Los supuestos beneficios de las plantas de
celulosa
¿Verdaderos o falsos?
Grupo Guayubira, www.guayubira.org.uy
Enviado por Correspondencia de Prensa, 26/05/05
En Uruguay está ocurriendo algo inédito en la
historia del país: dos empresas de celulosa (la española Ence y la
finlandesa Botnia) están llevando a cabo una gran campaña, con una
fuerte inversión en tiempo y dinero, para influenciar en su favor a
toda la población. El objetivo de esa campaña es claramente el de
intentar apoyo social y político para la instalación de sus plantas
de celulosa y a tales efectos se han centrado en publicitar los
supuestos beneficios que significarían para el país y su gente y en
minimizar sus posibles impactos negativos.
Por esa razón, el Grupo Guayubira consideró
necesario analizar detenidamente cada uno de esos supuestos
beneficios, como forma de aportar una visión más realista al tema,
que posibilite tomas de posición más fundadas al respecto.
Supuesto 1
La instalación de plantas de celulosa generará
empleos
Cada una de las dos empresas de celulosa que
proyectan instalarse en nuestro país -la española Ence y la
finlandesa Botnia- promete 300 puestos de trabajo en cada planta. Si
lo medimos desde el punto de vista de la eficiencia, observamos que
entre las dos plantas habrá una inversión de alrededor de mil
quinientos millones de dólares, que resultará en la creación de tan
sólo 600 puestos de trabajo. Es decir, que para generar cada empleo
se requerirán nada menos que US$2.500.000. A su vez, la propia
empresa Botnia ha facilitado información donde se desglosan los 300
puestos de trabajo y allí se observa que sólo habrá 8 puestos de
trabajo para quienes apenas hayan terminado primaria. Es decir, que
los más necesitados serán quienes no conseguirán trabajo en esa
empresa.
Por otra parte, las propias empresas se jactan de
que con pocos operarios se realizan todas las tareas. Al respecto, al
referirse a la planta de última tecnología instalada en la ciudad de
Rauma, en Finlandia, Botnia dice que "desde la sala de control un
grupo de no más de ocho operarios monitorea a través de cámaras y
software especializado, todo el funcionamiento de la planta."
Con respecto a la calidad de dichos empleos, como
uruguayos, como parte del tercer mundo, no podemos confundirnos y
creer que vamos a disfrutar de las mismas condiciones de los
trabajadores de España o Finlandia.
En ese sentido, cabe recordar que para justificar
las bondades de la forestación nos dijeron que dicha actividad iba a
generar muchos puestos de trabajo. Hemos comprobado, por un lado, que
las plantaciones ocupan menos trabajadores por hectárea que la
ganadería extensiva (Censo Agropecuario 2000) y por otro lado, que
los trabajadores forestales se encuentran entre los peor pagos y entre
los que trabajan en peores condiciones. Además de dejar a los
trabajadores librados a la suerte de contratistas y subcontratistas,
la mayoría trabaja "en negro", es decir, que no genera
derecho alguno por las labores desarrolladas.
Es importante señalar que ninguna de las dos
empresas que intentan ahora instalar plantas de celulosa constituye
una excepción a la regla. En efecto, la empresa Forestal Oriental -de
propiedad de Botnia- ni siquiera permite la sindicalización de sus
trabajadores. A su vez, los trabajadores de la empresa Eufores -cuya
propietaria es Ence- han visto sus salarios reducidos a la mitad y
cuando sus trabajadores se organizan, los presionan de diversas
maneras, creando inseguridad al transferirlos de un lugar de trabajo a
otro u ofreciéndoles sumas importantes para que se vayan.
Por otra parte, tenemos el ejemplo muy cercano de
Chile, con una larga y triste historia en materia de plantaciones y
plantas de celulosa. Al respecto, resulta ilustrador el informe de una
investigación llevada a cabo por la Economista Consuelo Espinosa,
investigadora de la Fundación TERRAM de Chile. El mismo se titula
"Evaluación de los impactos de la producción de celulosa".
