de la Organización Internacional de
Telecomunicaciones empleando, incluso, aviones de guerra electrónica
y psicológica, como sucedió el 20 de mayo del año 2003 en que se
utilizó un avión de destino militar tipo EC-130 para realizar
emisiones subversivas, así mismo, múltiples declaraciones de
personeros de la administración Bush abogan por la agresión a Cuba.
8
OEA/Ser.P, AG/RES. 1836 (XXXI-O/01)
9 Proyecto de declaración de México sobre la Seguridad
Hemisférica, previsto para la Conferencia Especial sobre Seguridad, a
realizarse en México y que tenía como fecha inicial el 6 – 8 de
mayo del 2003, p. 6.
10 Asamblea General de la OEA, Resolución 1908 (XXXII-O/02), 4
de junio, 2002.
11 Organización de Estados Americanos, Conferencia Especial
sobre Seguridad, Declaración sobre Seguridad en las Américas, Ciudad
de México, México, 27-28 octubre, 2003, http://www.oas.org/csh/CES/documentos/ce00339s02.doc
12 García Marcelo, Estados Unidos militariza América Latina,
28 febrero, 2004, p.1 http://ecuador.indymedia.org/2004/02/4896.shtml
13 Preciado Jaime y Hernández Jorge. Geopolítica de la
integración hemisférica americana: ¿acuerdos comerciales sin agenda
social? http://www.paginasclick.com/gob_pol/jorgeahv/GeoIntHemAmericana.htm
14
Op. Cit. Cumbre de las Américas, Declaración de
Principios, Pacto para el Desarrollo y la Prosperidad: Democracia,
Libre Comercio y Desarrollo Sostenible en las Américas. http://www.sice.oas.org/ftaa/miami/sadops.asp
15 Ver más información al respecto en http://movimientos.org/noalca/
y http://www.alcaabajo.cu/
16 Ver: Aguayo Sergio y Bailey John. La Seguridad de México y
Estados Unidos en un momento de Transición. México, Siglo XXI
editores, 1997.
17 Martínez Ricardo, Martínez. Entrevista con James
Petras sobre el Plan Puebla Panamá, Rebelión, 5 de junio, 2002.
http://www.rebelion.org/petras/entrevista040602.htm
18 García Luis M, Cuñarro. La presencia militar de los
Estados Unidos en América Latina, Seguridad y Defensa, Volumen 1, Número
3, Diciembre, 2003. p. 44
19 Ver: García Marcelo, Estados Unidos militariza América
Latina, 28 febrero, 2004, p.3 http://ecuador.indymedia.org/2004/02/4896.shtml
20 Esta organización de carácter ultra conservador tiene gran
influencia en el Partido Republicano de Estados Unidos de América.
21
Carafano Jay, James y Johnson, Stephen. Strengthening America’s
Southern Flank Requires a Better Effort, february 20, 2004.
www.heritage.org/Research/NationalSecurity/bg1727.cfm
22 La Sección 660 del Acta para la Asistencia al Exterior de
1961 en Estados Unidos de América prohíbe la asistencia y ayuda a
Cuerpos de Policías extranjeras, a no ser que sea legislado específicamente.
Esta política está basada en el Acta Posse Comitatus (locución
latina que significa Poder para el Pueblo) de 1878 que pretendía
limitar los abusos del Ejército en contra de la población civil, al
constituir en delito la utilización de militares para hacer cumplir
las leyes durante la denominada Reconstrucción que siguió a la
Guerra Civil estadounidense o Guerra de Secesión (1861-1865).
23 Ver: Kellog, Davida y Kellogg, Eiriz, Posse Comitatus,
Military Review, Edición Español, Marzo-Abril, 2004. pp. 12-16
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