El
Mercosur debería estar en Altera Rojo
El
Pentágono ya está en la Triple Frontera
APM
(Agencia Periodística del Mercosur), 06/08/06
Aviones de la fuerza
aérea estadounidense sobrevuelan Argentina, Brasil y Paraguay. ¿Una
extensión regional de las agresiones de Washington y Tel Aviv contra
libaneses y palestinos?
Por lo menos, en los
últimos días un avión militar de Estados Unidos sobrevoló la
Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, y permaneció
durante cuatro horas en el aeropuerto brasileño de Fox de Iguazú.
Sin dar fecha exacta
de los hechos, el diario argentino La Nación –habitual portavoz de
la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires – consignó este
domingo que se trató de “gigantesco DC – 10”, que llevaba 35
militares del Pentágono.
La máquina habría
partido de Manaus, paso por Brasilia, y tras sobrevolar la Triple
Frontera, despegó de Fox de Iguazú, “probablemente con rumbo a
Asunción de Paraguay”.
En consulado
estadounidense en San Pablo, Brasil, informó que los 35 militares
“realizan un paseo por la región, como premio al desempeño de su
funciones”.
La semana pasada, la
prensa argentina –en particular el diario Clarín, también con sólidos
contactos con la embajada de Washington– desempolvó un viejo tema
de la agenda estadounidense en la región: la preocupación de Estados
Unidos por la supuesta actividad de “terroristas” del Hezbollah en
la Triple Frontera.
Con esa excusa, las
agencias de inteligencia y de seguridad de Estados Unidos vienen
operando sobre sus colegas de Argentina, Brasil y Paraguay, y lograron
establecerse en el área.
La presencia de un
avión del Pentágono en el corazón geográfico de Mercado Común del
Sur (Mercosur) en momentos que Estados Unidos e Israel están empeñados
en una verdadera acción militar de exterminio sobre libaneses y
palestinos, es, por lo menos, muy preocupante.
Sobre todo, porque en
esas agresiones se amparan en las mismas falsedades que se han
argumentado para intervenir en la Triple Frontera: la lucha contra el
“terrorismo” de Hezbollah, cuando en realidad esa organización
política y social es la que lleva adelante la heroica y patriótica
resistencia de los libaneses contra las agresiones israelíes –
estadounidenses.
Las tergiversaciones
y mentiras enarboladas por Estados Unidos sobre la Triple Frontera
llevaron al periodista argentino Víctor Ego Ducrot –director de APM
–, en junio de 2002, a publicar el siguiente artículo, que a
continuación reproducimos en forma parcial.
Los poderes
imperiales mienten al afirmar que el punto de encuentro territorial
entre la Argentina, Brasil y Paraguay es un enclave del terrorismo
internacional, fundamentalmente de origen islámico. Al servicio de
las corporaciones financieras globalizadas, Estados Unidos y sus
mandatarios en distintos sitios del orbe quieren encubrir la verdadera
naturaleza de su acción: apropiarse de los recursos económicos
estratégicos y ocupar militarmente a Sudamérica, para proteger sus
intereses de dominación. El autor de esta nota es periodista y
escritor.
La caracterización
de la Triple Frontera entre la Argentina, Brasil y Paraguay como
centro de operaciones del "terrorismo islámico" es una
patraña más del gobierno de los Estados Unidos. La misma esconde la
necesidad que tiene la facción dominante del Imperio Global
Privatizado (IPG) de contar con una excusa política para desarrollar
allí una base de operaciones militares al servicio de sus intereses
estratégicos.
Primero revisaremos
algunos de los tantos casos que demuestran las falacias argumentales
de Estados Unidos. Falacias y mentiras similares a las tareas de
desinformación desplegadas por Washington para justificar su ataque
contra Afganistán después de los episodios del 11 de septiembre
pasado, ya que nunca probó la participación de Osama ben Laden en
aquellos atentados. Falacias y mentiras también como las utilizadas
en los últimos días respecto de un supuesto peligro de inminentes
ataques radioactivos para justificar una inyección de 4.000 millones
de dólares en su presupuesto defensivo. Luego analizaremos cuál es
la verdadera naturaleza política y cuál la red de intereses que se
esconden detrás de la campaña norteamericana en la Triple Frontera,
campaña que cuenta con el apoyo de los gobiernos de la región,
dependientes y alineados con los intereses del IPG.