El trabajo plantea que específicamente, en la industria de celulosa,
se ha evidenciado una continua capitalización, es decir, una
creciente sustitución del factor trabajo por capital. Esto implica
que por cada unidad adicional de producto elaborado se utiliza cada
vez menos mano de obra. Es decir, que la industria genera cada vez
menos empleos.
Más importante aún, el estudio menciona que al
analizar los niveles de pobreza en las regiones forestales, específicamente
donde están instaladas las plantas de celulosa y donde se registran
las mayores extensiones de plantaciones, se evidencia que éstas
albergan los mayores índices de pobreza del país. Asimismo, al
analizar los niveles de pobreza a escala comunal, se puede observar
que en aquellas comunas donde se encuentran ubicadas plantas de
celulosa, la tasa de pobreza (pobres e indigentes) entre 1994 y 1998
aumentó promedialmente más de un 29%.
Es decir, que la realidad chilena -con
plantaciones parecidas a las existentes en Uruguay y con modernas
plantas de celulosa- demuestra en hechos concretos que tanto las
plantaciones como las plantas de celulosa conexas no solo no mejoran
el empleo, sino que generan niveles de pobreza e indigencia superiores
a los de áreas sin dichas plantas industriales.
Frente a esa realidad ¿cómo es posible creer
que las cifras que manejan las empresas sean ciertas? Si fuéramos a
confiar en las afirmaciones de los directivos de Ence y Botnia, la
población entera de Fray Bentos no alcanzaría para cubrir los
puestos de trabajo que prometen. En efecto, según palabras vertidas
en Comisión de Diputados el 25 de noviembre de 2002 por parte del
Ing. Ind. Químico Pedro María de la Vega, directivo de Ence, los
llamados "empleos inducidos" llegarían a la cifra de 16.000
personas. Un directivo de la misma empresa, el Sr Pedro Blanquer,
aumentó esa cifra en 4.000 empleos más en la Comisión de la Cámara
de Senadores, elevándola a 20.000.
Por su parte la empresa Botnia, respondiendo a
preguntas que se le plantearon en el 2º Foro realizado en Fray
Bentos, dice que "el proyecto genera directa o indirectamente
8.000 puestos de trabajo cuando la planta esté en operación",
agregando que "aproximadamente 3.000 de ellos estarán en el
departamento de Río Negro".
Las cifras obviamente no cierran. ¿Cómo puede
una planta la mitad de grande que la otra generar más del doble de
empleos? (Ence habla de 16.000 a 20.000 y Botnia de 8.000). Pero más
interesante aún es que, si bien esta última aclara que sólo unos
3.000 estarán en Río Negro, no dice cuantos serían en Fray Bentos.
El tema se complica más aún con las estimaciones de la representante
de Botnia en Uruguay, quien dice que los "empleos
indirectos" serán 2.700. Sin embargo, cuando explica esa cifra
incluye los empleos en cosecha, plantación, vivero, transporte y
"otros rubros que hacen a una empresa de celulosa". Sin
embargo, esos empleos (de ser ciertos), se generarían
independientemente de la instalación de la planta de celulosa,
simplemente haciendo lo que ya se está haciendo: producir plantas,
plantar, cosechar, transportar y embarcar los troncos con destino a
España y Finlandia. Por otro lado, hasta la cifra máxima de 8.000
empleos de Botnia se contradice con el "Estudio del impacto
socio-económico del Proyecto Planta de Celulosa Botnia S.A. en
Uruguay" (mayo 2004), cuyas cifras totales de empleos oscilan
entre 2.000 en el año 2005 y 4.300 en el año 2016.
En definitiva, las estimaciones de empleos
vinculados a las plantas de celulosa no se basan en estudios serios
realizados al respecto y quienes las publicitan no aportan evidencia
concreta de dónde y cómo se generarán. Frente a esas especulaciones
se yergue la dura realidad chilena, con sus niveles de pobreza e
indigencia incrementados luego de la instalación de plantas de
celulosa.
Supuesto 2
La industria celulósica no desplazará otras
fuentes de empleo
Parece poco creíble sostener que una actividad
como la producción de celulosa, que resulta en malos olores,
contaminación hídrica, aérea y acústica no vaya a tener impactos
sobre otras fuentes de empleo, en particular aquellas vinculadas al
sector turístico. En este sentido, es importante traer a colación
los impactos producidos por Ence en Pontevedra, que la planta planeada
por Botnia es mucho más grande que cualquiera de las que tiene en su
propio país y que los impactos de ambas se sumarían en un impacto
mucho mayor.
