Perú hoy
Las dificultades de una nueva etapa
que
no termina de nacer
Por Roberto Sáenz
Socialismo o Barbarie, periódico,
12/08/05
“Las actuales luchas que se dan a
lo largo y ancho del territorio nacional son consecuencia directa de
las contradicciones que ha ido acumulando la aplicación de la receta
neoliberal en nuestro país en los últimos 15 años. El pensamiento
globalizador de la economía de mercado se ha institucionalizado desde
entones, se hizo hegemónico y se acostumbró a cantar con una sola
voz que parecía inmutable y a la que desde entonces, le han hecho
coro los grandes medios de comunicación.
La política peruana viene moviéndose
a este ritmo desde 1990 en que se establece el “modelo de ajuste
estructural”. A este modelo de libre mercado le sucedieron otras
medidas: “modernización” del aparato estatal, de desacreditación
de los movimientos sociales bajo el amparo de la lucha contra el
“terrorismo”, de cooptación de los intelectuales apostatas, de
privatización y desaforado entreguismo de los recursos naturales,
junto con ello, de legitimación de una cultura de impunidad, del
‘coimeo’ que profundizaron la corrupción”
[1].
A mediados del mes de julio,
Socialismo o Barbarie estuvo unos días en la ciudad de Cusco, Perú.
Esta visita la hicimos por la invitación fraternal que nos
hizo la “Liga Socialista”, un valioso grupo de dicha ciudad.
Integrado mayormente por jóvenes compañeros de la Universidad
Nacional del Cusco, es el único de la tradición trotskista en la
misma y uno de los más importantes del Perú.
Desde estas líneas, queremos
agradecer la invitación, así como dar cuenta de la importancia que
tiene en el actual periodo el establecer relaciones abiertas y
fraternales de conocimiento y eventualmente colaboración y acción
común entre partidos y/o agrupamientos que vienen de trayectorias
diversas.
En lo que sigue, haremos una
especie de “resumen” del intercambio de ideas con los compañeros
acerca de la actual situación en su país[2]. Desde ya que la
responsabilidad de lo escrito es enteramente del autor de esta nota.
A modo de antecedente
Para entender la actual situación
política del país, es necesario hacer un somero “raconto” histórico.
Entre 1968 y 1975 gobernó Perú el general Velazco Alvarado. Asumió
por intermedio de un golpe de Estado por el que desplazó al gobierno
“constitucional” de Belaunde Terry, en el poder desde el año
1963.
Uno de los objetivos principales de
Velazco fue intentar reabsorber las consecuencias
revolucionarias de los acontecimientos del principio de la década del
’60 en la zona del Cusco (ver recuadro), llevando a cabo una
reforma agraria desde arriba.
“La reformar agraria de
Velazco,
es totalmente diferente de la llevada a cabo en Chaupimayo[3].
El objetivo primario del régimen era mejorar el progreso general del
capitalismo en el Perú. El bienestar de los obreros y campesinos era
una preocupación secundaria (...). Blanco urgió a la población a
tomar ventajas de estas reformas y presionar por su participación
directa y su capacidad de decisión en la implementación de cada
cambio. Esto, por supuesto, era inaceptable para el régimen de
Velazco”[4].
Al mismo tiempo, Velazco tomó
medidas nacionalizadoras de la minería, la pesca, del comercio
exterior y la banca. Casi el 65% del capital empresarial quedó en
manos del Estado. Ensayo una frustrada reforma educativa, que obtuvo
el rechazo de los docentes. Estos, a lo largo de gran parte de la década
del ’70 y agrupados en torno al SUTEP[5], expresaron una gran
combatividad, realizando paros cada año de seis meses o más,
llegando a cumplir un papel de importancia en la lucha de clases de la
época. Al mismo tiempo, Velazco Alvarado firmó tratados
internacionales con la ex URSS y logró el apoyo del PC domesticando a
las centrales sindicales.
