¿Día
de la Raza? “Día del exterminio y del holocausto en América” sería
el nombre más apropiado. Las claves geopolíticas de una mentira con
513 años de historia y con toda la “prensa” a favor.
Maldito
12 de Octubre
Por
Silvia Guillén
APM
(Agencia Periodística del Mercosur), 12/10/05
Como
en un cuento, resulta ser que para muchas personas aún (algunas con
responsabilidades que no admiten la postura de una novela rosa), el
bueno de Cristobal Colón partió con sus tres carabelas con rumbo
desconocido y como por arte de magia tuvo frente a sus ojos la tierra
más rica y promisoria que ni él mismo hubiera podido imaginar. Como
en un cuento también, los habitantes de esas tierras, “felices”
por la llegada de los invasores, mansamente les entregaron sus
riquezas, aceptaron de buen grado ser “colonizados” y
“evangelizados”, y les regalaron a los dominadores todas sus
tierras y sus posesiones. Año tras año, los chicos que asisten a
infinidad de escuelas en Latinoamérica, (tal es el caso puntual de
Argentina), escuchan repetir a sus docentes este cuentito con final
feliz, y hacen con plastilina y cáscaras de nueces, las carabelas de
Colón con sus infaltables indiecitos dándoles la bienvenida a esos
señores con trajes extraños a los que colman de agasajos.
¿Hasta
cuándo se va a hablar de festejo al recordar el doce de octubre de
1492? Es una de las páginas más negra en la historia de la
humanidad. Se produjo un extermino tan atroz donde más de veinte
millones de personas que tenían conformada una cultura propia, una
política socio-económica puesta en marcha, proyectos en común a
futuro y sobre todo, innumerables riquezas, vieron avasalladas sus
vidas de la noche a la mañana. No se puede seguir hablando de
“descubrimiento” porque América toda estaba poblada y organizada
como sociedad civilizada. Sólo se puede descubrir aquello que nunca
antes fue habitado, o visto, o conocido por alguien. Pero seguir
hablando de descubrimiento es una falacia, y un vocablo consentido
como excusa del holocausto del que fueron víctimas tres continentes
en su totalidad.
Tampoco
se puede seguir pensando que un ataque semejante fue improvisado. Es
obvio que se tenían conocimientos previos sobre la región y sobre
todo, no es aventurado afirmar que detrás de ese exterminio había un
plan fríamente trazado y calculado. Su finalidad era la explotación
de esas tierras que ya eran conocidas desde la época de los faraones;
desde mucho antes de la fábula de Colón y su tan mentado
“Descubrimiento de América”, los vikingos mantenían intercambio
comercial con los americanos con el fin de sustituir el comercio con
Asia, África y Europa.
Según
el investigador histórico venezolano Jorge Mier Hoffman, se produjo
una reunión secreta entre los reyes de España y el Papa Alejandro
VI. Hoffman afirma que “Ambos monarcas, la reina de España y el rey
del Vaticano, planificaban salir de la crisis económica y obtener las
riquezas que necesitaban ambos reinos para mantener sus dominios
territoriales conquistados por la fuerza y el terror de la Inquisición
y convocaron una encubierta reunión que ponía en entre dicho el símbolo
de `Cristo` que ostentaban los Reyes Católicos y su máximo
representante en la tierra: El Papa”. Continúa el historiador
diciendo que “Fue una reunión que la historia no menciona, los
escritores temen reseñar, los investigadores no se atreven a
denunciar, y para muchos hablar de ella es un sacrilegio, por cuanto
significa poner al escarnio histórico a esos dos personajes emblemáticos
de la religión, la cristiandad y la fe católica”.
Más
allá de la existencia de tal reunión o no, lo que sucedió en 1492 y
los años siguientes durante el exterminio, no fue casual y tiene
todas las características de un plan macabro, calibrado y diseñado
previamente. Cierto es que si se admite la existencia de la reunión
de los Reyes Católicos con el Sumo Pontífice, narrar el
acontecimiento cambiaría la historia sobre América y pondría como
principal protagonista al símbolo emblemático del catolicismo: el
Vaticano.
