Uruguay
Celulosa,
Dioxinas y Convenio de Estocolmo
Por
María Isabel Cárcamo
RAPAL Uruguay (*), 05/03/06
No es posible pensar
la sociedad moderna sin papel. Sin embargo, es importante señalar que
existen importantes diferencias en materia de consumo en distintos países
del mundo y que gran parte de ese consumo es totalmente prescindible.
Unos
mucho y otros poco
Algunas cifras
indican que los ciudadanos de los EE.UU. consumen actualmente 1,7
veces más papel per cápita que los británicos, cuatro veces más
que los malayos y 83 veces más que los indios. ¿Significa que son 83
veces más instruidos que los ciudadanos de la India, 4 veces más
instruidos que los malayos y 1,7 veces más instruidos que los británicos?
Consideremos otro ejemplo: el incremento en un año en el consumo per
cápita de papel en Suecia entre 1993 y 1994, fue el doble del total
(!) del consumo per cápita en Indonesia (WRM, 2004a).
Es importante aclarar
que "es posible reducir el consumo en forma radical sin que se
produzca escasez de papel. Un ciudadano francés consume anualmente
190 kilogramos de papel y cartón, en gran medida utilizados en
empaque. ¿Por qué no podría un ciudadano finlandés bajar su
consumo anual de 430 kilogramos a esa cifra? ¿Por qué no podrían
los ciudadanos de EE.UU. bajar también su consumo per cápita de 330
kilogramos? Pero incluso las cifras francesas implican un consumo
excesivo y se podrían reducir a los 40 kilogramos que consume un
ciudadano uruguayo promedio, cuyo propio consumo podría a su vez ser
reducido fácilmente a niveles todavía más bajos" (WRM, 2004b).
El tema es que gran parte del consumo del papel es utilizado en
embalaje y lo peor es que en la mayoría de los casos éste no es
importante y solamente se hace con un mero afán cosmético.
Madera
para papel
La industria del
papel está basada en el uso de las fibras provenientes de árboles u
otras especies vegetales como el lino, caña de azúcar, algodón y
entre otros la paja. En el caso de Uruguay, la materia prima utilizada
en la industria de papel a mediados del siglo 20 era la paja de trigo.
Sin embargo, los crecientes volúmenes de consumo mundial de papel y
cartón llevaron a la industria a apelar a fuentes aparentemente
interminables de materia prima: los bosques, en particular del
hemisferio norte. Sin embargo, esa fuente al parecer infinita comenzó
a desaparecer y la industria apeló a los monocultivos de árboles
para abastecerse. Fue a partir de ese momento que el eucalipto aparece
en escena y que comienza a expandirse rápidamente en el hemisferio
sur.
La madera contiene
fibras con alto contenido de celulosa, cementadas entre sí por una
sustancia llamada lignina. Los distintos métodos utilizados para la
fabricación de pasta de papel y el tipo de madera empleada dan lugar
a papeles de distintas calidades, conteniendo diferentes proporciones
de celulosa y lignina y poseyendo distintas cualidades físicas. Estas
fibras son sometidas a un proceso industrial y la calidad del papel
dependerá tanto del tipo de proceso utilizado como de la fibra
vegetal empleada para su producción; a su vez, del proceso industrial
adoptado dependerá la contaminación asociada al mismo.
Los
problemas del blanqueo
Si bien la producción
de pulpa de papel genera una serie de impactos ambientales
importantes, el principal se vincula al blanqueo de la pulpa para
obtener un papel con un alto nivel de blancura. Los procesos de
blanqueo más antiguos están basados en la utilización de cloro e
hipoclorito, alternando con etapas de tratamiento con soda. En este
proceso de blanqueo se generan dioxinas y furanos, sustancias químicas
altamente contaminantes para el medio ambiente y la salud de las
personas, que no se degradan, que persisten en el ambiente durante
muchos años y que se van acumulando en los tejidos de los animales
que están expuestos a las mismas (incluido el ser humano).
Hacia mediados de la
década de 1980, el impacto ambiental de la fabricación de papel en
base a árboles generó una profunda preocupación a nivel público.
Los científicos llegaron a la conclusión de que el cloro elemental,
la principal sustancia química utilizada para blanquear las fibras de
madera, combinado con lignina produce dioxinas, que se encuentran
entre los agentes carcinógenos y deterioradores de hormonas más
potentes del mundo. Además, también concluyeron que, después de las
usinas de incineración, las fábricas de pulpa para papel son la
segunda fuente más importante de dioxinas y la fuente más importante
de contaminación del agua con dioxinas. Quedó a su vez clara la
responsabilidad de la industria del papel en los graves problemas de
salud pública y en impactos ambientales tales como el envenenamiento
de peces y otros componentes de la fauna acuática.
