México

Oaxaca: crisis final del "viejo orden"

Por Manuel Aguilar Mora (*)
corriente[a]lterna, 05/11/06

El próximo 1° de diciembre el gobierno federal mexicano realizará su tradicional ceremonia sexenal en la cual el presidente saliente se despoja de la banda tricolor y se la entrega a su sucesor. En ella el presidente Vicente Fox se la entregará a Felipe Calderón, el presidente electo de su propio partido, el PAN (Partido de Acción Nacional). Se trata de la ceremonia del cambio presidencial, la cual durante ochenta años nunca se ha interrumpido, jamás ha estado en peligro de ser suspendida. Por primera vez en esa larga trayectoria de estabilidad política, siempre resaltada como un orgullo por la burguesía mexicana, repetimos, por primera vez después de la revolución mexicana de 1910-1919, un panorama nebuloso se cierne amenazante sobre este rito fundamental de la continuidad y legitimidad del estado burgués en México.

Esta situación se explica no sólo por el hecho de que en la cumbre del poder burgués mexicano, por primera vez en décadas sus quiebres parecen ser  rupturas irremediables y las pugnas entre los tres partidos gobernantes se han exacerbado, como muy evidentemente se pudieron apreciar con motivo del gran fraude cometido en las elecciones presidenciales contra López Obrador (AMLO) el 2 de julio pasado. La confrontación política recrudecida explica que el PRD (Partido de la Revolución Democrática) esté preparando una ceremonia alternativa el próximo 20 de noviembre (fecha de celebración del inicio de la revolución mexicana y que también por primera vez el presidente Fox haya cancelado su celebración oficial en el Zócalo de la ciudad de México) para que AMLO sea investido por la Convención Nacional Democrática como "presidente legítimo" en esa misma plaza, corazón político de la república. Esta ceremonia será la contrapartida once días antes de la que se realizará con motivo de la investidura de Calderón en el Palacio Legislativo.

¿"Un poder dual  burgués"? Por supuesto que no, más prosaicamente una muestra contundente de una crisis política mayúscula de la recién estrenada "democracia mexicana" en el 2000 con la victoria de Fox. El mundo oficial y sus voceros de los medios declararon que la alternancia en la presidencia de la república del decadente PRI (Partido Revolucionario Institucional) por el PAN era la prueba de la madurez política lograda por un supuesto renovado sistema político y echaron las campanas al vuelo. México entraba, decían, en una nueva etapa, el viejo régimen había sido superado y se incorporaba en el selecto club de las auténticas "democracias". Cada vez es más evidente que todo eso fue un fraude, una simulación, un pacto de los de arriba para que las cosas sustanciales siguieran igual...o peor.

Arde Oaxaca

Las nubes de incertidumbre del ocaso sexenal foxista que se ciernen sobre el nuevo gobierno que ya prepara Calderón, son la consecuencia fundamentalmente de un impresionante descontento popular que atraviesa la república y que se ha expresado en los últimos seis meses de las más diversas formas: desde ocupaciones de una avenida por niños y niñas de ocho a diez años que protestan por el despido de su maestra (como sucedió hace unos días en esta ciudad de México) hasta la rebelión popular que ha provocado el surgimiento de un real embrión de poder dual (una Comuna) en la ciudad de Oaxaca y municipios circunvecinos.

El surgimiento de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) en junio, después de la represión salvaje de la policía del gobernador priista del estado de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz (URO), a destacamentos de profesores en huelga de la sección XXII del SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación), columna vertebral de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), la corriente democrática interna del sindicato, se dio en pleno proceso electoral y su destino se vinculó desde el principio con la lucha contra la política neoliberal del gobierno foxista que se expande, con las altas y bajas lógicas dependiendo de la situación particular de los estados y los niveles de organización popular, por todo el país.

