Expoliación imperialista y fuentes de trabajo
¿Qué programa frente las papeleras?
Por Roberto Sáenz
Socialismo o Barbarie, periódico, 23/03/06
“Fray Bentos: al caminar por las callecitas cercanas a la
costanera se descubren algunas pistas. En la puerta de una rotisería,
sobre un pizarrón negro que promociona tartelines frescos, hay un
cartel que reza «SÍ a las papeleras». A sólo 35 kilómetros de aquí,
en la ciudad argentina de Gualeguaychú, la consigna opuesta se
repite en comercios similares a ése: «NO a las papeleras» (La Nación, 19-3-06).
A lo largo de los últimos dos meses, el conflicto alrededor de las
papeleras adquirió una dimensión nacional y regional, que en nuestro
periódico –como lo hizo el resto de la izquierda– hemos ido
reflejando. Sin embargo, ha venido existiendo una dificultad a
la hora de levantar un claro programa que responda a la doble
exigencia del rechazo a la expoliación imperialista y que, al
mismo tiempo, sea internacionalista y desde la clase trabajadora. Es
que no puede haber un programa, desde la tradición del marxismo
revolucionario, que no tenga como criterio principal la unidad de
los trabajadores tanto del Uruguay como de la Argentina frente al
problema. En lo que sigue, intentaremos dar pasos para llenar este vacío,
considerando el conflicto desde un punto de vista más educativo.
Defendemos los cortes
frente a Kirchner y Tabaré
A lo largo de 45 días se ha venido sosteniendo el corte de
ruta en Gualeguaychú y Colon, Entre Ríos. El primero acaba de ser
levantado (producto de la fuertísima presión combinada del gobierno
K y Tabaré), pero el segundo se mantiene aún en pie y amenaza con
tirar al tacho de basura el espurio acuerdo entre ambos gobiernos.
Los cortes han tenido el mérito de que el conflicto por la
radicación de las pasteras ()
se proyectara tanto nacional como internacionalmente y que nuestra
posición es que no se levanten, busquen activamente sumar fuerzas
del lado uruguayo y defenderlos incondicionalmente ante cualquier
avance represivo de parte del gobierno K.
En este marco, está claro que los gobiernos de Argentina y
Uruguay se han puesto de acuerdo para lograr una salida
“negociada”: han acordado que las papeleras se van a instalar
y con la “paralización de las obras” (para que trabaje una
“comisión investigadora” por no más de tres meses) se busca
darle una salida “elegante” a Kirchner ()
y garantizar el levantamiento total de los bloqueos. Si esta transacción
aún tiene problemas para implementarse es por la progresiva
resistencia de los asambleístas de Entre Ríos (en estos
momentos, específicamente de Colón). En estas condiciones,
insistimos, estamos por la defensa incondicional de los mismos ante
cualquier medida represiva que se pretenda llevar adelante. ()
Sin embargo, toda esta circunstancia alrededor de la
instalación de las papeleras merece una reflexión más de fondo.
Sobre todo en lo que hace a que programa a levantar frente a un
conflicto tan intrincado.
Cuando los estados meten
sus narices
Como venimos señalando, la posición de los marxistas
revolucionarios frente a este conflicto es compleja. No caben
blancos o negros sencillos, dados los sujetos y problemáticas en
juego, que incluyen la intervención directa de dos estados en
el problema. Hay una real contradicción que se
plantea entre el principio de preservación del medio ambiente de la
depredación capitalista e imperialista, por un lado, y, por el otro,
la problemática acerca de la ausencia de fuentes de trabajo y de un
proceso de “industrialización” en el Uruguay, bandera agitada
de manera demagógica por el gobierno pro-imperialista de Tabaré,
pero que roza un problema real.
Como está dicho, no se trata de un mero conflicto social
al interior de un estado nacional, sino de una situación en la
que intervienen el juego de las relaciones entre estados,
que –en este caso particular– tiende a reducir el grado de
independencia de la acción de los sectores populares involucrados. En
estas circunstancias se tienden a producir cambios del frente de la
lucha de manera frecuente.
