Condoleezza Rice y la
política de Washington
hacia la región
Economist
Intelligence Unit/The Economist, Londres
Traducido por La
Jornada, México, 30/11/04
La recién designada
secretaria de Estado, Condoleezza Rice, tiene el mandato presidencial
de llevar a cabo una ''inmediata limpieza integral'' en la dependencia
a su cargo, afirmaron fuentes en Washington. Asimismo, se dice que
renunciará el subsecretario de Estado, Richard Armitage, y será
remplazado por John Bolton, actual subsecretario para control de armas
y seguridad internacional.
Esto significa que el
Departamento de Estado pronto podría experimentar severas tensiones
internas y un brote de retiros similar al que ocurre en la CIA a
partir de que Porter Goss asumió la dirección.
Colin Powell y
Armitage, ambos ex secretarios, deseaban permanecer en sus puestos
algunos meses para verificar cambios en los niveles más altos de
diplomacia. Sin embargo, varias fuentes en Washington afirman que el
presidente George W. Bush cree que Powell tuvo desempeño deficiente y
que los problemas internos y políticos el departamento podrían haber
empeorado si no se hubiera apresurado a cambiar de titular.
El relevo tiene
severas implicaciones. Algunas fuentes dicen que probablemente habrá
otros en los niveles de secretarios asistentes y embajadores. Rice y
Bolton buscarían nuevo personal, comprometido con un impulso más enérgico
a la agenda de política exterior del gobierno.
La esencia de esa política
y sus prioridades estratégicas no variarán. Más bien, bajo el mando
de Rice y Bolton se agudizará el enfoque global, con mejor coordinación
entre el Departamento de Estado y la Casa Blanca, el Consejo Nacional
de Seguridad y el Pentágono. Rice fue la principal consejera de Bush
en política exterior antes de que fuera electo presidente por primera
vez, en noviembre de 2000. Su traslado del Consejo de Seguridad
Nacional al Departamento de Estado implica que Bush pretende reafirmar
sus prioridades en el renglón. Esto a su vez obligará a muchos
gobiernos de Europa, Asia y regiones en desarrollo a revaluar cómo
manejar sus relaciones políticas con el segundo gobierno de Bush.
Una región que
probablemente reciba más atención, aun cuando no sea prioritaria
para el gobierno de Bush, es América Latina. Entre los cambios de
personal en la división latinoamericana del Departamento de Estado
podría estar el reemplazo de Roger Noriega, secretario para asuntos
del hemisferio occidental. El candidato más viable para remplazarlo
es Thomas Shannon, el funcionario de mayor rango en materia de asuntos
latinoamericanos en el Consejo Nacional de Seguridad. También se prevé
el pronto retiro del embajador estadounidense ante la Organización de
Estados Americanos (OEA), John Maisto; se ignora quién podría
remplazarlo.
Un tercer funcionario
de peso en el Departamento de Estado que probablemente se jubilará es
el embajador Charles Shapiro, subsecretario asistente para la región
andina. Shapiro es un diplomático competente, pero las relaciones con
Venezuela se deterioraron significativamente durante su gestión como
embajador en Caracas. Anne Patterson, ex embajadora en Colombia, es
bien vista por el gobierno y aspira a remplazar a Shapiro.
Bajo la jefatura de
Rice, la más alta prioridad del gobierno de Bush en la región
-Colombia - probablemente se vuelva también la más importante en términos
de combate al narcoterrorismo. En el periodo de Powell ocurrieron
frecuentes desacuerdos políticos tras bambalinas, referentes a cuál
era la dependencia -el Departamento de Estado o el de la Defensa- que
tenía mayor control sobre la ayuda estadounidense a Colombia, cuya
parte principal es militar. Rice no será una secretaria que se deje
mangonear, pero podría tener mayor deferencia que Powell hacia el
Pentágono.
En cuanto a México,
Rice probablemente tratará de llevar adelante los esfuerzos de Bush
por concluir un acuerdo que pueda vender al Congreso de su país para
legalizar el estatus de los indocumentados que trabajan y viven allá.
También presionará
con más energía al vecino del sur para que coopere mejor en materia
de seguridad en la frontera común.
A pesar de las
frecuentes declaraciones del gobierno de Estados Unidos de que la
frontera es más segura hoy que cuando se produjeron los ataques de Al
Qaeda, la realidad es todo lo contrario.
También se prevé
que Rice pondrá más énfasis en mejorar las relaciones con Brasil y
Chile, países de gobiernos socialistas.
