VI
Reunión de Ministros de Defensa de las Américas - I
Derrota
de EEUU
Por
Kintto Lucas
Inter Press Service (IPS), 19/11/04
Quito.
El consenso en la declaración final de la VI Reunión de Ministros de
Defensa de las Américas, que culmina este viernes en la capital de
Ecuador, no refleja las visiones divergentes de Estados Unidos y la
mayoría de los países de la región.
Las
diferencias se manifestaron por momentos como duras discrepancias. Por
ejemplo, cuando el vicepresidente de Brasil y ministro de Defensa en
ejercicio José Alencar se opuso tajantemente a cualquier intento de
formar una fuerza militar multinacional para intervenir en el
conflicto colombiano.
Alencar
fue más allá y cuestionó (aludiendo a Estados Unidos) el papel de
los países que creen que el terrorismo se combate interviniendo en
otras naciones.
Washington
se dedicó a impulsar su visión, en la que los aspectos de seguridad
interior y de defensa confluyen en una única estrategia, y en la que
se debilitan las competencias y soberanías nacionales en beneficio de
un combate ”global” al terror.
El
secretario (ministro) de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld,
había afirmado el miércoles que América Latina debía cerrar filas
y trabajar más duro para prevenir actos terroristas en el hemisferio.
”Las
nuevas amenazas del siglo XXI no reconocen fronteras. Terroristas,
narcotraficantes, secuestradores y pandillas criminales forman una
combinación antisocial que busca crecientemente desestabilizar a las
sociedades civiles”, añadió.
Rumsfeld
apuntó que los enemigos ”encuentran refugio en zonas fronterizas y
áreas donde el gobierno no está presente”.
Esa
referencia tiene que ver con el interés de Washington de ejercer un
mayor control e inclusive intervenir militarmente en los conflictivos
límites de Colombia y en la ”triple frontera”, entre Argentina,
Brasil y Paraguay, dijo el activista Alexis Ponce, de la Asamblea
Permanente de Derechos Humanos de Ecuador.
Pero
en los 36 puntos de la Declaración se resumen las coincidencias a las
que arribaron los ministros americanos.
En
el más controvertido (que trata sobre una nueva arquitectura de
seguridad hemisférica para enfrentar el tráfico de drogas y el
aumento de la pobreza, consideradas como dos nuevas amenazas para la
defensa) no fue tenida en cuenta la tesis estadounidense.
La
delegación de Estados Unidos, con apoyo de Colombia, Perú y Granada,
insistió en que debía darse prioridad a la ”lucha contra el
narcoterrorismo”.
Sin
embargo, prevaleció la visión de Brasil y del bloque sudamericano,
que considera primordial abatir la pobreza como mecanismo para
fortalecer la seguridad hemisférica.
Tampoco
fue de recibo la iniciativa colombiana y estadounidense de crear una
fuerza multinacional para intervenir en Colombia, un país que vive
una guerra interna de más de cuatro décadas, con diversos actores
armados, y en la que Washington ya toma parte con una fuerte
asistencia militar y económica a Bogotá.
La
propuesta rechazada incluía exhortar a la Organización de Estados
Americanos que elaborara una lista de grupos e individuos terroristas
e insurgentes de la región, para impedir que obtengan visas y
circulen por los diferentes países.
Según
la declaración, cada Estado deberá determinar la mejor forma de
ejercer la soberanía en su territorio, sobre la base de sus
requerimientos, leyes, circunstancias y recursos, y respetando los
tratados y obligaciones internacionales.
Los
ministros también instaron a determinar claramente cometidos y
misiones apropiadas para sus fuerzas de defensa y seguridad, y los
mecanismos para alcanzar estos objetivos.
Estados
Unidos insistió en su postura, secundado por Colombia, de establecer
una cooperación regional en la lucha contra el narcotráfico y el
terrorismo.
Hasta
el final de los diálogos, la delegación de ese país insistió en
que se incluyera en el documento la situación que atraviesa Colombia
respecto del narcotráfico y la guerrilla.
El
ministro colombiano Jorge Alberto Uribe, visiblemente molesto, señaló
a los medios de comunicación que su país seguirá insistiendo en
futuras reuniones para que se tomen en cuenta estas propuestas.
El
ministro de Defensa de Ecuador, general retirado Nelson Herrera, señaló
que su país no aceptaba involucrarse en el conflicto colombiano.
Fueron
elocuentes las palabras del capitán de navío Jorge Gross Albornoz,
jefe de gabinete del Ministerio de Defensa ecuatoriano, que intervino
en varias sesiones de trabajo: ”El problema de Colombia es de los
colombianos”, y ”no se puede perseguir el terrorismo con
terrorismo”.
El
ministro argentino José Pampuro aseguró que Buenos Aires prestaría
todo el apoyo político necesario para que los problemas de Colombia
no se extiendan porque ”es un conflicto del que Argentina tampoco
estará exenta”, pero se mostró contrario a cualquier intervención
militar extranjera.
El
ministro de Defensa de Chile, Jaime Ravinet, explicó que ”hay un ánimo
de apoyar y cooperar con Colombia, pero no de intervenir en su
interior”.
Jorge
Luis García Carneiro, titular de la cartera venezolana, fue enfático
al señalar que el ejército de su país no está ”para hacer la
guerra afuera de sus fronteras” y que el país está ”llevando
adelante un proceso importante que es la unión de sus Fuerzas Armadas
con su pueblo”.
Un
punto de la Declaración, propuesto por Ecuador, compromete esfuerzos
coordinados para la eliminación de minas terrestres en los países de
la región, proceso que incluirá las denominadas minas inteligentes,
fabricadas y utilizadas por Estados Unidos.
A
pesar de la derrota de sus propuestas, el encuentro de Quito sirvió a
Washington para establecer acuerdos con los países centroamericanos
sobre un plan de cooperación y ”fortalecimiento” de la seguridad
regional.
La
intención es crear un área de seguridad conjunta, a la que Estados
Unidos se comprometió a respaldar con recursos humanos, tecnológicos
y logísticos.
El
ministro de Defensa de Honduras, Federico Brevé, dijo que el acuerdo
permitirá que los países del istmo intercambien información de
inteligencia para fortalecer la seguridad conjunta.
Según
Gastón Chillier, experto en seguridad continental de la no
gubernamental Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA,
por sus siglas en inglés), Estados Unidos expuso en Quito ”énfasis
exclusivo en el terrorismo como único punto de la agenda”.
Washington
no tuvo”en cuenta las prioridades principales de América Latina: el
debilitamiento de las instituciones democráticas, la pobreza y la
desigualdad social”, añadió.
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