Durante cinco meses los gobiernos local y cada vez más el federal intentaron todo para dividir y someter al movimiento. La firmeza y la entereza de las bases magisteriales y populares permitieron superar esos obstáculos. La Secretaria de Gobernación intentó aprovecharse del desgaste de los meses sin pago de los maestros para dividir sus filas. Fue poco lo que logró con la decisión del secretario de la sección XXII, Rueda Pacheco, de intentar levantar la huelga magisterial y volver a clases, acuerdo seguido por una minoría. Y en la medida en que el conflicto se ha extendido por casi medio año, la politización y la radicalización también se profundizaron. Al igual que la desesperación del grupo priista de URO que no cesaba en sus provocaciones, las cuales han provocado finalmente que sea imposible, incluso para quienes seguían al mencionado dirigente, volver a clases normalmente.

Provocación contraproducente

Fue una de esas provocaciones perpetrada por esbirros ulisistas el jueves  26 y el viernes 27 en uno de los pueblos aledaños a la ciudad, la que detonó la provocación mayor que ha sido la ocupación de las fuerzas federales. Mucho tuvo que ver que entre los tres muertos de la primera estuviera el periodista de la agencia Indymedia y activista anarquista estadounidense Bradley Will para que la prensa del vecino país norteño comenzara a ocuparse del asunto. El escándalo repercutió hasta al gobierno de Bush en Washington. Es evidente que para él, la vida de uno de sus ciudadanos es más valiosa que los más de diez muertos mexicanos que habían sido víctimas de la represión asesina. Del mismo modo que los 2.500 soldados de EUA caídos en Irak tienen más prensa que los 600 mil iraquíes muertos desde la ocupación bushiana.

Con la represión organizada el fin de semana pasado, del 27 al 29 de octubre, por el gobierno federal con el envío de cinco mil de miembros de la Policía Federal Preventiva (de hecho, soldados con uniforme policiaco) a la ciudad de Oaxaca para tomarla acompañados de esbirros judiciales, paramilitares priistas, agentes federales de investigación y policías municipales abastecidos con tanquetas, helicópteros y toda la parafernalia típica de estos casos, llegó a su término el tramo de esta lucha popular inédita en México. Después de cinco meses de confrontaciones con la policía de URO, de más de diez muertos y decenas de heridos, de ocupaciones con barricadas, de mítines y marchas, en Oaxaca y sus repercusiones en la ciudad de México y en toda la nación, se abrió un periodo pleno de potencialidades emancipadoras pero también de ominosos peligros reaccionarios.

Ante la ocupación policiaca de la ciudad de Oaxaca, la APPO adoptó la táctica de ceder el centro de la ciudad en donde se encuentran los edificios gubernamentales y atrincherarse en la barricadas de los barrios y pueblos aledaños. La PFP dedicada a limpiar las barricadas de día que vuelven a surgir en la noche, se ha convertido en el escudo de los esbirros del gobernador que catean casas, torturan, detienen y reprimen como mejor pueden. La situación tiende a llegar a un punto de confrontación decisivo en que es de temerse una terrible represión. Simplemente hay que recordar lo que estos mismos cuerpos policiacos hicieron en mayo pasado en Atenco, un pueblo cien veces más pequeño que la ciudad  de Oaxaca.

Una muestra ejemplar de esta situación plena de contradicciones es la batalla de la Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) del jueves 2 de noviembre, cuando los estudiantes, maestros y pueblo en general se unieron para rechazar el cerco policiaco de la PFP, cerco roto a base de piedras, cohetones y todas clase de artefactos a la mano de los valientes defensores del reducto fundamental de la APPO que es la UABJO, sede de Radio Universidad, auténtica organizadora de la resistencia y la voz informativa que se oye tanto en los estados vecinos de Chiapas y Veracruz como en el otro lado del Atlántico en Alemania e Italia.

Solidaridad urgente

La gran solidaridad nacional e internacional que ya se expresa y organiza es fundamental para impedir que el contragolpe que el repudiado gobernador priista URO anuncia con sus huestes, siembre más muerte y desolación. El jefe del PRI en Oaxaca se jactó en días pasados de que "si la federación no somete a la APPO, 20 mil priistas lo harán". Jactancias que, sin embargo, promueven un clima de linchamiento, de guerra civil en la población. Es por ello que la campaña porque URO caiga es más urgente que nunca para impedir incluso una escalada de la represión de las propias fuerzas federales.

