México:
Oaxaca
Sigue la campaña
en defensa de la comuna
popular
Por
Isidoro Cruz Bernal
Socialismo
o Barbarie, periódico, 26/10/06
La situación política
existente en este estado mexicano se hace más compleja con el correr
de los días. La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO)
continúa su pelea por la destitución del gobernador, al tiempo que
sufre fuertes presiones políticas para que capitule. Estas presiones
implican tanto la amenaza de represión directa como los intentos de
dividir a los maestros para que abandonen su conflicto.
El
gobierno de Fox ha vuelto a afirmar la alianza entre su partido (el
PAN) con el PRI, al haberse negado ambos partidos a declarar la
“desaparición de poderes” en el estado de Oaxaca. Esta figura jurídica,
que analizaremos más adelante, implicaba de hecho el cese del poder
para el gobernador Ulises Ruiz. Las razones para esta convergencia son
obvias: el fraude contra López Obrador necesita, para sostenerse, de
la alianza entre el PAN y el PRI. Sin esto, se viene abajo. Por
supuesto que un partido como el PRI no trabaja gratis, por mero
“patriotismo” en favor del México capitalista. Exige el pago por
sus favores. En este caso, que el PAN se comprometa y lo apoye en la
defensa de una gobernación más para ellos. Al mismo tiempo el PAN
sabe que restarle apoyo a Ulises Ruiz en Oaxaca podría significar
escupir al cielo, ya que el recientemente ungido Felipe Calderón es
tan ilegítimo como el sátrapa oaxaqueño. Con la consecuencia de
que, en ese caso, el marco sería nacional, y no acotado al plano de
un estado.
Sin
embargo, lo que dejó claro la escaramuza en el Senado el 19 de
octubre pasado fue que la alianza PAN-PRI dista bastante de ser un
bloque monolítico. Hubo varios síntomas que lo manifiestan. Por
ejemplo, los tres senadores del PRI que hablaron en la cámara jamás
defendieron al gobierno de Ulises Ruiz, sino que recurrieron a nobles
abstracciones como el “estado de derecho”. También un senador del
PAN planteó en su exposición que “por el bien de Oaxaca” sería
mejor que Ulises Ruiz renunciara. Después votó junto con el PRI, por
supuesto. El argumento que dio el PAN para no votar la “desaparición
de poderes” fue que excedía las facultades del Senado. Es decir los
beneficiarios del fraude en las elecciones nacionales se convirtieron
súbitamente en defensores del “equilibrio de poderes”. Lo cual,
en México, es más que humor negro.
Resumiendo:
un Senado unido por alianzas obligadas más que por una voluntad política
concreta sanciona el status de impunidad para un gobernador que desató
una amplia rebelión popular, y al que su partido ni siquiera defiende
explícitamente. La acción cae sobre un gobierno al que le queda poco
más de un mes. Fox, si bien ha reprimido ferozmente una serie de
conflictos obreros (con muertos como en el caso de los mineros y
otros), duda en despedirse del poder con una masacre en contra de toda
una comunidad. En todo caso, una masacre abierta, ya que no hay que
olvidar que desde mediados de año a esta parte las bandas del
gobernador Ruiz han asesinado a ocho miembros de la APPO. Esta guerra
de “baja intensidad” es tolerable para los cálculos del gobierno
mexicano. Lo que ya provoca muchas más dudas es que la situación
nacional soporte la suma del fraude en las elecciones nacionales y una
represión abierta en Oaxaca.
La
cuestión institucional
La
“desaparición de poderes” es una figura jurídica existente en México
a la que se recurre en conflictos que, como en este caso, mediaticen
el poder estatal. Una parte de la población de Oaxaca puso sus
esperanzas en que mediante esta figura se pudiese sacar a Ulises Ruiz,
ya que su aplicación traería el nombramiento de un gobernador
interino por parte del Senado y la convocatoria a nuevas elecciones en
el estado.
La
aplicación de la “desaparición de poderes” legitima la rebelión
oaxaqueña pero también lo hace, parcialmente, con el régimen, ya
que hubiese hecho a un lado a Ulises Ruiz.
Esta
vía hubiese significado alejar la posibilidad de una represión
abierta por parte del estado burgués mexicano, pero también implica
una política de reabsorción de la situación de doble poder en
Oaxaca. Es decir, instituye entre los dos poderes en pugna a un nuevo
poder delegado del estado, que es provisorio pero que también implica
un grado de legitimidad mayor al del anterior. Para ser claros en este
punto: la “desaparición de poderes” a la que apostó el PRD para
sacar provecho de Oaxaca y a la que apostó una parte de la población
oaxaqueño es una estrategia de reabsorción. Implica encarrilar
dentro de la institucionalidad existente a una lucha popular
que la desbordó. Puede ser lícito recurrir a ella en un plano táctico,
pero no puede ser el centro de una estrategia obrera y popular. Por
supuesto, a la distancia no abrimos juicio sobre cuestiones tácticas,
sino que nos referimos a un aspecto más general del problema, que
hace una cuestión de vida o muerte para cualquier proceso de estas
características: actuar con una perspectiva independiente del régimen
existente.
Se
impide la traición
Paralelamente
a la discusión en el Senado, en la instancia regional del sindicato
de maestros se registró un importante acontecimiento. Rueda Pacheco,
principal dirigente sindical del magisterio local, impulsó una
consulta a las bases docentes sobre si continuar la huelga o no.
