Huelga
de hambre de presos políticos mapuches
El
silencio de Bachelet
Por
José Aylwin Periódico
Azkintuwe, 05/05/06
Gulumapu.-
Aunque la prensa poco o nada informe de ello, cuatro personas mapuche
-Juan Patricio Marileo, Florencio Jaime Marileo, Juan Carlos Huenulao
y Patricia Troncoso - quienes cumplen en la cárcel de Angol una
condena de 10 años y un día por el presunto delito de incendio
terrorista, han enterado esta semana 50 días en huelga de hambre.
La
huelga tiene por objeto llamar la atención sobre su injusta condena,
lograr su libertad, así como la de otras personas mapuche que como
ellos han sido condenados sobre la base de legislación
antiterrorista, ley 18.314, por acciones de protesta social en el
marco de los conflictos de tierras en el sur del país. Se trata de
una legislación que de acuerdo a lo afirmado por ellos -y corroborado
por respetadas instancias nacionales e internacionales- no garantiza
el derecho al debido proceso y ha resultado en condenas
desproporcionadas, afectando a una decena de líderes mapuche.
Cabe
resaltar que en el caso de los presos en huelga de hambre, la
evidencia que los inculpó se basó en el testimonio de 10 testigos
protegidos quienes, según consta en un documento reservado del
Ministerio Público que trascendió a la opinión pública, recibieron
de la unidad de víctimas y testigos de esa entidad pagos por 20
millones de pesos en un período de cuatro meses. Es importante señalar
que en este proceso - Poluco Pidenco- se inhabilitó por parte de la
Corte Suprema a la jueza de Garantía que rechazó la calificación
del incendio como un delito terrorista y denegó las peticiones de
protección y el anonimato de testigos. Por las circunstancias reseñadas,
los presos en huelga de hambre, así como muchas entidades preocupadas
por su situación, se consideran presos políticos mapuche.
Si
bien en Chile el que cuatro personas desarrollen una acción de esta
naturaleza parece interesar poco a quienes se encuentran en las
esferas de decisión -son contados los parlamentarios o líderes de
opinión nacional que a la fecha se han manifestado frente a este caso
-la huelga ha concitado la preocupación de numerosas entidades
internacionales, como la Federación Internacional de Derechos Humanos
y el Relator de la ONU para los derechos indígenas, Rodolfo
Stavenhagen.
Este
último, en carta enviada a la Presidenta Bachelet el 28 de abril
pasado, insta al gobierno chileno a "desarrollar todos los
esfuerzos que estén a su alcance para llegar a acuerdos que permitan
dar una salida a la situación por ellos (los presos mapuche)
planteada". En la misma carta el Relator, además, "pide a
la Presidenta de Chile que considere la posibilidad de abrir un diálogo
con las poblaciones afectadas que pueda arrojar soluciones duraderas,
no sólo a la situación planteada por los presos mapuche, sino también
a las demandas históricas de su pueblo".
No
obstante lo prolongado de la huelga, las graves consecuencias que su
mantención indefinida pueda tener para la vida y salud de los presos
mapuche, y las repercusiones no menos grave que ella tiene para las ya
deterioradas relaciones entre los pueblos indígenas y el estado, solo
en la última semana -a casi 40 días de haberse iniciado la huelga-
se ha comenzado a verificar un diálogo entre los presos mapuche, sus
representantes y las autoridades de gobierno.
Lamentablemente,
dicho diálogo -que en un primer momento, en conversaciones con el
Ministro del Interior, parecía bien encaminado hacia la búsqueda de
una solución a las demandas de los presos mapuche- se ha visto
obstaculizado. Ello con la intervención de otras autoridades de
gobierno que habrían sido renuentes a acceder a los beneficios
carcelarios por estos demandados, mientras se busca una solución a
sus peticiones de fondo.
Llama
la atención, en este contexto, el silencio que a la fecha ha
mantenido la Presidenta Bachelet en relación con estos graves hechos.
Cabe recordar que ella, en un compromiso suscrito como candidata con
representantes de pueblos indígenas en Nueva Imperial en enero
pasado, manifestó su adhesión al Informe sobre Chile del Relator de
la ONU sobre derechos indígenas, informe que, entre otras cosas,
recomienda al estado no utilizar legislación especial -como la ley
antiterrorista- para enfrentar los hechos de protesta social indígena,
y buscar alternativas -como la amnistía - para los defensores de los
derechos indígenas condenados por dichas leyes. En la misma
oportunidad la actual Presidenta se comprometió también a
"respetar especialmente a los pueblos indígenas en las
decisiones que les atañen y escuchar sus propuestas".