Por
otra parte, se hace necesario hacer una ubicación histórica de lo
que sucedía en Europa en esos tiempos, para entender cómo y por qué
los habitantes de América fueron ultrajados y torturados. Tomás de
Torquemada, confesor de la reina Isabel de Castilla, era uno de los
agentes del Papa, y entre ambos planificaron la unificación del Reino
de Castilla con el Reino de Aragón, para favorecer la penetración
del catolicismo en España e imponerse frente a la religión
musulmana.
Con
la intervención del Vaticano, se consumó el matrimonio de Isabel de
Castilla y de Fernando de Aragón, conocidos con el nombre de “Reyes
Católicos”. Lograda la unión de los reinos, se llevó a cabo la
expulsión de los musulmanes de España y la aniquilación de las
tendencias religiosas anticatólicas. Para tal fin, a partir de 1478,
el Papa autorizó la instalación de los Tribunales de Inquisición en
España (que habían sido tan efectivos aniquilando judíos), y puso a
la cabeza de estos tribunales de exterminio humano, al confesor de la
reina Isabel, el fraile Torquemada, quien puso especial énfasis en
torturar y asesinar mujeres, ya que el Papa tenía una concreta
antipatía contra el sexo femenino, y lo llevó a cabo bajo la excusa
de acusarlas de brujas herejes y esposas de Satanás. Fue una época
donde la muerte y la esclavitud no constituían un pecado, y donde la
iglesia obtenía jugosas ganancias por la venta de indultos.
En
1492 España expulsó a los moros y el problema económico se hacía más
dramático. La excusa de la guerra fraticida para justificar el hambre
ya no existía, y el Vaticano no asustaba más con sus Tribunales de
Inquisición para buscar mujeres herejes, forma de práctica para
obtener riqueza fácil con el soborno, el chantaje, los indultos y los
“Pases Celestiales” que costaban una fortuna. La situación se
agrava aún más cuando los especuladores de la corte, conocidos como
“Taula de Canvi”, ya no disponían de más recursos para financiar
el lujo insaciable que ostentaban los Reyes Católicos. En ese
panorama de crisis económica que había dejado la guerra entre moros
y cristianos, aparece en el escenario el Papa Alejandro VI, quien había
sido nombrado el 11 de agosto de ese mismo año, sustituyendo al Papa
Inocente VIII.
A
la reunión secreta que denuncia el investigador Mier Hoffman,
asistieron por invitación del Papa Alejandro VI, los Reyes Católicos
y los banqueros alemanes Welser, quienes junto con la casa comercial
“Fúgger”, eran los mayores prestamistas de Europa. Fue un plan
macabro que les permitió a los tres participantes riquezas infinitas,
y en agradecimiento, el Papa Alejandro VI le otorgó a Isabel y
Fernando el título nobiliario de “Reyes Católicos”. El acuerdo
aprobado contemplaba aniquilar a todos los habitantes del Nuevo Mundo
en nombre de la iglesia con la Sagrada Inquisición creada por el
Vaticano y con la aprobación del Papa; destruir toda evidencia que
mostrara el nivel cultural alcanzado por esos habitantes, para poder
justificar ante la historia la colonización y evangelización;
construir un héroe, en torno al cual se edificaría una leyenda romántica
de una aventura y un descubrimiento casual; explotar individualmente
las riquezas, y dar concesiones exclusiva para los banqueros alemanes
Welser.
Si
no hubiera sido un plan, las cosas hubieran sucedido de otra manera.
El mayor y mejor testimonio histórico de los acontecimientos de las
invasiones sucesivas de los mal llamados “conquistadores”, están
plasmados en la obra de Fray Bartolomé de Las Casas, “Brevísima
relación de la destrucción de las Indias”, en la que acusa a los
invasores del Nuevo Mundo de todo tipo de crímenes, abusos y
atropellos. En su momento la obra fue tildada de escandalosa y
exagerada por lo que no cumplió su objetivo: evitar la continuación
de las invasiones. En 1502, Las Casas parte hacia la isla “La Española”,
(hoy Santo Domingo), en la expedición comandada por Nicolás de
Ovando, con el objetivo de cumplir con los oficios de la Sagrada
Inquisición. Pero tal fue la barbarie con la que se encontró, que
denunció ante el Vaticano las atrocidades de los españoles y
alemanes. La Sagrada Inquisición había llegado con todos sus
instrumentos de tortura, para asegurar la evangelización de los
nativos americanos.