Los límites de
Velazco, fueron los
de toda la experiencia de nacionalismos burgués en la segunda
posguerra, que pretendían resistir parcialmente al imperialismo, al
tiempo que se jugaban con todo a impedir la acción independiente
de los trabajadores y los campesinos, sin ir realmente –en ningún
caso- mas allá del capitalismo y asumiendo cada vez más un carácter
bonapartista.
Ante la encrucijada planteada por
las contradicciones de esta situación, se abrió una crisis en el
gobierno velazquista. Este terminó siendo derrocado por un golpe pro
imperialista de otro militar, Morales Bermúdez. Pero duró poco,
producto del ascenso de las luchas obreras y populares de los años
1977 y 1978 contra esta misma dictadura. Ascenso que dio lugar al
conocido desarrollo de “asambleas populares” como órganos
embrionarios de poder local en el marco de un agudo proceso
revolucionario.
Este proceso buscó ser desviado
con la Constituyente del año 1979. “La lucha radical contra la
dictadura militar fue (...) tan profunda que tiró abajo los planes
del gobierno de continuar en el poder y atemorizaron a las fuerzas de
la burguesía, que creyó por un momento que el poder podía escapar
de su control. Por eso (...) el APRA[6] y el PPC (Partido Popular
Cristiano) pactaron una salida a la crisis convocando a una Asamblea
Constituyente (...) garantizándole a los militares una retirada ‘en
orden’ a los cuarteles”[7].
Para la Constituyente, el
FOCEP[8],
en una campaña histórica y levantando el planteo de “Asamblea
Constituyente Soberana y con Poder” obtiene alrededor del 15% de los
votos, colocando 12 constituyentes. Lamentablemente, muy rápidamente
esta experiencia se frustra, comenzando allí mismo la crisis de las
corrientes del trotskismo.
Al tiempo, en la Constituyente se
termina imponiendo una constitución “liberal” y Belaunde Terry
(de Acción Popular) llega al poder. En 1980 asume nuevamente la
presidencia, intentando imponer un giro liberal que deje
definitivamente atrás la fase “nacionalista”.
Un mes antes había hecho su
aparición Sendero Luminoso. Ya con Belaunde, así como luego con Alan
García y posteriormente Fujimori, comenzaron las matanzas de
trabajadores y campesinos con la excusa de la lucha “contra el
terrorismo”, llegándose a contabilizar casi 70.000 asesinados a lo
largo de más de una década en la “guerra sucia”.
En el año 1985 asume Alan García
del APRA en medio de una crisis política generalizada y del ascenso
del fenómeno de Sendero. A lo largo de los años ’85, ’86, ’87
García tiene su particular cosecha de mas de 6.000 trabajadores y
campesinos asesinados. Siguen abiertas aún hoy las causas por las
masacres de penales como El Frontón y Lurigancho, donde fueron
asesinados de un saque más de 200 presos políticos. Junto con esto,
intenta llevar a cabo una gestión “populista” que busca oponer a
los sectores más atrasados contra los trabajadores asalariados,
presentados como “privilegiados”.
Al mismo tiempo, García hace el
planteo de que pretende pagar solo el 10% de la deuda externa para
permitir el “crecimiento del país”. Pero para el momento en que
el APRA llegó al gobierno, ya tenía agotado su perfil
“antiimperialista”. Cuando García intentó dar pasos en el
sentido de la estatización de la banca (en parte, para salvar algunos
de la bancarrota) enfrentó una oposición burguesa que se moviliza
masivamente, retrocediendo sin pena ni gloria frente a la misma.
En medio de una crisis
hiperinflacionaria se llegó al año ’89. En las elecciones que
oponen a Vargas Llosa con Fujimori, finalmente se termina imponiendo
este último en la segunda vuelta. Presentándose a sí mismo como un
“outsider”, fue apoyado por parte muy importante de la
“izquierda”, con el argumento del “mal menor”.
Se cerraba así, definitivamente,
el ciclo burgués “nacionalista” y “antiimperialista”,
utilizado como malla de contención a las luchas independientes de los
trabajadores de la ciudad y el campo, que con idas y vueltas, había
cruzado la vida política del país en las últimas décadas.