Inicialmente, este planteo estaba vinculado a que el Senado sancionase
la “desaparición de poderes”, cosa que no ocurrió. La dirección
regional de los maestros, de esta forma, quería hacer un “gesto de
buena voluntad” en un momento en que era perjudicial. Sin ir más
lejos, el miércoles 18 había sido asesinado Pánfilo Hernández,
maestro de educación indígena y miembro de la APPO.
Aun
a la distancia que tenemos con respecto al terreno de la acción,
sabemos que es frecuente que en conflictos tan largos y duros como el
que protagonizan hace meses los maestros de Oaxaca haya sectores de la
base que quieran largar la pelea antes de que llegue a su punto de
definición. Las burocracias sindicales de todo pelaje siempre se
suben a ese colectivo para llevar adelante su política de convivencia
con el estado burgués.
Sin
embargo, a Rueda Pacheco la cosa no le salió bien. Porque por más
que la dirección sindical quería hacer su “gesto” a cambio de
nada, el resultado de la consulta (que mostraba una mayoría a favor
de levantar la huelga) fue impugnado por la asamblea estatal de
secretarios generales, formada por centenares de miembros y que es el
segmento sindical más claramente conectado con la base. Rueda Pacheco
había llevado adelante un fraude muy desprolijo en el que las cifras
de votos no coincidían con las de votantes. Esto generó una situación
de repudio entre los activistas docentes, las organizaciones de
mujeres oaxaqueñas y los miembros de la APPO. Rueda Pacheco tuvo que
escapar disfrazado y escondiéndose de la ira popular.
Cabe
recordar que a pesar de los manejos de la dirección sindical, en el
magisterio mexicano existe una muy importante tradición de organización
por abajo que ha tenido continuidad a lo largo de décadas.
Los
maestros, la huelga y la APPO
Por
otra parte, la relación entre el sindicato de maestros y la APPO
introduce una cuestión estratégica a la que no hay que sacarle el
cuerpo. El sindicato de maestros es la organización más importante y
poderosa de la APPO. En el número anterior de SoB subrayamos que este
componente de trabajadores daba una enorme importancia a la lucha de
la Comuna de Oaxaca y un matiz diferenciado respecto de la lucha
contra el fraude o el escenario de Chiapas.
El
hecho de que existan sectores de los maestros que piensen que es el
momento adecuado de abandonar la lucha no desmiente esa afirmación,
sino que obliga a ver la realidad en toda su complejidad. En esto hay
dos aspectos: uno estructural, que hace a la lógica de los sujetos
sociales, y otro estratégico.
El
primero muestra a los maestros divididos en relación a la perspectiva
de su lucha. Se advierte, sin embargo, la presencia de una vanguardia
gremial que impulsa el proceso con todo y que se encuentra
perfectamente integrada a la APPO. También existe un sector
confundido por la dirección sindical, aunque es difícil dar cuenta
de su entidad. A esto hay que sumar el fuerte impacto militante que
genera el accionar de los demás sectores de la APPO en todo el estado
de Oaxaca. Se ve a pobres urbanos, jóvenes, indígenas, comunidades
campesinas, excluidos que no han tomado la vía de emigrar a EEUU,
etc., hacerse cargo de tareas de abastecimiento de alimentos en los
campamentos de la APPO en todo el estado, así como de la vigilancia
de los barrios populares contra los delincuentes (incluidos muchos
recientemente liberada por Ulises Ruiz para usarla contra la APPO). Es
decir, se ve al componente de tipo más popular, que está por fuera
de la relación salarial, tomando un papel quizás más activo que el
sector de trabajadores. Esto no debe asombrar, ya que en momentos de
agitación política estos sectores suelen salir muy abruptamente de
su pasividad y, como tienen menos que perder que el sector
estructurado, toman una acción más radicalizada.
Y
aquí entramos a la segunda cuestión, la estratégica. Los
socialistas revolucionarios somos partidarios de realizar todo tipo de
consultas a las bases en medio de una lucha sindical (incluso, en
ciertas condiciones, con voto secreto). Pero no somos puramente
sindicalistas. Y además la pelea en Oaxaca va más allá de lo
sindical, aunque haya empezado por un conflicto de este tipo. Desde
nuestro punto de vista, puede haber consultas a la base, pero la
dimensión que ha tomado la lucha oaxaqueña impide que encuentre un
punto de resolución en un mero referéndum interno sindical. Ésta
sería una política sindical completamente corporativa y
reaccionaria. En el caso concreto de Oaxaca, cualquier decisión por
parte de los maestros respecto a su conflicto tiene que procesarse en
una instancia mayor que es la APPO, que tiene características de
organismo de poder dual. Esto puede implementarse de muchas formas.
Pero de lo que no cabe duda es de que los trabajadores no pueden
convertirse en caudillos de los sectores oprimidos si llevan adelante
una política sindical corporativista que vota si sigue o levanta sin
tener en cuenta al resto de los sectores en lucha, que al fin y al
cabo entraron en la pelea impulsados por la represión a los maestros.
Defendamos
la comuna oaxaqueña
Continuando
con el llamado de nuestra anterior edición, proponemos una campaña
en defensa de la lucha de Oaxaca. Hay que dar a conocer la situación
entre todo el activismo sindical, estudiantil, de derechos humanos y
entre toda la población trabajadora. Las organizaciones de la
izquierda anticapitalista latinoamericanas tenemos que coordinar una
campaña en común frente a las dependencias consulares del estado
mexicano para dejar a la vista que la pelea en Oaxaca excede el marco
nacional y cuenta con el apoyo de millares de latinoamericanos. Esto
incluye exigir a los gobiernos sedicentemente izquierdistas de la región,
especialmente al de Hugo Chávez, que se comprometan en acciones
concretas para evitar cualquier represión al pueblo oaxaqueño.
|