En un estudio llevado recientemente a cabo en
Fray Bentos por el CIESU (Centro de Informaciones y Estudios del
Uruguay), se constató que en los últimos 12 meses (julio 2003-julio
2004), el 15% de los encuestados trabajó en el sector turístico (12%
en Las Cañas). Esos porcentajes implican un promedio de 1275
personas, que para una ciudad como Fray Bentos (con una población
económicamente activa de 8500 personas) es una cifra muy importante.
Resulta evidente que la sola existencia de malos olores -sin contar la
posible contaminación de las aguas del río Uruguay- podría provocar
una huida de turistas, con la consiguiente pérdida de empleos. Al
hablar entonces de los 600 empleos que generarían las dos plantas
juntas, habría que tener claro que un número similar o superior de
empleos podrían perderse en el sector turístico.
A lo anterior se suma que el radio de impacto de
los malos olores puede llegar a los 60 kms (como en el caso de la
ciudad de Valdivia en el sur de Chile, afectada por los olores de una
planta de celulosa ubicada a 54 kms de distancia), por lo que también
se podrían ver afectadas las recientemente desarrolladas y
promocionadas estancias turísticas.
Otra producción que podría ser gravemente
afectada es la apicultura. No creemos que sea casual que entre las
condiciones impuestas a Ence por la DINAMA se encuentra la de
"proponer un seguimiento del impacto sobre la producción apícola
y comportamiento a través de la instalación de apiarios (de al menos
veinticinco colmenas cada uno) instalados en un área testigo, en la
zona del punto de máximo impacto, y dentro del área de influencia)
así como realizar el seguimiento de presencia de contaminantes en
todos los productos de la colmena". Es decir, que la DINAMA
considera que las emanaciones de la planta podrían ser peligrosas
para las colmenas y para la miel. Además de los riesgos de mortandad
de abejas, la producción melífera correría riesgos en mercados de
exportación europeos, que ya aseguraron rechazarán la miel por
contener elementos tóxicos provenientes de las plantas de celulosa,
marcando un radio preventivo de unos 100 km a la redonda.
Otro rubro importante en la zona es la lechería,
que genera puestos de trabajo en un 80% por sobre los generados en la
forestación. Esta afirmación la hacemos según datos concretos de un
profesional que asesora varios establecimientos del rubro y que además
compara su información con los datos del Censo Agropecuario del año
2000, que coinciden.
También podrían verse afectadas la pesca (por
mortandad o contaminación de peces) y la agricultura orgánica.
En síntesis, la generación de los ya famosos
600 empleos podría terminar en un balance netamente negativo en
materia de puestos de trabajo para la gente de la zona, agravado por
el hecho de que muchos de esos empleos -en particular los más técnicos-
serían ocupados por gente de fuera del departamento e incluso del país.
Supuesto 3
Las empresas invertirán 1.500 millones de dólares,
suma jamás vista en nuestro país
Lo primero a señalar es que esa suma jamás será
vista en el país. La razón es muy sencilla: la mayor inversión es
en la maquinaria y los equipos, que no son fabricados en nuestro país.
Por lo tanto, varios cientos -o quizá más de 1000- millones de dólares
nunca van a llegar a Uruguay, sino que quedarán en los países que
les vendan la maquinaria y los equipos requeridos. Esto fue reconocido
por el Economista Ernesto González Posse en el 2º Foro organizado
por Botnia en marzo de 2004, quien dijo que "nuestras
estimaciones son que el 20% de los costos de inversión son de
proveedores domésticos .". En otras palabras, que la inversión
real en Uruguay de ambas plantas sumadas será de 300 millones, en
tanto que los 1.200 millones restantes (correspondientes al 80% de las
inversiones que vienen del extranjero y vuelven al lugar de origen )
nunca beneficiarán al país.