Entre Fujimori y Sendero
Con Fujimori Perú entró en la
“era” neoliberal. A partir de allí se abre el período de los
últimos 15 años donde se impone el neoliberalismo y una grave
derrota a las masas. Es la etapa en la cual Sendero queda
finalmente liquidado, luego de haber contribuido esta organización a
la tremenda atomización y anomia de las organizaciones de masas y
las clases trabajadoras del campo y la ciudad. Esto producto de su
orientación, estrategia y métodos, llegaron a configurar el fenómeno
de una de las guerrillas con rasgos más reaccionarios, antiobreros
y antipopulares que se tenga memoria en América Latina[9]. Casi
un Pol Pot latinoamericano[10].
A comienzos de la década del ’90
se hizo cargo de la dirección del país Alberto Fujimori. Es con este
gobierno que se dio el giro al neoliberalismo, proceso que continua
hoy bajo Toledo. Pero en este caso con una particular dureza: se
hizo a sangre y fuego, con la excusa de Sendero. Para el año
’92 Sendero quedó derrotado (con Abimael Guzmán capturado en
septiembre de ese año) y el parlamento disuelto mediante el golpe de
Estado del 5 de abril de 1992. Luego, Fujimori impuso una “contra”
reforma constitucional. O sea, totalmente reaccionaria y por
intermedio de una “constituyente” viciada. Se le dio así rango
constitucional a una versión de capitalismo neoliberal
particularmente salvaje, con muy marcados rasgos reaccionarios
tanto en el terreno económico-social como político; la mayoría
de los cuales siguen vigentes hasta hoy.
En estas condiciones, la
particularidad del Perú es que el proceso de dictaduras reaccionarias
como las vividas en Argentina o Chile en la década del ’70, se
“corrió” (aún cuando también el Perú vivió dictaduras
militares a los largo de los ’70, aunque de signos diversos) y se
expresó de hecho en un régimen como el de Fujimori, que a partir del
’92 asumió la característica de un régimen bonapartista con
formas parlamentarias, mas allá de que hubieran elecciones generales
en el ’95.
En conclusión: para imponer el
neoliberalismo y estabilizar el país, aprovechándose de la
circunstancia creada por la existencia de Sendero y su creciente
repudio popular, se impuso un cambio de régimen político: de
democrático burgués a bonapartista con formas parlamentarias, lo
que configuró una especificidad en la década del ’90 respecto de
prácticamente todo el resto de la región.
Un régimen que al lado de medidas
paternalistas y populistas hacia sectores marginales, descargó una
tremenda represión que no sólo asentó sus reales sobre Sendero,
sino que fundamentalmente, tuvo entre sus principales objetivos la
criminalización de todas las organizaciones sindicales y el asesinato
de obreros, campesinos y estudiantes.
En este contexto, hay que dejar
sentada una somera caracterización acerca del fenómeno Sendero. Se
trató de la expresión de sectores campesinos en condiciones de un
extremo atraso; llegando, en el caso de las ciudades, a hacerse de una
“cabeza de playa” entre los “pueblos jóvenes” esto es, las
zonas de asentamientos de población mayormente marginada o sin
trabajo. Pero es sabido que
nunca llegó a hacer pie entre sectores
importantes de la clase obrera. Entre otras cosas, por su rotundo
desprecio y ataque sectario a la organización democrática de base de
los trabajadores, campesinos y capas populares. Cumplió, por el
contrario, un rol disolvente, atomizador y profundamente reaccionario
en este sentido, enemigo jurado y confeso de la democracia obrera.
La caída del “Chino”
Hacia fines de la década del
’90, el régimen de Fujimori fue cayendo en una crisis irreversible.
Las guerras fraticidas con Ecuador de los años ’94 y ’97 no
lograron parar esta decadencia. Tampoco el afamado ingreso a sangre y
fuego en la embajada que había sido ocupada por la guerrilla del
MRTA[11] y que se pudo ver por la TV en todo el mundo. Desde el año
1998, empieza entonces el “esmerilamiento” de su gobierno.
