Las políticas globalizadoras desde
la
perspectiva de América Latina
Por Óscar
Ugarteche ()
y Fidel Aroche Reyes ()
La Insignia,
25/02/06
Primera
parte
En el presente trabajo vamos a efectuar una
revisión descriptiva de algunas variables económicas seleccionadas,
para un conjunto de países, al cabo de quince años de la aplicación
de reformas de mercado. Se ha tomado como muestra once países
representativos de economías grandes, medianas y pequeñas de América
latina y se ha escogido las variables de exportaciones de bienes y
servicios, el PIB per cápita, la tasa de inversión total en el PIB,
la transferencia neta de capitales definida como la suma algebraica de
los créditos de largo y corto plazo más la suma algebraica de las
inversiones directas netas de amortizaciones y depreciación.
Finalmente se hace una revisión sobre los
elementos que más peso tienen en la balanza de pagos y en la
estructura de financiamiento internacional de las economías. Se
encontró que se presenta la paradoja de que no hay relación entre el
PIB per cápita y las exportaciones, que la tasa de inversión es
estable a pesar de la apertura de la cuenta de capitales, que los
auges exportadores ocurren indistintamente al inicio de las reformas,
que la apertura de los mercados de capitales no afectó positivamente
la transferencia neta de capitales sino por un período breve y que
las remesas de emigrantes han resultado siendo una fuente creciente de
financiamiento de la balanza de pagos, ante la falta de empleo de
calidad, y que los salarios no regresaron a sus niveles anteriores a
1980. El trabajo se ha efectuado con datos provistos por los
indicadores de desarrollo mundial del Banco Mundial, 2004 y en lo
posible se utilizó el criterio de dólares constantes de 1995.
La relación entre crecimiento del PIB y de
las exportaciones
Las instituciones financieras internacionales
han promocionado la adopción de estrategias de desarrollo de promoción
de exportaciones a partir de la llamada crisis de la deuda de los años
1980. De este modo la práctica totalidad de los países americanos
han adoptado estrategias de esta naturaleza, si bien con distinto
grado de éxito y profundidad. Estas estrategias han estado
acompañadas
también por otras reformas que incluyen la contracción de la
presencia del sector público en la economía y la preeminencia de los
mecanismos de mercado sobre la regulación. Sin embargo, una revisión
inicial a la hipótesis del crecimiento liderado por las exportaciones
permite apreciar que en términos absolutos, en dólares constantes,
no parece haber una relación significativa entre el PIB per cápita y
los ingresos por exportaciones de bienes y servicios en la muestra (3).
Los datos agregados de América Latina
observan una tendencia del crecimiento del PIB per cápita hacia 0
desde 1970 (grafico 1).
Para comprender mejor el transito de los países
latinoamericanos, se ha tomado una muestra de once países y
utilizando números índices con base 1980, se ha hecho un análisis
de dispersión del PIB per cápita y de las exportaciones. Los dólares
utilizados son constantes de 1995 para hacer el análisis comparable.
La pregunta es si los países han llegado más o menos al mismo sitio
desde 19870 en términos de PIB per capita o de exportaciones o de
ambos. Suponiendo un mismo punto de partida antes de la crisis de la
llamada crisis de la deuda, dónde se encuentran ahora.
La evidencia del crecimiento absoluto de las
exportaciones en dólares constantes de 1995 y del PIB per cápita se
puede apreciar en el análisis de dispersión del gráfico 2. El lado
izquierdo del gráfico muestra las cantidades del año 2002 tomando
1980 como base. El cluster se encuentra en torno a la media de 104
(sin Chile), con una mínima de 93 y una máxima de 204. Es decir
Chile dobló su PIB per cápita y el resto no lo incrementó o lo hizo
muy moderadamente, en dos décadas.
Las exportaciones de bienes y servicios
muestran en cambio mucha mayor dispersión. En un rango que va de una
mínima de 130 de Guatemala, hay una máxima de 728, que es México, y
la media es de 354. Es decir, las exportaciones han crecido de manera
variada en la muestra pero el PIB casi no ha crecido con una excepción.
El excepcional crecimiento de las exportaciones mexicanas no se
refleja en el ingreso por habitante.
El que tiene mayor índice de exportaciones es
México que ha octuplicado sus exportaciones entre 1980 y 2002 y el
que menos, Guatemala donde el índice es 130 el año 2002. No se
observa un patrón de crecimiento de las exportaciones con el
crecimiento del PIB per cápita en estas muestra de once países.
El gráfico no. 3 simplificado a dos países,
México, y Perú, reflejan una tendencia logarítmica análoga en el
PIB per cápita donde no se observa crecimiento, pero sí en las
exportaciones. La tendencia logarítmica tendencial de las
exportaciones mexicanas, primera línea tendencial, lo colocan en la
expectativa de ocupar un sitial preferente mundial como exportador
pero la relación con el crecimiento del PIB per capita es muy baja.
