El
Frente Amplio en el gobierno
Continuidad
sin sorpresas
Si
las urnas ratifican las encuesta previas, las elecciones de hoy,
domingo 31, en Uruguay, darán el triunfo al Frente Amplio. De
esa manera en América Latina habrá otro gobierno estilo Lula–Kirchner.
Es decir, gobiernos que suben con un discurso “antineoliberal”
(aunque ya muy desteñido), para después continuar y profundizar
el curso antiobrero y antipopular de sumisión al FMI y al gran
capital nacional y extranjero. Pero, como se dicen “de izquierda”,
la “naturalización de la miseria” será matizada –según
recomienda el Banco Mundial– con algo de asistencialismo barato,
estilo Plan Hambre Cero de Lula. Con
el gobierno del Frente Amplio no habrá, entonces, lugar a sorpresa
alguna. Para saber cómo piensan gobernar, publicamos aquí dos textos:
*
Los informes del diario conservador de Buenos Aires, La Nación, que constata que “si hay un
interlocutor que va a tener buen diálogo con los empresarios es (Tabaré)
Vázquez”, el candidato del FA.
*
Un reportaje a Danilo Astori,
propuesto para ministro de Economía del Frente Amplio, que sostiene
que "romper con el FMI y repudiar la deuda externa significa
aislarse e ir a una
suerte de africanización".
El
candidato de izquierda dijo que, en caso de ganar, fomentará la
inversión y tendrá buenas relaciones con el sector financiero
Afirmó
que impulsará un modelo similar al de Lula
Los
analistas no esperan cambios radicales en lo económico
Varios
empresarios apuestan al triunfo del Frente Amplio
La
Nación, Buenos Aires, 30/10/04
Montevideo
(De un enviado especial).– Si Tabaré Vázquez gana las elecciones
de mañana, como anticipan todas las encuestas, promete poner en
marcha un gobierno de izquierda con fomento a la inversión y con
buena relación con los sectores empresarios.
"Sin
pretender clonaciones, un modelo similar" al que impulsa Lula da
Silva en Brasil, sintetizó durante una conferencia de prensa con los
enviados y corresponsales de medios extranjeros en Montevideo. Fue un
último mensaje antes de la votación –dirigido al exterior por la
veda electoral ya vigente aquí– y, como durante toda la campaña,
buscó dar señales de tranquilidad a quienes temen un cambio total de
las reglas de juego.
Vázquez
estuvo acompañado por Danilo Astori, una figura reconocida y muy bien
vista por los sectores económicos –a quien designará ministro de
Economía si el Frente Amplio llega al gobierno– y por todo el
equipo de dirigentes y técnicos del Encuentro Progresista–Frente
Amplio.
Como
en otras oportunidades, el candidato del EP–FA, a quien las
encuestas otorgan entre un 50 y un 55% de los votos para mañana,
admitió ayer que pueden darse diferencias en la coalición
izquierdista, pero insistió en que "hay un programa consensuado
y ése es el que [van] a aplicar".
Ayer,
en la última jornada de actividad financiera antes de las elecciones,
y con todas las encuestas pronosticando un triunfo de Vázquez en
primera vuelta, los mercados se mantuvieron en calma, con un dólar
quieto en torno a los 27 pesos uruguayos y apenas 500 puntos básicos
en la medición del riesgo país. De todas maneras, el Frente no perdió
la oportunidad de enviar un mensaje final –a través de la prensa
extranjera– a inversores y empresarios.
"Los
empresarios esperan un modelo similar al de Lula. O sea, un gobierno
de izquierda que aplique políticas económicas para favorecer la
inversión privada y un modo de relacionamiento con la clase
empresarial que tradicionalmente no aceptaba", dijo Miguel Santo,
asesor de bancos y empresas, a La Nación.
Uno
de los empresarios que apoyaron la candidatura de Vázquez, el
presidente de Buquebús, Juan Carlos López Mena, dijo a La Nación:
"Si hay un interlocutor que va a tener buen diálogo con los
empresarios es Vázquez".
El
funcionamiento del sector financiero y el manejo de la deuda externa
son dos de los aspectos que preocupan entre los economistas e
inversores. En relación con esos temas, Astori insistió en que
mantendrá el secreto bancario, "que no es sinónimo de paraíso
fiscal". Y agregó: "El secreto bancario puede ser levantado
judicialmente si hay maniobras de evasión impositiva". Además,
ratificó que seguirá adelante con el acuerdo suscripto con el FMI y
que buscará el año que viene postergar vencimientos de deuda.