Esta es una realidad que no puede perderse de vista y que es distinta
a los casos que se están multiplicando en el interior del país,
respecto de las explotaciones mineras: por ejemplo, la lucha del
pueblo de Esquel contra la radicación de una minera de oro u otros.
Ubicarse respecto del “frente de la lucha” es más sencillo dado
que se da al interior del un estado nacional: es decir,
entre el gobierno (y los empresarios) y los sectores populares que se
oponen a la radicación de la empresa expoliadora. En estas
circunstancias, no hay ni otro estado, ni una población de otro país
que activa o pasivamente aparezca a favor de que la empresa se
radique.
Está claro que ése no es el caso de la controversia
alrededor de las papeleras, en el cual están interviniendo con todo
los dos estados nacionales y donde la población de Fray Bentos
aparece como rehén de la reaccionaria política oficial de
Tabaré.
La asamblea de
Gualeguaychú, Tabaré y Kirchner
Está claro que el primer actor de este “drama” es la
asamblea ambiental: un actor popular semi-independiente, es
decir, que en determinados momentos ha expresado mayores o menores
grados de independencia respecto del gobierno provincial y nacional.
Tuvo momentos claramente progresivos (marcha binacional
de comienzos del años 2005) y posteriormente otros de clara
instrumentalización por parte del gobierno de Busti, para
nuevamente retomar, con el corte de 45 días, un grado mucho mayor de
independencia política. Esto no obsta que haya venido levantando
un programa unilateral, “nacionalista” y estrechamente
“ambientalista”.
Luego están los gobiernos “progresistas” de Tabaré ()
y Kirchner. Tabaré defiende los acuerdos del estado uruguayo con los
gobiernos de Finlandia y España (y las respectivas empresas Botnia y
Ence), que son de expoliación y sometimiento de los recursos
naturales de su país a estas empresas imperialistas que sólo
llevarán a cabo en territorio uruguayo la parte más penosa, menos
desarrollada de la producción (pasta de celulosa),
mientras que la fabricación de papel propiamente dicha se realizará
en los países imperialistas. La carta fuerte del gobierno del FA es
el ya señalado uso demagógico de la “creación de nuevos puestos
de trabajo” ()
y el planteo acerca del “derecho del país a industrializarse”.
Por su parte, del lado del gobierno argentino, hay dos
situaciones: por un lado, Busti buscó desde el principio instrumentalizar
el reclamo por razones “políticas” (la búsqueda de su reelección),
así como expresar intereses de los sectores empresarios vinculados al
turismo, entre otros. En el caso del gobierno nacional, durante un
tiempo dejó correr buscando “surfear” sobre la “ola
ambientalista”, hasta que la transformación del conflicto en un
enfrentamiento mayor entre estados lo llevó a buscar una salida
“consensuada” a partir de reconocer el derecho del Uruguay a
“llevar a cabo los negocios que crea conveniente”. Es decir, ni
Kirchner ni Busti se mueven por razones de “principios” o por la
“preservación de la naturaleza” de la zona, sino por intereses
espúreamente económicos, políticos y especulativos. ()
Los obreros uruguayos
Ya hemos visto los actores de este “drama”. Veamos ahora
al gran “ausente”: los trabajadores uruguayos. Es que en la
margen oriental del río, lamentablemente, no se puede decir que haya
habido un actor realmente independiente. () La masiva marcha del
viernes 18 en Fray Bentos fue claramente orquestada desde
la intendencia y el gobierno uruguayo con los trabajadores como
furgón de cola. Esto es lo que cuenta un informante
independiente de esta ciudad: “Fray Bentos está de fiesta. Blancos
y colorados a la cabeza, intendente conservador al frente,
comerciantes y fuerzas vivas detrás. Sindicatos de memoria gloriosa como
furgón de cola. Una gran multitud proclama el derecho de los
trabajadores a participar, con salarios decorosos, en la construcción
del inmenso templo de nuestros verdugos. Junto a los poderosos y los
lacayos de las transnacionales desfila gente que, hace unos meses
nomás, revisaba basura en Mercedes y hoy tiene un salario botniano.