El Perú, de su lado muestra una baja tendencia de crecimiento de las
exportaciones, comparado a México, segunda línea tendencial y no
observa una tendencia logarítmica de crecimiento del PIB per capita
en el largo plazo.
El grafico no. 4 muestra las tendencias de
Costa Rica y Chile donde se observa que Chile y Costa Rica tienen las
tendencias logarítmicas casi idénticas de crecimiento de las
exportaciones pero el crecimiento del PIB de Chile tiene una tendencia
logarítmica mayor que Costa Rica que guarda una tendencia logarítmica
al estancamiento, análoga a la de México y el Perú del gráfico 3.
Cuando se incorpora a Brasil y Argentina al análisis
se constata que las tres mayores economías de América Latina tienen
crecimiento de las exportaciones, pero que esto no se ve reflejado en
al PIB per cápita.
Cuando se complican los gráficos 3 y 4 con
los datos del gráfico 2 se aprecian dos tendencias en la región. Hay
países con una relación positiva fuerte entre las exportaciones y el
PIB y hay otros, la mayoría, donde dicha relación es tenue. ¿Qué
se necesita para que exista la relación? La interrogante es por qué
hay relación en Chile (una excepción), pero no en ninguno de los
otros países lideres regionales de exportaciones: México, Costa Rica
y Brasil.
Segunda
parte
Notas sobre integración a partir del TLCAN
(
)
La discusión acerca de la internacionalización
de las economías latinoamericanas y la formación de bloques
comerciales ocurre en medio de procesos de reformas económicas en
cada país y de diversa profundidad, iniciados a partir de los años
1980. Se ha argumentado que tales reformas son un requisito para
recuperar la capacidad de crecimiento rápido y sostenido, puesto que
la estrategia de crecimiento basada en el mercado interno, practicada
por todos estos países desde por lo menos la década de 1950, generó
aparatos productivos no competitivos, donde los empresarios no han
tomado las decisiones más eficientes, generando estructuras de
mercado que amaga la competencia, ya que propician que pocos agentes
gocen de grandes cuotas y poder de mercado; tales estructuras no
garantizan la mejor asignación de recursos.
Así, los empresarios imponen precios
superiores a los internacionales y extraen parte del excedente del
consumidor, gozando de cuasi-rentas cuyo coste social es superior a
los beneficios de la protección. Además, dado este medio ambiente
artificial en el que viven los empresarios, éstos no tienen
incentivos para especializar a la economía de acuerdo con sus
ventajas comparativas, por lo que el crecimiento es insostenible.
Luego -sigue el argumento- el bienestar y el crecimiento en el largo
plazo se maximizan ceteris paribus abriendo la economía al
mercado internacional puesto que los precios internos convergen con
los internacionales.
Paradójicamente sin embargo, a pesar de las
reformas, las economías americanas muestran distintos grados de
inestabilidad y el crecimiento no parece recuperar su dinamismo, como
se muestra en el cuadro 3. En efecto, para las economías en la
muestra, que incluye Canadá, Estados Unidos y Argentina, Brasil y México,
entre los años 1970 y 2000 las tasas de crecimiento promedio más
altas se dieron entre 1970 y 1979, al igual que en el gráfico 2 para
América latina, y todas, excepto EEUU, muestran una creciente
volatilidad (medida por el coeficiente de variación de las series
-cuadro 5-).
Distintos modelos macroeconómicos para cada
país han explicado esta situación, al tiempo que se han practicado
diversas políticas macroeconómicas en los distintos países, que han
privilegiado la privatización de las empresas públicas y la
liberalización de los mercados, lo cual también ha contribuido a la
formación de los mencionados bloques comerciales. Llama la atención
que mientras para la Argentina, el crecimiento medio de la década del
90 es mayor que para las dos décadas anteriores, ni siquiera Estados
Unidos regresó a su tasa anterior de 3.27% en la década del 70. En
la muestra de países lo que se observa es que los latinoamericanos se
recuperan con relación a la década del 80 pero no de la década del
70. De los angloamericanos, Canadá continuó su descenso de
crecimiento mientras Estados Unidos estuvo, en promedio con la misma
tasa de crecimiento que en la década anterior, levemente por debajo
de la década de 1970.
Una cuestión en este punto es la probable
conexión existente entre los procesos de integración externa y tales
dinámicas macroeconómicas y entre aquella y las estructuras
productivas de los países. Como se verá más adelante, es probable
que la internacionalización de los procesos productivos debilite a
los sectores productivos, en especial si la economía carece de
ventajas comparativas y de un perfil de especialización definido. En
ese caso, los beneficios esperados de la internacionalización se
desdibujan, puesto que los productores internos son incapaces de
competir ya sea en los mercados internos o en los internacionales.
