Colombia

Los 'paranarcos'

Por Álvaro Sierra
Revista Cambio, Bogotá, 20/11/06

Llamémosle L y digamos que su nombre se omite por razones que las próximas líneas harán evidentes. El otro es Camilo González, director de Indepaz, una ONG bogotana dedicada al análisis del conflicto armado y el narcotráfico. Ni siquiera sospechan de su mutua existencia. Pero lo que para uno es objeto de estudio desde la desmovilización de las AUC, el otro, con evidencia directa, lo ha denunciado al Ejército, la OEA y la Fiscalía.

El 3 de febrero, L se desmovilizó con 1.165 hombres del frente paramilitar resistencia Tayrona, de Hernán Giraldo, en Quebrada El Sol, una vereda de Guachaca (Magdalena). Desde hace poco más de un mes, él y una veintena de sus compañeros, oriundos de esa zona en la que las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta mueren en las olas del Parque Tayrona, dicen haber sido declarados objetivo militar. El motivo: negarse a retomar las armas.

La historia que contó L a este corresponsal y que entregó al Ejército, en Barranquilla, a principios de noviembre, y a la Misión de Verificación de la OEA y a la Fiscalía, en Bogotá, hace unos días, es simple y elocuente: en la zona que controlaba el viejo Giraldo, como todos lo llaman, ha surgido un nuevo grupo armado.

El grupo se llama Águilas Negras. Según las cuentas de L, tiene unos 200 hombres bien armados y uniformados en la parte rural de Guachaca y Buritaca y unos 50 sicarios de civil en Santa Marta, que vienen matando y extorsionando. Todos, ex desmovilizados del frente Resistencia Tayrona. Sus jefes son el antiguo comandante militar de Giraldo, Beto Quiroga Cinco Cinco y, en la ciudad, Chayan. Así se están armando las famosas 'Águilas Negras'.

L dice que el nuevo grupo se montó con el fin exclusivo de mantener el control de la ruta de salida de cocaína de esa zona. Organizado y financiado, desde Barranquilla, por Salomón, un narcotraficante, según él, desmovilizado con el bloque Norte de Jorge 40. Se alimenta de desmovilizados que abandonan, desilusionados, el programa de reinserción del Gobierno, el cual, aparte de 358 mil magros pesos mensuales, no ofrece mayor aliciente para no volver a las armas.

Lo que L cuenta como experiencia directa local es lo que Camilo González, en Indepaz, se ha dedicado a estudiar a nivel nacional.

Según él, 43 grupos como las Águilas Negras del Tayrona, han surgido por todo el país. Buena parte, en un curioso gesto de centralismo que alguien debería explicar (L sostiene que las lealtades que los militares tenían con su grupo se trasladaron a los nuevos ocupantes del territorio), comparten ese nombre, del Catatumbo a Nariño. Indepaz ha producido un mapa de esa metástasis (www.indepaz.org.co). González afirma que, con los últimos informes de las autoridades, el número de nuevas organizaciones pasa de 60.

Fenómeno nuevo. L dice que el grupo del Tayrona tiene apenas 40 días de existencia. Si las autoridades no reaccionan pronto, gente como cinco cinco, con su experiencia militar, su conocimiento del terreno y sus nexos con las autoridades locales, será tan difícil de erradicar como la coca. Y las autoridades no reaccionan.

Y fenómeno distinto. Nuestra macondiana creatividad ha dado origen a varias especies: autodefensas, paramilitares, hasta 'paracongresistas'. Pero estos no son nada de eso. El grupo que ahora controla la zona que Giraldo y L manejaron es otra cosa. Ni siquiera se lo debería llamar narcoparamilitar, pues eso presupone las dos componentes.

No. Lo que L relata y González sistematiza son ejércitos locales reclutados y pagados por narcotraficantes, para fines del negocio. Cero contrainsurgencia, ni siquiera como ideología de fachada. Control de territorio y rutas. Las Águilas Negras son los policías de tránsito del narcotráfico.

Con una notoria innovación. A diferencia de los tiempos de Gacha y Escobar [jefes de los carteles de narcotráfico de Cali y Medellín, respectivamente] estos grupos se alimentan de profesionales entrenados en una década de paramilitarismo. Un aporte del doctor Álvaro Uribe y su Comisionado, después de cuatro años de negociación. Bienvenidos a los 'paranarcos'.