Oaxaca:
Debates
estratégicos después del triunfo político
Proyectar
la comuna hacia la clase obrera y
a todo México
Por
Isidoro Cruz Bernal
Socialismo
o Barbarie, periódico, 23/11/06
La
situación política en Oaxaca vive un momento muy particular
posterior al triunfo sobre el intento gubernamental de reprimir a la
Comuna. Después de la derrota de la PFP en la batalla frente a la
Universidad de Oaxaca y de la multitudinaria marcha en apoyo a la APPO
(que convocó a manifestantes y organizaciones de todo el país), la
organización del pueblo oaxaqueño ha mostrado la tendencia a
fortalecerse.
Esto ha sido la consecuencia lógica de que la Comuna de Oaxaca obtuvo
una importantísima victoria que la ha colocado ante un doble desafío:
consolidar su propio poder y proyectarlo al resto del país. [2]
Ulises
Ruiz Ortiz (URO), el gobernador del régimen, sigue aferrado al sillón
de gobernador pero en una situación de cada vez mayor aislamiento político.
Su caída parece muy difícil de evitar. El plan político del
oficialista Partido de Acción Nacional (PAN), y posiblemente también
de su propia fuerza, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), es
sostenerlo hasta que asuma el nuevo gobierno federal de Felipe Calderón.
Con la asunción del presidente del fraude, ya no sería necesaria una
nueva elección en Oaxaca para dirimir el conflicto. Se podría
mantener la alianza PAN-PRI sin tener que sostenerla en la defensa del
URO. Esos, por supuesto, son los cálculos y las maniobras del régimen.
La realidad puede indicar una salida en una dirección completamente
diferente.
A
partir de esta cuestión es que se han disparado una serie de debates
en el seno de la APPO, alrededor de un diagnóstico acerca de cómo
pueden avanzar los oprimidos en Oaxaca y el resto del país: a través
de los mecanismos electorales tradicionales (que además en México
son un chiste) o a través de otros esquemas. Este segundo punto de
vista supone la pelea por generalizar y extender a todo México la
experiencia de Oaxaca.
Por
supuesto, como socialistas revolucionarios apoyamos y peleamos por la
segunda perspectiva, punto de vista en el que coincidimos con la mayoría
de la APPO a partir de su rica experiencia de ejercicio de una
democracia desde abajo. Consideramos que esta premisa debe formar
parte del perfil y el programa de esta etapa histórica de
reconstrucción de la perspectiva del auténtico socialismo.
El
debate en el Congreso de la APPO
Otra
discusión posterior y muy distinta son las características que debe
asumir esta experiencia de poder popular para que sea viable su
triunfo.
La
APPO realizó en estos días su Congreso Constitutivo bajo la consigna
“¡Todo el poder al pueblo!” Asistieron más de mil delegados
procedentes de colonias, comunidades, sindicatos, lugares de estudio,
ejidos, etc. Al mismo tiempo que se desarrollaban los debates, el
resto de los compañeros de la APPO levantó más barricadas y
garantizó una organización popular que funcionó como una valla
contra cualquier intento gubernamental. Los debates se hicieron en el
Hotel del Sindicato de Maestros, hecho simbólico ya que fue a partir
de la huelga magisterial que se desató esta extraordinaria
experiencia política y social. Muchos de los planteos vertidos tienen
importantes consecuencias para el futuro inmediato y a más largo
plazo.
La
mayoría de los miembros de la APPO levantan y defienden como planteo
político la reivindicación de las formas tradicionales y ancestrales
con las cuales los indígenas y pueblos originarios de México se han
gobernado al interior de sus comunidades.
Este
problema tiene varios planos que hay que analizar cuidadosamente. Por
un lado, la experiencia histórica de las revoluciones modernas ha ido
acompañada de formulaciones en las que las clases avanzadas se han
inspirado en momentos anteriores de la historia para poder darle
cuerpo y sustancia a sus planteos. La Revolución Francesa buscó
apoyo en la República romana, la Comuna de París en la Revolución
Francesa, etc. Todas las revoluciones han invocado en su causa la
reivindicación de un “estado anterior” al que se postula volver.
Reivindicación que tiene una parte de real y una parte de ficción
social y de idealización. No está de más invitar a nuestros
lectores a revisar las páginas que sobre esto escribió Marx en el
primer capítulo de su El 18 brumario de Luis Bonaparte. Pero
también en esa obra Marx subraya sobre todo el aspecto de futuro que
tiene el proyecto obrero y socialista. Él dice que la revolución
social moderna no extrae su poesía del pasado sino del porvenir
(encarnado en la clase obrera como dirigente de los oprimidos).