La
voluntad de la Presidenta resulta fundamental para dar una salida a la
situación planteada con la prolongada huelga de hambre de los presos
mapuche. Mas allá de los criterios técnicos de uno u otro Ministerio
respecto a sus demandas, lo que está en juego aquí es el respeto por
los derechos de los indígenas, entre ellos la justicia y el debido
proceso, los que han sido vulnerados en los últimos años en Chile
según voces autorizadas.
Desde
un punto de vista político, lo que está en juego son las relaciones
de su gobierno con los pueblos indígenas. Un gobierno que se inicia
desoyendo una demanda ya casi generalizada de las organizaciones indígenas
-no solo aquellas que son descalificadas por ser criticas al estado o
"radicalizadas", sino que también aquellas que participan
del consejo nacional de CONADI- no tiene ninguna posibilidad de
construir una política hacia los pueblos indígenas que cambie las
relaciones de conflicto hasta ahora existentes con ellas, por el diálogo
democrático basado en el pleno respeto a los derechos humanos.
Un
gobierno que deja que la salud y la vida de las personas se vean dañadas
por su inflexibilidad al diálogo -como lo hizo el gobierno de
Margaret Thatcher en el caso de Bobby Sands en Irlanda del Norte a
comienzos de los 80-, más aún cuando se trata de temáticas -como el
término de la criminalización de la protesta social indígena-
respecto de las cuales su conductora ha asumido compromisos, va a ser
condenado no solo en el ámbito interno, sino también en el ámbito
internacional por su complicidad con estos hechos. Es hora entonces de
que la Presidenta Bachelet tome cartas en este asunto, dando una
salida a un conflicto creado por una política que, si bien heredó
del gobierno de Lagos, no debería avalar. Esperamos entonces que su
intervención en este caso para darle una salida positiva y
constructiva, antes que sea muy tarde / Azkintuwe
Último
comunicado de los mapuche en huelga de hambre
Viernes
12 de mayo de 2006
Desde
Territorio Mapuche
A
las organizaciones Mapuche y no Mapuche y a las personas en general
que han venido acompañando el proceso de movilización desarrollado
por los cuatro Presos Políticos Mapuche; Patricia Troncoso, Juan
Carlos Huenulao, Jaime y Patricio Marileo Saravia a los 60 días en
huelga de hambre comunican lo siguiente:
1.-
Que el gobierno chileno hasta el día de hoy no ha tenido la mínima
intención y voluntad política de solucionar el tema de la prisión
política Mapuche, traspasando el problema al poder legislativo,
aludiendo que el tema solo se resolverá si el parlamento tiene
voluntad de votar a favor de un proyecto ley que modifica los
beneficios carcelarios a los presos políticos mapuche condenados por
ley antiterrorista.
2.-
Más aún, el gobierno ha propuesto a los huelguistas que finalicen su
movilización y de esta forma le otorgaran la suma urgencia al
proyecto para que pueda ser revisado y legislado por el parlamento el
día miércoles 17 del presente mes.
3.-
Que frente, a esta situación los cuatro presos políticos mapuche han
determinado lo siguiente:
"Solo
podremos hacer un receso de nuestra movilización si el gobierno le
otorga suma urgencia al proyecto de ley que modifica los beneficios
carcelarios y nos garantiza la libertad inmediata. Estamos consientes
de que esta medida no es la solución a nuestro problema de fondo, sin
embargo, la consideramos solo un paso transitorio hacia la consecución
de nuestros objetivos mas amplios y de pueblo que son; fin a la
persecución, criminalización y prisión política al pueblo
Mapuche".
"No
obstante, esperaremos la respuesta del gobierno lo antes posible y le
manifestamos, que si consideran nuestra propuesta, daremos plazo hasta
el día miércoles 17 a la solución definitiva."
Finalmente,
hacemos un llamado a mantener las movilizaciones, hasta conseguir la
libertad.
Presos
Políticos Mapuche en huelga de hambre
¡MARRICHIWEU!
Agrupación
de Familiares y Amigos de los Presos Políticos Mapuche
Michelle Bachelet y los mapuches
La
dama de hierro
Por
Pedro Cayuqueo
Periódico
Azkintuwe, 05/05/06
Gulumapu.-
El 1 de marzo de 1981, 10 presos políticos irlandeses iniciaron una
huelga de hambre en el Bloque H de la cárcel de Maze, Inglaterra. El
Bloque H, más que una sección, era un centro de torturas y vejámenes.
Allí eran trasladados desnudos, todos los presos políticos del Ejército
Republicano Irlandés (IRA) que se negaban a usar el uniforme de
"delincuentes comunes". Encabezados por Bobby Sands, los
presos exigieron su derecho a usar su propia ropa, no ser obligados a
realizar trabajos serviles, el derecho a vincularse entre ellos, el
derecho a recibir una visita semanal, a recibir y enviar
correspondencia, y finalmente poder estudiar.
