Perú
Humala
y el movimiento indígena masacrado
Por
Hugo Blanco (*)
Cusco, febrero del 2006
Enviado por Correspondencia de Prensa, 22/02/06
Diversas
organizaciones sociales y de derechos humanos lo vienen denunciando.
Ollanta Humala habría estado involucrado – bajo el seudónimo de
"capitán Carlos" – en graves violaciones a los derechos
humanos durante la guerra contrainsurgente que masacró a miles de
guerrileros y campesinos. (ver Correspondencia de Prensa Nº 9361,
febrero 17, 2006) Otras fuentes acusan a Humala de contar entre sus
partidarios a antiguos colaboradores de Montesinos. Más allá de la
veracidad de tales denuncias, un manto de sospecha cae sobre el
candidato "nacionalista". El artículo que pubicamos a
continuación, no se pronuncia sobre las acusaciones, pero hecha luz
en torno a un "fenómeno
político" que ha obtenido apoyos políticos y electorales que
van desde el chavismo hasta una buena parte de la izquierda peruana.
(Redacción)
Ollanta Humala que
luego de su plausible levantamiento contra Fujimori estuvo de
funcionario gubernamental en Francia y Corea, entró en la política
electoral propagandizado
por su hermano Antauro, quien organizó a los reservistas que vendían
su periódico Ollanta, muy bien confeccionado para lectura popular y
mostrándose anti–sistema. En su prédica
reivindicó al movimiento indígena. Eso atrajo a la gente
pobre que está harta del sistema. Por lo tanto la corriente "humalista"
tiene mucho de positivo.
Una
cosa es la corriente "humalista" formada por Antauro y otra
los Humala.
Los Humala se llaman
apropiadamente "etnocaceristas". ¿Qué es eso? Es la
reivindicación de Andrés Avelino Cáceres que dirigió las
guerrillas indígenas de resistencia contra las tropas invasoras
chilenas y los abusos que ellas cometían. Naturalmente que aplaudimos
esa actitud.
Pero ahí no termina
la historia, cuando los guerrilleros indígenas continuaron su lucha
contra sus enemigos peruanos, los hacendados, Cáceres los traicionó.
Eso le dije a Antauro, él me contestó textualmente: "No sólo
los traicionó, los hizo fusilar" (¡). Le pregunté si sabía
que durante el gobierno de Cáceres los hacendados disfrutaron muy
bien. Me dijo que sí, porque "todavía no era tiempo de luchar
contra ellos".
En mi opinión desde
el asesinato de Atawallpa ya era tiempo de luchar contra los invasores
y sus herederos, como lo hicieron Tupac Amaru I, Manco Inca, Juan
Santos Atawallpa, Tupac Amaru II. Esas rebeliones fueron correctas
aunque no hayan sido exitosas.
El triunfo contra los
hacendados con la recuperación de la tierra fue logrado en forma pacífica
por nuestra lucha indígena de los años 1958 en adelante, iniciándose
en la zona semi–tropical del Cusco. Esa reforma agraria democrática
y pacífica fue respondida por la agresión represiva armada, ante
ello decidimos democráticamente practicar la autodefensa, también
armada, para defender lo conquistado al grito de "¡Tierra o
Muerte!". Aunque el gobierno militar de Lindley logró
disolvernos, comprendió que si el campesinado indígena había
resistido en forma armada a los inicios de la represión, la zona se
iba a incendiar si le arrebataban la tierra obligándole a trabajar
nuevamente para las haciendas en forma gratuita, lo que ya no hacía
durante meses; para evitar ese levantamiento sacaron una "Ley de
Reforma Agraria" sólo para esa zona, legalizando con ello lo que
el campesinado había hecho.
Luego, en varios
lugares del Perú se produjeron tomas de tierra de las haciendas por
parte del campesinado; esto fue contestado a balazos por el gobierno
de Belaúnde, a pesar de los muertos las tomas de tierra continuaron.
Ante este panorama
los militares comprendieron que el Perú se iba a incendiar si el
gobierno continuaba defendiendo a balazos el régimen semifeudal de
las haciendas. Por lo tanto decidieron tomar ellos el Poder y extender
a todo el Perú lo que habían hecho en la zona semi–tropical del
Cusco. Entró Velasco Alvarado y decretó la "Ley de Reforma
Agraria" para todo el país.
Naturalmente nos
parece positiva la liquidación del latifundio, sin embargo debemos señalar
los aspectos con los que no concordó el movimiento campesino.
A diferencia de la
reforma agraria hecha por el campesinado en una zona del Cusco que se
hizo en forma democrática, la reforma de Velasco se hizo al estilo
militar, verticalmente. Esto trajo muy malas consecuencias:
– Se programó un
calendario que el campesinado no aceptó, por eso se dieron acciones
campesinas que fueron violentamente reprimidas como en Andahuaylas. En
Huanta se produjo una masacre inmortalizada por la canción "Flor
de Retama".
– No se respetó la
cultura indígena del ayllu o comunidad campesina y en muchas zonas en
lugar de devolver la tierra usurpada a los ayllus se fabricó
gigantescas cooperativas superburocratizadas que resultaron
beneficiando sólo a un puñado de funcionarios. El campesino comunero
indígena se levantó y a pesar de la represión recuperó la tierra
para las comunidades.
– Haciendas de la
costa fueron parceladas dejando los pozos de agua en manos de algunos
privilegiados y a la mayoría de los parceleros sin agua.
Repito, considero
positiva la liquidación de las haciendas por Velasco, pero junto con
el movimiento campesino, he luchado contra sus limitaciones.
Me he extendido en
esto al tratar sobre Humala porque ellos no reivindican al movimiento
indígena democrático y de acción directa, como el del Cusco, las
tomas de las haciendas en la época de Belaunde o el movimiento
comunero que recuperó las tierras de las falsas cooperativas creadas
por Velasco.
Sus emblemas son Cáceres
y Velasco, dos militares que dirigieron a los indígenas y cuando
ellos querían aplicar su democracia indígena, contestaban abaleándolos.
El comandante dirige a los indios, y cuando estos se pasan de la raya,
los fusila.
Por eso no debe extrañarnos
que en el partido de Humala se desconozcan los dirigentes o los
candidatos elegidos por las bases democráticamente, no se permite que
manden las bases, manda "el
comandante". Hay coherencia en el etnocacerismo.
Nosotros estamos por
el movimiento indígena democrático, donde el movimiento no es guiado
por ningún comandante ni caudillo, sino por sí mismo.
Reivindicamos la
lucha de los guerrilleros contra las haciendas, traicionados y
fusilados por Cáceres. Reivindicamos la reforma agraria hecha por el
propio campesinado en el Cusco. Reivindicamos las tomas de tierras de
la época de Belaunde. Reivindicamos a los comuneros que en Puno
recuperaron la tierra de las cooperativas fabricadas por Velasco.
Reivindicamos al movimiento indígena de Anta que maneja directamente
su municipio.
No nos extraña que
cuando un candidato de la derecha pidió la amnistía para los
militares masacradores de gran parte de los 70,000 indígenas
asesinados durante la guerra interna, Ollanta Humala se indignó, pero
no por el pedido de amnistía para los asesinos, sino porque no debía
ser tratado en forma electorera ese "asunto tan delicado para la
familia militar".
Puestos en una
balanza los miles de indígenas muertos, frente a sus asesinos de la
"familia militar", él está con la "familia
militar". Si no es así, que declare públicamente que está
contra la amnistía a los masacradores.
(*) Dirigente histórico
de la izquierda revolucionaria y de la Confederación Campesina del
Perú.
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