Ante
las amenazas del régimen
Defendamos
la comuna popular de Oaxaca
Por
Isidoro Cruz Bernal
Socialismo
o Barbarie, periódico, 12/10/06
Tras un proceso electoral plagado de denuncias y de movilizaciones
multitudinarias contra el fraude que dio la victoria al candidato
oficialista, la Comuna de Oaxaca irrumpió en la crisis nacional
reclamando la renuncia del gobernador tras una huelga docente masiva.
El
gobierno intentó quebrar por medios represivos una huelga docente, y
ha disparado una situación de virtual doble poder en la zona.
Posteriormente a la fallida represión se formó la Asamblea Popular
de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que ocupó los principales edificios
públicos y todas las radios de la ciudad, poniéndolas a funcionar
bajo su control. La APPO controla las calles y ha logrado el apoyo de
la mayoría de población oprimida, centralizando su eje actual de
lucha en la destitución del gobernador del PRI Ulises Ruiz Ortiz
(popularmente conocido como el Uro). La APPO ha declarado
“innegociable” esta reivindicación.
Todos
los observadores que se encuentran en la región han destacado el
fuerte compromiso de los oaxaqueños en esta lucha. Se los ve
discutiendo, gritando consignas, pintando mantas con slogans, cantando
canciones revolucionarias. Algunos evocan el pasado revolucionario:
“Zapata vive, la lucha sigue”. Otros reivindican a los muertos de
otras luchas populares, separadas por décadas de las actuales: “2
de octubre no se olvida”.[1]
La
población ha asumido tareas de vigilancia ante una eventual represión
del estado mexicano. La Armada, el ejército y la policía federal
preventiva acechan y tratan de intimidar a los oaxaqueños. Es una
batalla desigual: armas contra piedras y ganas de luchar por lo
que se sabe justo. Inclusive, inicialmente Fox, el PAN, el PRI y sus
acólitos agitaban el fantasma de la guerrilla.[2] Después, el Uro
mandó bandas armadas que atacaron a los maestros en huelga, eje de la
organización popular, así como al resto de la población organizada
en la Asamblea. Pero esos intentos hasta ahora han fracasado.
El
régimen tiene por lo menos dos motivos para obstinarse en la defensa
del Uro. El más obvio y más determinante es que a ningún estado
burgués le gusta bajar el copete y tener que aceptar una reivindicación
que las clases populares consiguieron con su organización
independiente y a través de la acción directa. El otro motivo, más
coyuntural, es que la destitución del Uro traería nuevas elecciones
y el casi seguro triunfo del PRD. Este elemento entorpecería aún más
el futuro del próximo gobierno fraudulento de Felipe Calderón.
Programa
de lucha y fuerzas sociales
La
APPO ha levantado un programa político y diseñó un plan de lucha
para poder hacerlo efectivo. En el punto 7 de su declaración de
principios afirma que “el carácter de la APPO deberá ser Amplia,
Popular, Incluyente, Democrática, Antimperialista, Antifascista y
Anticapitalista”. En el punto 3 plantea el principio de
revocabilidad de cualquiera de sus representantes electos. En general,
su programa está atravesado por un predominio del ángulo democrático
radical, más que por una perspectiva de clase. Sin embargo,
muchas de las reivindicaciones que levanta (expropiación de los
latifundios y de los monopolios, la defensa de los recursos naturales,
la pelea contra los yanquis, etc.) forman parte de cualquier programa
obrero y socialista que se pretenda aplicar en México.
En
todo caso, la aparición de la Comuna de Oaxaca es importantísima por
dos razones. Su funcionamiento, aunque sea en forma embrionaria,
implica poner en escena un poder alternativo al del estado burgués,
que encara aspectos de gobierno y administración de la sociedad
oprimida y explotada por sí misma. Tiene lógicamente el límite de
ser un poder regionalmente localizado, no nacional. Pero nada impide
que Oaxaca pueda generar una extensión de su modo de organización a
una escala más amplia. Aunque sea, inicialmente, para organizar su
defensa contra la represión estatal burguesa.
La
segunda razón es que Oaxaca tiene un valor adicional, ya que pesa
un componente específico de trabajadores [3]
que no se da en otras manifestaciones de ese laboratorio de
experiencias de lucha “en cámara lenta” que ha sido el México de
los últimos 15 años. Ese elemento está ausente, por ejemplo, en la
lucha de Chiapas y en la lucha contra el fraude electoral, más allá
de que esas luchas sean progresivas y merezcan el apoyo de todo
socialista revolucionario.
México
ha sido en las últimas dos décadas uno de los focos de atención de
la “izquierda de la sociedad civil”. Esto se vio favorecido por su
particular historia y por las características de su régimen político.
Creemos que, sin caer en sectarismos e integrando al programa
revolucionario las reivindicaciones étnicas, ecológicas, democráticas
y otras, hay que luchar por cambiar la perspectiva política y retomar
creativamente la tradición marxista clásica que afirma la
centralidad de la clase trabajadora en la transformación de la
sociedad. Experiencias como la de la Comuna de Oaxaca pueden ser
importantes puntos de apoyo. Por otra parte, se trata de un elemento a
retomar también para que la misma lucha triunfe, ya que ello no se da
por generación espontánea ni es inevitable. Se trata de una pelea
política, tanto en el programa como en la acción.
Desde
el MAS, llamamos a todas las fuerzas de la izquierda anticapitalista,
así como a las organizaciones sindicales y democráticas, a defender
esta experiencia de lucha, a cerrarle el paso a cualquier intento
represivo y a sostener y difundir la pelea de los trabajadores y el
pueblo de Oaxaca.
Notas:
1.
El 2 de octubre refiere a la “masacre de Tlatelolco”, en 1968,
cuando el gobierno del PRI asesinó a cientos de estudiantes en
huelga.
2.
A pesar de ser una mentira infame, ya que la Asamblea ha planteado
varias veces su carácter no armado, esta mentira refiere a una cierta
simpatía que los diversos intentos guerrilleros en México han
obtenido en la región. Baste recordar que el Ejército Popular
Revolucionario instaló su foco en esta región a mediados de los 90,
o las acciones de la Liga Comunista 23 de septiembre o el Partido de
los Pobres en los 70.
3.
No nos debe llamar a engaño que el componente de clase trabajadora en
este conflicto se dé alrededor de los docentes. Estos han tenido un vínculo
muy estrecho con las luchas obreras, no solamente en luchas sindicales
sino también en experiencias culturales contrahegemónicas como las
“escuelas socialistas”.
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