Brasil tiene la
economía más grande de Latinoamérica, encabeza el Mercosur y busca
un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En
repetidas ocasiones el presidente Luiz Inacio Lula da Silva ha
destacado que su gobierno tendrá buenas relaciones con Estados
Unidos. Sin embargo, también se opone a la iniciativa de seguridad en
Colombia y al Área de Libre Comercio de las Américas, propuestas
impulsadas por Washington.
Más aún, el pilar
de su política exterior es crear una red mundial de alianzas estratégicas
regionales multipolares que se oponga a la hegemonía militar y económica
estadounidense.
Rice tratará de
establecer vínculos más estrechos con Brasilia para acercar a los
dos gobiernos en temas como el ALCA, en el cual Brasil ha agrupado
eficazmente a la región a partir de que Lula llegó a la presidencia,
en enero de 2003. Sin embargo, es poco probable que tenga éxito en
ganar el apoyo brasileño a dicho acuerdo o a una creciente presencia
militar estadounidense contra el narcoterrorismo en Colombia y la región
andina. Chile tiene un acuerdo comercial con Estados Unidos, firmado
en 2003. También ha logrado el mayor éxito regional en las pasadas
dos décadas con las políticas macroeconómicas de apertura comercial
y orientación al mercado. Pero con Powell en el Departamento de
Estado, Chile se convirtió en asunto secundario. Ahora, con Rice a la
cabeza, es posible que Estados Unidos busque mayor respaldo político
chileno para promover más estabilidad y desarrollo económico en la
políticamente conflictiva región andina. En particular podría
intentar pedir ayuda a Chile para resolver la vieja demanda
territorial de Bolivia de tener acceso al océano Pacífico. La
estabilidad política en este último país es particularmente
importante para la política de seguridad de Bush en la región, pero
la negativa de los chilenos a considerar siquiera las demandas de
Bolivia ha contribuido a la inestabilidad en ésta.
Rice y Bolton
probablemente pondrán mayor firmeza en las relaciones con Venezuela y
aplicarán una línea más dura hacia Cuba. Los nexos políticos y
económicos establecidos entre Venezuela y Cuba a partir de que Hugo
Chávez asumió la presidencia en el primer país, en enero de 1999,
han ocasionado dolores de cabeza estratégicos al gobierno de Bush.
Por ejemplo, Chávez ha utilizado generosamente la riqueza petrolera
de su país para proporcionar ayuda económica vital al gobierno
cubano, lo cual ha fortalecido a la revolución, incluso a pesar de
que la salud del presidente Fidel Castro se ha debilitado.
Por su parte, Castro
ha dado a Chávez consejos estratégicos sobre cómo expandir su
revolución bolivariana a otros países cercanos. En años recientes,
servicios de inteligencia de gobiernos de la región han identificado
huellas de la alianza Chávez- Castro en problemas políticos de países
como Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú. Ambos mandatarios han
logrado también socavar los intereses estratégicos de Estados Unidos
en el Caribe, donde los gobiernos asociados en la Comunidad Caribeña
frecuentemente se oponen a las iniciativas de aquel país en la región.
Algunas fuentes
afirman que Rice tratará de encontrar formas de reducir el consumo de
petróleo venezolano en su país, aunque será difícil, dadas las
gravedades específicas de ese crudo y el hecho de que los principales
clientes estadounidenses de ese mercado -encabezados por Citgo, de
propiedad venezolana - han diseñado sus refinerías casi
exclusivamente para procesar ese petróleo. También es posible que el
Departamento de Estado vigile con mayor severidad a Citgo, a la vista
del uso extensivo del crudo venezolano para apoyar al gobierno cubano.
Al tiempo que Rice
adopta una posición más firme hacia Caracas en temas como las
relaciones con Castro y sus simpatías hacia los rebeldes colombianos,
el gobierno estadounidense buscará mejorar sus relaciones con el de
Chávez, el cual, según Stratfor, resultará duro de pelar.
El gobierno democrático
de Chávez fue legitimado el 15 de agosto de 2004 en un referendo, con
la validación oficial del ex presidente Jimmy Carter y del entonces
secretario general de la Organización de Estados Americanos, César
Gaviria, lo cual da a Chávez mucho más que un cheque en blanco. Ya
sin enemigos domésticos que combatir, Chávez podría optar por darle
un piquete de ojo a Washington al acelerar la promoción de su agenda
internacional bolivariana.
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