Una explicación posible para este
debilitamiento es que cuando la producción nacional de bienes
intermedios es incapaz de competir los procesos productivos y de
acumulación interna se fracturan, por lo que los impulsos al
crecimiento se exportan, amenazando la estabilidad de la economía
interna. No obstante, la causalidad puede ser la inversa, es decir, la
volatilidad creciente explica los menores flujos de inversión y un
proceso de acumulación disminuido. No obstante, en esta explicación
del orden de las cosas no se explica el origen de la volatilidad. La
pregunta entonces es si es posible la integración en algún bloque y
que los países retengan su capacidad de crecer de forma estable.
En este punto pueden tomarse en cuenta tres
elementos respecto de las relaciones entre integración y crecimiento,
primero, las economías latinoamericanas han mostrado las mayores
tasas de crecimiento durante un periodo más largo mientras se
industrializaban y, al mismo tiempo, sus estructuras económicas se
integraban verticalmente. Segundo, tomando a Canadá como ejemplo, que
es un país que ha seguido un proceso de desarrollo muy distinto al de
sus vecinos del sur y es una economía mucho más desarrollada, parece
crecer a tasas menores y con menor estabilidad a partir de la mayor
apertura y la internacionalización de su economía (Vid. cuadro 5);
es decir, este país parece seguir un patrón común con el resto de
las economías de la muestra. Tercero, EEUU es el único país que ha
mantenido un crecimiento mayor durante un período más largo, y ésta
es la economía menos afectada por la integración (Aroche, 2002).
México observó un peso creciente de las
exportaciones en el PIB, que remontó de 5,5% a 16,6% promedio entre
las décadas del 80 y 90, manteniéndose un crecimiento medio bajo y
no habiendo una relación de causalidad entre una cosa y la otra muy
fuerte, como se explica por el r2 de 0,4095 para la década del 90. Si
bien es cierto que ha crecido la causalidad entre la década del 80 y
del 90, dista ser la causa principal del crecimiento o la única
causa.
Las formas de exportación y de inversión en
México tras el acuerdo del NAFTA consisten en maquilar los productos
de manera que se importan las partes y piezas, se les agrega mano de
obra en zonas de procesamiento industrial que no contribuyen ni
impuestos ni una masa salarial importante, y luego son exportados de
regreso. Así, crecieron las importaciones de la mano con las
exportaciones, por la razón señalada, y la diferencia que se observa
equivale a la diferencia en valor de los productos terminados. De
todos modos y volviendo al cuadro 1, esta variable no consigue
sostener la dinámica de estas economías.
Tercera
parte
Ahora bien, las reformas económicas,
particularmente la reducción del tamaño relativo del Estado y la
apertura de las economías se han justificado también como
estrategias para brindar un medio ambiente más favorable a la
actividad de los agentes privados quienes deberían tomar las nuevas
oportunidades de crecimiento, modificando el patrón tecnológico y de
especialización mediante un renovado flujo de inversiones.
En la muestra seleccionada, Argentina y el Perú
serían los que más se acercaron a esto; la causalidad entre
crecimiento exportador y crecimiento del PIB se explica por una relación
de causalidad de 0,7165, lo cual la hace la razón principal para la
Argentina. Para el Perú es aún mayor, de 0,8276. Los otros quedaron
sin mayor relación de causalidad. La tasa de crecimiento de la tasa
de formación de capital recuperó una dinámica importante en ambos
países por las razones señaladas en el Perú. Brasil, dentro de esta
muestra expresa las mismas dificultades con las exportaciones como
motor del crecimiento. Si bien ha crecido la relación de causalidad,
y el r2 ha aumentado de 0,0587 a 0,257, esto no transforma las
exportaciones en la causa principal ni mayor del crecimiento.
No obstante, al observar las cifras de formación
bruta de capital en el cuadro 6 como proporción del PIB, aparece que
esta variable ha permanecido estable a lo largo de las tres últimas décadas
para todos los países seleccionados, si bien entre 1975 y 1984
aparecen las mayores cifras. Asimismo, Argentina, Brasil y Canadá
muestran la tendencia más marcada a disminuir esta proporción después
de 1979. México, Perú y EEUU, por el contrario, muestran alguna
tendencia a recuperar esta variable. En el caso peruano tiene que ver
con la formación de capital en telecomunicaciones y minería,
centralmente. En México así como en los otros países tiene que ver
con el proceso de modernización del aparato productivo y de
servicios, fruto de las reformas económicas. En Estados Unidos tiene
que ver con el cambio técnico y la necesidad de estar en mejor posición
de competencia con las otras economías lideres.
Tomando las tasas de crecimiento promedio de
la formación bruta de capital para estos países en el mismo cuadro
2, se observa una notable inestabilidad y, al mismo tiempo, la
correlación entre esta variable el crecimiento del producto es
reducida excepto para EEUU (cuadro 3) A partir de estos resultados
parece que los agentes económicos no modificaron su conducta de largo
plazo y no parecen haber encontrado razones para invertir y recuperar
el crecimiento de las economías.
