Debaten la renovación del
socialismo — Seminario
"Las otras herencias de Octubre"
Reivindican la figura de
Trotsky: buscan los jóvenes una alternativa de izquierda
"Hay una nueva
generación de cubanos que, de forma desprejuiciada, se ha acercado a
los valores de la revolución de octubre, a Trotsky, a Gramsci, a Lukács
y a Rosa Luxemburgo", dice en entrevista Celia Hart Santamaría,
impulsora del debate sobre el socialismo.
Por Gerardo Arreola,
corresponsal en La Habana
La Jornada, México,
06/04/05
Una nueva visión crítica del socialismo está
empezando a debatirse en Cuba en medios académicos. Incluye la
reivindicación abierta del revolucionario ruso León Trotsky y se ha
puesto a remover la historia para explorar el futuro que espera en la
isla a las nuevas generaciones.
"Apenas estamos saliendo de la amnesia
en que nos consumió la desesperación económica por la caída de la
Unión Soviética", dice a La Jornada una de las animadoras del
debate, Celia Hart Santamaría, física de profesión, quien renunció
a su especialidad en la Universidad de La Habana para dedicarse a la
investigación y la discusión políticas.
En el periodo especial (la crisis que siguió
al colapso del socialismo) ''las opciones que se buscaron, como la de
los balseros, fueron desesperanzadas y sobre todo de derecha",
dice Celia, graduada en 1987 en la desaparecida República Democrática
Alemana (RDA), quien se mantiene como militante del Partido Comunista
de Cuba (PCC).
''Pero hay una nueva generación que, de
forma desprejuiciada, se ha acercado a los valores de la revolución
de octubre (de 1917, en Rusia), a los nuevos pensadores como Trotsky,
(Antonio) Gramsci, (György) Lukács, Rosa Luxemburgo", agrega
Celia.
Aunque los tres últimos autores se conocen
marginalmente en Cuba, Trotsky aún es un desconocido. Durante una
semana, en una reciente feria editorial, dos de sus obras se
exhibieron por primera vez aquí.
Pero cuenta Celia que dos artículos suyos se
publicaron el año anterior en el diario Juventud Rebelde sin la mención
que ella hizo del fundador del Ejército Rojo.
"Creo que el gran desarrollo educacional
de nuestro país ha permitido que este grupo de jóvenes, que no es
mayoría todavía, logre integrarse y buscar una alternativa de
izquierda", dice respecto al naciente debate.
"Muchas veces los jóvenes no querían
ingresar al PCC porque lo veían burocratizado. Ahora yo creo que, sin
que sean un partido, hay jóvenes que buscan en Cuba una alternativa
de izquierda, que va a ser nuestra mejor defensa cuando ocurra que
Fidel (Castro) ya no esté."
Celia es hija de dos veteranos de la revolución
cubana: Armando Hart, actual director de la Oficina del Programa
Martiano, y la fallecida Haydée Santamaría. Ahora dirige el museo
Abel Santamaría, dedicado a la memoria de su tío, otro de los
iniciadores de la insurrección de los cincuenta.
"La situación económica del país, con
empresas mixtas donde hay de alguna manera propiedad privada, aunque
sea extranjera, puede hacer que haya fuerzas restauradoras del
capitalismo, como ocurrió en la Unión Soviética", señala
Celia.
Herencias de Octubre
La entrevista se realizó a raíz del
seminario Las otras herencias de Octubre, que a mediados del mes
sesionó en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y fue
organizado por la cátedra Haydée Santamaría (el foro académico que
ha ido articulando el debate), con el respaldo de la Asociación
Hermanos Saiz (entidad gremial de jóvenes creadores).
Celia dice que ese encuentro fue el primero
que realiza este conglomerado universitario, paulatinamente
cohesionado por una discusión que ella calcula que tiene no más de año
y medio.
Señala que hace pocos años hubiera sido
"impensable" reivindicar públicamente a Trotsky en Cuba y
reseña su propio giro intelectual: "A mí me salvó mi padre
para las ideas del socialismo. Cuando llegué de la RDA me entregó El
profeta armado y El profeta desarmado (dos de los tres tomos de la
monumental biografía del dirigente ruso, de Isaac Deutscher).
"Yo no creía en el socialismo. Para mí
no era una sociedad viable. Cuando leí a Trotsky y a Rosa me di
cuenta de que no, de que aquello no era el socialismo. Que hay una
nueva manera de hacer el socialismo, que el socialismo está por
hacerse. Doy mil gracias de que se haya caído la Unión Soviética,
con el dolor que me dan tantos camaradas muertos."