Se
puede matizar esta afirmación de Marx en función de las lecciones
que dejan entrever las luchas sociales en los países periféricos
sometidos al bloqueo a la modernización que significa la dominación
imperialista. Pero es vital también reafirmar el aspecto metodológico
que entraña el planteo de Marx, afirmando que por más que debamos
atender a todas estas circunstancias históricas, no se puede tener
como planteo una propuesta exclusivamente “hacia atrás”, que
solamente afirme la vuelta, como es el caso de la heroica Comuna de
Oaxaca, a una democracia comunitaria propia de los pueblos
originarios. En el contenido objetivo de la lucha oaxaqueña se hace
necesaria la inclusión de un planteo que, respetando las tradiciones
históricas de los oprimidos, vaya más allá de esto para plantear
como tarea la construcción de una democracia socialista basada en la
clase obrera de todo el país.
El
otro aspecto de esta discusión es que en algunos planteos de este
retorno a las formas de autogobierno de las comunidades indígenas está
implícito que se trataría de un agregado a la
institucionalidad existente, un complemento de democracia
directa. Aquí hay un gran problema. Al ser México una sociedad y un
estado burgués, la perspectiva que la Comuna de Oaxaca está exigida
a asumir es pensarse y proyectarse como órgano de doble poder contra
la sociedad existente (aunque esto se dé en condiciones muy
diferentes a las experiencias históricas desplegadas en el inicio del
siglo XX). De ningún modo como complemento a una democracia
burguesa todavía hoy inexistente, oficiando como su “pata”
popular.
La
otra cuestión decisiva es que existe una contradicción en la
experiencia y en los planteos de la APPO, que según cómo se
desarrolle engendrará diferentes resultados. A pesar de haberse
generado a partir de una lucha de trabajadores (la huelga de maestros)
existe un importante elemento de “desajuste” entre ese origen y el
programa de corte democrático-radical de la APPO.
Por
supuesto que este carácter democrático-radical es progresivo. Pero
solamente adquirirá su real dimensión a partir de que se desarrolle
paralelamente una perspectiva de clase. En notas anteriores
hemos planteado la gran importancia que tenía en la lucha oaxaqueña
el componente de trabajadores con el que había nacido. Ahí hay una
pelea programática muy importante: el componente de trabajadores no
puede ser aplastado por el alud de una ideología de la “sociedad
civil”, donde todo es igual y son puestos a un mismo nivel los
representantes de los trabajadores y los pequeños empresarios (por más
pequeños que éstos sean). [3]
Es
un rasgo diferenciador de la experiencia de Oaxaca el que los maestros
hayan tenido un papel tan determinante. Hay que tener en cuenta que en
la historia de las luchas obreras mexicanas los maestros han sido uno
de sus sectores protagónicos y con mayor tradición de izquierda. Los
otros sectores que han sido el alma del proletariado mexicano han sido
los petroleros, los ferroviarios (o ferrocarrileros, como les dicen
allá) y, a partir de la década de los 70, los electricistas.
Esta
consideración histórica da una medida de la importancia que tiene la
participación de los maestros en el proceso oaxaqueño: en México,
los maestros no son cualquier gremio. Pero esta tradición también
muestra la existencia de enormes sectores de la clase obrera que hasta
ahora son espectadores. Hacia allá hay que ir. La APPO no puede
olvidarse de ellos si quiere vivir y desarrollarse, y más pronto que
tarde pueden darse motivos más que suficientes. Baste tener en cuenta
los planes de privatización del petróleo que tiene el PAN. La
experiencia de la Comuna de Oaxaca tendrá que plantearse confluir con
esto. [4]
Los
debates que se han dado y se están dando en el seno de la APPO
reflejan que se trata de una experiencia en la lucha de clases de
enorme magnitud. La aparición de los planteos típicos del
neorreformismo en muchos de sus integrantes junto con la de elementos
más radicales demuestra que la APPO es un organismo vivo en el que
los socialistas tienen una batalla político-ideológica para dar en
el sentido de la profundización de un perfil de autodeterminación
desde abajo pero que apunte a anclarse en la clase trabajadora.
[1].-
Para quien quiera tener una imagen más vívida de los rasgos
fundamentales de este proceso, recomendamos ver los videos subidos
a Internet por la APPO, muchos de ellos impactantes. Entre ellos,
se ve la forma decidida y muy política en que miembros de la APPO
expulsan a empleados de la prensa burguesa que difamaban a la
Comuna, o el discurso de un dirigente sobre un vehículo
antidisturbio que, evidentemente, fue arrebatado a las fuerzas
represivas.
[2].-
Algo de esta expectativa recoge el planteo
“Por una asamblea popular de los pueblos de México”, que ha
salido desde Oaxaca y ha empezado a circular por todo el país.
[3].-
Pelear políticamente contra estos planteos
–por su significación contraria a la hegemonía obrera– no
significa que debemos ignorar que existe, sobre todo en países
como México en los que nunca se dio verdaderamente una forma de
dominación democrático-burguesa, una problemática de este
orden. Por otra parte, en torno a esta problemática hay una larga
tradición en la literatura marxista.
[4].-
Un signo alentador de los últimos días
–en el sentido antedicho– fue
que la APPO mandó una representación a la asunción “de
protesta” de López Obrador, diferenciándose de la perspectiva
política de éste y al mismo tiempo sin caer en el
abstencionismo.
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