Frente a la creciente
oposición, la industria internacional respondió con inversión en
tecnologías que podrían conducir a reducir la contaminación. Si
bien la sustitución del cloro elemental por el dióxido de cloro
(proceso libre de cloro elemental - ECF) redujo significativamente la
contaminación por dioxinas, de ninguna forma la eliminó. También se
instrumentaron técnicas totalmente libres de cloro (TCF), aunque su
participación en el mercado es aún marginal. La celulosa ECF domina
actualmente el mercado mundial de celulosa química blanqueada con una
participación en el mismo superior a los dos tercios (75%), seguida
por el cloro elemental tradicional con aproximadamente el 20%,
mientras que la producción TCF mantiene un pequeño nicho de mercado
apenas superior al 5% (WRM, 2005).
El
sistema ECF: no tan inocuo como dice la industria
Un cambio completo
del blanqueo que utiliza cloro elemental al que emplea dióxido de
cloro (ECF) podría reducir hasta el 80% en las emisiones de dioxinas
y furanos (organoclorados), pero aunque todas las fábricas de
celulosa del mundo cambiasen su sistema de blanqueo y hubiese un
control de los equipos utilizados, igualmente se seguiría emitiendo
al menos 140.000 toneladas por año de organoclorados tanto en el
agua, aire, tierra y productos de la propia industria. Esas emisiones
pueden contener anualmente alrededor de 2,000 toneladas de dioxinas y
furanos.
Además de dioxinas y
furanos, el proceso de blanqueo que utiliza dióxido de cloro (ECF)
también libera una serie de sustancias tales como cloroformo, ácido
clorado, y otras compuestos tóxicos que pueden ser acumulados en los
tejidos de los peces. Más aún, el blanqueo con dioxido de cloro
produce grandes cantidades de clorate, herbicida altamente potente que
mata plantas y peces. Finalmente la mayoría de los organoclorados
encontrados en los efluentes de plantas de celulosa aún no han podido
siquiera identificar ni menos aún evaluar en cuanto a sus posibles
impactos (Stringer y Johnston, 2001).
En una investigación
sobre emisiones aéreas en una planta finlandesa del tipo ECF se
"detectaron niveles altos de varias dioxinas y furanos clorados,
donde los furanos eran el componente principal" (Rosenberg et al.
1994, citado en Stringer y Johnston, 2001). La misma investigación
encontró que los niveles del principal furano hallado en el aire
"eran más altos en la sangre de un grupo de trabajadores de la
planta de celulosa que en la población aledaña" (Rosenberg et
al. 1995, citado en Stringer y Johnston, 2001).
En otro estudio en
los Estados Unidos, se analizaron los efluentes líquidos de una
planta ECF y se encontraron dioxinas y furanos en el efluente que
llegaba a la planta de tratamiento, en los lodos de la misma y en el
agua filtrada de los lodos".
En una planta ECF en
Nueva Zelanda se hallaron "elevados niveles de compuestos
clorofenólicos en el río y en los sedimentos del río donde se
volcaron los efluentes. Las concentraciones de clorofenólicos no
volvieron a los niveles normales hasta aproximadamente 20 kms aguas
abajo de la planta" (Judd et al. 1995, citado en Stringer y
Johnston, 2001).
Los resultados de
otro importante número de estudios sobre plantas de celulosa que
utilizan el sistema ECF muestran que las dioxinas que emiten
"continúan estando presentes a niveles detectables"
(Gillespie 1996, citado en Stringer y Johnston, 2001).
La presencia de cloro
elemental (que es el principal generador de dioxinas y furanos) en
plantas de celulosa ECF ocurre a través de dos formas. Por un lado,
la propia producción del dióxido de cloro que utiliza la planta es
acompañada por la co-producción de cloro elemental. Pero aún si ese
problema se resolviera "también se genera cloro elemental
durante el blanqueo con dióxido de cloro (Reeve et al. 1995, citado
en Stringer y Johnston, 2001).
¿Qué
son las dioxinas y furanos?
Los PCDD/PCDF (o
simplemente "dioxinas y furanos") son términos genéricos
para denominar a un grupo de compuestos altamente peligrosos, con
parecidas estructuras y mecanismos de acción tóxica. Algunos autores
utilizan el término "doxinas" para abarcar a ambos grupos
(PCDD/PCDF) bajo un mismo nombre.