Es en este contexto que hace su
aparición Alejandro Toledo, el actual presidente del Perú.
En las elecciones del ’95 éste
se presenta polarizando populistamente con el perfil del “Cholo”
(o sea, presentándose como originario) contra el “Chino” (Fujimori).
O sea, aparece tratando de aprovechar el masivo sentimiento contra la
opresión entre la población originaria urbana y campesina.
En el 2000, con esta ubicación, se
monta en la movilización popular-democrática que se desencadena
contra Fujimori, y en la cual la burguesía opositora logra imponer
desviar todo al terreno democrático-burgués. Esto, por la vía de la
concentración de la atención de la opinión publica en los sonados
casos de corrupción de la mano derecha de Fujimori, Vladimiro
Montesinos, y en los que está involucrado el mismo presidente.
Se realiza una elección que
Fujimori gana por intermedio del fraude. Pero luego se desencadena la
famosa marcha de “los 4 Suyos” (2001), hasta que finalmente Toledo
gana en la nueva elección, aunque solo por un 4%.
La caída de Fujimori significó un
nuevo cambio de régimen: la vuelta hacia la normalidad “democrático-burguesa”.
Pero con un elemento específico en el caso peruano: la
manutención de muy fuertes rasgos reaccionarios, heredados de
Fujimori y de los cuales se sirve la burguesía y el imperialismo para
imponer su dominación sobre las masas populares del país.
En este sentido, hay que tener en
cuenta el importante elemento de que sigue vigente la constitución
Fujimorista del ’92. Esto implica no solo medidas económicas,
sino una serie de medidas políticas reaccionarias, como una legislación
electoral completamente antidemocrática.
Un lento proceso de acumulación
“Ya anteriormente habíamos señalado
que la situación social ‘tiene un dinámica creciente’, aunque
esto no significa necesariamente que el país se encuentre o vaya a un
gravísimo impasse. Además, esto lo decíamos debatiendo con el
PST[12] que planteaba que el gobierno se encontraba
‘entrampado”[13].
Toda la región andina (Bolivia,
Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela) vive desde comienzos del siglo
XXI una etapa de gran convulsión. Pero si Bolivia, Venezuela y
Ecuador se encuentran a la vanguardia de la región, el Perú comparte
con Colombia, ser uno de los países que vienen mas atrás.
Hay que explicar las causas de la
relativa “estabilidad” de Toledo a pesar de la ínfima aceptación
popular que posee (de no más del 10%), cruzado, casi permanentemente,
por escándalos de corrupción.
Pero vayamos por partes. En el
2002, la rebelión popular en Arequipa significó un tempranero golpe
a Toledo. Fue un levantamiento de toda la población, de las
características de la “guerra del agua” en Cochabamba. Sin
embargo, no tuvo las mismas consecuencias desde el punto de vista
de la acumulación de fuerzas y del proceso de recomposición de los
explotados.
El “Arequipazo” se llevó a
cabo contra el intento de privatización de la empresa eléctrica de
la ciudad. En la práctica, se terminó tomando la ciudad. Coincidió
con el asesinato de estudiantes universitarios, una movilización en
Puno y Cusco y un paro regional de casi tres días; así como con la
sucesión de otros levantamientos en Tambogrande, Cajamarca, Cerro del
Pasco, Ilave y Azangaro. Pero como hemos señalado, no alcanzó
para herir de muerte a Toledo.
En el 2003, se dio una serie de
importantes luchas en otros sectores: profesores universitarios,
docentes, la CGTP, construcción civil, estudiantes, desocupados; así
como cocaleros del Cusco, Puno y Ayacucho. En el 2004, nuevamente dos
estudiantes son asesinados por la represión en Puno, lo mismo que
seis cocaleros; así como se dan luchas universitarias en las ciudades
de Puno, Trujillo, en la facultad de Ingeniería de Lima, en Tacna y
también salen a la lucha los médicos, personal no médico, poder
judicial, nuevamente los cocaleros, docentes, etc.