Ahora bien, el destino de los flujos de
inversión por sector económico de actividad determina la composición
del producto en una economía, así como los diferenciales en el ritmo
de crecimiento entre sectores y en la velocidad de incorporación de
nuevas tecnologías. Ello, a su vez explica la evolución estructural
de la economía entendida por las relaciones económicas entre
sectores, por ejemplo, los flujos de demanda y oferta de insumos que
determinan la integración interindustrial.
Desde el punto de vista estructural, a mayor
integración entre las actividades económicas, mayor es la
complejidad del sistema económico, lo cual significa que son más
intensos los intercambios de bienes entre industrias y se espera que a
medida que una economía se desarrolla se torna más compleja.
(Carter, 1970) A partir de la matriz de insumo-producto de los países
seleccionados se han identificado los "coeficientes
importantes" definidos como aquellas relaciones directas entre
dos sectores que involucran un mayor número de relaciones indirectas
entre industrias (Forsell, 1983, Skolka, 1983). Así, a medida que un
sistema económico se hace más complejo, el número de coeficientes
importantes aumenta (Aroche-Reyes, 1996).
Al parecer (Aroche-Reyes, 2002) los
indicadores de complejidad de los sistemas incluidos en la sub muestra
de Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil y México indican que
existe una tendencia a relajar las relaciones entre las industrias,
excepto para EEUU y en alguna medida para Brasil. Ello ocurre
particularmente entre los productores nacionales, dado que, por un
lado las importaciones de bienes intermedios han desplazado a la
producción interna y, por otra parte, existen segmentos productivos
que han desaparecido en algunas economías, que también han sido
sustituidos por importaciones a veces de bienes terminados.
Este resultado puede también ligarse con la
falta de dinamismo de la inversión, dado que los productores
nacionales son incapaces de competir con las importaciones, donde un
patrón de inversiones inestable en un medio ambiente crecientemente
competitivo se traduce en un patrón de desintegración del aparato
productivo, que a su vez se torna más dependiente de las
importaciones. Ello podría significar ganancias en la eficiencia de
las líneas de producción supervivientes; no obstante, a la luz del
comportamiento de las exportaciones y del producto, la integración
con el exterior de las economías no parece justificar ganancias en el
bienestar de la población. Una vez más parece necesario considerar
si es posible conciliar la mayor integración con el exterior y un
mejor comportamiento de la economía.
Al parecer las reformas han tenido resultados
mixtos en cuanto imprimir un perfil más internacional a las economías,
puesto que no han conseguido que las exportaciones se conviertan en el
motor de crecimiento para estas economías. Esta constatación desdice
lo que se ha dicho en la literatura especialmente del Banco Mundial y
del Fondo Monetario desde la década del 80. Hasta la llegada de la
recesión mundial que vino a eliminar las certidumbres sobre la teoría
de crecimiento exportador, no hay muchas pruebas de que haya
funcionado en la década del 90 en los países de la muestra.
Al contrario, la apertura implica la fractura
de los procesos productivos internos, y la integración de éstos con
la economía internacional. Lo que se ha observado es un proceso de
desindustrialización en algunos casos (Aroche Reyes, 1996) sin que se
constate una redinamización de la tasa de formación de capital que
permita una nueva articulación de la economía interna moderna con la
externa.
Al mismo tiempo ni las reformas ni la
integración de las economías a los distintos bloques económicos
consiguen modificar las conductas de los agentes inversionistas ni
tampoco regresan a las economías a sendas de crecimiento estable.
Probablemente la integración con el exterior constituya un obstáculo
para que los agentes privados nacionales inviertan en actividades
productivas y estabilicen a las economías. En todo caso, los esquemas
de integración no han logrado que los países más próximos se
conviertan en los mercados más importantes de los socios comerciales.
Las grandes excepciones son México y Canadá, para quienes Estados
Unidos fue siempre su principal socio comercial.
Dentro del MERCOSUR, en promedio en la década,
los dos socios comerciales más importantes tuvieron más comercio con
Estados Unidos (NAFTA) y Europa (Unión Europea) que con el resto de
América Latina sumada. Estados Unidos, a partir del NAFTA,
proporcionalmente, le exporta más a sus dos vecinos, hasta un tercio
de sus exportaciones, mientras que sus importaciones han crecido muy
poco. El objeto es mejorar sus condiciones exportadoras antes que al
revés. Parte del crecimiento de las exportaciones tiene que ver con
las zonas de procesamiento exportador donde se maquila y se regresa el
bien. En cifras netas, las exportaciones de bienes terminados de
Estados Unidos a México han crecido mientras que proporcionalmente
las importaciones extra maquiladoras no.
El anterior es un caso donde las estructuras y
las instituciones existentes en las economías no permiten que las
reformas actúen del modo previsto por la teoría, puesto que al
observar las conductas de los agentes, revelan que no perciben las
oportunidades de inversión ni parecen estar conformando una
estructura productiva acorde con las ventajas comparativas. El tamaño
diferenciado de las economías que juegan en los procesos de integración
puede ser un elemento a tomar en cuenta para explicar este fenómeno.
