Una
breve historia de la contrarrevolución cubana
Por
Michael Moore
Enviado por solidaridadconcuba, 09/01/05
¿Alguna
vez se preguntaron como ha hecho Fidel Castro para permanecer tanto
tiempo en el poder? Nadie -excepto el Rey de Jordania- ha permanecido
en el gobierno por un período más largo de tiempo. El hombre
sobrevivió a ocho presidentes estadounidenses, diez Juegos Olímpicos,
y el regreso del Cometa Halley. Y sin importar lo que el gobierno de
Estados Unidos hace para derrocarlo, tiene más vidas que
"regresos" ha tenido Cher.
No
es porque nuestros líderes no hayan hecho su mejor esfuerzo para
derrocarlo. No, ya desde que Castro liberó su país del corrupto régimen
de Fulgencio Batista (al que apoyaban los Estados Unidos y la Mafia)
Washington ha probado una gran variedad de métodos para derrocarlo.
Estos han incluido intentos de asesinato (pagados con el dinero de
nuestros impuestos), invasiones, bloqueos, embargos, amenazas de
aniquilación nuclear, desorganización interna, y guerra biológica
(la CIA lanzó gérmenes de Fiebre Porcina Africana sobre el país en
1971, obligando a los cubanos a matar 500 mil cerdos).
Y
-algo que siempre me ha parecido extraño- ¡hay una base naval
estadounidense en la isla de Cuba! Imaginen si luego de haber
derrotado a los británicos en nuestra Revolución de Independencia,
les hubiéramos dejado mantener unos miles de soldados y un puñado de
acorazados en la bahía de Nueva York. ¡Increíble! El presidente
Kennedy, que siguió con el plan del Presidente Eisenhower para
invadir Cuba en la Bahía de Cochinos, ordenó a la CIA matar a
Castro, intentándolo todo, desde una lapicera llena con tinta
envenenada hasta un habano con explosivo. (No, no estoy obteniendo mi
información de Maxwell Smart; está todo en el informe del Comité
Church al Congreso, de 1975).
Por
supuesto que nada de esto funcionó. Castro se volvió más fuerte y
los Estados Unidos continuaron pasando vergüenza. Cuba era visto como
"el país que se nos fue de las manos." Comenzó a ser una
molestia para nosotros. Aquí tenemos a cada nación de este
hemisferio metida en nuestro bolsillo, excepto a "esos malditos
cubanos." Se ve mal. Como cuando toda la familia sale a cenar y
la oveja negra, el pequeño Billy, no se quiere quedar quieto en la
silla y hacer lo que le dicen. Todos en el restaurante miran a los
padres y se preguntan qué clase de educación le están dando. La
apariencia de que no lo están disciplinando o controlando como se
debe es la peor humillación. Entonces comienzan a vapulear al pequeño
Billy, el que -olvídenlo- no va a terminar sus porotos nunca.
Así
es cuán tontos lucimos al resto del mundo. Como si nos hubiéramos
vuelto locos por esta pequeña isla a 90 millas de nuestras costas. No
nos sentimos de ese modo frente a una real amenaza para la humanidad,
como la que significa el gobierno Chino. ¡Y hablo acerca de una
pandilla de asesinos! Aún así no podemos movernos más rápido para
meternos en la cama con ellos. Washington gastó 23 años poniéndonos
en contra de los Chinos, y luego, repentinamente: ¡un día son
nuestros amigos! Parece que los Republicanos y sus compinches
empresarios no estaban realmente en contra de los dictadores
comunistas, sino contra aquellos que no los dejaban entrar a China
para hacer dinero.
Y
ese fue, por supuesto, el error fatal de Castro. Una vez que tomó el
poder, nacionalizó todos los negocios americanos y sacó a la mafia
fuera de La Habana. Fue como si se sentara en la Falla de San Andrés,
porque la ira del Tío Sam cayó duro sobre él, y no lo ha dejado
tranquilo por más de 37 años. Y a pesar de eso Castro ha
sobrevivido. Por ese sólo éxito, y a pesar de todos sus defectos
(represión política, discursos de cuatro horas y una tasa de
alfabetismo del cien por ciento), hay que admirar al muchacho.