A comienzos del 2005 hubo un hecho
de importancia: el “levantamiento” del movimiento Etnocacerista[14].
El mismo consistió en la ocupación de una comisaría por cuatro días
en la localidad de Andahuaylas y terminó con la entrega de sus
integrantes. Mas allá de toda otra consideración (está claro que no
se trató de un movimiento de clase, sino mesiánico), es importante
dejar sentada una caracterización de que expresa este
movimiento como síntoma:
“Este conjunto de hechos ha
provocado una erosión del apoyo popular hacia la institucionalidad
‘democrática’, agravada por una ley electoral reaccionaria que
viene de la dictadura Fujimorista, que cierra los espacios democráticos
para las amplias mayorías nacionales (...). Hay que decirlo con
todas las letras: la rebelión de los Etnocaceristas se justifica y
las demandas que han presentado son perfectamente válidas desde el
punto de vista de la democracia burguesa: el Congreso debería
pronunciarse bancando a Toledo, convocar a elecciones para una
Asamblea Constituyente que tendría que hacerse cargo del poder (...).
Los hechos de Andahuaylas han desenmascarado a los representantes del
sistema que exigían ahogar en sangre a los rebeldes (...). El fracaso
de la política de concertación y oportunista de la izquierda
tradicional, se ha demostrado también en la rebelión de Antauro
Humala. Existe un gran vacío, una horfandad de liderazgo popular
clamoroso (...). El levantamiento (...) pone al desnudo la falta
de legitimidad social del gobierno, del régimen y de la izquierda
electoralera”[15].
Las causas que explican el
movimiento Etnocacerista nos dan pistas de por qué Toledo sigue
gobernando (con un nivel de aceptación que no pasa del 10%). Y, sobre
todo, cual es la razón de que sea tan lento el proceso de
acumulación y recomposición entre los trabajadores y sectores
populares.
Lo que ocurre es sencillo de
explicar, salta de todo el “racconto” que hemos venido haciendo: conjuntamente
con la “estabilidad” macroeconómica[16], pesa todavía
tremendamente el factor desorganizador de la derrota impuesta por el
terrorismo de Estado, la capitulación de toda la izquierda reformista
y la acción disolvente de Sendero. Así como las medidas de
“ajuste estructural” que golpearon durísimo a la clase obrera y
dejaron un tendal de desocupados y marginados. O sea, también
“objetivamente” la clase obrera quedó muy golpeada. Y recién está
en curso el surgimiento de nuevos sectores de la clase, nuevas
radicaciones laborales entre sectores y regiones del país, pero que
tienen una menor tradición del lucha. Es el caso hoy de radicaciones
laborales en el norte del país, hacia la zona de la selva.
Pero
este es un tema de importancia estratégica que creemos debe ser mejor
estudiado.
Las consignas democráticas
Una de las discusiones en la
vanguardia en el Perú, es acerca del actual valor de las consignas
democráticas. Entre ellas, la de Asamblea Constituyente. Desde ya
que es completamente comprensible que en los sectores más
consecuentes se venga “marcados” por la experiencia fallida de la
Constituyente del ’79 y la posterior crisis de las corrientes
marxistas revolucionarias. Esta experiencia requeriría de un balance
específico, pormenorizado, que aquí no podemos hacer ni conocemos a
fondo en todos sus detalles.
Sin embargo, es un hecho que por
diversas razones esta tarea de impulsar una Constituyente
Revolucionaria está planteada en varios países de la región. Ya lo
hemos señalado para las circunstancias actuales de Bolivia o el
Paraguay.
En el caso de Bolivia, desde estas
páginas hemos insistido varias veces en la importancia del problema
originario. Esto, al mismo tiempo que denunciamos y luchamos en tiempo
real contra la actual imposición de una falsa constituyente pactada
desde arriba entre los restos de la “mega coalición” y el MAS de
Morales para las próximas elecciones del 6 de julio del 2006 y por la
puesta en pie de un instrumento político de clase.