Por otra parte, llama la atención que empresas
aparentemente tan sólidas y dispuestas a hacer inversiones tan
grandes insistan en pedir todo tipo de ventajas, sin las cuales dicen
no poder instalar sus plantas. En ese sentido, no entendemos:
a) la razón de que ambas empresas estén
gestionando la financiación por parte de nuestras AFAPs, cuyos fondos
podrían destinarse a desarrollar actividades para las que escasean
los capitales
b) que sigan pidiendo en forma permanente
exoneraciones impositivas, mientras a los empobrecidos ciudadanos de
este país se nos siguen cobrando todos los impuestos
c) que exijan la habilitación de una zona
franca, que sería una forma disfrazada de subsidio, que también
resultaría en el no pago de impuestos
d) que una de ellas (Botnia) se haya beneficiado
con la firma de un "Acuerdo con el Gobierno de la República de
Finlandia relativo a la promoción y protección de inversiones",
por el que se le asegura que en caso de que sufra pérdidas "por
causa de guerra u otros conflictos armados, estado de emergencia
nacional, revuelta, insurrección o manifestaciones" (énfasis
agregado), el Estado uruguayo se compromete a resarcirla por las pérdidas
que ello le pudiere ocasionar.
Hasta ahora todos los uruguayos hemos pagado de
nuestros bolsillos los subsidios y la exoneración de impuestos del
sector forestal, algunos de cuyos beneficiarios fueron precisamente
estas dos empresas. ¿Por qué tenemos ahora que subsidiar también
sus emprendimientos industriales? ¿Por qué no usan los cientos de
millones de dólares que dicen van a invertir?
Supuesto 4
Aumentará la recaudación de impuestos
Lo cierto es que las dos empresas están
activamente buscando mecanismos para pagar la menor cantidad de
impuestos posible.
En ese sentido, los directivos de una de las dos
empresas (Ence), han planteado reiteradamente la necesidad de que el
gobierno les otorgue un "marco legal o fiscal adecuado". Es
así que el señor Pedro Blanquer, Director de la División Celulosas
de ENCE y Presidente de Celulosas de M'Bopicuá planteó en 2002 en la
Comisión de Medio Ambiente del Senado la necesidad "de una
financiación adecuada", que "se conseguirá sólo si el
marco fiscal que podamos conseguir en su momento -que solicitaremos
del Gobierno uruguayo- es el adecuado". El mismo planteamiento
fue hecho el mismo año en la Comisión de Medio Ambiente de Diputados
por otro directivo de Ence (el Ing. de la Vega), al decir que
"tendremos que hablar con los legisladores de Uruguay para buscar
un marco económico y fiscal a efectos de poder seguir adelante con
este proyecto".
Por otro lado, tanto Botnia como Ence ya han
presionado para que se las autorice a instalarse en zona franca, lo
que implicaría cuantiosas exoneraciones impositivas. En julio de
2004, hablando en Finlandia ante un grupo de periodistas uruguayos
invitados por Botnia, uno de los principales directivos de la empresa
(Timo Karinen) advirtió que "En Uruguay si no hay una exención
impositiva el proyecto no es viable". Al respecto, es interesante
ver lo que dicen algunos artículos de la Ley Nº 15.921 de Zonas
Francas:
"Artículo 19.- Los usuarios de las zonas
francas están exentos de todo tributo nacional, creado o a crearse,
incluso de aquellos en que por ley se requiera exoneración específica,
respecto de las actividades que desarrollen en la misma.
Artículo 22.- Los bienes, servicios, mercancías
y materias primas introducidos en las zonas francas y los productos
elaborados en ellas, podrán salir de las mismas en cualquier tiempo,
exentos de todo tributo, o cualquier otro instrumento de efecto
equivalente, gravámenes y recargos creados o a crearse, incluso
aquellos en que por ley se requiera exoneración específica
cualquiera fuera su naturaleza".
En otras palabras, los emprendimientos instalados
en zonas francas están exentos de todo tributo nacional, creado o a
crearse, incluso aquellos cuya exoneración legal requiera de una
autorización específica.
