Multinacionales
españolas continúan despojo
El
nuevo colonialismo español
Por
Luis Miguel Busto Mauleón
Enviado
por Andalucía Libre, 16/11/05
"La división internacional del trabajo consiste en
que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra
comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se
especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos
del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los
dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina
perfeccionó sus funciones..."
Así
comienza el libro de Eduardo Galeano, 'Las venas abiertas de América
Latina' escrito en 1970. Treinta y cinco años mas tarde nada dice que
haya cambiado, es mas, las cosas, sin duda, han empeorado. Tan solo un
pequeño cambio: la identidad de las sanguijuelas. Las funciones
perfeccionadas a las que se refiere el autor hablan de cómo con el
capitalismo fueron las grandes corporaciones norteamericanas las que
entraron a saco en el sur del continente y comenzaron el despojo de
recursos naturales y humanos. Pero ya a finales del siglo pasado, como
el asesino que vuelve al lugar del crimen, las empresas españolas
fijaron su vista en las nuevas posibilidades del Nuevo Mundo y como
aves de rapiña se lanzaron a repartirse los despojos. La clase política
sudamericana los recibió como los salvadores de la codicia de sus
vecinos del norte porque se trataba de empresas procedentes de la
Madre patria. Pero para el capitalismo no hay familia que valga. Ni
patria que se le ponga por delante.
Las
grandes empresas multinacionales españolas nacieron en la década de
los ochenta, en una ola de crisis del capitalismo mundial y en un
marco de apertura de la economía española al calor de la integración
en la Unión Europea. Para ser admitida en su seno, España tuvo que
aceptar el desmantelamiento de su tejido industrial y la coordinación
de su política agraria con la del resto de países asociados. A
cambio comenzó a recibir los fondos estructurales orientados a
financiar la transición hacia una estructura económica basada en la
oferta de bienes de consumo y servicios. Pero en esta lucha por los
mercados se encontró con sus socios europeos y la inversión se antojó
necesaria dirigirla hacia América Latina. Se trataba de una inversión
necesaria para acumular unos capitales que, en ese marco de
competencia, era complicado importar desde Europa o incluso crear en
la propia España. El gobierno español jugó un papel protagonista al
establecer un marco legal liberalizador que consistió en la reducción
de requisitos legales para los flujos de capitales salientes, la
disposición de fondos públicos para apoyar las inversiones, la
creación de seguros y la firma de acuerdos bilaterales y
multilatelares para protegerlas.
Las
multinacionales españolas, a remolque de los cambios estructurales
apoyados por el Banco Mundial y el FMI, acapararon en esos años parte
el patrimonio y los servicios públicos latinoamericanos, rematados a
precios de saldo. Los años 90 se caracterizaron por la ofensiva
desnacionalizadora que pretendía reducir la deuda externa a base de
privatizaciones y exportaciones mientras se minimizaba el gasto
social. Esto fue aprovechado por las compañías españolas en expansión
que necesitaban nuevos mercados y legislaciones mas blandas para
conseguir beneficios jamás vistos. Vendidos los recursos nacionales
la ofensiva apuntó al sector servicios donde las necesidades básicas
de millones de personas quedaron atrapadas en los monopolios españoles.
Los
datos así lo demuestran. Las empresas multinacionales españolas
invirtieron en los años 90 alrededor de 40.000 millones de dólares
en la compra de bancos, telecomunicaciones, energía y otros sectores
estratégicos de Latinoamérica. Pero lo que debería ser un factor
creador de empleo y riqueza, tal y como se defiende desde el mundo
empresarial, no ha sido mas que una nueva invasión colonial al
perseguir solo el máximo beneficio en el menor tiempo posible. Es
decir, su único objetivo ha sido el abaratar costes mermando en lo
posible los sueldos, las aportaciones fiscales y las cotizaciones
sociales. En muchos casos se ha llegado, incluso, a colaborar con
gobiernos y políticas dictatoriales haciendo cuestionarse el respeto
de estas empresas a los derechos humanos mas fundamentales. En la
consecución de su único objetivo no han excluido ningún medio y con
frecuencia han recurrido a la promoción de guerras y conflictos inter–étnicos,
a la violación de los derechos laborales, a la degradación del medio
ambiente, a la corrupción de funcionarios para apoderarse de
servicios públicos mediante privatizaciones fraudulentas, a la
monopolización de los medios de comunicación, a la corrupción de
elites políticas, intelectuales y de la sociedad civil y a la
financiación de golpes de estado, de dictaduras y a otras actividades
criminales.
