Ecuador
reflexiona
Por
Carlos Chirinos
Enviado especial de BBC Mundo a Ecuador, 13/10/06
Los ecuatorianos se
desintoxican del bombardeo propagandístico de la campaña para
decidir por quién votar.
En una esquina de la
Plaza Santo Domingo, en el centro de Quito, un hombre mayor mira los
restos todavía humeantes de lo que fue una pira votiva, parte de los
actos con los que el movimiento indígena Pachacutik cerró la campaña
de su candidato, Luís Macas.
Al lado de las
cenizas, una bandera verde y azul del candidato nacionalista Rafael
Correa y más allá un afiche del socialdemócrata León Roldós. El
hombre los mira como calibrando sus opciones para votar.
En efecto, no sabe
por quien lo hará, me dice y asegura que se dedicará a estudiar las
opciones en estas 48 de reflexión que se abren en Ecuador, antes de
irse como avergonzado por la respuesta.
Pero este hombre no
debería sentirse avergonzado. Según las encuestas, no está sólo.
Al menos un tercio de los nueve millones de electores no saben por
quien van a votar.
Por
obligación
Más al sur, en una
barriada pobre de Quito varias personas expresan el mismo sentimiento:
no tienen candidato, ni mucho entusiasmo por buscar uno.
La cantaleta del
"todos son iguales" o "todos son mentirosos" se
repite con frecuencia en esas encuestas informales que solemos hacer
los periodistas, en el taxi, en el bar.
"Claro hay que
votar, pero hay que ver por quién", me dice Manuel Fernández,
un anciano agricultor indígena.
Es notable que todos
los consultados vayan a votar, algo que no significa necesariamente fe
en el voto como instrumento de cambio, sino compromiso ciudadano.
"Por obligación,
no porque tenga ganas de votar. Usted sabe que para nosotros los
pobres eso no cambia nada. Hay que ser realista, si uno no trabaja no
come", asegura Paúl Romero, un técnico electromecánico de 25 años.
En Ecuador el voto es
obligatorio y su falta implica penas de unos 6 dólares, además de
dificultades al momento de hacer trámites en oficinas públicas.
Y para evitarse esos
inconvenientes están los que anularán la papeleta.
"Voy a anular mi
voto", asegura Alfonso Arau, un empleado público para quien
paradójicamente "el pueblo es el que decide quien
gobierna".
Terminó
el bombardeo
Claro que están los
que ya saben por quién van a votar, ese porcentaje varia según sea
el comando de campaña con el que se hable.
En el del candidato
Rafael Correa, por ejemplo, esperan ganar en una sola vuelta
duplicando la votación del segundo lugar.
En los de los otros
cuatro principales, el socialdemócrata León Roldós, la
democratacristiana Cynthia Viteri, el conservador Álvaro Noboa y
Guilmar Gutiérrez -hermano del depuesto presidente Lucio Gutiérrez-
confían en entrar a una segunda vuelta y allí, mediante alianzas,
derrotar al adversario, que previsiblemente será Correa.
Voy
a ganador
En este período de
reflexión los ecuatorianos se desintoxicarán del bombardeo propagandístico
de las últimas semanas y particularmente el de este jueves, cuando
todos los espacios publicitarios en radio y televisión estaban
consagrados a lo electoral.
No había manera de
huir del mensaje político. Cada candidato quería dejar implantada en
las mentes la idea de su poder y fuerza popular.
Porque también se da
ese extraño fenómeno que algunos llaman la "economía del
voto", mediante el cual mucha gente opta por el mejor
posicionado, así no les guste, sólo que para "no perder el
voto" como si se tratara de apostar en una carrera de caballos.
Eso explicaría en
mucho la caída registrada por León Roldós, quien después de haber
punteado las encuestas a lo largo del proceso, perdió terreno a favor
del fenómeno Correa.
Y me lo ratificó un
taxista la noche del jueves en Quito, mientras estábamos detenidos en
medio de una caravana de los "correistas".
"Yo iba a votar
por Gilmar (Gutiérrez, hermano del expresidente Lucio), porque es el
único que puede hacer algo diferente, pero creo que voy a votarle a
Correa porque veo que muchos lo apoyan".
Recluidos en sus
comandos de campaña candidatos y estrategas seguramente cruzarán los
dedos para que este tipo de reflexión sé de lo menos posible.
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