I
- Dinámica de clases
Monocultivo, descampenización y crecimiento urbano
Por Roberto Sáenz
Socialismo o Barbarie, periódico, 02/05/05
“El país pasa por una crisis estructural. Una
irremediable e irreversible crisis del modelo económico basado en la
exportación de algunas materias primas (soja y algodón), el negocio
financiero especulativo, y el comercio de reexportación y triangulación
(...). Tomando en consideración el enorme retraso comparativo del
Paraguay con otros países del MERCOSUR y Latinoamérica, no tiene
ninguna posibilidad de inserción “soberana” Paraguay en el
mercado mundial, o el MERCOSUR. Solo le queda la vía de la
recolonización completa del país por sus grandes empresas brasileñas
y argentinas asociadas al gran capital internacional (...). La
profunda crisis económica echa sus raíces en la crisis de la
agricultura (...), en la finalización de las grandes obras tipo Itaipú,
la crisis terminal del contrabando oficial vía Ciudad del Este
asfixiada por el imperialismo, y la casi inexistencia de un proceso de
industrialización” (1).
En estas condiciones, la dinámica de clases del Paraguay es
un tema muy complejo en tanto que socialistas revolucionarios.
El bajo desarrollo de las fuerzas productivas impacta en un
relativamente bajo nivel de asalarización (50% de su PEA), gran porción
de “informalidad” (el 37% está en la economía minorista
informal) y en particular, pocos trabajadores productivos.
En un apretado análisis, se puede decir que históricamente
el Paraguay ha tenido una cuestión agraria real producto de una
población campesina de gran importancia en condiciones minifundistas
o mismo sin tierras. Esto como producto de las grandes
privatizaciones de tierras de finales del siglo XIX. Según datos del
censo de 1991, el 1% de los grandes propietarios (son 4627 grandes
latifundistas principalmente ganaderos y sojeros) detentan el 79% de
las tierras del país, en cuanto que el 80% de los pequeños
propietarios (mayormente productores de algodón) tienen solamente el
6% de las tierras. Aún hoy (aunque retrocediendo en términos
relativos), el campo tiene el 40% de la población económicamente
activa, genera el 21% del PBI y el 90% de divisas por exportación.
Al mismo tiempo, también en Paraguay se ha configurado una tendencia
de urbanización: de tránsito de la población rural hacia las
ciudades, en las que habita el 60% de la población o más.
Poblaciones que ante la crisis general de la economía están en
muchos casos en la informalidad o viviendo como “sin techo” en los
límites de las mismas. En estas condiciones, el índice de desempleo
abierto y encubierto (mas el de subempleo) crece hasta alcanzar el
40%.
Este proceso, también llamado de “descampeinización”,
procede del desarrollo capitalista del campo, hoy
monopolizado por las empresas sojeras del oriente del país (en la
frontera con el Brasil, hacia donde se expandió la frontera agrícola
en los ‘70), que al ser muy tecnificadas utilizan poca cantidad de
mano de obra, son capital intensivo y tienen hambre de tierras, razón
por la cual, meten presión por desplazar a los campesinos
minifundistas a los que dejan sin tierras. De ahí la recurrente y
aguda lucha de clases en el campo que es característica de este país.
En las ciudades, en los últimos 20 años, lo que ha crecido
en materia de empleo y producto es básicamente el comercio y las
finanzas (46% del PBI, agregándole los empleados del estado), no la
producción industrial (18.7% del PBI, a lo que se puede sumar
servicios de electricidad y agua con el 11.6%) que permanece en un
estado verdaderamente raquítico, alcanzando la reducida cifra de
67.000 asalariados de la industria en todo el país (algo más del 1%
de toda la población que llega a los 5.5 millones de habitantes). Y
cuya rama más importante es alimentos y bebidas, que emplea en sus
200 plantas unos 21.000 trabajadores, totalizando en las distintas
empresas de más de 50 trabajadores (de todas las ramas), unos 38.459
asalariados privados.
Los asalariados se distribuyen entonces entre una proporción
“privada” (la que acabamos de señalar) y los trabajadores del
estado sometidos a relaciones variables de clientelismo, habiendo sido
estructuras obreras importantísimas durante los ’70 y ‘80 las
represas de Itaipú y Yaciretá. Hoy día, el sector estatal está
compuesto por 13 empresas, 7 entidades financieras y 15 no financieras
(casi no ha habido privatizaciones) que emplean alrededor de 150.000
personas.