La
política de inversiones en Sudamérica que comenzaron las empresas
españolas con el beneplácito de los gobiernos socialistas todavía
se recrudeció mas con el gobierno de José María Aznar. Su
enfrentamiento con sus socios europeos y su acercamiento a la política
norteamericana le dio mayor margen de maniobra en América Latina.
Esta política se concreta en la llamada Fundación Carolina, nacida
en el año 2000, y que agrupaba a las 24 multinacionales españolas
mas importantes. La mayoría de ellas habían nacido como empresas públicas
y en los últimos años habían sido privatizadas. Pertenecían a
todos los sectores económicos y tomaron posiciones en casi todos los
países de la región. Son muchas las empresas españolas que
comenzaron de nuevo el viaje en busca del Nuevo Mundo. Si la devastación
sufrida por parte de los europeos del Renacimiento, a la que hace
referencia Galeano, fue el comienzo del desangramiento sudamericano,
esta nueva oleada puede suponer la puntilla. Veamos en qué sectores
las multinacionales españolas han hincado el diente y quiénes son
los vampiros ávidos de sangre.
Sector de Telecomunicaciones: Telefónica
Telefónica
es una empresa privada que cuenta con 1,7 millones de accionistas
directos y cuyo núcleo duro lo forman La Caixa y BBVA. Tiene 88,5
millones de clientes, está presente en 16 países y cuenta con
157.000 empleados en todo el mundo. Es la sexta compañía mundial del
sector por capitalización bursátil, la quinta empresa de Europa y la
primera de España. Si bien es cierto que en el campo de las
telecomunicaciones el servicio se ha extendido y ha mejorado en
algunos aspectos, la entrada de esta empresa en los diferentes países
latinoamericanos ha generado muchas irregularidades.
En
primer lugar, la mayor actividad económica de Telefónica debería
haber significado una mayor recaudación tributaria. Sin embargo,
diferentes acuerdos de la compañía con los gobiernos de turno, le ha
posibilitado pagar menos impuestos. En muchos casos ha impedido la
competencia en el sector de otras empresas al contemplar las
concesiones períodos de monopolio. Tampoco ha sido una generadora de
empleo ya que en muchas ocasiones las empresas contratistas eran también
españolas y los puestos de dirección han sido ocupados por españoles.
En este aspecto, las condiciones laborales han ido empeorando y la
descentralización de servicios y la creación de filiales ha
aumentado la subcontratación de personal para evitar
responsabilidades contractuales intensificando, además, la contratación
temporal. La entrada de la multinacional en los diversos países
tampoco ha supuesto un ahorro para los consumidores internos siendo el
coste del servicio de telefonía exageradamente alto. Finalmente, ha
sido una fiel colaboradora con los gobiernos de turno y, ante esta
relación tan estrecha con el poder económico y político el
consumidor latinoamericano ha quedado desprotegido.
El
grupo Telefónica Latinoamérica, controlado al 100% por Telefónica
tiene presencia en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica,
Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú,
Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Su mayor
volumen de negocio lo tiene en Argentina por mediación de Telefónica
de Argentina en el que participa con un 98,03%; en Brasil a través de
Telesp y una participación del 87,49%; Chile, con Telefónica CTC
Chile y una participación del 44,89%; y Perú, en la empresa Telefónica
del Perú y una participación del 98,19%. En el resto de países lo
hace a través de diferentes empresas de su grupo: Atento, Telefónica
Contenidos, Telefónica Empresas, Telefónica Móviles, Terra Networks
y TPI Páginas Amarillas.
