VI
Reunión de Ministros de Defensa de las Américas - II
El
legado de Rumsfeld
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 11/04
Washington.
Si dentro de unos años retornan las dictaduras militares o las
guerras sucias a América Latina, algún historiador podrá rastrear
pistas de ese proceso en las intervenciones del estadounidense Donald
Rumsfeld en la conferencia de ministros de Defensa celebrada en Quito.
Pero
los investigadores se enfrentarán con un vacío en la prensa de
Estados Unidos y en los archivos de los noticieros televisivos. Para
la vasta mayoría de los medios de comunicación, la conferencia fue
el equivalente del proverbial árbol talado en un bosque solitario.
Nadie lo oyó caer.
Mientras
los grandes medios llenaban páginas con especulaciones sobre el
futuro de Rumsfeld en la segunda presidencia de George W. Bush, la
contribución del secretario de Defensa en la reunión en Quito era
ignorada por los periodistas, con un puñado de excepciones.
Por
desgracia. Porque, en muchos sentidos, la conferencia confirmó una
evolución en la política estadounidense en marcha desde que Bush
declaró su "guerra contra el terrorismo" a raíz de los
atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y en Washington el
11 de septiembre de 2001.
De
hecho, el objetivo de la conferencia era construir una "nueva
arquitectura" de seguridad continental en que las fuerzas armadas
jugarían, según el gobierno de Bush, un papel clave.
Por
casi dos decenios, Estados Unidos ha urgido a los militares
latinoamericanos a apartarse de la doctrina de la "seguridad
nacional", que sirvió de abono durante la guerra fría a la
constitución de numerosas dictaduras militares y a una ola de
violaciones de derechos humanos en la región.
Pero
la semana pasada, Rumsfeld pareció predicar las virtudes de ese
enfoque, tal vez bajo una nueva denominación, como doctrina de la
"soberanía nacional". En sus intervenciones ante sus pares
americanos, el funcionario estadounidense llegó a sugerir que, dados
los desafíos que representan las amenazas del siglo XXI, era tiempo
de analizar la conveniencia de separar las fuerzas armadas de la policía
Rumsfeld
se refería a una de las reformas más perseguidas por activistas de
derechos humanos, tanto de Estados Unidos como de América Latina,
como medio para reafirmar el control civil sobre los militares.
"Desde el 11 de septiembre de 2001, hemos debido reexaminar en lo
esencial la relación entre nuestros militares y nuestras
responsabilidades en materia de ley y orden en Estados Unidos",
dijo el secretario de Defensa, cuya boca no pronunció en ningún
momento el término "derechos humanos".
"Los
complejos desafíos de esta nueva era y las amenazas asimétricas con
que nos enfrentamos requieren que todos los elementos del Estado y de
la sociedad actúen juntos", agregó.
Rumsfeld
incluyó entre los "enemigos" a los que las fuerzas armadas
de la región deben hacer frente a varios actores que normalmente
deberían ser combatidos por las autoridades civiles:
"terroristas, narcotraficantes, tomadores de rehenes y pandillas
criminales forman una combinación antisocial que procura cada vez más
desestabilizar a la sociedad civil", declaró, borroneando la
frontera entre militares policías.
Y
en el proceso de redacción de la declaración final de Quito,
Rumsfeld rechazó una iniciativa de Canadá, apoyada por Brasil y
Chile, de equilibrar propuestas antiterroristas con explícitas
referencias a los derechos humanos y al derecho internacional
humanitario, que protege a los civiles afectados por conflictos y a
los prisioneros de guerra, dijo el abogado argentino Gastón Chillier,
de la no gubernamental Oficina en Washington para Asuntos
Latinoamericanos (WOLA).
"Esencialmente
decían: 'El terrorismo es la prioridad de la región, y los derechos
humanos no son un requisito para el combate al terrorismo. Ése es un
mensaje equivocado para una región en que los militares utilizaron
esa filosofía durante la guerra sucia para cometer graves
violaciones", dijo Chillier a IPS.
En
otra actualización de la doctrina de la seguridad nacional, Rumsfeld
también postuló una mayor cooperación entre los militares de la
región, en particular en áreas fronterizas donde "los enemigos
frecuentemente encuentran refugio".
"Fortalecer
la soberanía y garantizar la soberanía efectiva sobre nuestros
territorios nacionales debe ser un objetivo fundamental. No hay
ninguna nación que pueda cumplir estos desafíos por sí misma:
simplemente, no será posible", enfatizó.
A
pesar de su importancia para las relaciones entre Washington y América
Latina, los grandes medios de comunicación estadounidenses no le
dieron mayor importancia a las afirmaciones de Rumsfeld ni a la fuerte
resistencia que encontró en la mayoría de sus pares de la región.
Aunque
los principales servicios de noticias --Associated Press y Reuters--
transmitieron algunos informes desde Quito, apenas un puñado de periódicos
los publicaron, en versiones muy abreviadas.
El
diario The Washington Post directamente ignoró la reunión, que fue
objeto de un breve informe en The New York Times referido al uso que
los terroristas podrían darle a las rutas empleados por los
traficantes de seres humanos para introducir inmigrantes ilegales en
Estados Unidos.
The
Miami Herald, el Denver Post, el Akron Beacon Journal, el San Jose
Mercury News y Los Angeles Times publicaron informes más extensos.
Pero en virtualmente todos ellos Rumsfeld y otras altas fuentes del
Pentágono eran citadas como única fuente, según una búsqueda en el
banco de datos Nexis-Lexis.
Los
pocos funcionarios latinoamericanos consultados se refirieron sólo al
despliegue de la fuerza de paz de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) en Haití y a la voluntad de los militares de la región
en cooperar con la lucha contra el narcotráfico.
Sólo
el diario The Miami Herald destacó las recomendaciones de Rumsfeld
respecto de ampliar el rol de las fuerzas armadas, y citó las
opiniones en contrario de los ministros de Defensa José Pampuro, de
Argentina, y José Alencar, de Brasil.
Y
los diarios de Denver y Akron fueron los únicos que no citaban como
fuente predominante a Rumsfeld y que enfatizaban en las diferencias
entre el secretario de Defensa estadounidense y sus pares
latinoamericanos.
Ese
informe fue redactado por el corresponsal del servicio de noticias de
The Washington Post, Bruce Finley, y se titulaba "América Latina
cautelosa por llamados a ayudar en esfuerzo antiterrorista", y no
fue publicado por ese diario de la capital estadounidense. También
figuraban entre sus fuentes delegados de organizaciones no
gubernamentales.
En
la nota aparecían declaraciones del general retirado René Vargas, ex
comandante del ejército ecuatoriano, que cuestionaba las intenciones
de Estados Unidos en su país y la desconexión entre la estrategia de
Washington y las prioridades latinoamericanas.
"En
América Latina no hay terroristas, sólo hambre, desempleo y personas
que recurren al delito. ¿Qué vamos a hacer, golpearlos con una
banana?", se preguntaba Vargas.
En
el mismo informe, el brasileño Alencar exhortaba al desarme mundial e
insistía en que "la causa del terrorismo no es sólo el
fundamentalismo, sino la miseria y el hambre".
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