Ciertamente en los últimos días no han faltado actos de solidaridad con la lucha de la APPO tanto en el Distrito Federal como en otros estados de la república. El EZLN ha declarado la alerta en su territorio chiapaneco y realizado bloqueos de carreteras. El impacto ha desbordado las fronteras y es muy alentador el eco que la lucha oaxaqueña está encontrando en Estados Unidos, América latina y Europa. Pero es evidente que la hazaña que la APPO logró en la batalla de la UABJO, humillando a los efectivos de los soberbios funcionarios represores de la Federación puede incubar terrible consecuencias. Las predecibles reacciones tanto de los caciques locales como del derechista gobierno federal foxista, amenazan con elevar el nivel de posibles cruentos enfrentamientos. En la prensa páginas enteras de lo grupos dominantes del estado declaran su apoyo abiertamente a URO y promueven actos represivos ejemplares contra los destacamentos rebeldes. Entre ellos están, incluso, sectores transnacionales de las cadenas turísticas asentadas en las costas oaxaqueñas. Por su parte Fox y su notoriamente reaccionario secretario de Gobernación, Abascal, han recibido la felicitación del cardenal Norberto Rivera, quien es el más destacado jerarca de la iglesia católica en México.

Por su parte, una amplia coalición de fuerzas sociales, sindicales, políticas y simplemente ciudadanas ya se dispone a organizar y a realizar en los próximos días mítines, caravanas a Oaxaca, foros, ocupaciones, paros que culminen en una grandiosa manifestación en la Ciudad de México el próximo 10 de noviembre exigiendo la dimisión de URO, la libertad de los detendios, la presentación de los desaparaecidos y el comienzo de una nueva era para los oprimidos y explotados pueblos oaxaqueños.

La APPO agrupa a amplios sectores populares de la ciudad de Oaxaca y comunidades circunvecinas que se fueron extendiendo a todo el estado, sin que hasta hoy se convirtiera en una organización verdaderamente abarcadora de todo el estado de Oaxaca. Incluso en la propia ciudad capital, la APPO no ha integrado todavía a sectores fundamentales de trabajadores (como sindicatos de varias ramas de la economía), pero aún así su impulso y vigor acabó imponiéndose en toda la región del valle de Oaxaca y al ocupar el Zócalo de la capital, clausuró el palacio de gobierno y todas las oficinas estatales aledañas. Varias marchas gigantescas en la ciudad de Oaxaca (dos de ellas de más de 300 mil personas, en un estado que tiene tres y medio millones de habitantes) mostraron la completa erosión de la legitimidad del gobernador priista. El congreso del 11 y 12 de noviembre próximo será seguramente la palestra para emprender la organización superior de la APPO que las actuales luchas están determinando.

El viejo orden en su crisis terminal

Oaxaca es el estado en donde los pueblos indios son una amplia mayoría. Cuantitativamente sólo el Distrito Federal y el Estado de México superan su población indígena. Con Chiapas, Guerrero, Puebla y Veracruz, sus estados vecinos, comparte los índices de marginación social y económica más elevados. En estos estados se encuentran los veinte municipios más pobres del país y corresponden a Oaxaca la mitad de ellos. Es un estado expulsor de mano obra, cientos de miles de oaxaqueños residen en comunidades en EUA, siendo notable su organización en la costa oeste a lo largo de  de California, Oregon y Washington. Las tradiciones populares oaxaqueñas siguen estando profundamente impregnadas por el sincretismo cultural producido por el choque de las culturas prehispánicas y europeas. Todo ello en la actualidad determinado por el impacto del dinamismo salvaje y devastador de las contrarreformas de la globalización neoliberal impuestas a rajatabla desde hace 25 años.

El pueblo oaxaqueño tiene una larga y orgullosa historia. Es la patria chica del héroe nacional posiblemente más venerado de los mexicanos, Benito Juárez, el indio universal, presidente itinerante de la república a mediados del siglo XIX que se confrontó exitosamente a las fuerzas conservadoras hispanófilas y clericales y después al imperio de Maximiliano apoyado por la intervención napoleónica francesa.