"Fuera
de algunos temas puntuales, el mercado ya demostró que no se esperan
cambios radicales en lo económico", dijo a La Nación el
consultor económico Javier de Haedo. "Por lo visto hasta ahora,
el panorama es bastante previsible. Aunque hay alguna inquietud por la
forma en que responderá el gobierno a los reclamos sociales, y por
los pagos de subsidios para atender la emergencia social", dijo.
En
su encuentro con periodistas extranjeros, el candidato frentista
–que aclaró que seguirá ejerciendo la medicina aunque sea elegido
presidente– dijo que aunque su fuerza política tenga mayoría
parlamentaria buscará consenso político a la hora de implementar su
plan de gobierno.
En
ese sentido, el ex presidente de la Cámara de Industria del Uruguay,
Jacinto Muxi, dijo a La Nación que "puede ser un problema
para un gobierno del Frente Amplio no poder satisfacer pronto las
demandas de la población, porque hay una enorme expectativa que puede
frustrarse rápidamente".
El
empresario consideró que el próximo gobierno debe implementar una
política industrial a largo plazo, que trascienda un período de
gobierno. "La salida de Uruguay será hacia afuera. Debemos
buscarla en el Mercosur y los terceros mercados. La nueva gestión
tiene que defender una posición de adecuada competitividad en la región
para que las empresas uruguayas puedan ingresar a Brasil y a la
Argentina", dijo Muxi.
Reportaje
a Danilo Astori, propuesto para ministro de Economía del Frente
Amplio
"Romper
con el FMI y repudiar la deuda externa significa aislarse"
Semanario
Búsqueda, Montevideo, 21/10/04
Enviado por Correspondencia de
Prensa
En
la entrevista, el economista y senador Danilo Astori (Asamblea
Uruguay) asegura que el Frente Amplio tiene muchos cuadros capaces de
gobernar y que el diálogo con toda la sociedad va a ser fluido y sin
resquemores. Astori dice que "en el mundo de hoy, romper con
el FMI y repudiar la deuda significa aislarse e ir hacia una suerte de
africanización". Cuando en julio pasado Tabaré Vázquez
anunció sorpresivamente en Washington que Danilo Astori sería su
ministro de Economía y Finanzas en caso de acceder al gobierno en el
2005, muchos pensaron, dentro y fuera del Frente Amplio, que con ese
movimiento el candidato presidencial izquierdista había sellado el
resultado de las elecciones. Algunas encuestas no terminan de
confirmar esa idea, otras ya la dan como un hecho, pero todas
coinciden en que, en cualquier caso, el triunfo de Vázquez es hoy la
opción más probable. Astori –a quien Vázquez confirmó en los últimos
días como su ministro de Economía para los cinco años de su
eventual gobierno– tiene mucho que ver con esto.
Hay
uruguayos que creen que si el Frente Amplio gana las elecciones pueden
estar en juego las libertades básicas que rigen en el país. Algunos
tienen simplemente dudas sobre eso en tanto la izquierda nunca accedió
antes al gobierno nacional y otros, directamente, expresan temor ante
esa posibilidad. ¿Usted qué tiene para decir a efectos de disipar
esas dudas y esos temores?
Yo
le pediría a esa gente que examinara toda la trayectoria del Frente,
sus 33 años, y en particular su lucha por esas libertades básicas,
que se dio desde los prolegómenos de la dictadura cuando progresaba
el autoritarismo en el Uruguay. En ese momento, el Frente se posicionó
del lado de la defensa de la libertad. Mucho más cuando hubo que
operar políticamente para asegurar la salida democrática.
El
Frente –y en esto me remito al trabajo monumental que hizo Seregni–
jamás puso por delante ventajas para sí mismo y siempre priorizó el
interés nacional. Entonces, mirando la propia conducta del Frente se
pueden disipar todas las dudas o temores que haya al respecto. Todas
las libertades básicas han sido, son y serán respetadas siempre por
el Frente Amplio.
Claro,
pero entonces uno lee a Marenales diciendo que si el Frente no tiene
mayoría absoluta, entonces debería disolver las Cámaras, lee a la
diputada Topolansky diciendo que usted dura 60 días en el
Ministerio...
...pero
ella nunca dijo eso. A Topolansky se le atribuyó eso y después se
transformó en un hecho. Ella dijo en "Crónicas Económicas"
que podría haber ministros "para el arranque" y otros que
los sustituyeran, pero no se refirió a ninguna persona ni a mí en
particular. Tampoco el periodista que la entrevistó se refirió a mí.
Pero al otro día ya empezaron a atribuirle la intención de que esa
afirmación podía referirse a mí y después el adversario empezó a
afirmar que Topolansky había dicho eso. Y la verdad es que nunca lo
dijo.