En el caso del Perú (se trata de
un país más mestizado que Bolivia, aunque de importante población
originaria sobre todo en la región andina y la selva) hay fuertes
tareas “democráticas”, pero no del mismo orden que las de
Bolivia: remiten –sobre todo– a la continuidad de la Constitución
de Fujimori, a la redoblada subordinación al imperialismo y a la
permanencia de fuertísimos rasgos reaccionarios que cruzan la vida
política del país.
Desde ya reiteramos que no somos
conocedores del país. Que son los compañeros del mismo los que tendrán
que saber resolver que combinación de tareas y consignas se
plantea en cada caso. O sea, su articulación con la lucha contra el
TLC[17], la entrega del gas y el agua a los pulpos imperialistas, la
flexibilización laboral, la reducción del período de vacaciones y
el aumento de las horas de trabajo, etc.
Sin embargo, nos da la impresión
que el planteo de una “Constituyente Revolucionaria” que barra con
la constitución de Fujimori defendida por las principales fuerzas
burguesas (al tiempo que se coloca sobre la mesa el planteo de
“Basta de Toledo” y la disolución del parlamento corrupto), es de
gran importancia en el actual momento político. Momento, además, en
el que se asiste a la ilegitimidad de un gobierno que no llega al 10%
de adhesión. Que es sostenido por el APRA de Alan García (se prepara
para ganar las elecciones del 2006) y por las principales direcciones
del movimiento de masas y partidos de la izquierda “caviar” (o
sea, reformista, vendida, corrupta, integrada al aparato del Estado).
Estas tareas, claro está, deben
ser levantadas comprendiendo que siempre se las debe subordinar al
impulso de las luchas y organización independiente de las masas
trabajadoras y en la perspectiva del poder obrero y campesino.
Sin embargo, no levantarla y
dejarla en las reformistas manos de las corrientes “estalinistas”
o “maoístas” no sólo priva de una importante palanca de
movilización, sino que –a la vez– facilita el desvío de
estas demandas dentro del régimen burgués y no de una manera
independiente,
democrática-revolucionaria contra el conjunto del régimen político
y el sistema de partidos patronales.
Relanzar el marxismo revolucionario
“Los hechos de Andahuaylas han
desenmascarado a los representantes del sistema que exigían ahogar en
sangre a los rebeldes. Ahí están Unidad Nacional, la CONFIER, el
APRA, Acción Popular, el PPC, Solidaridad Nacional, “Somos Perú”,
además de los líderes y organizaciones de izquierda apoltronada en
este régimen putrefacto. Nos referimos a Diez Canseco (PDD), Rolando
Breña Pantoja (MNI, Patria Roja), y a los principales lideres
sindicales”[18].
Como ya se ha señalado, la rebelión
de los Etnocaceristas ha expresado la bancarrota política de la
izquierda reformista. Al mismo tiempo y lamentablemente, entre la
izquierda revolucionaria, es un hecho que prácticamente desde la
experiencia del FOCEP (que no podemos balancear en estas páginas) la
tradición marxista revolucionaria entró en el Perú en una aguda
crisis. Se salió de la experiencia de la Constituyente muy mal y
luego todo el panorama de la izquierda fue ocupado por Izquierda Unida
(PC) y luego por Sendero.
Con la evolución de todas las
expresiones “estalinistas” o “maoístas”, se llegó a un
panorama que se denuncia como de “total descomposición e
integración al régimen capitalista de la mayor parte de esta
izquierda”, con muchos ex “izquierdistas” transformados en
funcionarios del Estado.
Al mismo tiempo, hoy el Perú es
otro país, en un mundo y una región que ha sufrido grandes
transformaciones estructurales. Y cuando la caída del Muro de Berlín
ha dejado planteada la necesidad de poner sobre la mesa un balance
histórico de las revoluciones en el siglo XX. A estas condiciones
generales –entonces– se le agregan las propias del actual
ciclo histórico regional y local.
En estas condiciones, los grupos
trotskistas existentes en el país son, hoy por hoy, prácticamente ínfimos.
