La
avanzada imperialista en el Ecuador
Por Guillermo Navarro Jiménez (*)
MRT, 01/03/05
En el campo ideológico, el imperialismo, apoyado por los sectores más
reaccionarios de la intelectualidad europea, desarrolló tres líneas
de pensamiento concurrentes a sus objetivos: la “post modernidad”,
los “movimientos sociales” y el “discurso de la
ciudadanía”.
El primero, puso énfasis en el carácter fragmentario, heterogéneo y
plural de la realidad, negaban al pensamiento
humano la capacidad de recrear una explicación holísticas de
esa realidad (metarelatos), y, con ello, la pertinencia de las utopías.
Si la utopía hegeliana, como lo proclamaba Fukuyama en su obra “El
fin de la historia”, se había alcanzado con la imposición del
neoliberalismo y la democracia liberal a escala mundial, resultaba
obvio que el planteamiento de la post modernidad enfilaba su propuesta
contra la utopía marxista: la construcción del socialismo.
La abierta ofensiva contra la utopía socialista, se fortaleció
con el derrumbamiento de los países socialistas burocratizados
y en los cuales se había creado las bases para un desarrollo
capitalista al aprobar la vigencia de la teoría del valor, así como
por el reflujo revolucionario posterior a los 70. La nueva situación
histórica, condujo al aparecimiento de una intelectualidad de
izquierda “desencantada” y “desencontrada”, lo
que determinó su éxodo hacia la social democracia, la “postración”
ante el imperialismo en términos de Petras, y hasta el alineamiento
en las fuerzas más reaccionarias, a las cuales siguen sirviendo hasta
la fecha. Baste recordar a toda la intelectualidad expulsada del
Partido Marxista Leninista en 1972, hoy en la socialdemocracia; a los
Maugé y Ponce ex militantes del Partido Comunista, hoy a sus anchas
en la Izquierda Democrática; a los Castillo y Galarzas, hoy
comensales en el PRIAN y en el PRE; a los Celi y los Bonilla, ex
miembros de Liberación Nacional y del MIR, hoy al servicio del
gobierno de Lucio Gutiérrez, de la Dirección Nacional de
Inteligencia de las Fuerzas Armadas y de la Democracia Cristiana
Internacional.
La negación de la capacidad para explicar los fenómenos en forma
holística,
posibilitaba que la
propuesta post modernista insista en la importancia de las
“diferencias”, proponiendo que la preocupaciones políticas se
centren en las “identidades impuestas o adaptadas”: etnias, color,
género, preferencias sexuales. Al privilegiar tales identidades la
propuesta post moderna, enfilaba su artillería contra el análisis de
clase, apoyada en un hecho evidente: es mucho más aprehensible, fácil
de reconocer la pertenencia a un “genero” que a una clase social.
La negación de la utopía marxista, posibilitó a los intelectuales
funcionales del imperialismo proponer como elemento central de la
lucha política los denominados movimientos sociales, entendidos como:
“un concepto que alude a
un sector de la sociedad que se convierte en actor social (que emerge
en un determinado conflicto social) a través de sus prácticas
(acciones colectivas de protesta, manifestaciones, etc) y discursos
(valores, ideas) encaminadas a modificar una condición social
determinada”[1], cita que permite advertir que el concepto actor social es temporal,
adquiere tal carácter ante un determinado conflicto social, y deja de
serlo tan pronto se resuelve el conflicto. Todo ello, en el marco de
la formación económica y social capitalista, cuya existencia no
cuestionan.
Los
actores sociales, al no cuestionar al capitalismo, no responden a las
contradicciones determinadas por las relaciones de explotación propias del sistema , por lo que no es
procedente asimilarlos a clases sociales, como muchas veces lo
pretenden los defensores de estos conceptos. Por ello y en
consecuencia, el concepto actor social fue formulado en vano intento
por remplazar al de clase social, en tanto que el privilegiar los
“conflictos sociales” tenía por objetivo el tratar de ocultar las
contradicciones principales del capitalismo. En el Ecuador, la “avanzada del imperialismo” lo
representó la denominada Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS),
cuyos más altos dirigentes Napoleón Saltos y Fernando Villavicencio,
terminaron trabajando para el Banco Mundial, en investigaciones
indispensables para la política intrusiva del imperialismo
norteamericano.