Pero:
¿Por qué continuamos peleando por esta pata de pavo sobrante de la
Guerra Fría? La respuesta puede encontrarse mirando no más lejos de
una ciudad llamada Miami. Es desde allí que un puñado de exilados
cubanos enloquecidos han controlado la política extranjera de los
Estados Unidos hacia esta insignificante nación insular. Estos
cubanos, muchos de ellos acólitos de Batista que vivían a todo trapo
mientras esa pandilla asolaba el país, parecen no haber cerrado un
ojo desde que juntaron su dinero y huyeron a La Florida.
Y
desde 1960, han insistido en contagiarnos su locura. ¿Por qué es que
en cada incidente o crisis nacional que ha sufrido nuestro país en
las pasadas tres décadas (el asesinato de Kennedy, Watergate, el caso
Irán Contras, la epidemia del abuso de drogas, y la lista sigue...)
siempre encontramos a exilados cubanos presentes o implicados?
Primero, fue la conexión de Lee Harvey Oswald con los cubanos de
Nueva Orleáns. ¿O eran exilados cubanos actuando solos para matar a
Kennedy, o Castro ordenando su asesinato porque se había aburrido de
que Kennedy intentara derrocarlo? En cualquiera de las teorías que
usted suscriba, los cubanos están rondando por el barrio.
Luego,
en la noche del 17 de junio de 1972, tres cubanos, Bernard Barker,
Eugenio Martinez, y Virgilio Gonzalez (junto con los estadounidenses
Frank Sturgis y James McCord Jr.) fueron atrapados entrando en las
oficinas de campaña del Partido Demócrata en Watergate. Esta operación
encubierta, eventualmente causó la renuncia de Richard Nixon, por lo
que entreveo que hay gato encerrado en esa operación del exilio
cubano en particular. Hoy, Barker y González son considerados héroes!
en la comunidad cubana de Miami. Martínez, perdonado más tarde por
Ronald Reagan, es el único que se siente mal. "Yo no quise estar
implicado en la caída del Presidente de los Estados Unidos,"
dijo. ¡Oh! ¡Que hermoso de su parte!
Cuando
Oliver North necesitó un grupo encubierto para entrar armas en
Nicaragua con el objetivo de derrocar al gobierno sandinista: ¿a quién
pudo recurrir sino a los cubanos de Miami? Los veteranos de Bahía de
Cochinos Ramón Medina y Rafael Quintero eran los hombres clave en la
compañía de transporte aéreo que entregaba las armas a los Contras.
La guerra de los Contras, apoyada por Estados Unidos, fue responsable
de la muerte de 30 mil nicaragüenses.
Uno
de los premios mayores que recogimos de nuestra inversión en estos
exilados cubanos fue la ayuda que nos dieron introduciendo drogas
ilegales en los Estados Unidos, destruyendo familias y barrios enteros
de nuestras ciudades. Comenzando a principios de los sesenta, una
cantidad de cubanos (que también participaron en la invasión de Bahía
de Cochinos) empezó a regentear los círculos mayores de los narcóticos
en éste país. La DEA encontró poco apoyo dentro del gobierno
federal para ir atrás de estos exilados cubanos, porque se habían
organizado a sí mismos bajo la falsa bandera de "grupos de la
libertad." De hecho, muchos no eran más que frentes de
operaciones masivas de contrabando de drogas. Los mismos
contrabandistas de drogas que ayudaron más tarde a contrabandear
armas para los Contras nicaragüenses.
Las
organizaciones terroristas cubanas radicadas en los Estados Unidos han
sido responsables por la colocación de mas de 200 bombas y por lo
menos un centenar de asesinatos desde el triunfo de la revolución de
Castro. Tienen a todos tan preocupados por apoyarlos, que yo
probablemente no debería estar escribiendo este capítulo. ¿Pero por
que no estoy preocupado? Porque estos exilados cubanos, con toda su
alaraca y terrorismo, son realmente una manga de cagon! es. Eso:
Cagones. ¿Quieren pruebas? Para empezar, cuando a uno no le gusta el
opresor de su país, se queda allí y trata de derrocarlo. Esto puede
ser hecho por la fuerza (Revolución Americana, Revolución Francesa)
o a través de medios pacíficos (Gandhi en India o Mandela en Sudáfrica).