Los grandes empresarios de los países mayores están en mejores
condiciones de aprovechar los nuevos espacios económicos. Ello sería
un argumento a favor de la integración entre economías simétricas
antes que entre desiguales. Es más posible la convergencia de economías
con niveles similares de ingresos por habitantes y estructuras
productivas con igual grado de complejidad que entre economías
grandes y complejas, con economías pequeñas y simples. La integración
de México con Estados Unidos, por ejemplo, ha dado pie, una
simplificación del aparato productivo con una reducción de los
eslabonamientos productivos. Lo mismo es cierto para Canadá. De los
tres países, Estados Unidos es el que logró incrementar su
complejidad (Aroche Reyes, 2003 a,b, c, 1996).
El aumento de las exportaciones de bienes no
primarios no es un resultado ni automático ni deseado del modelo. La
evidencia que la realidad muestra es que cuanto mayor es el grado de
valor agregado, mayores los aranceles en la Unión Europea y en
Estados Unidos, y mayores las barreras no arancelarias. Esto indica
que la relación entre las economías mayores y las economías periféricas
es de productos terminados de alto contenido tecnológico frente a
materias primas o de bajo contenido tecnológico.
En cuanto la convergencia de precios y la
mejoría del bienestar de los consumidores, siguiendo la ley de un
solo precio que debería de aplicarse perfectamente cuando las economías
están perfectamente abiertas, no se observa que la apertura comercial
haya conducido a la prevalencia de un solo precio. Al parecer, las
estructuras de mercado han sobrevivido a las reformas económicas, de
modo que los distribuidores fijan los precios en cada mercado nacional
al margen de que la información fluya entre los agentes.
Probablemente estemos ante un caso de fragmentación del mercado,
producto de los altos niveles de concentración del ingreso existente
en la región, que algunos señalan que se ha agravado en la década
de 1990.
Cuarta
parte
La apertura de los mercados financieros y
la inversión real
El sentido de la apertura de los mercados de
capitales era que el costo del dinero convergiera entre los mercados más
desarrollados y los mercados emergentes y que se abaratara en los
mercados emergentes el costo de capital, sin restricciones a los
movimientos y sin impuestos que graven las transacciones. El efecto
existente y estudiado es que en todos los países se produjo una
burbuja financiera por un exceso de créditos de corto plazo
interbancarios y que los bancos prestaron hasta el punto de explosión
de la burbuja. Era más rentable tomar dinero prestado del exterior
que recibir depósitos que deberían de encajar en el Banco Central y
de cuyas utilidades deberían de pagar impuestos. De este modo un auge
de banco privatizados y liberados de restricciones al movimiento de
capital que debería de haber llevado a un alza de la tasa de formación
bruta de capital, llevó en realidad a la quiebra bancaria, a rescates
de banqueros a un costo alto del erario nacional pero más, a un
estancamiento de la tasa de formación bruta de capital en el PIB en
alrededor del 20% del PIB.
Los capitales que ingresaron a los países lo
hicieron para comprar empresas publicas y privadas pero evidentemente
no para aumentar la capacidad productiva, como se anticipó. El
incremento de las exportaciones ocurre sin una importante mejora en la
tasa de FBK/PIB salvo en el caso de Chile. Cuando hay un incremento en
la tasa de FBK/PIB también se observa que hay una mejora del PIB per
capita cuando aumentan las exportaciones. En los otros cuatro casos
esto no ocurre.
En el cuadro siguiente se aprecia que Brasil,
Chile, Ecuador, Guatemala y Honduras tienen una relación FBK/PBI
mayor en el periodo 2001-2003 que en el periodo de inicios de la
crisis 1980-85. Sin embrago, los otros seis países, incluyendo los
mayores, tienen una relación FBK/ PIB menor en el periodo 2001- 2003
que en 1980. La tendencia de la relación FBK/PIB a partir de 1995 en
todos los países es descendente, incluido Chile que llegó a la cima
en 1995 y desde entonces observa una lento deterioro. La tasa más
baja la refleja Argentina en el 2002, esperable por el momento de su
crisis económica; seguida de Bolivia y Colombia.
En general, para el grupo de países
seleccionados grandes, medianos y pequeños de América Latina, la
tasa de FBK/ PIB fue de 22% en promedio en 1980-85 y permanece estable
en 22,4% en 2001-2003. En el agregado, no parece haber cambios no
obstante las diferencias entre unos y otros países en el ultimo
cuarto de siglo. Es decir, las reformas no han tenido una incidencia
homogénea en la tasa de inversión. Más aún, la liberalización de
capitales no impactó sobre la tasa de inversión durante los años 90
sino sobre la propiedad de los activos esencialmente.