Pero
lo de Marenales sí fue dicho...
...sí,
y es un desvío total en una fuerza donde se vuelcan muchas opiniones.
Digo respetuosamente que algunas de ellas son muy minoritarias, como
ésta. Incluso son minoritarias dentro de la propia fuerza que
integran, porque nadie del MPP salió a avalar o a defender la
afirmación de Marenales. Yo la respeto, como a todas las opiniones,
pero no tiene nada que ver con la concepción política del Frente en
la materia.
Durante
el almuerzo al que esta semana asistió Tabaré Vázquez en Buenos
Aires en el programa de Mirta Legrand, el actor Juan Manuel Tenuta, un
frenteamplista de la primera hora, dijo en medio de un apoyo fervoroso
al Frente Amplio que por primera vez habrá en toda la historia del
Uruguay un "gobierno artiguista". Algo parecido deben pensar
muchos frenteamplistas. Pero Artigas es el héroe nacional del
Uruguay. ¿Esto quiere decir que todos los gobiernos que hubo en el país
hasta ahora han traicionado a Artigas?
No.
Tenuta tiene toda una historia de frenteamplista, desde el 5 de
febrero de 1971. Sé que Tenuta dijo eso con mucha emoción y que se
le llenaron los ojos de lágrimas cuando lo hizo. Pero hay una
explicación para esto: desde aquel acto multitudinario del 26 de
marzo de 1971, Seregni empezó a inculcar en el Frente un profundo
culto a Artigas.
Aquel
discurso, que estaba lleno de citas, terminó con esta frase: "guíanos,
padre Artigas". Y luego, casi con unción religiosa, Seregni
recordó frases, consignas, hizo coincidir eventos del Frente con
eventos de la gesta artiguista, su instituto se llamaba
"1815" y el acto del 26 de marzo de 1971 no se hizo en esa
fecha porque hubiera en el Frente un movimiento que se llamaba
"26 de Marzo", sino porque el 26 de marzo de 1815 fue izada
por primera vez la bandera roja, azul y blanca. De modo que Seregni,
como nadie, inculcó los valores artiguistas en el Frente, que se
siguen manteniendo como bandera. El frenteamplista está muy asociado
a la gesta artiguista por razones emocionales, además.
¿Y
no somos todos los uruguayos los que deberíamos estar asociados a la
gesta artiguista? ¿No es Artigas el héroe nacional uruguayo?
Por
supuesto. Pero yo me animaría a decir que ningún actor político de
este país, al menos en esta historia contemporánea, cultivó tanto
como Seregni los valores artiguistas. Ninguno. Y hemos tenido grandes
actores políticos en este país: José Batlle y Ordóñez, Julio César
Grauert, Aparicio Saravia, Leandro Gómez, Wilson Ferreira Aldunate...pero
nadie como Seregni cultivó tanto los valores artiguistas. Lo cual no
quiere decir que los demás hayan traicionado a Artigas.
Pero
nosotros estamos convencidos de que el proyecto artiguista, en su médula,
está vivo ahora, a principios del siglo XXI. Marca tres caminos del
país que son absolutamente necesarios y que se reflejan en el
programa de la izquierda:
1)
el ideal de justicia. Está en el reglamento provisorio de tierras a
principios del siglo XIX y es el primer pilar de la ideología
artiguista;
2)
la visión federal. La unidad de la región para acumular fuerzas y
tener un proyecto político y económico viable para cada uno de los
integrantes. El Mercosur, ampliado por otros países de la región, es
un proyecto estratégico, no como estación terminal, sino como punto
de partida para relacionarse con el resto del mundo. Pero es un punto
de partida esencial: sin él se empieza diferente y se termina antes
también;
3)
la concepción republicana y democrática de las regiones, como decía
Artigas, supone llevar el poder adonde está la gente, al contrario de
Buenos Aires que lo quería concentrar en la metrópoli. A esto
nosotros le llamamos descentralización, pero no en el sentido de
abrir sucursales de oficinas públicas en el interior, sino en el
sentido de que la gente pueda decidir cosas por sí misma. Por
ejemplo, en Uruguay no se puede levantar un poste de alumbrado de UTE
o definir una línea telefónica o servicios de agua y saneamiento de
OSE, sin que lo decida Montevideo.
¿Entonces
el Frente Amplio tiene la idea de "refundar" el Uruguay si
gana las elecciones?
No.
Contesto que no. Nuestra historia, la historia de los uruguayos, ha
transcurrido de la manera en que ha transcurrido y lo seguirá
haciendo de la manera en que todos los uruguayos podamos hacerla
transcurrir. No pretendemos ninguna refundación. En todo caso, será
una etapa nueva en nuestra historia, pero refundación es una cosa más
grave.