Las dioxinas y
furanos no son producidos comercialmente, ni se les conoce ninguna
utilidad o aplicación. Se trata de compuestos químicos tóxicos que
son producidos como resultado de procesos industriales, principalmente
como subproductos en procesos en los que interviene el cloro. Por
ejemplo, en la elaboración del plástico PVC, plaguicidas y
disolventes organoclorados y durante procesos de combustión de
compuestos organoclorados, (que tienen carbono y cloro en su molécula),
como ocurre en los incineradores de residuos peligrosos o durante
incendios accidentales de materiales o productos clorados.
La principal fuente
de emisión atmosférica de dioxinas son los incineradores de residuos
peligrosos, domésticos, hospitalarios o el uso de residuos peligrosos
como combustible alterno en los hornos de cemento. La principal fuente
de emisión de dioxinas en el agua son las descargas de la industria
papelera que usa gas cloro para blanquear la pulpa para papel, tomando
en cuenta que las dioxinas se forman al reaccionar el cloro con la
lignina de la madera.
Las dioxinas y
furanos tienen varias características comunes: son muy tóxicos, son
activos fisiológicamente en dosis extremadamente pequeñas; son
persistentes, es decir no se degradan fácilmente y pueden durar años
en el medio ambiente; son bioacumulables en los tejidos grasos de los
organismos y se biomagnifican, es decir, que aumentan su concentración
progresivamente a lo largo de las cadenas alimenticias. Por su
persistencia pueden viajar grandes distancias siendo arrastrados por
las corrientes atmosféricas, marinas o de agua dulce, y mediante la
migración a larga distancia de los organismos que los han
bioacumulado. Tal es el caso de ballenas y aves.
Las
dioxinas en el medio ambiente
En el agua. Debido a
que son prácticamente insolubles en agua, las dioxinas se adhieren
("adsorben") a las partículas en suspensión, que ingresan
a la cadena alimenticia de los organismos acuáticos con altamente tóxicos
sobre los mismos.
En el aire. Las
dioxinas se hallan en la atmósfera adheridas ("adsorbidas")
a las partículas de polvo (cenizas volantes).
En el suelo. Dada su
baja solubilidad en agua y su gran capacidad de adherirse a las partículas
de suelo, su movilidad es extremadamente baja y se acumulan en el
suelo.
En las cadenas
alimenticias. Dadas su baja solubilidad en agua y su lenta degradación,
las dioxinas se van acumulando las cadenas alimenticias. La
bioacumulación es grande en los peces, así como en las grasas y en
el hígado de los organismos terrestres. En el caso de las plantas, la
bioacumulación es moderada. Es importante señalar a ese respecto que
el tiempo de vida media de las dioxinas en el suelo asciende a más de
10 años (Rotard, 1987) y en el cuerpo humano es de hasta 6 años
(Beck et al., 1987).
Cómo
se expone el ser humano a las dioxinas
La ingestión de
alimentos contaminados, especialmente carne y productos lácteos, es
la principal manera de exposición. Su presencia se debe a que el
ganado consume forraje vegetal contaminado con estos compuestos y los
bioacumula en los tejidos grasos y la leche. Dicha contaminación se
produce principalmente por la deposición y transporte atmosférico a
grandes distancias, desde las fuentes de emisión atmosférica.
Otras vías
importantes de exposición incluyen el consumo de pescado contaminado
directamente por las descargas de dioxinas o por el depósito en aguas
superficiales a partir de la atmósfera; su inhalación en lugares próximos
a las fuentes de emisión atmosférica; y ciertas exposiciones
ocupacionales, por ejemplo, de trabajadores de las industrias que
producen compuestos clorados como por ejemplo fabricas de celulosa.
Efectos
adversos en la salud
Es durante el
desarrollo del feto donde la exposición a dioxinas puede ser mayor y
los efectos más dañinos. Pasan de la madre al feto a través de la
placenta. El mayor riesgo es durante las primeras nueve semanas de
embarazo, mientras que los mayores defectos en el sistema nervioso
central pueden ocurrir durante los primeros cuatro meses del feto. Las
dioxinas son del grupo de agentes químicos que afectan el sistema
endocrino: pueden entrar a las células y bloquear, imitar o alterar
las acciones de las hormonas, pudiendo tener efectos negativos en el
desarrollo neurológico, reproductivo, conductual y en el sistema
inmunológico. Esto último puede propiciar que los niños contraigan
más fácilmente enfermedades infecciosas, como bronquitis y
enfermedades del oído. (Bejarano s/f)
Estudios en distintas
especies de animales (ratones, ratas y hámsters), comprobaron que las
dioxinas pueden causar cáncer en distintas partes del organismo: hígado,
pulmones, lengua, parte superior de la boca, nariz, glándula
tiroides, glándula adrenal, en la piel de la cara y bajo la piel. La
Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos
clasifica a las dioxinas como probables carcinógenos humanos.