La
transferencia neta de recursos
Para restituir el
equilibrio de los pagos internacionales durante la década de los años
80, los países latinoamericanos disminuyeron el nivel de actividad
económica y las importaciones. Los acuerdos que se realizaron con el
FMI para conseguir un financiamiento transitorio para facilitar el
ajuste, se comprometían a aplicar políticas restrictivas del gasto público
y a devaluar las monedas para modificar los precios relativos en favor
de las exportaciones y frenar la inflación. Por ser diagnosticados
como internos los problemas de pagos, las estrategias de ajuste en
gran parte tuvieron éxito en restablecer el equilibrio, aunque a un
costo social considerable. Las economías desde entonces parecen haber
perdido el impulso del crecimiento en términos reales no obstante la
apertura de capitales y su efecto teórico sobre las tasas de inversión
real.
Los datos agregados de la
región indican que la transferencia neta de recursos es abiertamente
negativa entre 1980 y 2004. Para este trabajo, se ha escogido a las
economías mayores de América latina, Argentina, Brasil y México y
luego se han agregado las economías de la Comunidad Andina y salta a
la vista que los flujos siguen la misma tendencia en todos los casos
siendo los países mayores más tardíos que las economías medianas y
pequeñas de la CAN.
Es interesante ver que el gráfico anterior reúne
a todas las economías con las mismas tendencias sin excepción,
incluida Chile. Todo indica que a partir de 1998 los flujos de
capitales regresaron a su tendencia negativa de la década del 80, en
toda la región, menos en los países mayores. México mantuvo los
flujos positivos no obstante su falta de crecimiento económico. Los
flujos no parecen incidiir en la tasa de crecimiento. México muestra
que ni los flujos de capital positivos ni las exportaciones le
impactan al crecimiento de forma importante. Las diferencias
significativas están en que Ecuador, y Venezuela traen TNR negativas
toda la década y media desde 1991 consistentemente; Chile desde
1998;. Colombia y el Perú desde 1999; .Argentina desde el 2001 y
Brasil desde el 2002. El flujo negativo de Venezuela es preocupante
pero al ser un país exportador de petróleo puede más que
compensarlo con el superávit de balanza de pagos.
El crecimiento del PIB per
Cápita de estas economías al final de veintidós años de
transferencias de capitales primero inclinadas a negativas por la
deuda internacional, y luego por la inversión directa es nulo, y la
región es una exportadora neta de capitales por estos dos conceptos,
reflejándose los flujos de IDE en un traslado de propiedad en general
del sector público al privado y del sector privado nacional al
internacional sin que se refleje, a la fecha mejoras en los ingresos
per cápita. Esta sería la base del efecto indeseado de las
emigraciones.
Empleo y
emigración
La insuficiencia y
precariedad del empleo en los países de la muestra después de la
flexibilización laboral ha llevado. al revés de lo esperado, no a un
aumento del empleo sino a un incremento de la migración de
profesionales y de obreros calificados. El impacto se puede apreciar
en las remesas, donde se aprecia su crecimiento exponencial a partir
de 1998, cuando por una parte la tasa de crecimiento económica
descendió, y por otra los efectos de la crisis asiática sobre América
Latina impactaron sobre la estabilidad bancaria y sobre las
transferencias netas de recursos. Este es un efecto no deseado de las
reformas que además tiene significación río abajo en la medida en
que el personal que emigra incluye personal de alta calificación, en
general.
La diferencia en la relación
de los gobiernos con las instituciones financieras internacionales
(IFI) entre inicios de los 80 y la actualidad es que los gobiernos
entonces recuperaban la autonomía de sus políticas económicas al
cabo de tres años porque los acuerdos con el FMI implicaban
compromisos de corto plazo; por lo tanto, los países latinoamericanos
no se subordinaban a plazos indefinidos ni entregaban sus estrategias
de desarrollo y de inserción internacional. Con la instalación de
las políticas de ajuste estructural y las condiciones impuestas en
las reformas económicas, las políticas se han vuelto irreversibles.
La experiencia del FMI y
del Banco Mundial en Bolivia entre 1985 y 1987 donde se aplicaron un
conjunto de medidas para estabilizar la inflación y reestructurar la
economía fue el laboratorio para que el Banco Mundial decidiera que
dicho paquete de medidas fuera el indicado para todos los países
publicándolas en 1987 en su Informe de desarrollo mundial (BM, 1987).
De este modo el BM se transformó de prestamista basado en proyectos a
prestamista basado en políticas (Mosley, Harrigan and Toye, 1992) y
pasó a prestar sobre todo a partir de reformas económicas que
asegurasen dichas medidas que en 1989 se vieron refrendadas por
Consenso de Washington. (Williamson, 1990) El remate fue el acuerdo de
Marrakech para la creación de la OMC dónde se establece la
armonización de políticas como un objetivo de la OMC. Es decir, que
las políticas del BM son seguidas por todos los organismos
internacionales y están entrelazadas, siendo condición su adherencia
para que los países interactúen en todas las instituciones. El
fracaso de las políticas, por tanto, requiere de cambios en la
arquitectura financiera internacional y en los modos como, a futuro se
establecerán los créditos.