El
ex presidente Julio Sanguinetti ha dicho reiteradamente que con los
colorados o los blancos en el gobierno, los uruguayos pueden dormir
tranquilos, dando a entender que con los frentistas en el gobierno eso
no ocurriría. ¿Usted qué dice?
Digo
que, sin ninguna duda, si el Frente gana, los uruguayos van a poder
dormir tranquilos. Porque si parafraseo a Sanguinetti, le digo que a
esta altura de nuestra evolución histórica hay más blancos y
colorados en el Frente Amplio que en los propios partidos históricos.
Porque él alude a una especie de visión o mentalidad colorada y
blanca. Pero esa visión está en la izquierda ahora. Porque si no, no
estaríamos donde estamos.
¿Cómo
creció el Frente Amplio? ¿Trayendo gente del exterior? No. Creció
con gente de visión blanca y de visión colorada. El Frente ya se
fundó con blancos y colorados y hoy se ha nutrido enormemente de
ciudadanos provenientes de esos partidos. No hay diferencias entre los
partidos históricos y el Frente en cuanto a las garantías que los
uruguayos pueden sentir para que la opinión del otro sea respetada,
para que las opiniones diferentes sean toleradas y para que la
libertad de cada persona esté asegurada. Todo eso está en el Frente
también.
¿Puede
ocurrir, en el caso de una victoria del Frente Amplio, que así como
Hugo Chávez "refundó" Venezuela, hizo una Constitución a
su medida y hasta le cambió el nombre a la nación, que ahora se
llama "República Bolivariana de Venezuela", aquí ocurran
cosas como que el Uruguay pase a llamarse "República Artiguista
del Uruguay" y que Tabaré Vázquez aproveche su popularidad para
también hacer aprobar una Constitución a su medida?
No,
es impensable. Es impensable. Los procesos políticos son
absolutamente diferentes. El presente de Venezuela es diferente al
presente del Uruguay, pero los pasados también lo son. Chávez
encarna un intento de salida a un pasado completamente distinto al
pasado uruguayo. En Uruguay es absolutamente impensable reproducir un
fenómeno de ese tipo por razones históricas y culturales.
En
el libro de Miguel Angel Campodónico "Radicales y moderados.
Vida y pensamiento político de Danilo Astori", usted alude a fenómenos
de "intolerancia" dentro de la izquierda y dice que a veces
los actores frentistas "se ubican afuera del sistema, como si el
sistema político de Uruguay estuviera ahí, pero nosotros, los que
pertenecemos a la izquierda, no fuéramos parte de él. Es como si se
dijera que venimos de afuera para cambiarlo porque como somos
distintos y mejores no formamos parte de él. Lo cual, a su vez,
genera una visión conspirativa en un estado de confrontación
permanente. Y también crea una valoración que hace sentir que se está
cumpliendo algo así como una especie de misión". Pero usted
advierte que "hay que saber que somos parte del sistema y que en
ese sistema están nuestros adversarios, que nosotros y ellos formamos
todos parte de una sociedad democrática, que todos pertenecemos a una
sociedad en la cual hay que alternarse de acuerdo a las decisiones de
la ciudadanía. Y que con el adversario hay que lograr acuerdos; de lo
contrario Uruguay quedará partido a la mitad". Usted agrega que
todo eso "está comprendido en el concepto de renovación de la
izquierda" y que "el Frente Amplio ha empezado a recorrer el
camino, pero todavía le falta mucho". ¿Cuánto le falta? Porque
quizá en cinco meses tengan que asumir el gobierno.
No
me atrevo a medirlo en metros o en distancias físicas. Pero ese es el
camino que ha venido recorriendo el Frente y es el camino que, no sin
dificultades, hemos venido defendiendo desde Asamblea Uruguay. Es más:
constituimos Asamblea Uruguay hace diez años para este objetivo que
está resumido en ese párrafo que usted leyó. En la izquierda clásica
siempre hubo rasgos como los señalados allí, pero hoy yo veo al
Frente mucho más evolucionado que antes desde este punto de vista.
Pero
usted mismo dice que aún "falta mucho"...
¡Claro
que falta!
El
problema, le reitero, es que quizá en cinco meses tengan que asumir
el Poder Ejecutivo. Si todavía le "falta mucho", ¿qué
podemos esperar los uruguayos de un gobierno del Frente Amplio?
Yo
sostengo que la tarea de ejercer el gobierno será una formidable
contribución a la renovación del Frente. Tengo la hipótesis, que la
he defendido en las páginas de Búsqueda en más de un reportaje, que
el gobierno le va a hacer mucho bien al Frente. Nosotros estamos
tratando de llegar para que le haga bien al Uruguay, pero nos va a
hacer bien a nosotros.