Dentro de esta exoneración de carácter general
y amplio, se comprende al Impuesto a las Rentas de la Industria y
Comercio (IRIC) y el Impuesto al Patrimonio (IP). En relación al IRIC
se excluye, sin embargo, a los dividendos y utilidades pagados o
acreditados a personas del exterior cuando se encuentren gravadas en
su país de origen y exista crédito fiscal por el impuesto que
abonaren en Uruguay.
La existencia de las exenciones aduaneras y
fiscales antes descritas, transforman a las zonas francas uruguayas en
verdaderos paraísos fiscales. Esto significa que el Estado uruguayo
no recaudará prácticamente nada en caso de que acceda al pedido de
las empresas.
Supuesto 5
La opción es entre exportar troncos y chips o
exportar celulosa
Frente a quienes están preocupados viendo como
la madera es cargada en barcos como troncos o como "chips",
es importante decir que el Grupo Guayubira también está preocupado,
pero que opina que la celulosa es la peor opción entre las
alternativas posibles. Al respecto, el Grupo Guayubira ha planteado y
difundido oportunamente alternativas para la utilización de la madera
ya existente y hemos llamado y llamamos a una discusión nacional
sobre el tema.
Una de las posibles alternativas es el desarrollo
de una industria integrada de la madera, orientada tanto hacia el
consumo interno como hacia la exportación. Ella incluiría
aserraderos, plantas de laminado, fabricación de tableros de fibra o
aglomerados, fabricación de parquet, mueblerías, carpinterías y
toda la gama posible de actividades industriales con base en la
madera. Todo el sector podría ser activado a nivel nacional si se
diseñaran viviendas de madera para atender las necesidades de las
miles de personas que hoy se alojan en viviendas precarias en los
barrios marginales de todas las ciudades y pueblos del país.
Los capitales necesarios para esos tipos de
actividades industriales son infinitamente menores a los requeridos
para las plantas de celulosa, por lo que podrían ser encaradas por
capitales nacionales. Por otro lado, generarían muchos más empleos
estables que las plantas de celulosa y sus posibles impactos
ambientales podrían ser reducidos a su mínima expresión.
Al mismo tiempo, el desarrollo de la industria de
la madera podría complementarse con la promoción del uso de la leña
como combustible industrial, comercial y residencial, tal como el país
lo hizo exitosamente durante las crisis energéticas de los años 70 y
80. Tal opción parece evidente a la luz de la crisis energética de
2003-2004, cuando las centrales hidroeléctricas no tienen suficiente
agua para producir energía y cuando existen denuncias de que la
Central Batlle produce electricidad en base a fuel oil a un costo muy
elevado. La leña está allí y el país cuenta con la suficiente
experiencia al respecto.
En resumen, la celulosa no es la mejor opción y
para gran parte de las actuales plantaciones ni siquiera es una opción,
por estar ubicadas muy lejos del posible emplazamiento de las plantas.
Las opciones reales las deberemos tomar los uruguayos, acordando una
política de uso de las actuales plantaciones, que devuelva a la gente
lo que la sociedad uruguaya en su conjunto aportó -en forma
inconsulta- para el establecimiento de las mismas.
Supuesto 6
Las Plantas de Celulosa resolverían qué hacer
con la madera ya existente
Lo primero a resaltar es que -en caso de
instalarse- estas empresas no usarían madera de plantaciones ubicadas
a distancias donde los costos de transporte aumenten sustancialmente
el costo de la materia prima. Es por ello que ya están comprando más
tierras en las inmediaciones de Fray Bentos y ellas mismas han
declarado que van a necesitar forestación adicional. Es decir, que
gran parte de la madera de esas 600.000 hectáreas plantadas no va a
tener como destino final la producción de celulosa en el país.
El resultado final de la instalación de plantas
de celulosa sería entonces la consolidación y expansión aún mayor
de un modelo de monocultivos forestales a gran escala que genera
importantes impactos ambientales y agrava el éxodo rural.
Es importante señalar, por un lado, que
legalmente las empresas pueden plantar en cualquier tipo de suelo
(haya sido o no declarado "de prioridad forestal"). Por otro
lado, los llamados "suelos de prioridad forestal" han sido
falsamente presentados como de baja productividad agrícola-ganadera.