Caso 1.– El 21 de
setiembre del 2001 la BBC de Londres afirmó: en un vasto operativo,
efectivos de la brigada especial de la policía paraguaya fuertemente
armados y vistiendo pasamontañas detuvieron a catorce libaneses y
decomisaron computadoras en la ciudad de Encarnación, en el sur del
país. En un despliegue similar en Ciudad del Este, un ciudadano de
origen indio fue detenido porque su nombre figura en la lista de
buscados del FBI, aunque su abogado aseguró que se trata de un caso
de homonimia. El comandante de la policía de Paraguay, Blas Chamorro,
explicó que las detenciones son parte de la operación de control
redoblado que vienen haciendo las Fuerzas Operativas Policiales
Especiales desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono
en los Estados Unidos. Días después, las autoridades de Asunción
debieron liberar a todos los detenidos porque no consiguieron prueba
alguna que sostuviese sus acusaciones.
Caso 2.– En tanto,
desde Washington, el Departamento de Estado de Estados Unidos advertía
que la región de la Triple Frontera (donde convergen las ciudades de
Puerto Iguazú, de Argentina; Fox de Iguazú, de Brasil, y Ciudad del
Este, de Paraguay) es un foco de movimientos islámicos extremistas.
Mencionaron células de Hamas y de Hezbollah. Voceros policiales de
Paraguay dijeron que en Ciudad del Este se han instalado facciones de
grupos como la ultrarradical Al Gammat Al Islamiya (Jihad Islámica),
de Osama ben Laden y de Al Moqwama, del grupo pro iraní Hezbollah,
además de la organización pro palestina Hamas. Ni Asunción ni
Washington, en ningún caso, ofrecieron pruebas de sus observaciones y
acusaciones.
Caso 3.– El 19 de
noviembre del 2001, el analista Yerko Montero escribió en el periódico
La Razón de Bolivia que el presidente del Brasil, Fernando Henrique
Cardoso, se había reunido con su homólogo norteamericano, George W.
Bush, a fin de mantener contactos fluidos sobre los movimientos de los
presuntos terroristas islámicos en el punto fronterizo entre Brasil,
Argentina y Paraguay. Nuevamente faltaron las pruebas, pues ni Cardoso
ni Bush pudieron aportarlas.
Caso 4.– Sobre el
mismo asunto Montero recuerda el artículo U.S. Coalition Against
Terrorism should include Latin America, del analista político Stephen
Johnson, adscrito a Heritage Foundation, que coincide con la
preocupación de los mandatarios y especifica otro tipo de actividad
terrorista en la región. La citada nota periodística afirma que diez
de las treinta organizaciones que dirige Osama ben Laden se sitúan en
América latina. En la Triple Frontera, afirma el artículo, Paraguay
es un huésped involuntario. Sus despobladas fronteras con la
Argentina y Brasil han atraído a traficantes de drogas y armas así
como a terroristas sospechosos ligados al Grupo Islámico Egipcio, al
pro iraní Hezbollah y al pro palestino Hamas, que circulan en una
larga comunidad de inmigrantes, afirma el autor.
Expertos allegados al
presidente George W. Bush sostienen que Estados Unidos necesita una
política regional que fortalezca su actividad de inteligencia,
desarrolle estrategias de defensa cooperativa, revitalice las economías
débiles, se realicen programas antiterrorismo, y se promueva el
respeto de la ley. Si falla, dará luz verde a los terroristas para
realizar poderosas alianzas en la región al sur de su territorio.