Desde
otra perspectiva, el concepto “actor social” -al depender
exclusivamente y al ser su único límite los conflictos sociales que
emerjan-, permite la inclusión tanto de actores nacionales como
extranjeros, naturales o jurídicos. Esta posición, por cierto, tenía
por objetivo el lograr se aceptase la intromisión del FMI y del BM en
los asuntos de todo orden en el país cuando “emergía” un
conflicto que los involucraba. En el Ecuador, los estudios preparados
por la Universidad de Cuenca como por la Universidad Católica del
Ecuador, sin vergüenza alguna, incluyen a esos organismos como
“actores sociales” del contexto nacional, sin reparar la cesión
de soberanía que ello implica.
El
privilegiar las “diferencias”, “actores sociales”, sobre el de
clase social, y los “conflictos sociales” sobre el de las
relaciones de explotación, permitió a los intelectuales funcionales
plantear, como innecesaria la intermediación de los partidos políticos,
puesto que estos, en su definición clásica, representan los
intereses de las distintas clases o a estratos de las mismas. Esta
propuesta tuvo como soporte la campaña mediática que anunciaba la incapacidad de los partidos políticos para
cumplir su tarea de intermediación, por su elevado grado de corrupción,
por lo que se volvían obsoletos, dignos de ser reemplazados por otro
mecanismo: la participación ciudadana, cuyo sustento ideológico es
conocido como el “discurso de la ciudadanía”.
El
discurso de la ciudadanía tuvo un gran desarrollo en los últimos
veinte años, discurso que, al igual que el del post modernismo y el
de los movimientos sociales, asumieron los sectores más reaccionarios
de la burguesía, facciones de la pequeña burguesía que se auto
califican como "progresistas", sindicatos y corrientes de la
clase trabajadora e incluso de partidos y movimientos que se
reivindican como pertenecientes a la izquierda. Es también común su
uso en los medios de prensa alternativos, como en los discursos de
dirigentes de los principales partidos de la izquierda revolucionaria,
fenómeno que, en América Latina, se halla igualmente presente en el
PT brasileño, el EZLN de México y el FMLN de El Salvador.
En
el Ecuador, como en toda América Latina, es común un cruzamiento del
discurso de ciudadanía con el de los movimientos sociales, en
especial en quienes militan en la socialdemocracia, posición que se
explica por cuanto el logro de los derechos civiles y sociales de los
ciudadanos, según los teóricos de estas posiciones, es rol que deben
cumplir los movimiento sociales.
El
discurso de la ciudadanía, como lo afirma José Welmovick: “Sería
la conquista de los derechos civiles y sociales mínimos por parte de
los ciudadanos. Al mismo tiempo, la concepción de la ciudadanía
implica que los ciudadanos, además de derechos, tienen obligaciones.
La ciudadanía exige un compromiso de los ciudadanos con las leyes
vigentes, como la contrapartida de la inclusión de esos derechos en
el orden legal. Exige, en nombre de la defensa de la extensión de
esos derechos a los excluidos, una defensa del orden en el que se
quiere garantizar la inclusión de esos ciudadanos”[2].
Definición
que devela que los
ciudadanos, para lograr lo que se denomina ciudadanía plena, deben
también defender el orden constituido, lo que en buen romance dice de
la defensa del statu quo, del sistema capitalista. La garantía de los
derechos y el respeto al orden constituido que según ellos determinan
la denominada ciudadanía plena se observaría en los países
capitalistas avanzados, modelo que lo convierten en paradigmático, en
el único modelo de desarrollo a seguir, en abierta defensa de esa
formación económica y
social, con lo que convergen con el post modernismo al negar la
posibilidad cierta de alcanzar la utopía marxista: el socialismo.