En realidad, la productividad de esos suelos sólo ha sido medida en términos
de producción de carne y lana (índice CONEAT bajo) y no de producción
agrícola. Pero en todos los casos son suelos capaces de producir
alimentos o de sustentar una producción forrajera que sea, a su vez,
alimento para el ganado.
Entonces, lo más preocupante que implicaría la
consolidación de este modelo forestal sería la ampliación de las áreas
forestadas hacia más tierras aptas para la producción alimentaria,
las que -obviamente- resultan excelentes para el crecimiento de los árboles.
Más grave aún, implicaría que -en aras de seguir abatiendo costos-
se seguiría plantando en las tierras más cercanas a las
instalaciones fabriles, donde se encuentran algunas de las mejores
tierras del país (Río Negro, Paysandú, Soriano).
Supuesto 7
Es necesario producir más papel
Cuando se piensa en papel, generalmente se piensa
en libros, cuadernos, información escrita. Sin embargo, la mayor
parte de la celulosa que se produce termina en cartón para
empaquetado, papel de embalaje y papeles descartables.
La realidad muestra que la mayor parte del papel
que se produce nunca estuvo destinada a satisfacer reales necesidades
humanas, sino a crear niveles de consumo innecesarios que aseguran la
rentabilidad de la industria de la celulosa y el papel. Sin embargo,
la industria alimenta el mito de identificar al alfabetismo con el
consumo de papel. Las cifras mundiales al respecto desmienten esta
afirmación repetida una y mil veces.
Usando como ejemplo los tres países involucrados
en este emprendimiento celulósico, las cifras resultan más que
elocuentes: Mientras la población de España (país de origen de Ence)
y la de Finlandia (país de origen de Botnia) tienen un 99% de
alfabetización, Uruguay llega al 97,7%. Es decir, que la diferencia
no es muy grande en ese sentido. Entonces, ¿cómo se explica que el
consumo anual de papel en Uruguay sea de unos 40 kilos per cápita
mientras que el de España alcanza los 167 kilos y el de Finlandia
(campeón mundial en la materia) trepa a 430 kilos también per cápita?
Dado que en Uruguay no se percibe ninguna escasez
de papel, cabe preguntarse por qué tenemos que exportar celulosa para
que los finlandeses y los españoles sigan consumiendo esas cantidades
enormes de papel. Y que quede claro: la celulosa a producirse no va a
terminar en cuadernos para niños de escuela uruguayos, sino que se va
a exportar.
Supuesto 8
Las modernas plantas de celulosa no contaminan
La industria de la celulosa tiene una larga
historia de contaminación en el mundo y particularmente en los países
industrializados. Si bien es cierto que algunas empresas han
introducido mejoras en sus procesos industriales en los últimos
tiempos, también es cierto que ello ha sido producto de la larga y
dura lucha de la sociedad civil y no de decisiones voluntarias
adoptadas por la industria.
Entonces, como en sus propios países se ha
demostrado que se puede mejorar y como además se ha demostrado que la
recuperación de los recursos naturales contaminados es muy costosa en
dinero y en tiempo requerido, las normativas ambientales de esos países
se han tornado muy exigentes a la hora de autorizar la instalación de
una nueva planta, lo que conlleva altísimos costos. Esas mismas
empresas saben que en países como el nuestro esos costos se pueden
abatir sustancialmente: tierra y mano de obra baratas, crecimiento rápido
de los árboles, acceso ilimitado al agua de nuestro río Uruguay y,
por sobre todo, que los controles ambientales serán mucho más laxos
que en sus países de origen.
Lo cierto es que la mayoría de las plantas de
celulosa emiten fuertes olores a causa de los compuestos de azufre. El
olor penetrante de estas sustancias ha sido reconocido por largo
tiempo como un problema ambiental. Pero sólo recientemente los
estudios epidemiológicos han evidenciado los posibles efectos en la
salud humana como consecuencia de la exposición a estos compuestos a
niveles comúnmente presentes en las proximidades de una planta de
celulosa.
Nada menos que un estudio finlandés (Estudio de
la Contaminación del Aire de Karelia del Sur) muestra que la exposición
a compuestos malolientes del azufre aumenta el riesgo de infecciones
respiratorias agudas. Este estudio reafirma la evidencia de que la
exposición a largo plazo aumenta los síntomas del tracto
respiratorio con niveles de exposición mucho más bajos de los que
podría esperarse tomando en cuenta los conocimientos actuales de la
toxicología de estos compuestos.