La idea medular de la
estrategia del Consenso de Washington es que se podría estabilizar
las economías en desarrollo si se llevaban a cabo las reformas económicas
de mercado y que los nuevos flujos de capitales se alisarían
generando condiciones de crecimiento. Era un asunto de seguir las
recetas al pie de la letra para asegurar el crecimiento, adelgazando
el Estado, privatizando las actividades públicas y eliminando todas
las distorsiones del merado al mismo tiempo que se vuelca el
crecimiento hacia el exterior.
No hubo entonces, ni hay
ahora, ningún reconocimiento de las condicionantes internacionales
que determinaron la crisis de América latina de los 80, ni de la
obsolescencia de la arquitectura financiera internacional que debió
de haber evitado, para mantener la estabilidad de la economía
mundial, que Estados Unidos generara un déficit externo y fiscal que
afectó negativamente la marcha de la economía del resto del mundo y
sumergió la economía de América Latina y África en una depresión
económica al trasladarse de las regiones proporciones sustantivas de
ahorro interno, lo que deprimió la tasa de inversión interna.
Tampoco hubo, ni hay, ningún
reconocimiento de que si no se articula el mercado interno,
eventualmente se va a polarizar el ingreso, con los problemas de allí
derivados, de gobernabilidad. Menos aún hay un reconocimiento que las
exportaciones no arrastran el crecimiento por razones que van desde
las exoneraciones tributarias hasta la naturaleza primaria de las
mismas.
Finalmente, la falta de
encadenamientos en México, país exportador de bienes industriales a
Estados Unidos y su rearticulación con las líneas de producción de
EEUU (Aroche, 1996) ha llevado a su desindustrialización. El Banco
Mundial ha fracasado con sus políticas como se aprecia en la falta de
relación entre crecimiento de las exportaciones y PIB y la apertura
de capitales y la tasa de formación de capital, o en el auge
indeseado de los emigrantes, pero los enllavamientos impiden explorar
otras posibilidades.
La paradoja es que en el
agregado, a partir de 1998, el rubro de remesas de trabajadores
emigrantes se ha transformado en una fuente importante de recursos
para las balanzas de pagos de los países latinoamericanos que con
transferencia neta de recursos negativas, ven hoy en esta fuente, una
de las bases para la estabilidad del tipo de cambio y para financiar
los déficit en cuenta corriente. Una discusión contemporánea es cómo
canalizar estos recursos para que beneficien a la economía en su
conjunto, en vista de que ni las políticas cumplen con su objetivo de
crecimiento liderado por las exportaciones, ni los capitales
extranjeros aseguran el crecimiento de la economía, de la inversión
ni de empleo.
Crecimiento
y distribución del ingreso
En suma:
1. No parece existir una
relación inmediata entre crecimiento de las exportaciones y
crecimiento de la economía salvo en el caso de Chile. Se podía
sugerir que en Chile hay condiciones que no existen en otras partes
para que la relación ocurra que merecerían ser estudiadas.
2. Alguna relación existe
entre crecimiento de las exportaciones y crecimiento de la tasa de
inversión real cuando se ve el impacto sobre el PIB per capita.
3. Parece haber mayor
volatilidad inclusive en las economía lideres del hemisferio en su
crecimiento entre 1990 y 2000 que en la década del 80. El aumento de
la volatilidad indica que la apertura de todas las economías las ha
convertido en más vulnerables menos a Estados Unidos.
4. Los procesos de
integración de Canadá y México no han tenido un impacto positivo en
la tasa de formación bruta de capital entre 1994 y el año 2002. No
hay evidencia que la tasa de formación bruta de capital haya sufrido
variaciones significativas con la apertura financiera tampoco, observándose
más bien el traslado de propiedad de empresas públicas y privadas
nacionales al capital extranjero sin el segundo paso anticipado del
proceso.
5. La tasa de crecimiento
del PIB per cápita de América latina tiende a cero asintótico
habiendo comenzado en 1970 en 3,5% per cápita y dicha tendencia no se
ha visto modificada por las reformas económicas para todos los países
en su conjunto.
6. La transferencia neta
de recursos es negativa para América latina cuando se consideran los
créditos de corto y largo plazo más la inversión directa extranjera
entre 1980 y 2003 salvo entre 1991 y 1997 cuando ocurrieron las
privatizaciones. La evidencia muestra que la apertura de los mercados
de capitales han reforzado la salida de capitales en particular de
1998 en adelante y que esto es verdad para todos los países sin
excepción dada la precariedad de la economía mundial.
7. Las medición del
financiamiento externo de América Latina del Banco Mundial indica que
losa flujos netos de inversión directa se han recudido a la mitad
entre 1999 y 2004 y que incluso cuando estaban en el auge, no
estuvieron ligadas a la tasa de formación de capital real
estrechamente. Parecen ser compras de empresas nacionales en alguna
medida y ingresos a sectores de baja formación de capitales
relacionados a las exportaciones (banca y servicios).
