Costa Rica
Expectación
postelectoral
Por
Mark Weisbrot (*)
Znet / Rebelion, 18/02/06
Traducido del inglés para
Rebelión y Tlaxcala por Ulises Juárez Polanco (**)
Costa Rica es un pequeño
país centroamericano con cuatro millones de personas que, a
diferencia de sus vecinos El Salvador, Guatemala y Nicaragua durante
sus guerras civiles sangrientas, nunca ha atraído mucha atención en
los Estados Unidos, excepto como destino para turistas y jubilados.
Pero las elecciones del domingo pasado ahí podrían servir como otro
aviso para Washington.
Cuando conocí por
primera vez a Ottón Solís el año pasado, me alegró saber que
estaba postulándose para presidente de Costa Rica. Me dio la impresión
de un economista bien informado, razonable, sincero y comprometido con
políticas económicas que antepongan el interés público de su país.
También pensé que tenía
tantas probabilidades de ganar como las que tiene un candidato de un
tercer partido político en los Estados Unidos. Estaba equivocado, así
como estaban los medios de comunicación internacionales más
importantes, y las encuestas preelectorales más recientes.
Actualmente está empatado1 con Oscar Arias, anterior presidente de
Costa Rica, mientras las autoridades electorales llevan a cabo un
recuento manual de los votos, para ver quien ganó.
Sin importar el
resultado final, la actuación sorpresiva de Solís tiene
implicaciones importantes en la dirección de América Latina y en las
relaciones de EE.UU. con América Latina. Primero, demuestra cuán
profundo es el descontento del electorado con el status quo en la región,
y con el “Consenso de Washington” – o políticas económicas
“neoliberales”, a como son etiquetadas frecuentemente en América
Latina.
La corrupción fue otro
tema importante –a como es en toda la región– con tres
ex–presidentes implicados desde el 2004 en escándalos de soborno.
Pero la mayor diferencia en cuanto a política económica entre Solís
y sus oponentes fue alrededor del CAFTA (Tratado de Libre Comercio
Centroamericano, por sus siglas en inglés).
Solís, un antiguo
ministro de planificación durante la administración de Arias,
argumentó persuasivamente que, tal y como está redactado el CAFTA,
supondría una amenaza a muchos de los campesinos del país, a su
sector de telecomunicaciones y a la industria doméstica. También
objetó la cláusula del tratado referente a la solución de
conflictos –similar a la del NAFTA–, que erosionaría la soberanía
nacional en importantes políticas económicas y ambientales. Y junto
con muchas organizaciones de apoyo a la salud en el hemisferio, se ha
opuesto a las cláusulas del CAFTA sobre drogas farmacéuticas, que
exageran aún más que la OMC en cuanto a protección de la industria
farmacéutica a costa de los pacientes.
En los últimos siete años
ha habido seis candidatos presidenciales ganadores que se opusieron
abiertamente a las reformas económicas “neoliberales” de los últimos
25 años: en Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, Uruguay y más
reciente, Bolivia. Hay una razón económica clara para este patrón:
en los últimos 25 años América Latina ha sufrido el peor
rendimiento en crecimiento económico en su historia moderna. Desde
1980–2005, el ingreso per cápita en la región creció sólo en un
10%. En los 20 años anteriores (1960–1980), creció en un 82%.
Costa Rica está mejor
que muchos en la región: su ingreso per cápita es el tercer más
alto en América Latina. La expectativa de vida es la misma que en los
Estados Unidos.
Es así más
extraordinario que un candidato insurgente en Costa Rica pueda
posiblemente vencer a los partidos tradicionales que, como
Republicanos y Demócratas aquí, han gobernado al país por la última
mitad del siglo. Incluso, tanto que puede hacer esto contra Oscar
Arias, un ganador del Premio Nóbel de la Paz y quizás la figura política
más prominente y respetada en el país.
Las elecciones en Costa
Rica demuestran que esta ola de democracia, inculcada por demandas de
cambios económicos y políticos en toda América Latina, está todavía
fortaleciéndose. No es coincidencia que Costa Rica, el único de los
seis países propuestos en el CAFTA que se resiste a ratificarlo, es
mucho más democrático que otros. En el último cuarto de siglo la
mayoría en América Latina ha tenido poco o nada que decir sobre las
decisiones económicas más importantes que afectan sus vidas, a pesar
del incremento general en democracia electoral formal. Pero ahora se
está demandando una voz.
Aquí en Washington, no
se pone atención que el fracaso sin precedentes en el crecimiento
económico de América Latina tiene algo que ver con las continuas
revueltas electorales. El fracaso ha sido ignorado frecuentemente, o
bien es reconocido, pero los políticos aquí arguyen que el problema
es que las reformas no han sido implementadas con suficiencia.
Pero los votantes en América
Latina no están de acuerdo. Con ocho elecciones nacionales más en el
calendario del 2006, quizás el mensaje se comprenderá eventualmente
aquí.
Notas:
(*)Mark
Weisbrot es Director del Centro para Investigaciones Económicas y Políticas
< http://weisbrot–columns.c.topica.com/maaeuBRaboiTMcjuhOocafpNFx/
>. Centro para Investigaciones Económicas y Políticas, 1611
Connecticut Ave, NW, Suite 400, Washington, DC 20009 Phone: (202)
293–5380, Fax: (202) 588–1356, Home: www.cepr.net
http://www.zmag.org/content/print_article.cfm?itemID=9730§ionID=20
Nota
del Traductor:
Según
el presidente del Tribunal Supremo Electoral de Costa Rica, Oscar
Fonseca, hasta el miércoles por la noche habían contabilizado el
56.41 por ciento de las mesas receptoras. Después de estar en
desventaja por una diferencia mínima, Ottón Solís ahora aventaja a
Oscar Arias, y aunque las cifras varían día con día, al momento Solís
(del Partido Acción Ciudadana) sumaba poco más de 21,000 votos sobre
Arias. Para noticias más recientes sobre Ottón Solís, clic aquí:
http://news.google.com/news?hl=es&q=otton%20solis&lr=&sa=N&tab=wn
(**)
Ulises Juárez Polanco es miembro del colectivo de traductores de
Rebelión y asimismo de Tlaxcala, la red de traductores por la
diversidad lingüística (transtlaxcala@yahoo.com). Esta traducción
es copyleft.
|