El
“discurso de ciudadanía”, en la etapa actual, pone énfasis en la
necesidad de preservar la separación entre los tres poderes del
Estado, como un elemento fundamental de la institucionalidad democrática.
Esta posición es de especial importancia para los intereses del
imperialismo norteamericano, específicamente para desestabilizar al
gobierno del Presidente Hugo Chávez.
Efectivamente,
los Estados Unidos pretende modificar la Carta Democrática de la OEA
en la próxima Asamblea General de los 34 países, que se realizará
en junio en la ciudad de Fort Lauderdale (Florida), como lo anticipan
las declaraciones de Robert Zoellick, segundo al mando en el
Departamento de Estado, cuando menciona que la Carta Democrática
debería contrarrestar la práctica por la cual: "Hay una persona
que gana las elecciones, luego va minando desde el poder a la oposición,
luego pone restricciones a la prensa, luego se apropia del poder
judicial. Es una nueva forma de autoritarismo que está germinando y
que hay enfrentar".
José
Miguel Vivanco, del Observatorio de los Derechos Humanos (Human Rights
Watch), en apoyo sumiso a las pretensiones de Washington y en forma
desvergonzada afirma que: "La reestructuración que ha hecho Chávez
del poder judicial en su país, compromete directamente la viabilidad
de la democracia en Venezuela, porque rompe con un principio
fundamental del estado de derecho que es la separación de poderes.
Valiéndose de una mayoría simple en el Congreso, amplió el cupo de
magistrados ante la Corte Suprema de Justicia, de 20 a 32, para llenar
los nuevos cargos con representantes del chavismo".
En
consecuencia con lo antes expuesto, de acuerdo al discurso de ciudadanía
y el carácter temporal de los movimientos sociales, será necesaria
la creación de organizaciones que apoyen la
“participación ciudadana” ante conflictos sociales o políticos
que afecten o pretendan afectar el “orden constituido”, la
“institucionalidad democrática”, en el objetivo de mantenerlo o
restituirlo.
Antes
de entrar en el estudio de esas organizaciones, es necesario agregar
un elemento de análisis que ratifica la afirmación de que tales
organizaciones constituyen “avanzadas del imperialismo en el
Ecuador”: la total dependencia de los recursos financieros
proporcionados, directamente por los países imperialistas o a través
de organismos multinacionales como el Banco Mundial (BM), tanto para
su creación como para su acción.
Si
se revisan las justificaciones del presupuesto que los gobiernos de
los Estados Unidos ponen a consideración de Congreso para las
operaciones en el extranjero (“Congressional Budget Justification
for Foreign Operations”), se constata que:
Los
recursos están destinados en su totalidad para el involucramiento en
la guerra de Colombia, como se infiere de la aseveración de que la “Iniciativa
Andina Contradrogas”, es un
programa complementario al Plan Colombia. Evidencia igualmente lo dicho el que en la justificación para el año 2005, el gobierno de George W, Bush, haya
eliminado la división que había mantenido entre los recursos
asignados para el Plan
Colombia, respecto a los destinados para la Iniciativa Andina Contra
Drogas;
A
partir del 2003, a los objetivos estrictamente militares el
imperialismo agrega como objetivos estratégicos: el “fortalecimiento
de la democracia”, la “aplicación
de las leyes” y el “velar por los derechos humanos”,
programas manejados directamente por la Agencia para Desarrollo
Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés); y,
En
el ejercicio fiscal del 2002, por ejemplo, “la Agencia para
Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas
en inglés) administró 390 millones de dólares del programa para
promover el desarrollo social y económico y fortalecer la democracia,
la aplicación de las leyes y para velar por los derechos humanos”,
de un total de 882 millones de dólares, asignaciones que se
mantienen, más menos, en todos los presupuestos posteriores.
Las
conclusiones anteriores indican la existencia de dos circunstancias
que no deben soslayarse: los fondos asignados como ayuda para el
Ecuador tienen como objetivo fortalecer su involucramiento en el Plan
Colombia; y, que las entidades que defienden el “fortalecimiento
de la democracia”, la “aplicación
de las leyes” y el “velar por los derechos humanos”, trabajan en el territorio nacional en cumplimiento de los mandatos y
objetivos estratégicos de los Estados Unidos, como verdaderas
“avanzadas” del Plan Colombia y del imperialismo.
