Estados
Unidos aprueba plan intervencionista contra Cuba
APM
(Agencia Periodística del Mercosur), 10/07/06
Estados
Unidos anunció que aportará 80 millones de dólares para apuntalar
las acciones de la oposición a Fidel Castro.
Estados
Unidos reiteró hoy su plan intervencionista contra Cuba destinado a
intentar la liquidación del proceso político vigente en la Isla.
El
informe de la llamada Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre,
difundido por el Departamento de Estado y respaldado por el presidente
George W. Bush, deviene ampliación de las medidas que conforman el
bloqueo de más de 40 años a la nación antillana.
Tal
como se había filtrado por informaciones de prensa, el objetivo es
reforzar ese asedio, como lo demuestra el planteamiento hecho en el
texto de seguir el rastro a las exportaciones cubanas para impedirlas
y dificultarlas cada vez que sea posible.
Según
informó la agencia Prensa Latina, las asignaciones superan los 80
millones de dólares para el respaldo a las actividades de los grupos
anticubanos violentos, además de cuantiosos fondos para aumentar las
campañas de propaganda hacia el interior y el exterior del país.
El
Plan Bush busca, en primera instancia, incrementar los obstáculos
para toda operación comercial de Cuba y prohibir el envío de remesas
de los cubanos residentes en Estados Unidos a sus familiares en
territorio cubano, aun a través de terceros países.
Como
las anteriores disposiciones, el propósito, señalan las autoridades
de la Isla, es provocar la falta de alimentos, medicinas y otros
productos en Cuba, pretendiendo de esta forma doblegar la tradicional
voluntad de resistencia popular.
Pero
el documento ahora entregado y aprobado por Bush va más allá y traza
lineamientos para incrementar la intervención norteamericana en lo
que consideran será el período siguiente a la desaparición del
gobierno encabezado por el presidente Fidel Castro.
Los
programas sociales que garantizan la educación y la atención médica
a la población cubana y su extensión a latinoamericanos y caribeños
quienes, por ejemplo, recuperan su visión mediante la Operación
Milagro, no tienen cabida en el proyecto estadounidense.
A
cambio, se ratifica la presencia en el anhelado período
postrevolucionario de una suerte de gobernador norteamericano,
designado por el presidente de Estados Unidos, y quien será el
verdadero gobierno en el Estado cubano.
El
Plan no oculta que asegurará el derecho a la propiedad privada, o
sea, la devolución de propiedades a quienes las poseían en época de
la dictadura de Fulgencio Batista.
Por
otra parte, habla de proveer a los cubanos alimentos, agua,
combustible y equipos médicos siempre que haya en el poder un
gobierno de transición aceptando la tutoría de Washington y surgido
de elecciones preparadas por el gobernador designado por la Casa
Blanca.
Por
supuesto, se mantiene en el secreto uno de los capítulos del informe,
para muchos el referente a la preparación de ataques de índole
militar, incluyendo la insistencia en planes de magnicidio,
reiteradamente fracasados con anterioridad.
En
definitiva, el nuevo informe de la Comisión apenas introduce cambios
en la estrategia de Estados Unidos contra Cuba, a excepción de
subrayar la injerencia en los asuntos internos del país antillano sin
mucha preocupación por esconderla a la opinión internacional.
El
Plan Bush de "Asistencia a una Cuba Libre" y su actualización
ahora por el Departamento de Estado
Crónica
de una guerra anunciada
Por
Ricardo Alarcón de Quesada
Granma, 06/07/06
El
20 de mayo del 2004, con pompa y fanfarria, George W. Bush anunció su
Plan para la anexión de Cuba. El interminable engendro –más de 450
páginas– provocó una andanada de críticas provenientes de todas
partes.
Ante
todo, del pueblo cubano, a quien se le amenaza con el exterminio y con
la liquidación de su nación. Cuba, según dice con todas las letras
el siniestro Plan, simplemente desaparecería, dejaría de existir.