Gente de familias buenas que vienen en asentamientos dolorosos,
donde entre tablas y nylon se decoloran banderas rojas, azules y
blancas de la esperanza todavía reciente. Las promesas resultaron
una realidad de trabajo para dos años, dignidad laboral ahora y
muerte anunciada del Río de los Pájaros después, pero ¿a qué otra
alternativa prenderse?” ()
Ante los rumores de la
“posible suspensión de las obras”, el sindicato de la construcción
()
planteó el reclamo de la “continuidad de la fuente de trabajo y de
los salarios”, al mismo tiempo que se está hablando de la posible
“ocupación de la obra”. Ahora bien: ¿qué hacer si los
trabajadores se decidieran a tomar las plantas? En ese caso
“extremo”, los trabajadores sí podrían crearse una base que
los transformara en un actor independiente. Con esta contradicción:
dos sectores populares, en las dos márgenes del río, levantando
programas, a priori, opuestos. Éste es el problema de programa a
resolver respecto de la controversia de la radicación de las
pasteras: es decir, la necesidad de levantar un único programa por
encima de las fronteras nacionales, de unidad de los trabajadores y
sectores populares de ambas márgenes e independiente y en contra de
ambos gobiernos patronales.
“Un estado dentro del
estado”
“Este tema no es simplemente contaminación o no
contaminación, sino que es un tema del modelo de país, que acá
lo que se esta debatiendo es qué país va a ser Uruguay en el futuro.
Y se están generando grandes dudas en sectores del Frente Amplio
(...) Ven que esto es un continuismo de lo que hicieron
los colorados y los blancos en los gobiernos anteriores. Un
continuismo en el modelo de país que venía funcionando hasta
entonces y que parece depender de la apertura a la
inversión extranjera y de un modelo exportador de productos básicamente
primarios. Por eso insisto en que no son papeleras, son plantas de
celulosa, que hoy en día es un commodity, o sea, una materia
prima que se exportaría en base a la explotación de nuestros
recursos naturales que son el suelo, el agua, la flora y la fauna”.
()
Éste debe ser el ángulo de la crítica a las papeleras en
el lado uruguayo: visto desde la totalidad de la política de
sometimiento al imperialismo que expresa el gobierno del FA.
Porque el acuerdo firmado entre el estado uruguayo con sus homólogos
de Finlandia, España y las empresas es un escándalo. Algunos
analistas lo caracterizan como la constitución de “un estado al
interior del estado uruguayo”, en base al “Acuerdo
de Protección de Inversiones”.
En el caso de la empresa Botnia se señala que“los
inversores que sufran pérdidas por revueltas, insurrecciones o
manifestaciones serán indemnizados en efectivo, en moneda de libre
conversión e inmediatamente transferible”. (11]
Y hay más puntos leoninos (artículos 5, 6 y 9) que
muestran el carácter expoliador del acuerdo: cesión de
jurisdicción a tribunales internacionales, constitución de “zona
franca” en los puertos y áreas de las pasteras, la ya señalada
indemnización por parte del estado uruguayo frente a cualquiera
movilización o huelga de trabajadores que pudiera afectar la producción
de las papeleras, compromiso de no expropiación (“directa” o
“indirecta”) de las pasteras bajo ninguna circunstancia.
Este “acuerdo” de verdadero vasallaje colonial
fue firmado y ratificado parlamentariamente por los dos partidos
burgueses clásicos del Uruguay: los colorados y los blancos, y aunque
en su momento el FA posó de “opositor”, ahora lo lleva adelante a
pie juntillas.
Clase y naturaleza
Toda esta situación plantea problemas más generales. En
este sentido, hay que dejar sentado con claridad la especificidad
del problema ecológico, no reducible al problema de clase.
Porque una cosa son las relaciones entre las personas a la hora de la
producción material (relación de explotación del trabajo humano) y
otro plano es la relación de la humanidad como un todo con la
naturaleza. Relaciones que, bajo el capitalismo, son de explotación
y / o expoliación de la naturaleza de manera “no sustentable”,
propia de un sistema que tiende a socavar los dos “manantiales”
de la riqueza: el trabajo humano y la naturaleza. Hay un vínculo
de “solidaridad” entre ambos tipos de relaciones. Es decir: una
sociedad de clase, de explotación como es el capitalismo
imperialista, no casualmente es una sociedad de expolio de la
naturaleza en función del criterio de la ganancia capitalista.