(Bejarano s/f)
Otros posibles
efectos crónicos por la exposición a altas dosis de dioxinas en la
vida adulta de los humanos incluyen la alteración de funciones
inmunológicas y endocrinas (hormonales), cloracné y se sospecha que
también endometriosis (desorden ginecológico, crónico y doloroso,
en el que los tejidos del útero crecen fuera del mismo). (Bejarano
s/f)
Un
acuerdo internacional
Las dioxinas están
en la lista de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs).
Afortunadamente, y luego de años de lucha, se han implementado varios
acuerdos internacionales con respecto a la fabricación, uso y
comercialización de los COPs. Uno de estos acuerdos ha sido el
Convenio de Estocolmo sobre los COPs que reconoce las propiedades tóxicas
y persistentes de estas sustancias y apunta a su disminución
paulatina y eliminación. El convenio entró en vigencia el 17 de mayo
de 2004 y Uruguay lo ratificó en febrero de 2004.
Este convenio ha sido
el resultado de un proceso de negociación intergubernamental
convocado por las Naciones Unidas para enfrentar los graves peligros
para la salud humana y el ambiente derivados de las características
de toxicidad, persistencia y bioacumulación de ciertos productos químicos
orgánicos. El Convenio es un acuerdo internacional para eliminar 12
Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), que incluyen compuestos
químicos industriales como los PCB, plaguicidas como el mirex y
contaminantes generados por procesos industriales como las dioxinas y
furanos. En el caso de las dioxinas existe un compromiso de disminuir
en forma paulatina y eliminar definitivamente - en caso que sea
posible - las emisiones producidas por estos procesos.
Uruguay,
el Convenio y las plantas que se instalarían en Uruguay
De acuerdo al
Convenio de Estocolmo, Uruguay se ha comprometido a reducir y en un
futuro a eliminar la emisión de dioxinas. Bajo este marco pereciera
contradictoria la autorización de la instalación de dos enormes fábricas
de celulosa, ya que si bien es cierto que este Convenio por ahora
autoriza el sistema de blanqueo con dióxido de cloro (ECF), sistema
que reduce la contaminación por dioxinas, de ninguna forma las
elimina. Por lo tanto, se estaría violando el espíritu del convenio,
ya que en vez de disminuir se aumentarían las emisiones de estas
sustancias altamente contaminantes y persistentes en el medio
ambiente.
Para dar cumplimiento
cabal al espíritu del Convenio, entendemos que los gobiernos de los
cuatro países involucrados en el tema de las plantas de celulosa
proyectadas para este país (Uruguay, Argentina, Finlandia y España)
deberían exigir a las dos empresas (ENCE y Botnia) que opten por el
proceso de blanqueo TCF (que no genera dioxinas y furanos), que
utilizan en algunas de sus plantas en su propio país.
Notas:
(*)
Por más información sobre este tema, visitar el sitio web de RAPAL
Uruguay http://www.chasque.net/rapaluy
Fuentes
consultadas:
-
Bejarano, Fernando y Albert, Lilia (s/f).- Dioxinas y Furanos
http://www.marn.gob.sv/conveniobasilea/Directriz%2010.htm
-
Beck et al. (1987).- Dioxinas
http://media.payson.tulane.edu:8086/spanish/envsp/Vol324.htm
-
Greenpeace, (1992).- Pulp and paper
http://archive.greenpeace.org/toxics/reports/gopher-reports/chlora3.txt
-
Rotard (1987).- Dioxinas
http://media.payson.tulane.edu:8086/spanish/envsp/Vol324.htm
-
Stringer, Ruth y Johnston, Paul (2001).- Chlorine and the Environment:
An Overview of the Chlorine Industry. Kluwer Academic Publishers
-
WRM (2004a).- Libros de texto, comercios y subsidios: la renegociación
del consumo del papel. Boletín WRM 83, junio
http://www.wrm.org.uy/boletin/83/escenario.html#mito
-
WRM (2004b).- La manchada blancura de una hoja de papel. Boletín WRM
83, junio
http://www.wrm.org.uy/boletin/83/opinion.html#opinion
-
WRM (2005).- Fábricas de celulosa. Del monocultivo a la contaminación
industrial. Montevideo, WRM.
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