Cabe traer a colación el Convenio de Estocolmo
que Uruguay acaba de ratificar y que se encuentra en vigencia. En él
se plantea la eliminación de los llamados Contaminantes Orgánicos
Persistentes, entre los que se encuentran las dioxinas y furanos. De
acuerdo con la DINAMA, la planta prevista de Ence emitiría tales
sustancias a un nivel "sin duda muy superior a la emisión total
actual del sector" (fábricas de celulosa y papel) e implicaría
"un aumento del 1% en la emisión atmosférica total estimada
para todas las actividades a nivel nacional consideradas". Es
decir que sólo con la instalación de la planta de Ence, Uruguay ya
estaría violando el Convenio de Estocolmo (al aumentar las emisiones
de lo que se comprometió a reducir y eliminar: dioxinas y furanos). A
ello se agregaría la planta de Botnia, el doble del tamaño de la de
Ence.
Por otra parte, las plantas de celulosa utilizan
enormes cantidades de agua. La demanda de agua fresca puede dañar los
hábitats cercanos a las plantas de celulosa, reduce los niveles de
agua y cambia la temperatura del agua, ambos factores ambientales críticos
para la vida en el medio acuático. Si bien los efluentes líquidos
son mucho menos tóxicos que hace diez años, aún siguen conteniendo
elementos tóxicos, tanto para la vida acuática como para los seres
humanos. Además, siempre está presente el riesgo de accidentes
reales o vertidos intencionales que, debido a las enormes dimensiones
de estas plantas pueden resultar en la contaminación de cursos de
agua completos, con los consiguientes daños para las poblaciones
aledañas y para la flora y fauna acuáticas.
Otro elemento con el que se pretende manipular a
la opinión pública local es el que dice que el volumen de los
desechos municipales es enorme y no se dice nada. La respuesta obvia
es que una cosa mal hecha no justifica que otra igual o peor también
se pueda hacer. Pero además hay que tener presente que no se pueden
medir de la misma manera los desechos municipales que los de una
actividad industrial, ya que estos últimos no tienen la capacidad de
biodegradarse como sí la tienen los municipales.
Podemos entender -aunque no compartir- la visión
de personas que dicen "prefiero morir contaminado antes que morir
de hambre". Nadie debería estar en esa terrible disyuntiva de
tener que elegir entre dos tipos de muerte en un país con enormes
recursos alimenticios como el nuestro. El gobierno debe asegurar que
la gente no tenga que optar por ninguna de ellas y debe asegurar
empleo y ambiente sanos para toda la población. Pero además, nada
puede asegurar que además de no conseguir empleo, mucha gente se
pueda ver afectada en su salud y terminar muriendo de enfermedades
vinculadas a la producción de celulosa. El Convenio de Estocolmo ya
mencionado no está en vigencia por capricho. Está en vigencia porque
ya se conocen los impactos negativos de los "contaminantes orgánicos
persistentes" (entre los que se cuentan las dioxinas y furanos
que emiten las plantas de celulosa) y se pretende llegar a su
eliminación. Ese tipo de contaminación ni se ve ni se huele, pero
está presente en el ambiente y afecta la salud de la gente al irse
bioacumulando a través de la cadena alimenticia, es decir que se
incorpora a los tejidos grasos de los distintos animales comestibles,
pudiendo llegar a la especie humana. Esto significa que la contaminación
permanece por un muy largo tiempo.
Supuesto 9
El Estado controlará
Resulta difícil confiar en que el Estado vaya a
poder controlar a dos empresas como éstas. Por un lado, hay que tener
en cuenta que para realizar controles reales y estrictos, no sólo se
precisa la capacitación de personal idóneo, sino que además se
requiere disponer de una adecuada infraestructura en equipos que midan
los contaminantes. Resulta impensable alcanzar este objetivo en un
mediano plazo en nuestro país dado que, por ejemplo, un solo equipo
para medir dioxinas cuesta alrededor de 300 mil dólares. A ello se
agrega que habría que controlar los efluentes líquidos y las
emisiones aéreas de dos gigantescas plantas que funcionarían las 24
horas del día.