Muchas
veces me dicen que he tenido muchas diferencias con el resto del
Frente. Y es verdad; las he tenido, y sobre temas en los cuales, en la
inmensa mayoría de los casos, sigo convencido de que tenía razón.
Estoy dispuesto, por cierto, a que se me demuestre lo contrario si
estoy equivocado, porque si no sería un dogmático. Pero cuando
lleguemos al gobierno, esas diferencias pasarán a un segundo plano.
Estoy
seguro de que guiando la acción de gobierno un programa común y,
sobre todo, teniendo que tomar decisiones todos los días, que van a
ser difíciles porque el país no nada en la abundancia, las
discrepancias internas sobre temas concretos pasan a un segundo plano.
Y, además, el Frente en el gobierno avanzaría mucho en el
reconocimiento de acciones que adoptaban los adversarios y las criticábamos,
pero que luego las vamos a tener que practicar. Vamos a aprender desde
el gobierno aristas que antes no veíamos y vamos a comprender
visiones que antes criticábamos. Y las vamos a ver porque estaremos
en el gobierno con la responsabilidad de decidir, la mayoría de las
veces sin opciones o con pocas opciones.
Usted
ha sido un activo militante contra las visiones maniqueas que suelen
escucharse desde la izquierda, cuando se habla de "ellos" y
"nosotros", donde "ellos" son los partidos
tradicionales malos y egoístas y "nosotros" son los
frenteamplistas buenos y generosos. ¿Cree que esa idea suya está
enraizada ya en el tronco frentista o aquí todavía también
"falta mucho"?
Una
de las cosas que nos enseñó Seregni, junto con el culto artiguista,
es a sentirnos parte del sistema, a no creer que venimos de afuera y
tenemos que transformar lo que manejan "los otros". Porque
somos todos parte del sistema, nos sentimos integrantes de él y lo
tenemos que transformar desde adentro. Eso lo enseñó Seregni. Si
somos "ellos" y "nosotros", entonces va a ser muy
difícil reconocer méritos y reconocer la parte de razón que puede
tener el adversario.
Poco
de eso parece estar escuchándose ahora en la campaña electoral. Más
bien, el esquema "ellos" y "nosotros" parece estar
más fuerte que nunca...
Es
muy difícil lograr eso en la campaña. Yo quiero que esto se logre en
la acción de gobierno, en la relación con la oposición. Es muy difícil
pedirlo en una campaña, donde además los agravios y los ataques de
todo tipo salen de la izquierda, pero también llegan a la izquierda.
Pero
si en la campaña se está dando claramente el esquema de
"ellos" y "nosotros", ¿por qué habría que
creerle a usted que, si el Frente Amplio alcanza el gobierno, eso no
se reproducirá desde el propio gobierno?
Lo
que puedo comentar sobre eso es la actitud que yo le he visto a Vázquez
en todos los actos de la campaña, sin excepción. Llega siempre a un
pasaje del discurso en el que él señala que, aun ganando en la
primera vuelta, hay que tender la mano a todos los uruguayos para
buscar los entendimientos necesarios que nos permitan construir el país.
Podemos encontrar, ciertamente, discursos duros, pero los últimos han
sido claramente discursos de conciliación.
¿Por
qué un ciudadano debería confiar en que la virulencia de hoy no
seguirá después de las elecciones?
Bueno,
porque es la actitud que nos comprometemos a llevar a la práctica en
caso de llegar al gobierno. Por eso, aunque creo que a los discursos
hay que cuidarlos, me importan más las acciones. Si el Frente llega
al gobierno, con las cifras que estamos viendo en los sondeos de opinión,
va a necesitar un mayor consenso para resolver problemas importantes.
Atienda a lo que le voy a decir: Uruguay no tiene un solo problema
importante que se pueda resolver con fragmentación de la sociedad. Ni
uno importante.
¿Usted
dice que ni un solo problema importante de los que tiene Uruguay por
delante puede ser resuelto solamente por el Frente Amplio?
Ni
uno. Ni uno. Por ejemplo, el problema productivo. Este país precisa
una suerte de modelo de especialización productiva que sea apoyado
por políticas públicas permanentes. Algo así como la identidad del
Uruguay. Que el mundo sepa que el Uruguay es esto, que el inversor
sepa que el Uruguay es esto y que ahí prospera.
Otro
ejemplo: el sistema financiero. Necesitamos un mercado de capitales,
ojalá crecientemente en moneda nacional, de mediano y largo plazo. Y
eso no se hace de un día para otro.