Las
descripciones de Las Casas son espeluznantes, y la vez, no dejan dudas
de lo acontecido. Cuenta en su libro que “Fue infinita la gente que
yo vi quemar viva, despedazadas y atormentadas por diversas y nuevas
maneras de muerte y tormentos. Afirmo que toda la muchedumbre de la
isla Española fueron muertas..! A los esclavos no le daban de comer
sino yerbas; a las mujeres paridas le sacaban la leche de las tetas
para que murieran las criaturas, cesando así la generación de
indios. Los cristianos utilizaban a los indios como bestias de carga:
se hacían montar en hamaca atada a la cabeza de cada indio por 200
leguas. Cuando un indio caía al suelo por cansancio, la caminata no
se detenía, y la cabeza se desprendía por el peso de la carga,
cayendo el cuerpo hacia el otro lado. Se construyeron monturas para
los indios como si fueran bestias de carga... Cualquier frase es poca
para describir las torturas y crímenes cometidos en nombre de
Dios”.
Sigue
el eclesiástico con su desgarrador relato: “Sólo por divertirse
ataban a los niños indios a dos caballos y los tensaban lentamente
hasta que los briosos corceles les arrancaran las extremidades. Los
padres eran sometidos a la misma tortura, pero ante la resistencia que
oponían los fuertes músculos, con la espada les cortaban piernas y
brazos. El dorso sangriento aun con vida se retorcía del dolor, tiñendo
de rojo los verdes campos americanos que una vez cobijaron a los
inocentes indios, mientras los caballos despavoridos corrían con los
miembros desprendidos y ensangrentados. Los malvados invasores
disfrutaban cortándoles las orejas, los labios y la nariz a los jóvenes,
quienes huían ensangrentados hacia el matorral entre burlas y risas
de esos sanguinarios que se hacían llamar colonizadores. En grupos de
ocho mil esclavos se les obligaba a trabajar sin darles comida, ni
agua, hasta que caían muertos de sed y de hambre. Siete años
tardaron los españoles en acabar con todos los indios de
Guatemala”.
En
otras páginas de la desgarradora historia, el fraile cuenta que
“con la crueldad y el cinismo que los caracterizaba, engañaban,
robaban y asesinaban sin importar el sexo ni la edad. Son tanta la
cantidad de muertes, torturas y crueldades que no podría lengua
humana decirlas! En México agruparon 6.000 indios en un solar frente
a una inmensa pirámide y durante tres horas estuvieron los españoles
descuartizando vivos a las indefensas almas. En su desesperación e
impotencia, las mujeres y niños se ocultaban entre los sangrientos
cuerpos que en miles se acumulaban en el piso; no contando que los
sanguinarios esperaban pacientemente hasta que asomaban la cabeza. De
nada servían las súplicas y los llantos, de igual forma esos
inocentes cuerpos eran descuartizados. La “Noche Triste” significó
la muerte de 100 mil aztecas a manos de Hernán Cortés. Así
estuvieron los españoles por siete años: torturando, quemando vivo a
los hombres y descuartizando a las mujeres y niños, colgándolos
luego en largas varas. Júzguese aquí cuantas sería el número de la
gente que consumirían. Los cristianos llegan a los pueblos de indios
a robar y matar de la manera más brutal. “
Destaca
Las Casas la invasión particular a uno de los territorios americanos:
“La Provincia de Venezuela fue con la que más han hecho estragos,
asolado y despoblado, por ser la tierra más rica y más próspera de
oro y de población que hay en el mundo, con más de dos millones de
indios que habría que destruir en dieciséis años. Los tiranos
alemanes resultaron más sanguinarios en contra de los inocentes
indios. Los mercaderes Alemanes con trescientos o más hombres
llegaron a esas tierras, hallando aquellas gentes mansísimas como
ovejas, como las halladas en otros lugares de las indias antes que les
hagan daño los invasores. Los mercaderes Alemanes entraron con mayor
crueldad que ningún otro tirano que hemos visto, parecían crueles
tigres y lobos rabiosos hambrientos de riquezas. Porque con mayor
ansia y ceguera rabiosa de avaricia y más exquisitas maneras e
industrias para robar plata y oro a esas tierras que le fueron
otorgadas en concesión. En cualquier parte del territorio se
encontraba a las aves de rapiña que asaltaban cualquier caserío,
choza, cueva o lugar donde alguna vez habitaron los indios de
Venezuela. Cuando la frustración se apoderaba de estos malvados,
arremetían sin piedad contra los inocentes pobladores. Todas las
torturas imaginables fueron aplicadas a los indios para que dijesen el
lugar donde se extraía el oro”.
