América Latina

¿Cuba en el MERCOSUR?

Una cumbre de negocios

Socialismo o Barbarie, periódico, 20/07/06

Los rumores sobre la llegada de Fidel Castro a la cumbre del Mercosur se dan en el marco del flamante ingreso de Venezuela a la asociación. Ya en nuestro número anterior adelantábamos que esta jugada no se trataba en absoluto de ninguna forma de bloque “progresivo”, sino de un acuerdo entre Estados y gobiernos capitalistas con el objetivo declarado de mejorar su inserción en el mercado mundial y garantizar buenos negocios. No ya para los estados en tanto tales, sino para las empresas y grupos económicos amparados por los gobiernos que gestionan esos estados.

El aspecto político de la cuestión es que Brasil y Argentina ofician de “contenedores” del socio “rebelde” –papel que Chávez, por supuesto, acepta de buen grado–, mostrándose así como estados “responsables” que hacen voluntariamente el trabajo que el Departamento de Estado yanqui, por sí solo, no podría.

La eventual presencia de Castro tampoco es casual. Así como los socios “grandes” del Mercosur operan como colchón contra algún exabrupto de Chávez, según el economista marxista Claudio Katz, “algunos diplomáticos del establishment regional programan un paso ulterior con la eventual incorporación de Cuba a esta asociación. El objetivo de esta absorción sería facilitar la paulatina restauración del capitalismo en la isla” (“El torbellino de la integración”, en www.socialismo-o-barbarie.org).

En todo caso, a medida que se va clarificando la agenda del encuentro, el perfil reaccionario y 100% capitalista no sólo se confirma sino que se acentúa (para no hablar de los matices decididamente repugnantes, como los vinculados a los negocios con Israel).

Del “Mercosur político” a los negocios

No se trata de análisis forzados ni interpretaciones maquiavélicas. El propio secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales, Alfredo Chiaradía, explicó que el tema central de la agenda es avanzar en la liberalización de los mercados de servicios, en particular telecomunicaciones y turismo, dado que Brasil, Uruguay y Paraguay todavía tienen legislación “proteccionista”. Así, el secretario Chiaradía dijo que “para el país tal medida es «ganancia plena» porque ya tiene su sector de servicios abierto desde la década del 90” (La Nación, 14-7-06).

¿“Para el país”? ¡La ganancia será para las empresas radicadas en Argentina, porque, como dice Katz en su estudio, “los gobiernos de Sudamérica coordinan negocios para beneficiar a las grandes empresas de cada país, en desmedro de las necesidades y reivindicaciones de la mayoría de la población” (cit.).

Dicho sea de paso, aquí también muere la cháchara kirchnerista de denuncia del “modelo de los 90”: ¡Chiaradía se felicita de que la misma “apertura” que se hizo en los 90 ahora se extienda al resto del Mercosur! Es decir, el gobierno argentino no sólo no se opone a las “políticas de Estado” neoliberales, sino que es punta de lanza para su implementación en la región.

Pero los buenos negocios no terminan aquí. En la cumbre también se firmará un reformado Protocolo de Contrataciones Públicas del Mercosur. Para la Cancillería argentina, esto “constituye el primer paso en la apertura gradual de los mercados de contrataciones públicas de la región”.

Más “apertura”, es decir, más negocios para la “patria contratista”, que ahora accederá a licitaciones en cualquier país del Mercosur en igualdad de condiciones: “Las firmas argentinas podrán competir como si fueran nacionales en licitaciones en Brasil, Paraguay y Uruguay” (La Nación, 14-7-06). Mientras los presidentes hacen discursos para la tribuna, los grupos locales y extranjeros se frotan las manos y cuentan platita.

Y para Cuba también hay una zanahoria, que será la firma de un acuerdo de complementación económica entre el Mercosur y la isla. El acto convenio elimina o reduce los aranceles a la importación de 1.300 productos y el próximo elevará la cantidad a 2.700. Si Castro viene, viene por esta razón, no por el mero gusto de hacer discursos inflamados.

Lo decisivo de la cumbre, entonces, es apuntalar “un gran mercado regional con independencia de los gobiernos vigentes en cada país. Pero justamente este perfil refuerza el carácter regresivo del Mercosur (...) La ampliación de la asociación del Cono Sur se consumó siguiendo (...) patrones de rentabilidad, competencia y garantías al capital” (Katz, cit.). Es decir, no un “Mercosur político” entre gobiernos de tal o cual signo ideológico, sino de acuerdos entre Estados, esto es, justamente, “con independencia de los gobiernos vigentes”, siguiendo el principio burgués de la continuidad jurídica de los estados en los acuerdos comerciales y diplomáticos.

Si hacen falta pruebas, veamos los encendidos elogios de Pescarmona a Kirchner en la reunión cumbre de la burguesía argentina, el coloquio de IDEA. Para Pescarmona, dueño de IMPSA y presidente de IDEA, “este Gobierno hace cosas buenas por los empresarios” (Clarín, 19-7-06). ¡Por supuesto: gracias al acercamiento a Venezuela, su empresa se aseguró magníficos negocios en ese país!

Éste es el verdadero Mercosur que se busca construir en Córdoba: el que “hace cosas buenas por los empresarios”.