Celia señala que el debate no tiene aún
impacto en el PCC ni en su rama juvenil, la Unión de Jóvenes
Comunistas (UJC). "El estatus del partido es la inercia que le
queda. Pero ya la cosa no está en tratar de reformar ese partido. La
cosa está en formar estos grupos, en debatir primero las ideas, en
ponernos de acuerdo y por supuesto no quedarse ahí. Lo que le espera
a mi generación es muy fuerte: la manera en que nosotros podamos
estructurar una revolución dentro de la revolución, una revolución
que a lo mejor puede que fracase en Cuba, pero triunfe en Venezuela o
en otra parte de América Latina."
La difusión en un sitio electrónico
trotskysta del artículo "La bandera de Coyoacán", fechado
el 19 de diciembre de 2003, de Celia Hart, marcó la primera
reivindicación pública desde Cuba de la figura y el pensamiento de
Trotsky, a lo que siguió otro texto de la autora replicando a la
tesis estalinista de que es posible construir el socialismo en un solo
país.
El seminario sobre "Las otras
herencias..." fue una especie de tormenta de ideas, que cruzaron
en numerosas direcciones la historia del pensamiento y la obra de la
izquierda en el siglo pasado.
"Pensar las herencias de la revolución
rusa de 1917 en el siglo XXI, luego de una hegemonía casi absoluta
del imaginario estatista dentro de las izquierdas y de la trivialización
de la idea misma de revolución en las derechas y en la vida
cotidiana, implica echar a andar una memoria crítica", indicaba
la convocatoria, que invitó a examinar octubre "como un
documento de cultura, sin olvidar que lo fue también de
barbarie".
Sin conexión directa con el seminario, pero
como ejercicio intelectual paralelo, se realizó el año pasado la
mesa redonda ¿Por qué cayó el socialismo en Europa oriental?,
organizada por la revista bimestral Temas y cuyo texto completo
aparece en el más reciente número de la publicación.
En ambos foros participaron integrantes de
una generación de ciudadanos cubanos que alcanzó a estudiar en los
antiguos países socialistas, y en algunos casos a desarrollarse
profesionalmente.
En la discusión de Temas prevaleció una crítica
múltiple al estalinismo, pero quedó abierto el debate sobre si la
Unión Soviética y los países del antiguo campo socialista podían
haberse reformado desde dentro.
"Para todos esos países ya había
pasado el cuarto de hora de las reformas", dijo uno de los
ponentes, el economista Julio Díaz Vázquez. "El último adiós
a las reformas se produjo en Checoslovaquia".
Otro expositor, el historiador Ariel Dacal,
señaló en cambio que "resulta demasiado rotundo decir que la caída
era irreversible, que no era reformable", pero advirtió:
"Dadas las características del sistema, todo cambio sólo podía
hacerse desde arriba".
Dacal citó el fenómeno de que las actuales
elites política y empresarial de Rusia provienen de la nomenklatura
soviética. El europeísta Francisco Brown, al hilo de esa idea, señaló
que esa cúpula "se recicló, de ahí que participara,
contribuyera y se beneficiara del colapso".
El crítico de arte Desiderio Navarro respaldó
la idea de que había opciones de reforma desde la izquierda, aunque
en algunos casos sus impulsores fueron excluidos de los partidos y sus
obras anuladas (el húngaro Lukács, el alemán Rudolph Bahro, el ruso
Maiakovsky).
Agregó que la concentración de poder y
relaciones facilitó a la elite socialista el salto al capitalismo.
"Se sabe ahora que era posible, en un cambio como aquel, que no
ocurriera un apocalipsis, aquel escenario de caída del socialismo según
el cual los funcionarios supuestamente serían perseguidos y
arrastrados por las calles, sino que, al revés, ellos podrían ser
los winners".
El sociólogo Aurelio Alonso estimó que
"el socialismo en el siglo XXI hay que reinventarlo, con mucha
imaginación, en el plano económico, pero también, y quizás sobre
todo, en el político y en el cultural, ya que parece obvio que, en
buena medida, el fracaso se debió a la incapacidad manifiesta para
generar una democracia verdadera; no según los patrones trillados,
sino a partir de la configuración de un sistema que garantice la
participación del pueblo en los procesos de decisiones, como
conductores y no sólo como conducidos". Brown y otros
investigadores habían publicado aquí en 2002 el volumen Europa del
Este: el colapso, primera obra de su tipo en Cuba, que concluye que el
socialismo fracasó en uno de sus modelos debido a "errores"
y "grandes deformaciones", no como sistema social: "En
el análisis de las causas del colapso del socialismo europeo... el
rasgo básico y general es el de acciones conscientes de los hombres y
por tanto evitables o factibles de haber sido erradicadas o evitadas
con una acción consecuente y oportuna".
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