Caso 5.– El 14 de
enero de este año, las agencias de noticias internacionales
informaron que una misión de legisladores norteamericanos viajó a
Paraguay para visitar la zona fronteriza con Argentina y Brasil, área
que se especula sirve de residencia para grupos extremistas islámicos.
Con anterioridad a la visita de los legisladores, Paraguay había
recibido, en diciembre último, al coordinador antiterrorista del
gobierno estadounidense, Francis Taylor, quien también estuvo en
Ciudad del Este. En ambos casos, los jerarcas norteamericanos
aseguraron que la Triple Frontera es "un nido" de
terroristas islámicos, pero –otra vez– nadie vio las pruebas.
Caso 6.– Pese a que
ninguna de las investigaciones policiales que vienen hostilizando a
los más de 15.000 habitantes de origen árabe que viven en la zona de
la Triple Frontera –muchos de ellos inmigrantes de tercera generación–,
la propaganda norteamericana pasa casi sin filtro a través de la
prensa internacional. Un ejemplo de ellos es el artículo publicado
por el diario El Mundo, de Madrid, en el que después de constatar la
existencia de una fuerte actividad comercial, que nada tiene que ver
con las "finanzas del terrorismo islámico", su autor se
apoya en las repetitivas versiones de Washington, sin ofrecer prueba
alguna. El enviado especial de ese periódico español, Ramy Wurgaft,
escribió textualmente: El Federal Bureau of Investigation (FBI)
asegura que un porcentaje importante de las ganancias recaudadas llega
a las arcas de los grupos islámicos de Oriente Próximo. Francis
Taylor, coordinador de la oficina antiterrorista del Departamento de
Estado, sostiene que aquí, en el corazón de Sudamérica, existen «células
dormidas» del Hezbollah e incluso de Al Qaeda, la organización que
dirige Osama ben Laden. (...). Mucho antes de que se produjeran los
atentados del 11 de Septiembre, la Inteligencia norteamericana había
informado a los gobiernos pertinentes sobre la existencia en esta zona
de un dispositivo que apoya a los terroristas.
«Existen fuertes
indicios de que la Triple Frontera está sirviendo de santuario a
islamistas prófugos. Allí se ocultarían por un tiempo, para luego
resurgir bajo una nueva identidad y a veces detrás de una nueva
fisonomía, ya que algunos se someten a la cirugía plástica», dice
una parte del informe, al que tuvo acceso el rotativo argentino Clarín.
Al respecto sólo bastaría con recordar cuan eficaz fueron el
gobierno y los servicios de inteligencia norteamericanos a la hora de
prevenir los atentados del 11 de setiembre, según se desprende del
escándalo que vivió Washington en las últimas semanas, mientras el
FBI y la CIA se culpan recíprocamente de falta de eficacia.
Caso 7.– Pero el
gobierno norteamericano insiste. Hace poco también se sumó la DEA
(agencia antidrogas). El 26 de abril pasado, otra vez sin ofrecer
prueba alguna, el jefe de la Administración de Control de Drogas de
Estados Unidos (DEA), Asa Hutchinson, aseguró que la zona de la
Triple Frontera "sigue siendo un refugio de extremistas islámicos,
en particular para miembros de los grupos terroristas Hamas y
Hezbollah". El funcionario evaluó que la situación en esa región
"pone de manifiesto la facilidad con la que las organizaciones
terroristas pueden infiltrarse y asimilarse en otros países y pasar
relativamente inadvertidas durante un largo período de tiempo".
Durante un informe
que días atrás realizó ante la Comisión de Relaciones
Internacionales de la Cámara de Representantes norteamericana, el
funcionario enumeró a otros grupos terroristas "extremadamente
violentos que operan en el Hemisferio Occidental y el mundo
entero". Así, mencionó a "Sendero Luminoso en Perú y tres
grupos designados como terroristas por el Departamento de Estado en
Colombia: las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), el
Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC)".
"Si bien la DEA
no apunta directamente a los terroristas –señaló Hutchinson–,
tomará como blanco y rastreará a los traficantes de drogas y
organizaciones del tráfico involucradas en actos terroristas".