Tenemos
que hacer una reforma del Estado monumental, algo que tampoco se hace
de un día para otro y con el agregado de que hay, en este tema,
factores culturales por los cuales la prebenda, el privilegio, la
pequeña ventaja es bien vista o por lo menos no es mal vista, es
perdonada, y es usada para perpetuarse en el poder.
Hay
toda una visión de eso que hay que cambiar. Tienen que llegar los que
saben a dirigir las instituciones públicas, no los que pertenecen a
tal partido o a tal sector. Si nosotros llegamos al gobierno para
hacer la cuota al revés, estamos perdidos. Ahí habremos fracasado y
dentro de cinco años nos sustituyen de nuevo. El Uruguay seguirá
igual y, además, chau a la izquierda por mucho tiempo. De modo que en
todos y cada uno de esos problemas necesitamos políticas de Estado o,
por lo menos, lineamientos que se mantengan más allá de los
recambios en el gobierno, con una base de sustentación acordada por
todo el sistema político. Si no, es imposible y, además, el Uruguay
no será un país creíble.
Usted
dice que prefiere los hechos a los discursos. Y está bien. Pero ha
habido hechos bien recientes que despiertan interrogantes. Usted
estaba a favor de la ley de asociación de ANCAP, pero Vázquez y el
Frente estuvieron en contra. Usted estaba a favor del canje de la
deuda para evitar el default, pero Vázquez y el Frente estuvieron en
contra. Usted ha elogiado mucho a Alejandro Atchugarry por cómo manejó
la crisis del 2002 y dijo: "estaba en condiciones de hacer lo que
hizo y lo que hizo fue bueno. Digo más: si la decisión hubiera
estado en mis manos, yo hubiera hecho exactamente lo mismo".
Totalmente.
No había otra.
Muy
bien. Pero vuelvo a preguntarle: ¿por qué hay que creerle a usted en
cuanto a que si el Frente Amplio llega al gobierno estas cosas, que no
fueron chicas cosas, no van a volver a ocurrir?
Buena
parte de estas diferencias que usted menciona han estado asociadas a
visiones distintas sobre cómo hacer oposición. Hemos tenido visiones
distintas, dentro de los límites de lo legítimo y de lo aceptable en
política. Hubo compañeros que pensaron permanentemente que era mejor
diferenciarse del gobierno y respeto mucho esa actitud. Yo entendí lo
contrario. Entendí que había etapas críticas en las que era
menester sumarse a algunas resoluciones para darles fuerza y hacer
posible la salida en un momento muy traumático de la vida del país.
Y
repito: me parece que esto, en el gobierno, no se va a plantear igual.
No es lo mismo estar en la oposición que en el gobierno. Yo estoy
seguro de que estas diferencias sobre temas concretos, en el gobierno
van a ser, como mucho, secundarias. Va a haber mucha confluencia en la
toma de decisiones, en las visiones, en el posicionamiento, porque
cuando llega el momento de decidir –esto es, cuando hay que
gobernar– viendo aristas que uno a veces no ve cuando no está allí,
el espacio para ese tipo de discrepancias se reduce notablemente.
Como
periodista, he escuchado y leído a numerosos dirigentes y
simpatizantes colorados y blancos que temen una actitud de revancha si
gana el Frente. Temen al insulto en la calle, a la patota triunfalista
que los lleve por delante, quizá hasta razonablemente por la magnitud
del cambio que implicaría un triunfo del Frente después de 170 años
de gobiernos de otro signo. Usted, que sería un ministro muy
importante de ese eventual gobierno, ¿qué le diría a esa gente?
Que
no tenga esos temores. Lo digo con toda sinceridad y con toda convicción.
Pero
en estos días ha habido actitudes agresivas y hostiles en el Cerro,
en Durazno...
Es
cierto, pero son episodios completamente marginales producidos en
tiempos de campaña. Se trata de instancias lamentables, pero la
actitud del frenteamplista medio es bien tolerante, al estilo
uruguayo. Se trata, pues, de temores infundados. No hay por qué temer
ninguna actitud de revancha, de intolerancia o de falta de respeto.
Absolutamente.
¿Usted
lo dice porque eso es lo que desea que ocurra o porque sabe que eso va
a ser así?
No,
porque eso es lo que creo firmemente. Por eso estoy en el Frente
Amplio. Si no, no estaría.
¿Entonces
cree que se va a dar un proceso similar al que se ha dado en Brasil,
con el gobierno de Lula?
Es
interesante, porque también en el caso del PT se dio que Lula criticó
reformas de Fernando Henrique Cardoso, que luego llevó adelante. Y yo
no lo voy a juzgar porque él estaba haciendo el camino político que
entendía correcto.