Repasemos rápidamente lo que sucedería aquí si llegara a aplicarse
lo que Bush aprobó:
Devolución
a sus antiguos dueños de todas las propiedades, incluidas todas las
viviendas de las que millones de familias serían desalojadas, en
menos de un año y bajo la supervisión y el control del gobierno
norteamericano mediante la Comisión del gobierno de Estados Unidos
para la Devolución de Propiedades.
Se
privatizarían completamente todos los aspectos de la economía
incluyendo la educación y los servicios de salud; serían disueltas
todas las cooperativas y restaurados los viejos latifundios; eliminarían
la seguridad y asistencia social incluyendo todas las pensiones y
retiros, y organizarían para los ancianos un programa especial de
obras públicas que los emplearía mientras su estado de salud se los
permita; se aplicarían rigurosamente las pautas del neoliberalismo más
crudo. De todo esto se encargaría otro aparato gubernamental yanki,
el Comité Permanente del gobierno de Estados Unidos para la
Reconstrucción Económica.
Como
llevar a cabo lo que antecede encontraría la tenaz e invencible
resistencia del pueblo ("no será fácil", reconoció Bush
en el mentado documento), darían la máxima prioridad a la represión
masiva y generalizada: contra todos los militantes del Partido, todos
los miembros de las organizaciones sociales y de masas y también
"otros simpatizantes del Gobierno", según afirma el texto
que advierte (¿hacía falta?) que "la lista –de las víctimas
de la represión– será larga". De esto igualmente se ocuparía
directamente el gobierno de Estados Unidos con un aparato represivo
"organizado y dirigido por el Departamento de Estado".
La
dirección de este programa estaría en manos de un burócrata
designado por Bush con el pomposo cargo de "Coordinador para la
transición y reconstrucción de Cuba", una especie de
interventor y Gobernador General para la Isla como lo fuera hace más
de un siglo el General Leonard Wood. Tendría las mismas funciones
–incluso igual título– que las que desempeñó el señor Brenner
en el Iraq destrozado e invadido. Solo que en el caso de Cuba el
Coordinador ya fue designado, un tal Caleb McCarry, quien ha visitado
algunos países europeos para recibir desvergonzada complicidad. Su
anticipada designación fue presentada por el propio Bush como prueba
de que su Plan contra Cuba y los cubanos va en serio, no se queda en
las palabras.
El
Plan Bush incluyó también medidas específicas contra los
cubanoamericanos, a quienes se les restringió drásticamente los vínculos
con sus familiares en Cuba, se les eliminó la licencia general para
visitarlos y se les impuso la discriminatoria limitación de solo
poder hacerlo una vez cada tres años si les otorgan un permiso
especial para ello y todo dentro de la cruel y arbitraria redefinición
del concepto de familia, del cual quedan excluidos los tíos,
sobrinos, primos y otros parientes.
Para
alcanzar su meta, el Gobierno norteamericano intensificaría sus
acciones para poner fin a la Revolución cubana siguiendo tres líneas
fundamentales: un bloqueo económico cada vez más riguroso, el
aumento del financiamiento y el apoyo material a los grupúsculos
mercenarios internos y una siempre creciente campaña de propaganda y
desinformación.
Cualquiera
sabe que ese empeño por derrocar a un gobierno de otro país, cambiar
su régimen político, económico y social y someterlo a su dominio es
un escandaloso ultraje a la legalidad internacional solo concebible en
gente con mentalidad fascista.
Es
tan obvio el carácter ilegal y agresivo del Plan Bush, tal su
delirante desmesura, que fue objetado abiertamente hasta por entidades
e individuos que son adversarios de la Revolución cubana y defensores
de las políticas e intereses imperialistas. Ese fue el caso de
algunos miembros del llamado Diálogo interamericano –incluyendo a
conocidos enemigos de Cuba– que emitieron una carta pública
rechazando ese Plan porque ven en él un llamado a la guerra y la
violencia. Hubo quien lo calificó de "aterrorizante" y como
"lo más explosivo en las relaciones entre Estados Unidos y América
Latina en los últimos 50 años".