Pero los anales de la conflictiva sociedad oaxaqueña también registran como originario del estado a otro de los personajes estelares de la historia mexicana, Porfirio Díaz. El combatiente liberal ejemplar que luchó bajo el mando de su paisano presidente contra la intervención imperial francesa, pero que después organizó un golpe de estado contra la república restaurada, haciéndose finalmente del poder y convirtiéndose en el odiado dictador que durante treinta años puso las semillas de otra revolución, la de 1910-1i917.

Así, en el periodo posrevolucionario Oaxaca fue uno de los bastiones del nuevo orden instaurado por el partido oficial, el cual enraizó profundamente en el ámbito de las relaciones caciquiles, de nuevos latifundistas y funcionarios corruptos que sobrevivió al vendaval revolucionario. El régimen político posrevolucionario que se fue transformando rápidamente en una muy sui generis nueva dictadura asentó sus reales en el suelo fértil de atraso ancestral del estado.

La sed de democracia, de un país más justo e igualitario se expandió con fuerza en las capas más amplias desde los años ochenta. Ese impulso masivo es el que ha hecho ceder al autoritarismo bonapartista y abierto canales de expresión para los reclamos y las demandas populares. La burguesía dominante ha debido tenerlo en cuenta. Esa es la razón de fondo de la decisión tomada en Los Pinos en los años noventa de forjar una "transicón democrática" pactada para saciar esa cólera e ira que amenazaban con convertirse en un poderoso movimiento revolucionario.

La propaganda de los medios masivos controlados por los amos de México quiere hacernos creer que a partir de la "transición democrática" foxista ese régimen corrupto y antidemocrático ya es cosa del pasado. Pero en Oaxaca estamos presenciando acontecimientos que muestran la simulación de tal publicidad engañosa y mentirosa. El viejo régimen todavía está bien presente y Ulises representa el último eslabón de una trayectoria de gobernadores priistas que se remonta hasta 1929, año de la fundación del partido oficial. Aunque en 2000 el PRI perdió la presidencia de la república, mantuvo la gubernatura del estado de Oaxaca; por tanto, ha sido gobernado durante 77 años por la misma y autoperpetuada camarilla de caciques, líderes charros y funcionarios corruptos, situación que comparte con sus estados vecinos de Veracruz, Puebla y Tabasco y hasta hace poco también con Chiapas y Guerrero. Las poblaciones de estos estados representaron los asientos más sólidos de lo que se llamó el "voto verde" del PRI, zócalo indisputado de sus triunfos electorales durante más de ocho décadas si tomamos en cuenta que los fundadores del partido, los sonorenses del grupo encabezado por Obregón y Calles, llegaron al poder en 1920.

La ola democratizadora que sigue arremolinándose en las profundidades de las masas populares no podía detenerse con la transición pactada entre el PRI y el PAN del 2000. Hace dos años, con motivo de las elecciones a la gubernatura de Oaxaca, URO fue declarado gobernador electo después de una durísima campaña contra la coalición opositora, irónicamente constituida por el PRD y el PAN, que culminó con la impugnación de los resultados claramente deslegitimados con la sombra del fraude. Después, el pasado 2 de julio López Obrador arrasó al candidato priista, Roberto Madrazo (por cierto, íntimo amigo de URO), perdiendo el PRI por primera vez en su historia unas elecciones presidenciales en el estado.

Los acontecimientos de Oaxaca junto a todo lo sucedido en este año axial de la política mexicana, señalan el punto crítico al que ha  llegado la trayectoria de los grupos dominantes. La alianza del PRI y el PAN (el popularmente llamado PRIAN) no puede engañar a nadie y la actual situación de Fox y su sucesor Calderón los desenmascara sin apelaciones. Para gobernar el país, para realizar las contrarreformas neoliberales que exigen los capitalistas nacionales y ante todo los amos imperialistas, Fox, Calderón, su partido requieren del apoyo del PRI. De ese apoyo también depende la asunción de Calderón el 1° de diciembre próximo y ante todo la perdurabilidad de su gobierno.