Brasil
es un ejemplo de transición política que ojalá pueda ser aplicado
aquí en el Uruguay. Lo que hicieron Cardoso–Lula o Lula–Cardoso
fue magistral como transición política. ¿Qué pasó con el partido
de Lula después de que éste se instaló en el gobierno? Tuvo algunas
pequeñas escisiones. Yo aspiro a que nosotros no tengamos ninguna. Si
usted me pregunta si puede haber discrepancias del tono marcado en
Brasil en un gobierno de izquierda en el Uruguay, yo le contesto que sí.
No las deseo ni las anuncio, pero las puede haber. Ahora, el tronco de
la fuerza va a estar alineado en una misma labor de gobierno.
Pero
hay sectores frentistas que siguen pregonando, por ejemplo, no pagar
la deuda externa.
Y
están fuera del programa del Frente Amplio. En estos días, hay
algunos sectores del Frente que, efectivamente, han impreso en
folletos la consigna de no pagar la deuda externa. Pero eso no está
en el programa del Frente.
En
el libro "La era progresista", de Adolfo Garcé y Jaime Yaffé,
hay un pormenorizado análisis de la evolución que han tenido el
programa y las ideas de la izquierda desde 1971 hasta ahora,
demostrando cómo ha ido acompasando sus propuestas a la realidad del
mundo, congreso tras congreso. Pero hay también allí una crítica:
dicen que la izquierda aún no le ha explicado a su gente que cambió
y por qué cambió. No le ha explicado lo suficiente que el mundo
cambió y que las ideas del '71 para romper con el FMI, repudiar la
deuda y estatizar la banca ya no funcionan en el 2004. ¿Usted también
cree que falta explicar a los frenteamplistas de la primera hora el qué
y el por qué de los cambios?
Sí.
Comparto totalmente el juicio. No quiero que esto luzca soberbio
porque no lo digo con esa intención, pero me parece que hay un solo
sector que ha explicado estas cosas: Asamblea Uruguay. Pero lo tenemos
que hacer como colectivo.
Hay
que explicar que, en el mundo de hoy, romper con el FMI y repudiar la
deuda significa para Uruguay aislarse del mundo e ir hacia una suerte
de africanización de la sociedad.
Hay
que explicar que estatizar la banca es una consigna barrida por la
historia porque ya no hay más bancos nacionales privados. Y,
obviamente, si a alguien se le ocurre que el Uruguay debe estatizar el
Citibank o el BankBoston o el Santander o el ABN–Amro, lo único que
logrará es que esos bancos huyan del país, lo cual muestra lo
absurdo del planteo.
Por
eso creo, como Garcé y Yaffé, que hay que reforzar la explicación y
que hay que explicar bien todo esto, porque hay mucha gente de buena
fe que a veces no entiende actitudes políticas, precisamente porque
no tiene los fundamentos de por qué se toman.
Tampoco
está bien explicado lo que ocurrió con el llamado "socialismo
real". Y mucho menos explicado está el impacto y las
consecuencias que eso tuvo en la izquierda en el mundo. No está
explicado. Y todavía menos explicada está, en términos filosóficos,
la pugna entre libertad e igualdad. Estamos en deuda con todo eso.
¿Y
eso no puede transformarse en un problema para un gobierno del Frente
Amplio en términos de eventuales frustraciones que pueda sufrir el
militante o el adherente frentista tradicional? Imagínese a usted,
como ministro de Economía de un gobierno del Frente, reuniéndose con
funcionarios del FMI, como se va a tener que reunir, para renegociar
vencimientos de deudas, conseguir otro crédito "stand by" o
alguna otra cosa. E imagínese a ese militante o adherente frentista
tradicional preguntándose: "¿y esto cómo es? ¿No era que
hasta hace poco pintábamos las paredes contra el FMI y ahora vamos a
arreglarnos con ellos?"
Pero
usted deberá reconocerme que ahí hemos avanzado mucho. Hace un año
que venimos hablando sobre este tema con la gente y hemos avanzado con
la gente. Uno va hoy a una reunión con frentistas a un acto y nadie
postula la ruptura con el FMI o no pagar la deuda.
Puede
haber sí sectores minoritarios que lo digan. Pero el Frente como
colectivo ha avanzado muchísimo en estos temas. Falta, es cierto, una
explicación desde la perspectiva de las convicciones y de los
valores. Falta explicar por qué, para hacer lo mismo que quisimos
hacer siempre, hoy hay que recorrer caminos diferentes. A mí no me
gusta estar endeudado hasta el pescuezo, pero estamos endeudados hasta
el pescuezo y eso hay que asumirlo desde el gobierno.