Ahí está el valor de un grupo de compañeros jóvenes como los de la
Liga Socialista, que pueden tener un futuro por delante en el sentido
de poner sobre la mesa el relanzamiento de la tradición del
marxismo revolucionario en el país. Esto, en dura lucha política
y teórica contra el populismo y la conciliación de clase de los PC y
maoístas, con la perspectiva hoy de unir sus destinos,
internacionalistamente, al proceso en curso en el país hermano de
Bolivia.
Notas:
1- Periódico “A Luchar”, N° 6.
Cusco, Perú. Junio/julio 2005.
2- Resumen que inevitablemente será
algo “general” debido a que no podemos dejar de señalar que recién
comenzamos a conocer el país como corriente Socialismo o Barbarie
Internacional.
3- Localidad central en la
experiencia realizada por Hugo Blanco entre los años 1958 y 1963 de
organización de sindicatos campesinos revolucionarios. Ver recuadro.
4- Hugo Blanco, idem, pagina 13.
5- “Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del
Perú”.
6- “Alianza Popular Revolucionaria Americana”, fundada por
el conocido caudillo Haya de la Torre en la década del ’20.
7- “Sendero Luminoso y la libertad de los presos políticos”,
Correo Internacional Nº 60.
8- “Frente Obrero, Campesino,
Estudiantil y Popular”, agrupamiento que se presentó a las
elecciones y que estaba hegemonizado por corrientes de tradición
trotskista.
9- Sobre Sendero sería necesario
dejar establecido un exhaustivo balance que no estamos en condiciones
de hacer aquí. Hay textos y obras de importancia sobre el fenómeno y
claro está, en el Perú el balance de esta frustrada y desastrosa
experiencia es de enorme importancia estratégica.
10- Pol Pot fue el dirigente de los
Khmer Rojo, organización que estuvo al frente del Estado en Camboya
en la década del ’70 y que configuró un desastre de matanzas y
retroceso de las fuerzas productivas de los más brutales que ha sido
capaz de llevar a cabo la burocracia “estalinista -maoísta”.
11- “Movimiento Revolucionario
Tupac Amaru”, de ascendencia no “maoísta” como Sendero, sino
“guevarista” y con una base social mas urbana.
12- El “Partido Socialista de los
Trabajadores”, es el grupo de la LIT (corriente internacional del
PSTU) en Perú. Los compañeros de la LS critican las
caracterizaciones objetivistas y exageradas de este grupo a la hora de
la valoración de la situación política en el Perú., señalando que
en el país “no hay una situación revolucionaria, sino pre-revolucionaria
por el análisis social y de la correlación de fuerzas”.
13- Boletín pre-Congreso Nº 2 de
los compañeros de la Liga Socialista.
14- El “Etnocacerismo” es un
movimiento que proviene de sectores del ejército desplazados en la década
del ’90. Han asumido un discurso nacionalista-antiimperialista al
que le adosan un perfil originario. No es nada raro que ante el “vacío”
dejado por la defección de la izquierda “caviar”, el
Etnocacerismo tenga cierto predicamento entre los sectores mas pobres
y explotados. Está claro que, al mismo tiempo, su programa no es
anticapitalista y sus métodos no son los de la lucha de masas obreras
y campesinas, sino de acciones minoritarias de estilo “puchista” y
mesiánicas.
15- “Socialismo o Barbarie”, periódico de la LS del Cusco, Nº
8.
16- “El gobierno se siente fortalecido (...) porque en su línea
de continuidad económica neoliberal, logró acuerdos económicos
importantes (...): el acuerdo sobre la construcción de la ruta
interoceánica Perú-Brasil; la firma de la explotación de Camisea,
el Proyecto Bambas y el avance en las negociaciones del TLC”. Boletín
precongreso Nº 2.
17- Tratado de Libre Comercio que
Toledo pretenden firmar antes de dejar el gobierno.
18- Periódico de la Liga
Socialista del Cusco, “Socialismo
o Barbarie” Nº 8.
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