En el Ecuador, las acciones que se realizan en este campo las dirige una
organización denominada “Participación Ciudadana”, creada
por USAID, como lo comprueban las declaraciones de Lars Klassen,
Director de la Oficina en Quito, quien expreso el 12 de septiembre de
2.002: “Para mi fue una sorpresa darme cuenta que no existía un
grupo dedicado a las elecciones. Estamos destinando 420.000 dólares
para la creación de ese grupo (Participación Ciudadana), y varias de
esas iniciativas” , grupo creado y dirigido por César Montúfar,
catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar, en su calidad
de Director Ejecutivo.
Las
actividades de “Participación Ciudadana”, a partir de su
creación se financian totalmente
con recursos de USAID. En el año 2003 la suma alcanzó a los 685,359
dólares, en el 2004 a 1.656.823,42, según los Planes operativos de “Participación
Ciudadana”correspondientes a esos años. Al total del año 2003
que alcanza a la suma de 2’342.182,42 dólares, deben agregarse los
valores correspondientes a los años 2004 y 2005, cifras no incluidas
en la página web de “Participación
Ciudadana”, a pesar de la pregonada transparencia
en las actividades públicas, que, por cierto, según parece, o
incluyen a las de la propia entidad,. Si ante la carencia de información
asumimos que el aporte de USAID es igual a la cifra del 2003, a pesar
de que las actividades de “Participación Ciudadana”
se han incrementado por la mayor conflictividad política qu ese
registra en el país, puede estimarse que los fondos de USAID han
superado los 4 millones de dólares, lo que dice de la total
dependencia de los Estados Unidos y el porque se su accionar en apoyo
total a los objetivos del imperialismo en nuestro país.
Pero
la dependencia no solamente es económica, “Participación
Ciudadana” contribuye con la dependencia ideológica de sus
directivos: todos ellos forman parte de otras ONG’s que dependen
económica, ideológica y políticamente del imperialismo
norteamericano (Cornelio Marchán de la “Fundación Esquel”,
Valeria Merino de “Transparencia Internacional”); son parte
de la burguesía industrial, comercial e intermediaria (Joaquín
Zevallos ex Presidente de la Cámara de Industriales de Guayaquil,
Gustavo Pinto ex Presidente de la Cámara de Comercio de Quito, Benjamín
Rosales quien aportó la suma de 529 millones de sucres a la campaña
presidencial de Jamil Mahuad, en pago de lo cual fue luego designado
Gobernador de la Provincia del Guayas);
son destacados miembros de la Democracia Cristiana, sobre cuyo
compromiso con el mantenimiento del capitalismo y de la democracia
liberal no cabe duda alguna (Galo García
Feraud ex Ministro Gobierno de Osvaldo Hurtado, Mae Montaño
recientemente removida de la Embajada del Ecuador en los Estados
Unidos y privatizadora del puerto de Esmeraldas, Claudio Malo ex
Ministro de Educación de los gobiernos de Osvaldo Hurtado y Jamil
Mahuad, Mario Jaramillo ex Ministro de Educación de los gobiernos de
Sixto Durán Ballén y de Gustavo Noboa ). A ellos se suman, a pesar
de sus proclamas revolucionarias de juventud o cuando desempeñaron
las funciones de rectores: Víctor Bastidas (ex rector de la ESPOL),
Reinaldo Valarezo (ex rector de la Universidad Nacional de Loja); y,
Vinicio Baquero (ex rector del Escuela Politécnica Nacional y actual
Presidente del CONESUP), quien se proclamaba defensor de la
Universidad Pública a pesar de lo cual terminó tratando privatizar a
la Politécnica Nacional.