Esta
semana, hablando con un periodista de Canal 10, le decía que
necesitamos inversión. Me preguntó si estaba aludiendo a inversión
pública o privada. "Privada", le contesté sin dudar,
porque además no hay mucho resto en el Estado para hacer inversiones
públicas. Y esto es parte de la explicación que debemos: si uno
rompe con el FMI, no paga la deuda y rompe con el mundo, no viene nada
de inversión y se va para otro lado. Entonces no podemos generar
fuentes de trabajo y el millón de pobres que tenemos hoy seguirá allí
y aumentando.
A
las grandes metas de siempre no se llega por los caminos que se
postulaban antes; se llega por otros. ¿Cuáles son las grandes metas?
Hacer de este país un lugar hospitalario, donde la gente pueda vivir
de su trabajo tranquilamente con su familia y realizarse como ser
humano. La izquierda no le puede trazar la vida a nadie y debe apostar
a la libertad y a la soberanía de cada individuo, pero tiene la
obligación de darle una oportunidad, de que empiece, de que arranque.
Y después cada uno hará su vida.
En
1971, cuando se creó el Frente Amplio, ¿el horizonte era otro?
Claro.
Cuando nacimos como Frente en el '71, y yo estaba ahí, sentíamos
mucho más un rol de misioneros. Sentíamos que veníamos a cumplir
una misión en esta vida que era salvar a este país. Hoy hemos
aprendido que las cosas son un poco más complicadas. La falta de
explicación de que veníamos hablando incluye que los caminos que se
promovían antes por la izquierda en todo el mundo se revelaron
infructuosos para lograr lo que se pretendía. Es decir, tomar el
atajo de recortar la libertad para lograr la justicia terminó
simplemente recortando la libertad y aumentando las injusticias. No
funcionó.
Yo
he citado una frase de Vittorio De Sicca: "queríamos cambiar el
mundo y el mundo nos cambió a nosotros". Eso se puede
interpretar de dos modos: desde una perspectiva pesimista, diciendo
que "acá no se puede hacer nada porque el mundo nos cambió a
nosotros", o desde una perspectiva constructiva, diciendo que
"queríamos cambiar el mundo, pero aprendimos del mundo que también
tiene que entrar en nosotros y hacernos ver que es un poco más
complejo".
Usted
dice en el libro de Campodónico que si el Frente llega al gobierno y
está solamente cinco años será "un fracaso absoluto". ¿Por
qué?
Yo
tengo la hipótesis de que cuando el Partido Colorado perdió la
elección en 1958, la perdió porque ya había empezado la caída del
país. El Partido Colorado no se fue de un siglo de gobierno por
casualidad. La producción venía cayendo abruptamente, empezaba un
terrible déficit público, la deuda externa comenzó allí, el país
encaminó su primer acuerdo con el FMI, la gente, en un país que había
sido de inmigrantes, comenzó a emigrar y empezaron todos los
problemas. Entonces, hace 50 años que el pueblo uruguayo está
buscando el rumbo. Se probó todo y no se solucionaron los problemas.
En
1958, el pueblo llamó al Partido Nacional. A los ocho años volvió a
llamar al Partido Colorado ya con un país con lucha armada, mucho más
enfrentado y ofuscado, con problemas más hondos. Nació el Frente
Amplio en 1971 no por casualidad. Después vino la dictadura y luego
estos 20 años de democracia.
Entonces
ahora están culminando 50 años de búsqueda con una propuesta
diferente que no dice nada misterioso: dice "hagamos los cambios
que este país reclama y que no se hicieron". Esa es la "fórmula"
frentista. Si en el 2010 el pueblo uruguayo vuelve a decir "no,
vengan de nuevo ustedes porque esto no funciona", eso sería un
fracaso total y rotundo que acabaría con la izquierda por un rato
largo. No sería un drama para la democracia; son las reglas de juego.
Pero habríamos fracasado sin duda alguna.
Usted
ha mencionado a Lula. ¿Ese sería el modelo a seguir en Uruguay?
Mire:
Lula ha dado lecciones formidables. Lula tomó la decisión política
de dedicar todo su primer tramo del gobierno a ganar confianza y
credibilidad. Dijo: "yo quiero eliminar el hambre en Brasil, pero
no me vengo a hacer el loco". El hambre en Brasil y la pobreza en
Uruguay se pueden eliminar en un escenario de prolijidad económica.
La
frase de Lula a los inversores es imponente como síntesis política:
"señores, inviertan porque los únicos riesgos que van a correr
son los del capitalismo". ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir:
"conmigo no tienen problemas. Ahora, no los voy a salvar si
pierden". Eso es una lección política.
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