Candidatos
sandinistas e Iglesia católica: el FSLN contra el derecho al aborto
De la
era de Acuario a la Inquisición
Por
Gioconda Belli Rebelión, 23/08/06
Considerando que tras
más de un cuarto de siglo de vida en común, hace apenas un año que
la pareja Ortega–Murillo
decidió casarse y abandonar lo que, para la Santa Madre Iglesia, era
un estado censurable de “concubinato”, es sorprendente que ahora
Rosario Murillo se presente ante nosotros “en olor de santidad”,
proclamándose ella y su partido como defensores de la fe cristiana,
de la vida, de los obispos, cardenales y clero católico y de todos
aquellos que le faciliten el camino a ella y su marido para regresar a
ostentar el poder en Nicaragua.
En una entrevista
transmitida en Radio Ya, la señora Murillo afirma, entre otras cosas:
“Nosotros estamos
profundamente comprometidos con la fe; pensamos que los valores
religiosos, son el consuelo, el amparo; la fe es la forma en que los
seres humanos encontramos la paz; los valores religiosos son la
fortaleza que necesitamos para lidiar con la vida
cotidiana….Nosotros, precisamente porque tenemos fe, tenemos religión;
porque somos creyentes, porque amamos a Dios sobre todas las cosas, es
que hemos sido capaces de sobrellevar tantas tormentas…”
Sus palabras, que en
nada nos asombrarían de provenir de alguien que se haya mantenido y
vivido dentro de la Iglesia por muchos años, no pueden dejar de
sorprender viniendo de alguien que, hasta hace unos pocos meses,
firmaba sus artículos de opinión según los ciclos de la luna y se
manifestaba influida por luces, astros y toda la parafernalia mágica
de la Era de Acuario.
Pasar de la magia a
la religiosidad con esa fruición, precisamente en un año electoral,
no puede ser casualidad y no puede dejar de despertar sospechas. Más
aún, semejante temeridad y soberbia para hacer alarde de una
religiosidad recién adquirida –pues ni siquiera hay en sus palabras
una remota alusión a la humildad propia de los auténticos y nuevos
conversos– denota un peligroso extremismo, una tan extrema vuelta de
calcetín que hace pensar que Doña Rosario, por arte de esa magia que
parece no abandonar sus intenciones, ha pasado del pensamiento cósmico
a la soberbia de los Grandes Inquisidores, los temibles jueces de la
Edad Media, que se ponían por encima de los “infieles” y les
enrostraban su falta de fe como razón suficiente para condenarlos a
la hoguera.
De un plumazo, doña
Rosario dice que esa Unidad de ellos (su unidad que hay que decir
excluye, ha excluido y seguirá excluyendo a todos los que no piensan
como ellos a menos que les sirvan a sus fines electoreros) defiende y
coincide plenamente “con la Iglesia y las Iglesias”. Dentro de ese
racional, de pronto, la Sacerdotisa de la Luna en todas sus fases, se
erige como ardiente defensora de la vida y condena, con palabras, esta
vez de Sacerdotisa Inquisidora, a todos aquellos que, según ella,
atenten contra ésta y añade: “ Sí, también a la fe, a la religión,
a la visión que han tenido los guías pastorales y espirituales de
nuestro pueblo, como Su Eminencia el Cardenal….”
Pero atentar contra
la vida, como todos sabemos, va mucho más allá de estar a favor o en
contra de que una madre, cuyo embarazo pone en peligro su vida, se vea
ante la terrible y angustiosa decisión de si terminarlo o no. El
aborto terapéutico lógicamente es un tema que, desde tiempos
inmemoriales, ha sido tratado con delicadeza tanto por la ley, como
por la ciencia médica, porque supone escoger una vida por otra. No se
trata solamente de la defensa de la vida. He allí el quid del asunto.
Se trata de decidir qué vida tiene prioridad, si la de la madre o la
del feto. Por eso es que la ley, tanto en Nicaragua, como en la mayoría
de los países del mundo excepto cuatro, deja a criterio de una junta
de médicos y de la madre o los padres enfrentados con esta situación
la decisión de qué hacer.
Pero claro, a Doña
Rosario no le interesan los matices del asunto, ni pronunciarse
tampoco a favor de la vida realmente. Lo que a ella le interesa es
pronunciarse a favor de la Iglesia, para culminar su acto ilusionista
de presentarse ahora, no sólo como creyente y profundamente
religiosa, sino como dispuesta a emprenderla contra todos los que ella
juzgue se salgan de la visión de, quién afirma, son ahora sus guías
pastorales y espirituales.
Como Gran
Inquisidora, Doña Rosario intenta partir aguas y decir que ahora
ellos son los buenos, los que representan la visión de la Iglesia. Si
hace apenas un año no vacilaban con vituperar a cualquiera, como lo
hicieron con Herty Lewites, ahora se quieren “reconciliar”. El
problema es que esa reconciliación, no sólo carece de realidad, sino
que se contradice con sus hechos, con su discurso extremo, con sus
promesas de imponer a todos su pensamiento y su supuesta fé, como la
única visión válida. En esa diatriba recogida por Radio Ya, se
pueden apreciar con claridad los bandazos y el tipo de manejo y
manipulación autoritaria que subyace tras la “reconciliación”
prometida. La vena autoritaria y maniquea que ellos impulsaron y que
desunió al sandinismo, igual que desunió al país está contenida en
sus palabras y es la amenaza que pesa sobre nuestra incipiente
democracia. No se necesita ser Superman, ni tener visión de rayos X
para ver, a través de todas estas actuaciones contradictorias, la
falta de escrúpulos de quienes en su obsesión por volver a ostentar
el poder, lo mismo se ufanan de pactar con Dios que con el diablo.
A las puertas de una
decisión que puede cambiar nuestras vidas, nuestro país y el futuro
de nuestros hijos, los nicaragüenses debemos abrir bien los ojos a
este tipo de discursos duales e incongruentes. De quienes aspiren a
gobernarnos lo menos que podemos exigir es la honestidad de que asuman
lo que son y han sido, si es que no queremos que nos pase aquello de
la célebre parábola del caminante que recogió la serpiente sólo
para que lo picara y le diera muerte. No nos engañemos. La mejor
manera de defender la vida es votar el 5 de Noviembre por que se acabe
la corrupción, el engaño, el pacto sucio y esos falsos discursos
acomodados al mejor postor.
.-
Conocida poeta y escritora nicaragüense, ex miembro del FLSN
(Frente Sandinista de Liberación Nacional).
.-
Daniel Ortega es candidato a presidente por el FSLN, en las próximas
elecciones presidenciales del 5 de noviembre.
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