En
la nómina de directivos igualmente consta el periodista Jorge
Vivanco, ex Presidente de la Comisión Anticorrupción, quien se ha
destacado por sus posiciones éticas, su defensa de los intereses
nacionales, por lo que su membresía admira a la vez que preocupa,
cuanto más que fue el diario Expreso, en el cual labora Vivanco, el
que develó las actividades de la Fundación Esquel dirigida por
Cornelio Merchán, miembro de “Participación
Ciudadana”.
La
estructura de la directiva de “Participación Ciudadana”,
antes detallada permite reconocer el predominio de miembros militantes
de la Democracia Cristiana, lo cual, desde otra perspectiva, explica
el por qué del rol pro imperialista y pro capitalista y, en
consecuencia anti socialista, que cumple esa ONG. Basta recordar el
papel subversivo que desempeñó la Democracia Cristiana en Chile
contra el gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende, así
como para la instauración de la dictadura pinochetista. En el
Ecuador, su participación en el asesinato de Jaime Hurtado, lider
popular miembro del Partido Marxista Leninista
y la prisión y torturas de Arturo Jarrín directivo del
movimiento Alfaro Vive Carajo, es innegable, puesto que el asesinato y
la tortura se cometieron
en los gobiernos de los democratacristianos Jamil Mahuad y Osvaldo
Hurtado, respectivamente.
“Participación
Ciudadana”, por cierto no es la única ONG que opera como
“avanzada” del imperialismo en el Ecuador, gracias al
financiamiento que recibe del gobierno de los Estados Unidos a través
de USAID. Según el diario Expreso, junto a aquella debe alinearse a
la “Fundación Esquel”, puesto que con los fondos entregados por
USAID, Esquel: “ejecutó un plan de generación de consensos en
áreas políticas clave, que fue el origen del “Grupo Ruptura 25”,
proyecto coordinado por María Paula Romo, (militante de la
Democracia Cristiana N.A.) quien igualmente coordina “Coalición
por la Democracia” [9],
proyecto igualmente financiado por USAID y ejecutado a través de
Esquel, en donde también participan los abogados; Gustavo Jalk, ex
director de “Projusticia”, Alberto Wray
ex asesor jurídico del ex presidente Jamil Mahuad,
Farith Simon miembro
de la Academia Constitucional de la Universidad San Francisco.
En
el “Grupo Ruptura 25”, igualmente activa Norman Wray, quien
actualmente trabaja en Esquel, coordinando otro proyecto de juventud,
también financiado por USAID. Norman Wray es primo hermano del ya
mencionado Alberto Wray.
Si
“Participación Ciudadana” cumple con el objetivo del
imperialismo de “fortalecer la democracia”, “Projusticia” lo
será para tratar de alcanzar todos los objetivos incluidos en lo que
los estrategas del imperio llaman “aplicación de las Leyes”. Pero
no sólo para ello, puesto que si la Fundación Esquel es el
instrumento para la transferencia de recursos de USAID y de
fundaciones como la Rockefeller, Ford o Kellog para “fortalecer la
democracia”, “Projusticia” lo es para la transferencia de
recursos hacia ONG’s que operan en el territorio ecuatoriano y cuya
función es apoyar a la “aplicación de las Leyes” y el “velar
por los derechos humanos”, como lo analizaremos en documento aparte.
A
forma de conclusión
La
“avanzada imperialista”, como se infiere de lo antes expresado,
responde a los planteamientos teóricos e ideológicos de la derecha
europea más reaccionaria: el post modernismo, los movimiento sociales
y el discurso de la ciudadanía, los cuales responden y
satisfacen plenamente los intereses del imperialismo
norteamericano, en su afán estratégico de imponerse vanamente a
escala mundial.
A
nivel de los países andinos, los Estados Unidos ha definido objetivos
adicionales, sobre la base de los requerimientos de la guerra impuesta
en el marco del Plan Colombia.
Para
lograr esos objetivos, ha procedido a crear y financiar las
actividades de una serie de ONG’s, cuyos principales responden al
ideario y militan
fundamentalmente en dos partidos reformistas: la Democracia Cristiana
y la Izquierda Democrática (socialdemócrata), los cuales no tienen
reparo en convertirse en mercenarios, al servicio de una potencia
extranjera. No olvidemos que todos ellos reciben salarios de las
ONG’s en las que trabajan para el enemigo de los intereses del
pueblo ecuatoriano.