Derecho
a usar su propia ropa, recibir visitar, estudiar. Con la distancia que
dan los años, podría decirse que se trataba de peticiones abordables
para cualquier gobierno "democrático". No lo fue así para
ellos. Luego de 66 días de huelga de hambre, ciego por completo y en
los huesos, Sands murió. Tenía 27 años. Días más tarde lo
siguieron Francis Hugues, Fraymond McCreesh, Ptsy O'Hara, Joe Mc
Donnel, Martin Hurson, Kevin Lynch, Kieran Doherty, Thomas Mc Elwee y
Michael Devine. Durante la huelga, Margaret Thatcher, la polémica
dama de hierro, no cedió ni un ápice.
"Mr.
Robert Sands, un recluso de Maze, murió a las 1:17 de esta madrugada.
Él se quitó la vida rehusando alimentos y asistencia médica".
Así informó su muerte un frío comunicado del gobierno inglés
emitido a pocas horas de confirmado el primer deceso. Y es que a pesar
de la tragedia en la cárcel de Maze, la primera ministra Thatcher no
cedió un milímetro a los justos reclamos de los presos, respaldados
incluso por un enviado especial del Vaticano, atendiendo la arraigada
fe católica de gran parte de la población norirlandesa. Solamente en
octubre de 1980, tras abandonar los presos las constantes huelgas de
hambre que se multiplicaban por doquier, el gobierno metropolitano
concedió un punto de los cinco demandados por los huelguistas de
Maze: que los presos irlandeses pudieran vestir sus ropas. Hablamos de
fines de 1981, a las puertas del siglo XXI, en el epicentro de lo que
más tarde sería la Unión Europea. Y la gran concesión del gobierno
fue ¡que los presos no estuvieran desnudos en la cárcel!
En
Chile, desde el pasado 13 de marzo, cuatro presos políticos mapuches,
condenados a 10 años de cárcel por delitos "terroristas",
mantienen una huelga de hambre que -según detallan informes médicos-
comienza a poner en grave peligro sus vidas. La comenzaron en la cárcel
de Angol y la continúan por estos días en la enfermería de la cárcel
de Temuco, capital de La Araucanía, bajo fuertes medidas de seguridad
y monitoreados por especialistas médicos que en vano logran
convencerlos de deponer su movilización. Ignorados durante semanas
por la prensa chilena y el gobierno, solo la inquebrantable voluntad
de su sacrificio ha logrado captar la atención de la ciudadanía y
las autoridades. Todos ellos pertenecen a empobrecidas comunidades de
la zona de Ercilla y fueron condenados por incendiar un predio
forestal, propiedad del magnate chileno Eliodoro Matte Larrain, cabeza
de uno de los principales grupos económicos del país y poseedor de
una fortuna evaluada en 4.100 millones de dólares según el ranking
Forbes de este año.
Los
cuatro huelguistas niegan los cargos en su contra, denuncian persecución
política, la aplicación injusta y condenable de una legislación
antiterrorista heredada de los tiempos de Pinochet y solicitan a las
autoridades la revisión de sus drásticas condenas, atendiendo que en
un reciente juicio, otros dos mapuches imputados por la misma causa
fueron absueltos del cargo de "terrorismo". El mismo juicio,
mismas pruebas, similares testimonios y un fallo favorable a los
imputados. No están solos en su reclamo. Organismos de derechos
humanos, organizaciones indígenas, agrupaciones políticas, sociales,
estudiantiles y sindicales, se han sumado a una larga cadena de
voluntades con el único objetivo a estas alturas de salvarles la
vida. Desde Ginebra, el propio Relator de Naciones Unidas para los
Pueblos Indígenas, Rodolfo Stavenhagen, instó al Gobierno chileno
"a desarrollar todos los esfuerzos que estén a su alcance para
llegar a acuerdos que permitan dar una salida a la situación
planteada por los presos", sin provocar lamentablemente en las
autoridades el menor asomo de preocupación.
Un
mito popular dice que los chilenos son "los ingleses de Latinoamérica".
Si del tratamiento que el Estado otorga a las nacionalidades oprimidas
que habitamos al interior de sus fronteras se trata -como lo es en
definitiva el caso del pueblo mapuche-, nada tendría Michelle
Bachelet que envidiar a la otrora temida dama de hierro británica.
Los estados de herencia colonial aprenden de sus pares para golpear
mejor y también para ignorar a su oponente. Thatcher
y Bachelet. El
mismo silencio cómplice, la misma soberbia enquistada como política
de estado, la misma arrogancia-masculina (vaya paradoja) a la hora de
dar cuenta del ejercicio del poder frente a quienes, por cuna, riqueza
o posición, nos gobiernan a fin de cuentas desde las sombras.