Pero lo que no se hace meter la cola entre las patas y correr, como
hicieron estos cubanos.
Imaginen
si todos los colonos americanos hubieran huido al Canadá, y luego
hubieran insistido en que los canadienses tenían la responsabilidad
de echar a los británicos de América. Los Sandinistas nunca hubieran
liberado su país de Somoza si hubieran estado todos sentados en una
playa en Costa Rica, bebiendo margaritas y enriqueciéndose. Mandela
se fue a la cárcel, no a Libia o a Londres. Pero los cubanos ricos se
pelaron a Miami... y se volvieron más ricos. El noventa por ciento de
estos exilados son blancos, mientras la mayoría de los cubanos (62
por ciento) son negros o mestizos. Esos blancos sabían que no podían
quedarse en Cuba porque no tenían apoyo del pueblo. Entonces vinieron
aquí, esperando que nosotros peleáramos su pelea por ellos. Y, como
tarados, la peleamos.
No
es que estos nenes llorones de los cubanos no hayan tratado de
ayudarse a sí mismos. Pero una rápida mirada a sus esfuerzos
recuerda a las viejas películas cómicas mudas. El de Bahía de
Cochinos es su fiasco más conocido. Tenía todos los elementos de una
gran comedia cómica: barcos equivocados, playa equivocada, no tenían
municiones para sus armas, nadie los fue a esperar, y -finalmente-
fueron dejados morir vagando por una parte de su isla completamente
desconocida para ellos (los choferes de sus limosinas -adivino- nunca
los habían llevado allí en los viejos buenos tiempos). Este fiasco
fue tan monumental que el mundo todavía no ha parado de reírse, y
los cubanos de Miami nunca han olvidado ni perdonado esto. Diga
"Bahía de Cochinos" a alguno de ellos, y lo verán como a
un dentista taladrándole ! el nervio de un diente.
Uno
pensaría que la derrota de Bahía de Cochinos les debería haber enseñado
una lección, que hubieran dejado de insistir con esas cosas. No hizo
eso esta pandilla. Desde 1962 numerosos grupos de exilados cubanos han
intentado mas incursiones para "liberar" su patria. Veamos
las más sobresalientes:
En
1981, un grupo de cubanos exilados de Miami desembarcaron en la islita
de Providenciales, en el Caribe, camino a invadir Cuba. Su barco, el
único que llegó de cuatro que salieron del Río Miami (los otros
tres fueron hechos volver por la Guardia Costera debido al mar picado,
problemas de motor o falta de chaquetas salvavidas), tocó tierra en
un arrecife cerca de Providenciales. Atascados en la isla sin comida
ni abrigo, los cubanos de Miami comenzaron a pelearse entre ellos.
Rogaron a la gente de Miami que los rescatara de la isla, y luego de
tres semanas fueron devueltos a Florida vía aérea. El único de ese
grupo que llegó a aguas cubanas, Gerardo Fuentes, sufrió un ataque
de apendicitis en el mar, y tuvo que ser evacuado por la Guardia
Costera hacia Guantánamo.
En
1968, un grupo de cubanos de Miami supieron que un barco polaco estaba
amarrado en el puerto y que una delegación cubana podía estar a
bordo del carguero. De acuerdo al "St.Petersburg Times," los
exilados cubanos dispararon con una bazooka casera e hicieron impacto
en el casco del buque. Sólo le hicieron un abollón, y el líder del
grupo, Orlando Bosch, fue apresado y sentenciado a diez años de prisión,
pero fue fue liberado en 1972. Bosch explicó que habían esperado
causar más daños al barco pero, se excusó: "¡Era un barco
grande!" Bosch había estado arrestado antes por remolcar un
torpedo a través de las calles de Miami a la hora de salida de las
oficinas, y otra vez había sido capturado con 600 bombas aéreas
cargadas con dinamita en el baúl de su Cadillac. En 1990 la
administración Bush lo sacó de la prisión, donde estaba nuevamente,
cumpliendo una pena por violación de libertad condicional.
