Pobreza
con velas henchidas
Por
Diego Cevallos
Inter Press Service (IPS),
15/09/05
México.
Las políticas oficiales contra la pobreza se aplican en América
Central al ritmo de tiempos electorales y bajo una sombra de corrupción.
Con alguna excepción, todas naufragan, dijeron a IPS investigadores y
un activista indígena.
En
un vaivén que se registra desde hace una década, los programas
vigentes son reemplazados por nuevos cada cuatro o cinco años,
dependiendo de los ciclos electorales o de la situación económica.
Los
próximos cambios podrían suceder en Honduras, donde se celebrarán
elecciones presidenciales en noviembre, en Costa Rica, con comicios en
febrero, y en Nicaragua, cuyo proceso electoral será en octubre.
En
América Central viven 43,2 millones de personas, y más de la mitad
son pobres. Los peores grados de desarrollo social corresponden a El
Salvador, Honduras y Nicaragua, países en los que la población que
vive bajo la línea de pobreza, medida por la imposibilidad de
satisfacer necesidades básicas, fluctúa entre 30 y 60 por ciento del
total.
En
Honduras y Nicaragua la situación es especialmente grave, pues 45 por
ciento de las niñas y niños viven en pobreza extrema, es decir sin
recursos suficientes para obtener una alimentación mínima.
Con
algunas excepciones en Costa Rica y Panamá, los países con mejor
desempeño económico y social del istmo, no hay estrategias a largo
plazo contra la pobreza, coincidieron en señalar Pablo Sauma, experto
de la Universidad de Costa Rica, y Alfredo Ruiz, coordinador de
investigación en la Universidad Centroamericana de Nicaragua.
Las
políticas son coyunturales y muchas están manchadas de corrupción,
dijeron. "Si de verdad queremos arrancar de raíz la injusticia,
habría que acabar con muchos de estos programas desechables que son
de beneficencia y de corrupción política, pues se aplican para
conseguir votos o entregar favores a empresarios", dijo el indígena
Rafael González, presidente de Comité de Unidad Campesina de
Guatemala.
Para
El Salvador, Honduras y Nicaragua, cumplir la proyectada reducción de
la pobreza extrema "no parece ser alcanzable" en los plazos
previstos dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados
en septiembre de 2000 por la Asamblea General de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU).
Así
lo indica el documento de la Comisión Económica para América Latina
(Cepal), "Objetivos de Desarrollo del Milenio: una mirada desde
América Latina y el Caribe".
El
primero de esos propósitos, erradicar la pobreza extrema y el hambre,
tiene como metas específicas reducir a la mitad, entre 1990 y 2015,
el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a un dólar
por día y que padezcan hambre.
Aunque
en América Central el producto interno bruto ha crecido desde fines
de los años 90 en porcentajes que fluctuaron entre 4,5 por ciento en
1999 y 3,8 en 2004, ese ritmo no se tradujo en una baja significativa
de la pobreza y en mejoras en materia de empleo y educación, apuntan
diversos documentos de la Cepal.
La
región del istmo, la más pobre del continente americano junto a la
del Caribe, arrastra las secuelas de guerras internas, problemas políticos
y desastres naturales registrados en los últimos 30 años.
"Los
programas contra la pobreza saltan de gobierno a gobierno, se cambian
de cuando en cuando, y muchos son sólo una fachada para ganar
votos", sentenció el guatemalteco González.
Guatemala
vivió entre 1960 y 1996 una guerra civil con 200.000 muertos (45.000
de ellos desaparecidos), la mayoría a manos de las fuerzas de
seguridad. En ese período un millón de personas fueron desplazadas,
500.000 refugiadas en México, y 250.000 niñas y niños quedaron huérfanos.
El
Salvador también experimentó un conflicto armado interno en los años
80 e inicios de los 90, cuando las fuerzas de seguridad y grupos
paramilitares se enfrentaron a la guerrilla izquierdista, con un
resultado de 75.000 personas muertas y 7.000 desaparecidas.
Concluidos
esos conflictos ––incluido el levantamiento contra la dictadura de
la familia Somoza en Nicaragua y la acción posterior de
paramilitares, con más de 50.000 víctimas en los años 70 y
80––, nuevos gobiernos democráticos se comprometieron con una
amplia agenda de paz y desarrollo, que incluía reformas a la
propiedad de la tierra y la superación de diversas injusticias que
habían estado en el origen de los enfrentamientos.
Desastres
naturales de gran magnitud llegaron luego y barrieron con los
esfuerzos, pocos o muchos, por cumplir la agenda de paz. En 1998, el
huracán Mitch causó la muerte de más de 9.000 personas y daños
especialmente graves a Honduras y Nicaragua.
En
2001, El Salvador fue devastado por dos terremotos. Murieron 1.142
personas, más de 8.000 fueron heridas, y los daños económicos
superaron los 1.600 millones de dólares, equivalentes a 13 por ciento
del producto interno bruto de ese país, según la Cepal.
La
comunidad internacional prestó atención a América Central desde los
años 80. Decenas de agencias multilaterales y organizaciones no
gubernamentales establecieron programas de asistencia, cooperación y
asesoramiento para luchar contra la pobreza.
"Lastimosamente,
lo que hemos cosechado no son mejoras, sino por el contrario una
profundización de la pobreza. Y es que no hay programas estructurales
contra la pobreza, sino acciones aisladas y cambiantes", sostuvo
Ruiz, de la Universidad Centroamericana en Nicaragua.
El
experto participa de un proyecto de combate a la pobreza en América
Central y el Caribe que desarrollan universidades de origen católico.
Con
recursos fiscales y préstamos de organismos multilaterales, en América
Central se aplican programas como el de Asignación Familiar en
Honduras, Libra por Libra en Nicaragua, y Arrendamiento de Tierras en
Guatemala, entre otros.
El
más destacable es el programa hondureño, pues entrega subsidios a
350.000 personas a condición de que los menores de las familias
concurran a la escuela y reciban atención básica de salud, dijo
Sauma, de la Universidad de Costa Rica y consultor en cuestiones de
pobreza.
Pero
pronto habrá elecciones en Honduras, y esa política que pretende
romper los ciclos intergeneracionales de pobreza podría sufrir
cambios, advirtió. Además, el programa hondureño no tiene una clara
sustentabilidad financiera a largo plazo.
"Lo
que detectamos es que hay recursos variables e insuficientes en la
mayoría de planes oficiales contra la pobreza en América Central y
que no atacan las causas del problema", afirmó Sauma.
"Pero
creo que el principal problema es la corrupción". Los gobiernos
no rinden cuentas, y los recursos que deberían destinarse a abatir la
pobreza se utilizan con fines proselitistas, opinó.
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