Pero además, cabe preguntarse qué pasaría si
se constataran violaciones en materia de emisiones. ¿Se aplicaría
una multa? ¿Dos multas? ¿Se clausuraría la planta? Basta ver lo que
ha pasado con las plantas de Ence en España o con la chilena con
tecnología finlandesa en Valdivia, para darse cuenta que estas
plantas jamás son clausuradas, por más contaminación que produzcan.
Supuesto 10
La instalación de las plantas de celulosa
mejorará las condiciones de vida de la población de la zona
Si la expresión fuera "cambiará las
condiciones de vida", la frase tendría sentido.
Por cierto que el malestar agobia a la población
de casi todo el planeta. Nuestros pueblos del sur son empujados por
mecanismos comerciales y financieros internacionales al
empobrecimiento y la marginación, seducidos por el modelo consumista
y con la frustración de no alcanzar el éxito propagandeado por los
medios masivos.
No obstante, las condiciones ambientales en que
viven los habitantes de Fray Bentos son miles de veces mejores que las
de muchas ciudades europeas. La calidad del aire, la calidad del agua,
las condiciones acústicas, el paisaje...
Las empresas celulósicas ganas tendrían, pero
no se atreven a decir que el río mejorará, que el aire será más
respirable, que disminuirán los ruidos diarios, que habrá menos
riesgos de "accidentes", que habrá menos afecciones
pulmonares o incidencias de cáncer a lo largo de los próximos
cuarenta años.
Calidad de vida es esencialmente eso y eso
empeorará; poco, según ellos, mucho según la experiencia. Pero no
es sólo eso.
La construcción de las plantas tendrá impactos
migratorios. Supongamos cierto y positivo que la construcción
demandará durante un par de años unos miles de obreros de la
construcción. Obviamente, en estos tiempos, si hay oportunidades de
trabajo, vendrán de todos los pueblos de la región, incluso
argentinos, brasileños, paraguayos, bolivianos. Mayoritariamente la
mano de obra demandada será masculina. ¿Impactará esto en las
condiciones de vida de la población lugareña? ¿Querrá y/o podrá
el estado uruguayo, brindar los necesarios servicios financieros, de
seguridad, transporte, educación, salud, etc.? Seguramente el sector
privado sí será presto en brindar, por ejemplo, un eficiente
servicio de burdeles y cabarets. Sin ponerse en puritanos o
puritanas... ¿mejora esto las condiciones de vida?
Muchos trabajadores traerán sus familias. ¿Qué
será de ellas cuando la obra haya finalizado? Como ejemplo basta ver
a Concordia, tras la construcción de la represa de Salto Grande, que
prometía el desarrollo perpetuo ante el desborde industrial por la
energía; hoy es una de las ciudades más difíciles de Argentina, con
crecientes niveles de desocupación, violencia y desintegración
social.
Es cierto que habrá en Fray Bentos algunos
centenares de familias con altos ingresos, no sólo de quienes
trabajen en las plantas sino en bancos, empresas contratistas y una
nada despreciable (aunque despreciable) cantidad de proveedores de
drogas, especuladores y contrabandistas, que por cierto incrementarán
la economía de la región. El "efecto multiplicador" de que
nos hablan los economistas. ¿Mejora esto las condiciones de vida?
La instalación de las plantas cambiará las
condiciones de vida de los fraybentinos, la región y las futuras
generaciones. Será un antes y un después por la escala gigantesca de
estos emprendimientos. Corresponde pensarlo ahora.
Hay otras alternativas: una sociedad integrada
como la nuestra, pacífica, educada, en una región agroecológica
privilegiada como ésta, no sólo puede revertir la pobreza hoy
imperante, garantizando alimentación, cobijo y comunidad, sino que
puede dar continuidad a su identidad cultural e insertarse en el mundo
desde la producción de alimentos sanos, por ejemplo.
Tenemos las tierras, tenemos las manos, tenemos
el agua y el aire más limpios del planeta, tenemos la juventud de un
pueblo joven. Todavía.
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