Sin embargo, esto no
quita que –al mismo tiempo– se puedan expresar situaciones de
hecho donde, aparentemente, ambos principios aparezcan como
irreconciliables: esto es lo que pasa, a primera vista, en el caso de
las papeleras.
Es decir, una situación donde la creación de puestos de
trabajo (desde ya, en condiciones de expoliación y sometimiento
imperialista, mero “pan para hoy y hambre para mañana”) aparezca
en directa contradicción con la preservación del medio
ambiente natural, del “laboratorio” natural de la humanidad. Es
decir, hay aquí una aparente “contradicción de
principios” esgrimidos como antagónicos en ambas márgenes del río.
Sin embargo, desde un claro ángulo de clase e
internacionalista, este “antagonismo” no es tal a la hora de
levantar un programa que ponga la producción social bajo el
control de los trabajadores y que no se base en criterios de
expoliación de los recursos naturales de los países semi-coloniales,
como es el caso del Uruguay y la Argentina.
Un programa ecológico,
internacionalista y de clase común
Debería
estar claro que los socialistas revolucionarios no podemos levantar
dos programas frente a este pelea: uno para caer “simpáticos”
en Gualeguaychú y otro para intentar hacer pie entre los trabajadores
de Fray Bentos. Esto seria un crimen chauvinista. Se trata, por
el contrario, de levantar un único programa ecológico,
internacionalista y de clase para ambas márgenes del río.
Esto no es tan sencillo,
porque los sectores más “radicales” de la asamblea ambientalista
levantan la bandera de “no a la contaminación” a secas: es decir,
están en contra de la radicación de papeleras en cualquier
condición de tecnologías. El gobierno del FA y la burocracia
sindical del lado uruguayo están por la aplicación a rajatabla del
convenio firmado con las pasteras en las actuales condiciones. Es
decir, su radicación en condiciones de saqueo y expoliación.
Desde ya que estamos totalmente en contra del programa
proimperialista del gobierno de Tabaré y de la burocracia sindical.
Pero tampoco acordamos en un todo con el programa levantado por la
asamblea ambiental. Estamos a favor de la industrialización del
Uruguay: es decir, no somos “románticos”, sino que apostamos
al desarrollo de las fuerzas productivas. Opinamos que –hasta
cierto punto– hay creada una situación de hecho en la medida que
existe una enorme plantación forestal que ya lleva 15 años de ir
depredando el campo uruguayo y llevándolo al monocultivo. En estas
condiciones, no estamos en contra de la instalación de papeleras en
toda circunstancia. Es aceptable su instalación de la misma bajo
cuatro condiciones:
* que desembarquen con la tecnología menos
destructiva de la naturaleza, por más costosa que sea.
* que se trate verdaderamente de papeleras y no simplemente
de “pasteras”, es decir, que se siga enteramente en el Uruguay
y el resto de la región el proceso de industrialización del papel,
sumando cadenas que agregan más valor. Esto es, papeleras que
produzcan papel, no meramente pasta de celulosa.
* que se cambie el sitio de radicación (es un escándalo
que estén prácticamente frente al Ñandubayzal).
* que se pongan de manera inmediata bajo el control de sus
trabajadores, única garantía de la aplicación de los puntos
anteriores.
Ésta sería, a nuestro modo de ver, la única manera en que
el desembarco de las papeleras podría constituir un hecho
progresivo para ambas márgenes del río y para el desarrollo de la
clase obrera sin reventar la naturaleza. Un programa que podría
ser prenda de unidad de los trabajadores y sectores populares de ambas márgenes
y de lucha independiente respecto de los gobiernos de Uruguay y la
Argentina. Es decir, un programa ecológico, internacionalista
y de clase. Un programa que, en las actuales condiciones, no
puede menos que correr el riesgo de caer “antipático” tanto en
Fray Bentos como en Gualeguaychu. Lo lamentamos mucho: los
revolucionarios no buscamos “caer simpáticos”, sino dar
respuestas socialistas y de clase a los desafíos que nos plantea
nuestro tiempo.