Hutchinson no hizo otra cosa que repetir los conceptos enunciados el
11 de octubre del año pasado por el director de la Oficina de
Contraterrorismo del Departamento de Estado, Francis Taylor.
Esta campaña de
desinformación está avalada por las autoridades del Pentágono. En
el artículo "Ciudad del Este", publicado en su número de
enero–febrero de este año, la Military Review, vocera estratégica
de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia de
Washington se afirma sin pudor que esa debe ser la línea a seguir
para presionar a los gobiernos de la región a favor de las
concepciones "antiterroristas" de la administración de
George W. Bush.
La campaña de
terrorismo mediático que Estados Unidos montó en torno de la Triple
Frontera forma parte de un amplio plan de dominación global. La
actual etapa histórica del imperialismo es la que denominamos Imperio
Global Privatizado (IPG). Este engloba a las potencias capitalistas
desarrolladas y en su seno existen contradicciones que dan lugar a
distintas facciones enfrentadas.
En ese enfrentamiento
lleva la delantera Estados Unidos –facción dominante del IPG–
porque fue la primera en privatizar el poder del Estado, especialmente
sus gestiones en políticas exterior y de defensa. En el Imperio
Global Privatizado el Estado ha sido ocupado en forma directa y plena
por las corporaciones financieras globalizadas, las que ya no operan
como factores de poder e influencia sino como agentes directos. Por
supuesto que las acciones internacionales del IPG –muy especialmente
las de Estados Unidos– incluyen, y con carácter de prioridad,
intereses y maniobras estratégicas en Medio Oriente, pero el capítulo
argentino–brasileño–paraguayo se refiere esencialmente al área
latinoamericana. En otras palabras, la cuestión de la Triple Frontera
poco y nada tiene que ver como el conflicto mesooriental. Puede
decirse que es la "pata" en el Cono Sur del Plan Colombia, y
que tiende a crear las condiciones para una eventual y muy posible
intervención militar norteamericana en la subregión.
Primero revisemos
algunas informaciones distribuidas el 10 de junio pasado por el
Instituto del Cono Sur, el Servicio de Noticias de Serpal (España) y
Piensa Chile.
Un equipo de los
comandos norteamericanos "boinas verdes" y efectivos del
Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) de la Policía Federal
Argentina realizaron un simulacro de rescate de rehenes en manos de
"terroristas" en una estación del subterráneo (metro)
local. El grupo de comandos norteamericanos pertenece a la "Compañía
C" o "Charlie" del ejército norteamericano, conocidos
con el ya mítico nombre de "boinas verdes".
El 31 de marzo último,
el diario Pagina 12, de Buenos Aires, informaba lo siguiente: marines
norteamericanos ya combaten en Misiones (provincia argentina que se
ubica en la Triple Frontera). Por ahora solamente al mosquito Aedes
Aegyptu que transfiere el virus del dengue. La inquietante información,
prolijamente ignorada por los grandes medios nacionales, fue destapada
por el periodista Mauro Federico en El médico del conurbano, una
publicación especializada que suele brindar notables primicias. El
silencio oficial y mediático en torno de la presencia de tropas
norteamericanas en la Argentina, cumpliendo supuestos objetivos
sanitarios, es explicable sólo a la luz de lo siguiente: se trata de
una avanzada militar norteamericana que se inscribe en una estrategia
mucho más amplia y que nada tiene que ver con la salud de los
argentinos.
Los contenidos estratégicos
del Plan Colombia, en el cual se inscribe la mentira norteamericana
sobre la Triple Frontera, fueron perfectamente expuestos en el artículo
Colombia, de Vietnam al Amazonas, de Manuel Salgado Tamayo, de
Altercom, y publicado por Rebelión el 5 de mayo pasado y del cual
citaremos algunos párrafos fundamentales.