Junto con el presidente de la república, quien ejercía como el indisputado jefe del sistema político posrevolucionario, el PRI, el partido oficial fue el otro gran pilar de ese estable y lucrativo orden político que dominó durante ocho décadas. El PAN fue desde su surgimiento el opositor leal que en 1988 se convirtió en el cómplice perfecto de la camarilla salinista. La transición pactada de 2000 fue la consecuencia lógica de ese acuerdo. Un pacto no para democratizar a México como nos dicen los intelectuales y locutores al servicio de sus medios de comunicación sino para mantener incólume el statu quo. En suma, un pacto para poner en práctica una democracia burguesa, una democracia del dinero, o sea, en las condiciones del país, una caricatura de democracia que el fraude del pasado 2 de julio ha puesto en evidencia.

Democracia burguesa vs democracia popular

La APPO apunta con más claridad que los innumerables debates habidos al respecto, el rumbo que las masas rebeldes señalan para el curso de democratización nacional. Una democracia de las bases populares, de los trabajadores, hombres y mujeres de a pie que están tomando el destino de sus vidas en sus propias manos. Una democracia directa, con la participación consciente de todos, equitativa, igualitaria y solidaria. Una democracia proletaria, surgida de la lucha contra los que dominan por medio de la coerción y la corrupción, del garrote y el dinero.

El embrión de comuna que es la APPO, la potencialidad que podrá desplegarse durante los próximos días será un ejemplo digno de imitación en los demás estados de la república. Si la lucha prosigue y se profundiza permitirá que apreciemos el surgimiento en nuestro país del tipo de gobierno que fue la Comuna de París en el siglo XIX y los soviets rusos de las revoluciones de 1905 y 1917. Una asamblea democrática sometida al escrutinio constante de sus representados, con mandatos revocables y en constante renovación para impedir la instauración de una capa burocrática. O sea la única manera de lograr que el pueblo mexicano ejerza la democracia y pueda acceder a un nivel superior de su desarrollo histórico.

Los movimientos como el de la APPO son y lo serán con más contundencia en el próximo futuro, los verdaderos enterradores del viejo orden que se resiste a morir y los que pondrán los cimientos del México democrático e igualitario del futuro. Sólo podrá ser así como siempre ha sido el caso cuando los pueblos acometen sus tareas revolucionarias, empezando con el inmortal ejemplo de las masas francesas que enterraron al "ancien régime" durante su gran revolución del siglo XVIII. Friedrich Katz, el brillante historiador de la revolución mexicana y autor de una biografía magistral de Pancho Villa, ha señalado como el "viejo orden " porfirista desapareció durante los primeros tres años de dicha revolución, de 1910 a 1913.

La dictadura porfirista duró treinta años. El "viejo orden" mexicano que hoy agoniza se extendió a lo largo de casi todo el siglo XX. Seguramente serán necesarias más batallas como las que se han dado hasta hoy para culminar esta tarea revolucionaria. Pero lo que nos ha dicho ya la experiencia de la APPO, sea cual sea su curso futuro, es que dicho viejo orden capitalista, antidemocrático y sometido al imperialismo sólo será enterrado con la movilización rebelde y consciente de las masas. Y esa lección que ha dado y que hoy aprenden todos los trabajadores conscientes de México y del mundo entero, es suficiente para considerarla como uno de los hitos más importantes en la trayectoria heróica de la nación mexicana.

En el próximo futuro la cuestión se plantea tajantemente: o el viejo orden es sustituido por un nuevo orden surgido de una transformación social y política radical o se impondrá un régimen contrarrevolucionario que arrojará al país a la barbarie que ya acecha en las criminales políticas neoliberales.

México, D.F. 4 de noviembre 2006


(*) Director de la revista marxista "Umbral", militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS). Autor de numerosas obras, entre ellas: El bonapartismo mexicano (Juan Pablos Editor); La Crisis de la izquierda en México (Juan Pablos Editor); La revolución mexicana contra el PRI (Fontamara).

(**) Información difundida por Correspondencia de Prensa. Ernesto Herrera: germain5@chasque.net