Bush
consiguió algo que es el sueño de cualquier político
norteamericano: unir el más amplio frente, desde la izquierda hasta
la derecha. Solo que esta vez coincidían para criticarlo a él y a su
endemoniado Plan.
Pero
él contaba con algo a su favor. La misma prensa, los famosos medios
de comunicación que lo acompañaron en mayo del 2004 y se hicieron
eco de su show publicitario, supieron después guardar hermético,
disciplinado silencio durante el resto de ese año y después. Algo
que era "lo más explosivo" en medio siglo, sencillamente
desapareció de la atención de los "informadores". El tema,
simplemente, dejó de existir. Y así fue durante año y medio. Hasta
diciembre del 2005.
De
pronto, sin venir al caso, cuando ya todos habían olvidado el asunto,
se anunció desde Washington que iban a emitir otro Informe sobre Cuba
en mayo del 2006.
Se
multiplicaron las especulaciones. Hubo incluso, entre los políticos y
académicos que desde la derecha criticaron las barbaridades simplonas
del Plan Bush, quienes imaginaron la posibilidad de una rectificación.
Llegó
el 20 de mayo del 2006. Se inquietaron los medios y preguntaron. Pero
nada sucedió ese día ni en los días y semanas siguientes. Los
voceros oficiales respondieron con evasivas a las indagaciones de los
periodistas. Hasta que unos y otros, una vez más, olvidaron el
asunto.
Llegó
la tercera semana del pasado junio y de modo extraño, sigilosamente,
apareció en el sitio en Internet del Departamento de Estado fechado
06/20/2006. Pero, al parecer, nadie lo vio. Transcurrió una semana en
la que voceros e informadores guardaron silencio total. Hasta que
algunos medios de Miami y ciertas agencias noticiosas
"descubrieron" lo que decidieron bautizar como
"borrador". Curiosamente el hallazgo se produjo al mismo
tiempo. Y no en cualquier momento, sino precisamente cuando comenzaba
el más prolongado feriado de Estados Unidos que se extendería hasta
el martes 4 de julio. Como para que la información fuera sepultada en
medio de los fuegos artificiales, la retórica patriotera y las ventas
especiales en sus centros comerciales con los que allá suelen
recordar el aniversario de la Independencia.
El
texto publicado ahora no se aparta ni un milímetro del Plan Bush.
Todo lo contrario. Comienza por precisar que lo ratifica, saluda los
supuestos éxitos que ha tenido su aplicación y sobre esa "sólida
base" anuncia "medidas adicionales" para
"acelerar" el fin de la Revolución cubana.
Esas
medidas merecen ser analizadas y me propongo hacerlo más adelante.
Pero
hay algo que exige la denuncia más enérgica y urgente. Algo
absolutamente insólito.
Antes
de exponer las "medidas adicionales", las que hace públicas,
el Informe dice que existen otras contenidas en un anexo que permanece
secreto por "razones de seguridad nacional" y para asegurar
su "efectiva realización".
Después
de haber divulgado todo lo que han divulgado –decenas de millones de
dólares más para sus mercenarios, nuevas restricciones económicas y
acciones ilegales contra el comercio internacional y la soberanía de
Cuba y de otras naciones, castigos adicionales para los cubanos y para
ciudadanos de otros países– y de haber hecho público hace ya más
de dos años su Plan en que hasta el más mínimo detalle describe su
intención de recolonizar a Cuba, después de todo eso, ¿qué es lo
que a estas alturas tienen que ocultar con el máximo secreto? ¿Qué
esconden por razones de "seguridad nacional y efectiva realización"?
¿Más
ataques terroristas? ¿Nuevos intentos de asesinato contra Fidel? ¿La
agresión militar? Tratándose de Bush y sus compinches cualquier cosa
es posible.
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