El
beneficio de Telefónica Latinoamericana en 2004 fue de 806,6 millones
de euros, un 44,4% superior al año 2003.
Sector de hidrocarburos: Repsol
Repsol
YPF es una empresa internacional de petróleo y gas, con actividades
en 28 países y con mas de 30.00 trabajadores en nómina. Es una de
las diez mayores petroleras privadas del mundo y la mayor compañía
privada energética en Latinoamérica en término de activos. Tiene
una producción de hidrocarburos de más de 1,1 millones de barriles
equivalentes de petróleo/día y sus reservas de crudo y gas casi
alcanzan los 5.000 millones de barriles que se localizan,
fundamentalmente, en Latinoamérica y en el Norte de África. Sus
principales accionistas son los grupos financieros La Caixa y BBVA y
sus actividades se centran en la exploración y explotación, el
refinamiento y la venta y distribución de petróleo. Repsol defiende
que "está desarrollando una estrategia corporativa cuyos
principales pilares son la protección del medio ambiente, el
establecimiento de una política de recursos humanos que potencia la
mejora continua de las relaciones laborales y la integración de las
medidas y actuaciones concretas que colaboran al desarrollo de la
sociedad". Pero la realidad es otra. En un principio ya resulta
extraño que un país como España aparezca en Sudamérica con una
empresa petrolera cuando ni tiene petróleo ni tiene grandes
relaciones con los países productores. En ese marco Repsol compra
empresas públicas latinoamericanas del sector hidrocarburos a precios
irrisorios gracias a los acuerdos político–económicos bilaterales.
Dos
ejemplos: YPF de Argentina comprada a cambio de bonos para paliar la
deuda externa bajo el pretexto de la falta de capacidad financiera.
Tras la compra, en 1999, en un año multiplicó por cuatro sus
beneficios que llegaron a 1.150 millones de euros siendo un 66%
procedentes de YPF. En 1996 se vendió el 75% de las acciones de la
refinería de La Pampilla de Perú a Repsol por 180 millones de dólares
cuando en 1994 había generado unos ingresos de 657 millones.
Los
impactos medioambientales de sus actuaciones y sobre las comunidades
indígenas distan mucho de sus objetivos. Las continuas denuncias
apenas saltan a la luz pero se van conociendo. Como la destrucción
del parque natural Yasuní en la amazonía ecuatoriana de 680.000 hectáreas
de las cuales un tercio pertenecen al pueblo huaoraní; o el humedal
Llancanelo, reserva natural en Argentina donde la petrolera quiere
perforar ocho nuevos pozos; o la invasión de 18 territorios indígenas
y 4 parques naturales en Bolivia; o el más conocido que ha llevado a
la multinacional a un pleito con el pueblo mapuche. Los beneficios de
Repsol YPF en 2004 fueron de 1.950 millones de euros. Los ingresos
operativos en Europa alcanzaron 29.050 millones de euros; en Latinoamérica
solo 11.760, lo que demuestra cómo los recursos naturales de la zona
sirven, en gran parte, para el consumo europeo.
Sector eléctrico: Endesa
Endesa
es una de las mayores compañías de electricidad de Europa y es el líder
en el mercado español y en varios países de Latinoamérica. Fundada
en 1944 como una empresa estatal para la producción de energía, fue
privatizada en 1998. En la actualidad, Endesa sirve a más de 22
millones de clientes de electricidad y gas a nivel mundial, emplea a más
de 27.000 trabajadores y cuenta con ingresos en torno a los 18.000
millones de euros. En manos de grandes corporaciones bursátiles
(Cajamadrid,
Chase International...) se encuentra actualmente su accionariado
revuelto tras la reciente OPA hostil lanzada por Gas Natural que, por
cierto, está en manos de Repsol–YPF y La Caixa.
Durante
el año 2004 tuvo unos beneficios netos de 1.379 millones de euros,
aumentando el 5,1% con respecto al año anterior. Su presencia en
Latinoamérica se plasma en la empresa Endesa Internacional y asume la
gestión de un amplio número de empresas, principalmente Enersis,
Endesa Chile y Chilectra (en Chile); Edesur, Costanera, Dock Sud y El
Chocón (Argentina); Cien, Endesa Fortaleza, Ampla y Coelce (Brasil);
Emgesa y Codensa (Colombia); o Edegel y Edelnor (Perú).