En
los momentos de crisis políticas, como los que atraviesa actualmente
el Ecuador, hacen activa presencia, arguyendo la necesidad de
“defender la institucionalidad y la democracia”, por lo que su
acción, simultáneamente, pone énfasis en impedir que las
movilizaciones populares avancen hacia la destitución de Lucio Gutiérrez.
La razón es simple: Lucio Gutiérrez no sólo se proclama el “mejor
amigo de los Estados Unidos”, lo es cuando negocia a contra cincha
el TLC, cuando acepta la
ocupación paulatina del territorio nacional mediante la construcción
de nuevas bases militares al servicio del imperialismo cuyo ejemplo más
claro, evidente e innegable es la de San Lorenzo, cuando recibe la
ayuda militar que involucra cada vez más al Ecuador en la guerra de
Colombia, cuando abroga en el seno del Grupo de Río para la constitución
de un ejército multinacional para intervenir en la guerra de
Colombia, cuando negocia en forma ilegal e inconstitucionalmente el
otorgamiento de la inmunidad para las tropas de ocupación
norteamericanas, etc, etc.
Para
ello tienen el desenfado de interpretar las demandas populares, como
si aquellas se limitasen a pedir un nuevo reparto de puestos en la
Corte Suprema de Justicia, en el Tribunal Constitucional, en el Tribunal Supremo Electoral y en el Consejo de la
Judicatura, desoyendo el clamor popular que pide un nuevo ejercicio de
democracia “real” que termine con el gobierno de Gutiérrez, y,
que avance hacia la instauración de un
gobierno popular, perspectiva que no halaga en absoluto a los
detentadores de siempre del poder económico y político.
Las
cartas están echadas. El futuro dirá si fuimos capaces, al mismo
tiempo que descubrimos los objetivos del imperialismo y a sus
obsecuentes servidores: los manipuladores socialdemócratas y
democratacristianos, responsables de la flexibilización laboral, de
la contratación por horas, de las privatizaciones, del despido masivo
de servidores públicos y municipales, de la dolarización, de la
sucretización de la deuda privada, del atraco bancario, de la
inmigración masiva, de la entrega de la Base de Manta; de construir
un gran Frente de la izquierda anticapitalista, que nos permita
desvincular al movimiento popular de los manipuladores de siempre y de
conducirlo en la línea de sus propios intereses: la construcción de
un gobierno popular.
Quito,
1 de marzo del 2005
Notas:
(*) Miembro del Movimiento
Revolucionario de los Trabajadores
Delgado, Eduardo:
“Iglesia y Movimientos Sociales”, Op. Cit. página 9.
Welmovick, José: “El
discurso de la ciudadanía y la independencia de clase”,
Marxismo Militante, Ediciones Zitra, Quito, Ecuador, 2002, página
68.
El Tiempo: “Estados
Unidos busca modificar la Carta Democrática de la OEA para aislar
a Hugo Chávez”, Bogotá, Colombia, 26 de febrero del 2005.
CNN: “EE.UU. anuncia la
Iniciativa Regional Andina, que complementa el Plan Colombia”,
17 de mayo del 2001.
CNN: “EE.UU. anuncia la Iniciativa Regional Andina, que
complementa el Plan Colombia”, 17 de mayo del 2001.
Diario El Universo,
Guayaquil, Ecuador, 12 de septiembre del
2002, página A2
[7]
“Participación Ciudadana fue creada el 12 de julio de 2002,
mediante acuerdo ministerial Nro 01068 del Ministerio de Bienestar
Social”.
[8]
Navarro, Guillermo: “Ecuador: corrupción, política económica
y gobernabilidad”, Ediciones Zitra, Quito, Ecuador, 2000, página
40.
Diario Expreso: “La
ayuda de EE.UU. es cuestionada”, Guayaquil, Ecuador, 20 de
febrero del 2005.
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