Notas:
.-
Es más apropiado hablar de “pasteras” que de papeleras,
porque las empresas que van a ser puestas en pie sólo llevaran a
cabo la primer parte del procesamiento de la madera para obtener
pasta de celulosa, mientras que el resto del proceso de
industrialización, el que agrega más valor, se realizaría en el
norte del mundo.
.-
Éste ya había afirmado en el verano que Uruguay tenía
“derecho a hacer los negocios que le convengan”.
.-
Esta posición elemental la sostenemos aun cuando consideremos que
la asamblea ambiental levanta un programa completamente
unilateral, limitadamente nacionalista. A pesar de esto, el
corte por tiempo indeterminado de los puentes en Gualeguaychú y
Colon constituyó una medida esencialmente progresiva e
independiente.
.-
El gobierno del Frente Amplio compite con Lula y Bachelet entre
los más derechistas del “progresismo”. Está
claramente embarcado en un proyecto de redoblar el sometimiento
al imperialismo yanqui por vía de los acuerdos de “protección
mutua de inversiones” y de “libre comercio”, con la excusa
de que Estados Unidos es el “mayor socio comercial del
Uruguay”.
.-
Es sabido que la mayor creación de puestos de trabajos se va a
producir en los años de construcción de las plantas. Luego, dado
su desarrollo tecnológico, la operación de las plantas sólo
requiere de algunos centenares de trabajadores e, incluso, muchos
de los más calificados vendrían del exterior. Sin embargo,
en lo inmediato, el emprendimiento está sirviendo para operar una
reactivación económica de la ciudad de Fray Bentos y su área
circundante, marcada por el flagelo de la desocupación y la
crisis social como producto de la decadencia de la de la industria
frigorífica, que caracterizó la actividad económica de la zona,
hace ya varias décadas.
.-
Distintos medios de comunicación se han encargado de señalar y
documentar las empresas de celulosa que operan en el país con los
mismos métodos de tecnología que pretenden instrumentar Botnia y
Ence, acerca de las cuales el gobierno K no ha dicho palabra.
.-
Esto no quiere decir que no existan voces ambientalistas y
sectores a la izquierda del FA que no hayan criticado por
izquierda el proyecto del gobierno y su demagogia
“industrialista” que toma de rehenes a los trabajadores en
condiciones de amplio desempleo y retroceso industrial del país.
Es decir, en condiciones en que pone a la población frente al hecho
consumado de que “hay una gran inversión” de largo plazo
“con la industrialización de los bosques de eucaliptos”.
.-
Gonzalo Abella, escritor fraybentino. El autor agrega: “Bien: la
gente acepta por ahora la única opción laboral que el
gobierno neoliberal y las transnacionales les ofrecen, y cierran
los ojos para no ver el estupor y el desencanto en los ojos de
los jóvenes entrerrianos, de esos estudiantes provincianos que
renuncian al baile del sábado para pintar pasacalles y relevar a
sus orgullosos abuelos en los cortes de rutas”.
.-
Los burócratas del sindicato de la construcción son carne y uña
con el proyecto de las papeleras, y están completamente
integrados al gobierno del FA.
.- Laura
Vales, Página 12, 6-3-06.
.- Respecto
de este primer punto, da la impresión –aclarando que no
conocemos el tema en profundidad ni, obviamente, somos
especialistas– que la propuesta técnica que ha venido
sosteniendo Greenpace tiene aspectos convincentes: “Este no es
un problema de un solo país sino de toda nuestra región, y por
eso demandamos un plan de producción limpia para esta industria
(...). Junto con el plan de producción limpia (que debería
implementarse tanto en Uruguay como en la Argentina), hemos
planteado tres puntos: que las plantas que planean instalarse en
Fray Bentos sean trasladadas separadamente y reubicadas lejos de
todo centro urbano y turístico, que se realice un reordenamiento
forestal y que se prohíba la radicación de plantas de celulosa
con capacidad superior a las 700.000 toneladas anuales de pulpa”
(Página 12, 3-3-06).
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