Algunos
podrán decir que exagero. Se dirá que el historial de víctima de
violación a los derechos humanos de la primera mandataria chilena
obliga a una lectura menos crítica de sus acciones. Nada más
equivocado. Aquel historial y aquella sensibilidad especial de la que
tanto nos hablaron (y nos vendieron) cuando era candidata, solo agrava
sus faltas como presidenta. Su pasado la obliga más que nadie a no
apartar la vista, a no hacer vista gorda, allí donde mandan las
razones de estado y la sinrazón judicial, las mismas de las cuales
fue víctima en otros tiempos tanto ella como su familia.
¿Cómo
entender que transcurridos 54 días de huelga, la única concesión a
los presos mapuches emanada desde La Moneda sea la voluntad del
ejecutivo de "no invocar la Ley Antiterrorista en juicios
vinculados a demandas de tierras, cuando sean delitos comunes"?
Lo señaló textual el Ministro del Interior, Andrés Zaldivar, y sin
siquiera sonrojarse frente a los noticieros. ¿Es que acaso, señor
Zaldivar, se estaban aplicando los artículos de la draconiana Ley
18.314 para perseguir delitos comunes al interior del País Mapuche,
violando dicho sea de paso el debido proceso, la presunción de
inocencia y las garantías constitucionales básicas de los ciudadanos
mapuches hoy encarcelados? A confesión de partes, relevo de pruebas,
reza el aforismo jurídico.
En
cualquier sociedad medianamente democrática, las declaraciones del
vocero de gobierno hubieran causado un escándalo de proporciones y
llenado de editoriales los periódicos. Las garantías
constitucionales, señor ministro, la famosa quinta enmienda de la que
tanto nos hablan los norteamericanos en sus películas y que en la
vida real pisotean a diario fuera de sus fronteras. La misma de la que
nos habla aquella superproducción local, plagada de efectos
especiales y persecuciones, titulada Reforma Procesal Penal. Todo un
homenaje al western hollywoodense.
Si
en la conservadora Inglaterra de los ochenta, la única concesión de
las autoridades fue permitir que los presos irlandeses vistieran sus
ropas en prisión, en Chile la respuesta del gobierno de Bachelet
resulta mucho más irónica y cruel. "No aplicar la ley
antiterrorista para perseguir delitos comunes". Un lector
desprevenido podría pensar que se trata de una broma de mal gusto. Y
es que resulta obvio que en cualquier estado de derecho que se precie
de tal, ningún ciudadano puede ser perseguido como terrorista si lo
que se investiga es en definitiva un delito común. Obvio, pero no
suficiente para el caso chileno.
A
la fecha, ya suman más de una docena las querellas por dicha
legislación interpuestas por el gobierno en contra de mapuches. Los
delitos investigados: incendio, amenaza, asociación ilícita, robo y
hurto de madera, usurpación de tierras, lesiones leves y graves, más
un largo etcétera. Ningún atentado con bombas, asesinato selectivo,
ataque suicida, formación de grupo armado o cualquiera de aquellos
delitos que atentan contra la vida, generan terror en la población y
que la doctrina gusta identificar como "terrorista". Y es
que Temuco no es Moscú ni los comuneros mapuches rebeldes chechenos,
por más que las autoridades y los fiscales intenten convencernos a
diario de nuestro error.
Los
presos políticos de la cárcel de Maze no podían esperar menos
indiferencia de la señora Thatcher que la demostrada por ella en
aquellos 66 trágicos días de ayuno forzado. Estaban frente a la más
enconada y acérrima enemiga de la causa republicana irlandesa y ellos
lo sabían. De cierta forma, la buscaron hasta encontrarla. Con su
intransigencia y mano dura, Thatcher pretendió enviar un mensaje a
toda la rebelde población de Irlanda. Nunca sospechó que los presos
también buscaban lo mismo. Enviar un mensaje. Y vaya si lo lograron.
"Me vuelvo a enrollar en mi manta mientras el frío muerde mi
carne una vez más. Ellos no tienen nada en todo su arsenal imperial,
capaz de quebrar el espíritu de un solo prisionero político
republicano que se rehúsa a ser quebrado", escribiría Bobby
Sands en su diario, publicado tras su muerte y transformado en best
sellers.
"Nuestra
venganza será la sonrisa de nuestros hijos en una Irlanda
libre", rezaba un graffiti rayado por desconocidos en los muros
de Maze a pocos días de finalizada la trágica huelga del IRA.
Roguemos porque en el País Mapuche la única sonrisa que veamos en
los próximos días sea aquella de nuestros cuatro hermanos
huelguistas, dando la bienvenida a sus primeros días de anhelada
justicia y libertad.
.- Director
Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas.
|