En estas condiciones, la dinámica de clases del país
plantea una alianza de obrera, campesina y popular necesariamente
marcada por una consecuente perspectiva internacionalista de
unidad con las clases trabajadoras de Brasil, Argentina y Uruguay.
Esta última es una necesidad absoluta para una genuina dinámica
obrera y socialista, y para el desarrollo de las fuerzas productivas.
Está claro que una corriente realmente revolucionaria en el Paraguay sólo
puede serlo si es consecuentemente internacionalista, única forma
de contrapesar y apuntar a superar el dramático atraso histórico del
país.
II
-Las colonias
mennonitas
La peor cara del atraso
“El emporio mennonita lo llaman muchos.
Es que la característica resultante de las colonias mennonitas del
Chaco Central es justamente la alta productividad, que se puede
graficar con el promedio de 13.000 dólares de ingreso per cápita
superior en más de diez veces al promedio nacional (...). En las tres
grandes cooperativas asentadas en Chaco central se concentran (...)
unas 800.000 cabezas de ganado, una décima parte de toda la hacienda
nacional”. (2)
La dominación del imperialismo en
nuestros países a veces adquiere un carácter que puede sonar increíble,
descomunal, inenarrable. Durante casi un siglo los Casado (familia
burguesa argentina) fue la propietaria de una parte inmensa del Chaco
Paraguayo. Dedicados a la producción de tanino (producto para
curtiembre) obtenida de la tala de los bosques, adquirieron y
dominaron una parte enorme del Chaco a lo largo de 100 años.
En la frontera de sus inmensas fincas se
radicó hacia la década del ’20 la comunidad Mennonita. Una secta
que parece salida del famoso libro del sociólogo Max Weber (La ética
protestante y el espíritu del capitalismo), como una muestra
viviente y no meramente histórica del tipo de sectas protestantes
que describe allí.
Provenientes de la secta anabaptista
creada en 1536 en Holanda por el ex sacerdote Menno Simons, inspirado
en los “grandes reformadores” de la Iglesia Católica y sobre todo
en Calvino. Por una serie de razones que no vienen al caso, hacia
fines del siglo XIX buscaron en América Latina un “santuario” que
les permitiera vivir de manera totalmente aislada. Luego de ser
rechazados por la mayoría de los países latinoamericanos,
encontraron en Paraguay (necesitado de fondos luego de la derrota en
la guerra de la Triple Alianza); y, en particular, su zona más
atrasada: el Chaco Boreal, obteniendo 71.930 hectáreas.
Se instalaron a partir de 1921 y allí
siguen hasta el día de hoy. Exigieron y obtuvieron una serie de
condiciones especiales: fundamentalmente, la no soberanía del Estado
Paraguayo dentro de sus territorios, configurando un verdadero
estado dentro del estado y sirviéndose de las poblaciones indígenas
originarias del Chaco.
Organización teocrática y cooperativista
de autoexplotación, con rasgos racistas hacia el resto de la población
paraguaya, que es considerada ciudadanos de segunda dentro de sus
territorios (no perder de vista que en sus manos está la ciudad
mas grande del Chaco, llamada Filadelfia). Hasta el propio presidente
Duarte Frutos... está convertido a esta secta: otro reflejo de la
increíble insularidad y atraso del país. (R.S.)
Notas:
1- Ídem, Marco
Boltes. Esto se puede confirmar en un reciente informe de la
ONU sobre desarrollo humano en el Paraguay: “Hay claros indicios de
un agotamiento del modelo (...) ‘los síntomas se evidencian
en el estancamiento experimentado por la economía en los últimos
20 años (...). Esta situación se ha reflejado en la incapacidad
de la economía paraguaya de encontrar una alternativa productiva a la
producción primaria que se encuentra en crisis debido
fundamentalmente al deterioro de la economía agrícola campesina
algodonera, como así mismo diseñar una alternativa que le
permita insertarse competitivamente en el MERCOSUR, tras la progresiva
desaparición del comercio de triangulación”. PNDU Paraguay, 2003.
2- PNUD,
Informe desarrollo humano Paraguay, 2003.
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