Al despuntar el nuevo
milenio en el tablero mundial hay dos fuerzas contendientes que se
disputan la supremacía: una, los Estados Unidos de América; dos, la
Unión Europea. Por ahora, el Japón, que era el tercer competidor, se
ha quedado rezagado, como consecuencia de la crisis que soporta desde
l992, a la que se sumó la asiática desde 1997, que afectó el poderío
del Asia. "En el mundo posterior a la Guerra Fría, los Estados
Unidos son la única superpotencia que queda con la capacidad de
intervenir en cualquier parte del mundo. Y sin embargo, el poder se ha
vuelto más difuso y han disminuido las cuestiones a las que pueda
aplicarse la fuerza militar", escribía hace poco Henry
Kissinger.
En ese sentido,
"los Estados Unidos, aunque superpotencia militar, ya no pueden
imponer su voluntad porque ni su fuerza ni su ideología se prestan a
las ambiciones imperiales". En esas condiciones, una guerra
abierta contra las fuerzas insurgentes en Colombia tiene el mismo límite
que, en su momento, impuso el pueblo vietnamita: la posibilidad de la
derrota de los agresores.
Sin embargo, el éxito
relativo de las guerras de baja intensidad en América Central en los
años 80, así como las victorias fáciles en la Guerra del Golfo, en
Granada y Panamá y los ocho años consecutivos de expansión
sostenida de la economía norteamericana, pudieron haber llevado al ex
presidente Bill Clinton a la ilusión de que estaban en su momento de
gloria y que podían implementar una guerra relámpago contra
Colombia, pretextando el problema de las drogas.
Pero el panorama económico
en los Estados Unidos se ha modificado. El crecimiento ha caído y los
riesgos de una recesión son evidentes (...). La guerra estratégica
contra Colombia puede ser un mecanismo para reactivar la economía de
los Estados Unidos, pero esa palanca es deleznable, pues bien podría
ocurrir, nuevamente, lo que ya pasó en Vietnam que, en lugar de tabla
de salvación, fue un peligroso pantano en el se fue hundiendo
progresivamente el Imperio, como lo ha recordado hace poco, a modo de
advertencia, Henry Kissinger (...).
Las voces críticas
contra el Plan Colombia, que se han multiplicado tanto en América
latina, en Europa y en los propios Estados Unidos de América, difícilmente
harán cambiar el rumbo trazado, sobre todo ahora que en la Casa
Blanca se ha instalado de nuevo un grupo guerrerista extremo, aupado
en el poder por el fraude electoral, con muy poca legitimidad frente a
los pocos electores que acuden a las urnas en la frágil democracia de
los Estados Unidos, pero muy implicados en la defensa de grandes y
oscuros intereses económicos.
Ahora que desapareció
el "imperio del mal", como llamaba Reagan a la URSS, la
lucha contra el narcotráfico, la defensa de los derechos humanos y la
expansión de las democracias de mercado sirven de cortina de humo
para impulsar un orden mundial que, por primera vez en la historia del
capitalismo, "tiene a la población mundial cogida por el
pescuezo" (...).
Ello nos lleva a
pensar que el Plan Colombia y la Iniciativa Andina no son otra cosa
que elementos de una proyección geopolítica y geoestratégica que
busca afirmar el dominio indiscutido de los Estados Unidos en el
continente americano.
Las grandes metas de
esa determinación, por la que viene luchando Estados Unidos desde la
doctrina Monroe de 1823, serían: primero, desactivar el triangulo
radical, como lo llama James Petras, o de Bolívar, como lo denomina
Heinz Dieterich, que se ha formado en el noroeste de América del Sur,
y que está formado por la Venezuela del coronel Hugo Chávez, por la
Colombia insurgente de las FARC y el ELN, por el Ecuador de los indios
rebeldes y los militares progresistas y por el Panamá sin Bases
Militares norteamericanas y sin Escuela de las Américas, en el que se
niega a morir el espíritu del General Omar Torrijos.