A
pesar de que la entrada de la multinacional en la zona conllevó un
incremento de la potencia instalada y del índice de electrificación
también ha tenido en los últimos años sus peros. Así, la historia
de ENDESA–España en Chile comienza cuando ésta llegó a un acuerdo
financiero con un grupo chileno que representa los más turbios
intereses de la burocracia estatal bajo la dictadura militar de
Pinochet. El Estado enajenó el patrimonio público y estos gestores
del aparato burocrático estatal aparecían como los únicos
beneficiarios en múltiples sociedades donde se hacían responsables
de toda la gestión del patrimonio y a su vez adquirían pequeños
paquetes de acciones. El Estado chileno, por su parte, interviene
siempre a favor de los empresarios y en contra de los pueblos
originarios. Los gaseoductos tendidos en el norte de Chile, que se
llevan los recursos mineros sin pagar impuestos, se han construido
destrozando cementerios indígenas, petroglifos milenarios y sitios
sagrados de las distintas culturas precolombinas.
Su
actividad en Perú también ha provocado grandes polémicas ya que la
concentración del mercado entró en conflicto con las leyes aunque el
estado facilitó su privatización otorgando impunidad a la
multinacional aunque vulnerando el principio de igualdad ante la ley.
La primera actuación fue el despido de trabajadores, primeros los
afiliados al sindicato mas importante, y la firma de contratos
individuales para evitar la negociación colectiva. Finalmente la
mayoría de actividades se subcontrataron evitando responsabilidades
derivadas del riesgo eléctrico en el trabajo.
Sector financiero: BBVA
En
la década de los 90, el sector bancario español estuvo marcado por
dos tendencias: la concentración de poder y la expansión
internacional. Las entidades españolas, tras un periodo de fusiones y
adquisiciones, han configurado un panorama dominado por dos gigantes:
el BBVA y el BSCH. A su vez comenzaron una expansión hacia Sudamérica
buscando nuevos mercados con el objetivo de poder competir con los
grandes bancos europeos. Esta estrategia estuvo facilitada por la
elite dirigente de los países latinoamericanos. Su papel en la economía
se centró en el sistema financiero y en las pensiones privadas pero
sus mayores irregularidades correspondieron al ámbito laboral ya que
estos bancos participaban del capital social de otras multinacionales
españolas, tal y como hemos visto anteriormente.
El
BBVA es la segunda entidad bancaria española y el año pasado ganó
2.082 millones de euros, un 25,8% mas que en 2003 y solo por debajo
del BSCH. De ese beneficio, 1.239 millones de euros se obtuvieron en
sus filiales latinoamericanas, un 44% del total. Sin embargo, sus
recursos y sus fundaciones para América Latina para todo el año
pasado fue de 4,9 millones de euros.
Si
bien la entrada de estos bancos supuso una mejora en el trato al
cliente y la agilización de sus servicios los perjuicios ocasionados
presentan un balance totalmente negativo. La entrada en los diferentes
países se produjo mediante la adquisición de bancos nacionales,
muchos de ellos públicos, y en el proceso de reestructuración
quienes primeros pagaron los costes fueron los trabajadores. En Perú,
por ejemplo, el 25% de la plantilla fue despedida, se aumentó la
jornada de trabajo sin compensación y el sindicalismo se fue
debilitando. Aunque el ejemplo mas sangrante es el del BBVA en
Argentina: las adquisiciones de los bancos locales mediante fusiones y
OPAS, su irrupción en las telecomunicaciones, en los fondos de
pensiones, en los servicios públicos, metidos en la industria del
armamento, especulando con la construcción inmobiliaria, manteniendo
en secreto la deuda externa privada de los países mas pobres... para
terminar negando sus escuálidos ahorros a los pequeños ahorradores
argentinos atrapados en el 'corralito'.
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