Estos
son apenas algunos párrafos de las 1400 páginas en tres volúmenes
que escribió el Fraile Bartolomé De Las Casas, con la esperanza de
que sus denuncias suspendieran las matanzas; lo que ignoraba el
fraile, es que el Papa formaba parte de un Plan Macabro de exterminio
y desaparición de todo un continente. Pasados los años, Simón Bolívar
denunció que “El objeto de España era aniquilar al Nuevo Mundo y
hacer desaparecer a todos sus habitantes, para que no quedara ningún
vestigio de la civilización americana, ni de las artes, y que el
resto de Europa sólo encuentre aquí un desierto”. Diría Bolívar:
“Tres siglos de barbaridades que los españoles cometieron en el
gran hemisferio americano. Atrocidades que la presente edad ha
rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad
humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, sin
embargo, esas infaustas verdades fueron testificadas por el filántropo
obispo de Chiapas, el apóstol de América, Bartolomé de Las Casas,
quién ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas que con
tanto fervor y firmeza, denunció ante España, como los actos más
horrorosos de un frenesí sanguinario”.
Luego
del aniquilamiento, el siguiente paso fue desaparecer todo vestigio de
las civilizaciones que habitaron las tierras americanas. Los escritos
aztecas, mayas, incas, chibchas, caribe, ardieron en inmensas fogatas
y ciudades completas fueron borradas de la faz de la tierra. Tuvieron
que pasar 287 años para que se conociera una nueva versión vertida
en manuscritos que luego fueron depositados en la Real Academia de la
Historia de Madrid. Hasta entonces, la iglesia había vetado todos los
escritos, y prohibido todos los libros.
Pero
estos documentos, datos, afirmaciones y comprobaciones fehacientemente
sustentadas, siguen ocultas como autorepresión en la mente de muchos
latinoamericanos. ¿Qué más hace falta conocer para que el 12 de
octubre que cada año se celebra pase a ser día de duelo y
consternación para el mundo? Tal actitud no es inocente y
lamentablemente es de suponer que se seguirá con la historia romántica
y mentirosa del bueno de Colón y los Reyes Católicos, ya que en
medios masivos de comunicación se habla de “festejo” y no de
horror.
Claro
ejemplo de esta afirmación es la publicación del último número de
la revista “Para Teens” que publicita moda para adolescentes, (Nº
24 del 29 de septiembre de 2005 – Editorial Atlántida). A dos páginas
y a todo color, invita a las jóvenes a sumarse a los festejos: “12
de Octubre Día de la Raza: A Colón en su día”. Y continúa
textual: “Para festejar una fecha especial, te mostramos la
influencia de las distintas culturas en la moda de una cosmopolita,
Argentina. Texturas, colores y estampados para lograr un conjunto bien
nacional.” Sin palabras. Sólo agregar que si Fray Bartolomé de las
Casas y el propio Simón Bolívar leyeran semejante artículo, sentirían
que su lucha fue en vano.
No
puede seguir siendo el doce de octubre un día agradecimiento, no se
puede seguir hablando de descubrimiento cuando fue invasión, no se
puede seguir rindiendo homenaje a los asesinos intrusos que devastaron
el continente, y tampoco se pueden seguir mirando con indiferencia los
monumentos instalados en plazas y avenidas de todas las naciones
americanas con la estatua de Colón. Porque ni el holocausto de los
judíos durante la Segunda Guerra Mundial, ni la matanza de Armenia,
ni las dictaduras latinoamericanas genocidas de la década del ’70,
entre otras aberraciones humanas, hasta la actual invasión terrorista
de Norteamérica a Irak, es comparable en número, en daño y en
horror, a la hecatombe humana perpetrada a partir del doce de Octubre
de 1492 contra los pueblos americanos. Nunca se sabrá cómo hubiera
sido la historia de América y los americanos. Se puede fantasear con
un mundo diferente, pero no cabe dudas de que hubiera sido mejor por
una sencilla y simple razón: hubiera sido nuestra historia.
Mínimamente,
y en respeto a los millones de muertos, sería bueno empezar a
divulgar la verdad desde cada trinchera de la comunicación.
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