En ese esquema de
dominación, para el cual la facción dominante del IPG prevé
determinado nivel de ocupación militar y paramilitar, la demonización
de la Triple Frontera es de carácter estratégico: desde allí podrán
aplicarse controles "antiterroristas" a los procesos de
contestación y protesta social y política que podrían radicalizarse
en la Argentina (en estado de virtual desobediencia civil), en Brasil
(de cara a una posible victoria electoral de las fuerzas progresistas)
y Paraguay (con fragilidad institucional y creciente movilización
campesina).
La llamada Triple
Frontera también funciona como llave de acceso político y militar a
la región amazónica. En ese sentido, conviene recordar lo señalado
al respecto en el artículo antes citado, pues se trata del área en
la cual se ubica el río más caudaloso y largo del mundo: el
Amazonas. En él desembocan más de l0.000 afluentes. Los botánicos
estiman que hay más de 125 mil plantas y una diversidad faunística
integrada por varios millones de animales. El bosque amazónico ayuda
a regular la temperatura del planeta, consumiendo bióxido de carbono
y produciendo oxígeno. Allí se encuentran más del 50 por ciento de
los bosques tropicales del mundo y la quinta parte del total de agua
dulce con que cuenta el planeta. En la actualidad, estudios científicos
demuestran que unas 3.000 plantas resultan esenciales "para la
obtención de medicamentos, pesticidas, colorantes, fibras, aceites,
maderas, alimentos".
Hacia el futuro la
región puede desempeñar un papel clave a la luz de las nuevas
potencialidades que se abren con la biotecnología y la ingeniería
genética, pues la región "es un centro evolutivo, que sigue
formando diversidad biológica". Muchos científicos advierten
que, luego del auge de la industria farmacéutica tradicional,
ocurrido entre los años l930 – 1970, se habría iniciado un
estancamiento en la década de los 80, del que las grandes potencias
buscan salir mediante nuevos esfuerzos en los campos de la genética y
la biología molecular. En ese campo, la información genética en
estado natural sigue siendo un recurso decisivo, pues el hombre no
crea genes, tan sólo los manipula.
La riqueza
biodiversidad y las reservas de agua dulce forma parte del stock de
recursos naturales estratégicos que el IPG pretende controlar. En
varios artículos anteriores sobre la conformación, el funcionamiento
y los efectos del Imperio Global Privatizado –distribuídos por el
boletín electrónico de La Otra Aldea ( laotraaldea@hotmail.com )–
hemos sido los primeros en analizar, sobre distintos escenarios
concretos, cómo la estrategia del corporativismo financiero
mundializado incluye la ocupación directa de los territorios y del
subsuelo pertenecientes a las naciones del Tercer Mundo.
El 2 de junio último
el diario argentino Pagina 12 informó lo siguiente: la Unión Europea
exige que la Argentina levante las restricciones que prohiben a
extranjeros la adquisición de tierras en las denominadas áreas de
frontera (...) Un documento secreto contiene éstas y otras exigencias
en la sección servicios de la ronda Doha de la Organización Mundial
de Comercio (OMC).
La campaña
norteamericana sobre la Triple Frontera también forma parte de esa
jugada imperial, la que a la vez servirá para reprimir los
movimientos populares y para "africanizar" el régimen de
propiedad privada corporativa de los recursos económicos más
importantes. Hablamos de "africanización" porque a partir
de la década del `80 aquel gran y sufrido continente fue usado por el
IPG como mesa de ensayo para el nuevo régimen de apropiación privada
corporativa: las avanzadas militares y de inteligencia de Estados
Unidos y la Unión Europea se instalaron en varios países africanos
para formar "guardias privadas" dedicadas a la protección
de los establecimientos corporativos allí establecidos.
Un caso emblemático
de este accionar es el sector minero (oro, diamantes y metales de uso
militar e industrial estratégico) en Sierra Leona y Liberia.
Por consiguiente,
consideramos que la cuestión de la Triple Frontera
argentino–brasileño–paraguaya debe ser comprendida en el marco
del escenario global descripto a lo largo de este artículo y no a la
luz de la propaganda militarista norteamericana.
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