8. Los flujos oficiales de
capitales se han reducido y los flujos privados están liderados por
las inversiones directas. Las emisiones de bonos, como forma de créditos
de largo plazo han recuperado actividad en los últimos años pero
parecen ser reperfilamientos de los bonos Brady. No hay un impacto
significativo de esto en la FBK/PIB.
9. El crecimiento de las
exportaciones de América Latina va acompañado de emigración
sustancial que ha convertido a las remesas de trabajadores emigrantes
en la segunda principal fuente de financiamiento de la balanza de
pagos después de la inversión directa. De mantenerse las tendencias,
serán la fuente principal en el corto plazo.
10. El objetivo del
crecimiento liderado por las exportaciones era mejorar los niveles de
actividad económica y el empleo dentro de los países. Esto no se ha
logrado y la emigración genera ingresos que hoy asisten en el
financiamiento del desarrollo ante la falta de recursos oficiales
(BM/BID/Gobiernos G/) y la falta de impacto de los créditos en el
crecimiento del PIB y de la FBK. Las políticas de la globalización
no obtienen los resultados manifiestos en la teoría.
Referencias:
* Aroche-Reyes F. (1996) 'Important Coefficients and Structural Change: A
Multi-layer Approach' in Economic Systems Research Vol. 8 pp. 235-246.
* (2003)
" La Integración Económica, la Apertura Externa y la Apertura
reciente de México" en Nueva Sociedad, Caracas, Julio-agosto,
2003, No. 186 pp. 158-172.
* Aroche
Fidel y Oscar Ugarteche, (2003)
*
"Integración Regional, Integración Continental: Notas para el
Análisis de la Integración entre la CAN y el MERCOSUR."
documento presentado en la conferencia Reggen 2003, septiembre, Río
de Janeiro, publicado en
* Banco
Mundial
* (1987)
Informe de desarrollo mundial 1987, Oxford University Press,
Washington D.C., 1987
* (1993)
Informe de desarrollo mundial 1993, Oxford University Press,
Washington D.C. 1993
* (2004)
Informe de desarrollo mundial 2004, CD.
* Balassa,
Bela, Gerardo Bueno, Pedro Pablo Kuczynski, Mario Henrique Simonsen,
(1986)
* Toward Renewed Economic Growth in Latin America, Institute of
International Economics, Washington D.C.
* Carter A. (1970) Structural Change in the American Economy, Harvard U.
Press.
* CEPAL
(2004) Balance preliminar de la economía de América latina 2004.
http://www.cepal.org/publicaciones/DesarrolloEconomico/5/LCG2265P/Apendice.pdf
* Fondo
Monetario Internacional (2005) International Financial Statistics,
http://ifs.apdi.net/imf/
* Forssell Ö. (1983) 'Experiences of Studying Changes in Input-Output
Coefficients in Finland.' in Smyshliav A. (ed.) Proceedings Of The
Forth IIASA Task Force Meeting On The I-O Model. Vienna.
* Frankel J., Stein E. and Shang-jin W. (1995) 'Trading Blocks and the
Americas: The Natural. The Unnatural nd the Super-natural' in Journal
of Development Economics Vol. 47 pp. 61-95.
* Mosley, Paul, Michael Harrigan y John Toye (1992), Aid and Power,
Macmillan, Oxford
* Skolka J. (1983) 'Important Input Coefficients in Austrian Input-Output
Tables for 1964 and 1976' in
* Smyshliav A. (ed.) Proceedings of The Fourth IIASA Task Force Meeting
On The I-O Model. Viena.
* Teivainen, Teivo (1999) Enter Economy, Exit Politics: transational
politics of economism and limits to democracy in Peru. Tesis
de Doctorado, U de Helsinki, Instituto de Estudios Iberoamericanos.
* Williamson, John (ed.) (1990) Latin American Adjustment. How Much has
happened?, Institute of International Economics, Washington. D.C.
1990.
* (2003) "The Washington Consensus and Beyond". An article
commissioned by the Economic and Political Weekly. -(2004) "The
Washington Consensus as Policy Prescription for Development"
lecture at the World Bank,
http://www.iie.com/publications/papers/williamson0204.pdf
* World Bank
(2005)
http://siteresources.worldbank.org/INTGDF2005/Resources/stati_appendix.pdf
Notas:
.- Investigador
Titular del Instituto De Investigaciones Económicas, UNAM
(Universidad Nacional Autónoma de México).
.- Profesor
Titular de la Facultad de Economía, UNAM.
.- La
base de datos es el WDI del Banco Mundial 2004. La muestra
incluye: Argentina, Brasil y México; Colombia, Perú y Chile;
Ecuador y Bolivia; Honduras, Guatemala y Costa Rica.
.- El TLCAN, Tratado de
Libre Comercio de América del Norte, más conocido por su sigla
en inglés, NAFTA, incluye a EEUU, Canadá y México. (Nota de
Sob).
|