De
acuerdo al "Washington Monthly", durante el verano y
principios del otoño de 1963, fueron lanzadas cinco incursiones de
comandos contra Cuba con la esperanza de desestabilizar al régimen.
La raquítica "quinta columna" en Cuba fue instruida para
dejar las canillas abiertas y las lamparillas prendidas para gastar
energía... En 1962, según el "San Francisco Chronicle," el
exilado cubano José Basulto, en una misión auspiciada por la CIA,
disparó un cañón de 20 mm desde una lancha rápida contra el Hotel
Inca, cerca de la bahía de La Habana, esperando matar a Fidel Castro.
El proyectil erró al blanco, y Basulto, viendo que su barco se
llenaba de gasolina derramada, pegó la vuelta para Florida. "Uno
de nuestros tanques de combustible, hecho de plástico, comenzó a
gotear," explicó Basulto más tarde. "El combustible se
derramó sobre la cubierta. No sabíamos qué hacer."
Años
más tarde, Basulto formó "Hermanos Al Rescate", un grupo
de exilados que hace unos años estuvo haciendo vuelos sobre Cuba,
zumbando con sus aviones sobre las ciudades, tirando panfletos, y
generalmente tratando de intimidar al gobierno cubano. En febrero de
1996, Castro aparentemente se aburrió de este acoso, y luego del
25avo incidente en un año de los "Hermanos" violando el
espacio aéreo cubano, ordenó que dos de sus aviones fueran
derribados.
Aunque
los "Hermanos al Rescate" violaban la ley estadounidense por
volar dentro del espacio aéreo cubano, la administración Clinton fue
de nuevo al chiquero del exilio e instantáneamente sacó un decreto
para endurecer el embargo contra Cuba. Este embargo trajo la ira del
resto del mundo contra nosotros. La Asamblea General de las Naciones
Unidas votó 117 a 3 en favor de condenar a los Estados Unidos por su
violencia económica contra Cuba, tal y como ha sido en cada votación
sobre el tema desde que el embargo fue impuesto.
La
semana después de que los aviones fueran derribados, los exilados
trataron de apurar a los Estados Unidos, esperando comprometer a los
militares en algún tipo de acción contra Castro. Anunciaron que al
siguiente sábado llevarían una flotilla de barcos desde Florida
hasta la costa cubana para protestar por el derribo de los dos
aviones. Clinton decidió la puesta en escena de la más grande
exhibición de fuerza contra Cuba desde la Crisis de los Mísiles, y
envió un escuadrón de cazas F 15, once escampavías de la Guardia
Costera, dos cruceros misilísticos de la Marína, una fragata de la
Marina, dos aviones C 130, y una bandada de Choppers, AWACs, y 600
guardamarinas para apoyar a la flotilla.
Lo
único que se olvidó de mandar fue remedio contra el mareo, que -al
final- era lo único que los cubanos de Miami hubieran necesitado
realmente. Sólo a 40 millas de Key West, los cubanos en los botes
comenzaron a marearse, a vomitar y a rogar a sus pilotos que dieran
vuelta los malditos yates y volvieran a Miami. Con el mundo entero
mirando, los cubanos huyeron de nuevo con la cola entre las patas.
Cuando llegaron al puerto, dieron una conferencia de prensa para
explicar su retirada. El portavoz estaba todavía un poco mareado, y
se podía ver cómo los periodistas se separaban de él, temiendo ser
cubiertos por un "Linda Blair Special" en cualquier
momento...
"Una
terrible tormenta se levantó en el mar," dijo el líder de la huída
cubana mientras palidecía rápidamente. "¡Las olas tenían más
de diez pies de alto, y tuvimos que volver o perder nuestros
barcos!" Mientras así hablaba, algún genio creativo en la CNN
comenzó a emitir imágenes aéreas de la flotilla rumbo a Cuba. El
sol brillaba, el mar estaba calmo como un plato, y el viento soplaba
gentilmente, si es que soplaba. Los reporteros en alta mar dijeron que
luego de que las cámaras de la CNN se fueron, la aguas se pusieron
"bastante duras." Sí, seguro, era por las carcajadas de
Fidel, que se estaba cagando de la risa...
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