Interconexiones
para el mercado externo y saqueo a gran escala
Las
venas (cada vez más) abiertas de América Latina
Por
Igor Ojeda y Luís Brasilino (*)
ALAI,
América Latina en Movimiento, 12/02/08
Del centro de América del Sur hacia los océanos. Del
Pacífico, hacia el Atlántico. Del Atlántico hacia el Pacífico.
No importa la dirección y el sentido. El destino será casi
siempre lo mismo: el mercado externo.
Esa
es la lógica de la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA),
mega–proyecto que, como el nombre lo indica, tiene como
objetivo la conexión vial, fluvial, marítima, energética
y de comunicación del continente.
La
IIRSA nació en agosto de 2000, en Brasilia, por decisión
de 12 países suramericanos (sólo la Guayana Francesa no
adhirió), en una cumbre presidencial que tuvo al ex
presidente Fernando Henrique Cardoso como anfitrión. El
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó el
proyecto y todos los gobernantes aceptaron la sugerencia.
Extracción
“LA
IIRSA obedece al modelo de liberalización de los mercados,
privatización y extracción de recursos. El objetivo es el
de acelerar la exportación de materias primas”, opina la
mexicana Paulina Novo, coordinadora del Proyecto Biceca
(Construyendo Consciencia Cívica Informada para la
Incidencia y la Conservación en la Amazonia Andina, sigla
en inglés), que realiza amplios estudios sobre la IIRSA.
Novo
recuerda que, además de los numerosos impactos que los
mega–proyectos pueden causar en el medioambiente y en las
comunidades campesinas e indígenas (casi nunca consultadas
o escuchadas de modo insuficiente), el proyecto, además de
mantener la dependencia de América del Sur en relación con
las naciones ricas, puede profundizar las asimetrías
internas y regionales, pues abrirá las puertas para los
productos brasileños en los demás países del continente.
Brasil, a propósito, figura como el gran impulsor regional
de la Iniciativa.
Privatización
La
IIRSA prevé la ejecución de 507 grandes obras en 20 años,
con una inversión total estimada de 70 mil millones de dólares.
De estos, según Paulina, 21.2 mil millones de dólares ya
están siendo invertidos en 145 proyectos.
Para
el sociólogo Luis Fernando Novoa, de la Red Brasil sobre
Instituciones Financieras Multilaterales, la iniciativa
representa la etapa final de las reformas neoliberales
llevadas a cabo desde 1990. “Los sectores económicos que
sobreviven a los procesos de reestructuración son
absolutamente dependientes de los mercados internacionales
como proveedores, intermediarios o distribuidores. A
contrapelo del trípode desarrollista de los años 1960/1970
(Estado, capital nacional y capital extranjero), lo que se
prefigura en este tipo de proyectos es un organismo público–privado
que operacionaliza y naturaliza la lógica del capital
financiero y de los sectores privatistas, en nombre de la
competitividad, de la productividad y del crecimiento”,
agrega.
Seguridad jurídica
Para
Novoa, la IIRSA debe ser encarada no como un proyecto en sí
mismo, sino como “una metodología de traspaso de recursos
naturales, mercados potenciales y soberanía a los
inversionistas privados, en escala continental, con respaldo
político y seguridad jurídica”.
En
la página Web de la IIRSA (www.iirsa.org
), se puede leer que la iniciativa tiene “como
objetivo promover el desarrollo de la infraestructura en
base a una visión regional, buscando la integración física
de los países de América del Sur y conquista de un patrón
de desarrollo territorial equitativo y sostenible”.
Para
Magnolia Said, presidenta del Centro de Investigación y
Asesoría (Esplar), esto no es así. Según ella, el
proyecto no fue pensado como propuesta de aproximación
entre países y sus poblaciones, sino como incorporación y
adaptación de territorios, de modo que estos puedan traer
beneficios para los intereses del capital.
Endeudamiento
“Ninguno
de los proyectos de infraestructura definidos para las áreas
de mayor incidencia de recursos estratégicos tienen la visión
de favorecer a las poblaciones pobres, ribereñas, indígenas,
quilombolas y campesinas”, señala Magnolia, quien
recuerda que un plan coordinado y financiado por el BID no
puede traer como resultado el quiebre de la estructura de
dominación.
De
acuerdo con datos de Paula Novo, del Biceca, los gobiernos
financiarán el 62,3% de los proyectos de la IIRSA. La
iniciativa privada aportará el 20,9%, mientras el resto
provendrá de instituciones financieras, como el BID, la
Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social (BNDES), de Brasil.
Esto
significa que incluso hay el riesgo de que la deuda externa
de los países suramericanos se incremente. “La deuda no
es sólo una cuestión financiera, sino, sobre todo, un
instrumento político, pues garantiza la implementación de
los intereses de las instituciones financieras
multilaterales y de las grandes corporaciones, translatinas
y transnacionales”, alerta Elisângela Soldatelli Paim,
coordinadora de proyectos del Núcleo Amigos de la Tierra de
Brasil.
Los ejes de exportación de la IIRSA
Para
facilitar el reordenamiento territorial de América del Sur,
la IIRSA divide el continente en diez ejes de integración.
Muchas veces sobrepuestos e interrelacionados, las áreas
abarcan prácticamente la totalidad de la región.
Además,
vista en una perspectiva más amplia, se concluye que la
IIRSA se conecta con el Plan Puebla–Panamá (PPP),
proyecto semejante que tiene como objetivo “integrar”
siete países de Centroamérica y el sur mexicano (para
facilitar el paso, Colombia adhirió en 2006): es decir,
junto con la IIRSA, el PPP reorganiza, desde la Tierra del
Fuego hasta México, el espacio latinoamericano.
De
los diez ejes de la IIRSA, cuatro se destacan como
fundamentales, por sus riquezas naturales y posibilidades de
conexiones: Amazonas, la Hidrovía Paraná–Paraguay, el
Capricornio y el eje Andino.
Pacífico–Atlántico
La
Amazonía es una región vital pues posee una gran cantidad
de recursos naturales y alberga cerca del 40% de la
biodiversidad del Planeta. Además, tiene entre el 15% y el
20% de toda la reserva mundial de agua dulce no congelada.
Además
de los recursos, su principal “misión” es conectar los
océanos Pacífico y Atlántico. Para tal fin, los proyectos
de ese eje prevén la conexión de los puertos de Tumaco
(Colombia), San Lorenzo, Esmeraldas, Manta (Ecuador) y Paita
(Perú) con los puertos brasileños de Manaos y Belém.
El
mejoramiento de puertos, de vías terrestres y la adecuación
de vías marítimas están previstos o en curso. Los ríos,
que casi siempre atraviesan comunidades tradicionales y
parques naturales, son piezas claves: los ríos Huallaga,
Marañón, Ucayali, Amazonas (Perú), Napo (Ecuador),
Putumayo (Colombia), serán los puntos de conexión con el río
Amazonas brasileño.
Desfogue
El
objetivo está claro. Además de cinco salidas de Brasil al
Pacífico (donde están mercados como China, Corea del Sur y
Japón), de la posibilidad de explotación de los recursos
naturales de la región y de una mayor facilidad para la
exportación de productos de los países andinos a Europa,
el nuevo corredor sería una excelente alternativa al Canal
de Panamá. Gonzalo Varillas, de la Corporación de Gestión
y Derecho Ambiental de Ecuador (Ecolex – Ecuador) estima
que, mientras una embarcación se demora, debido a la
congestión, en promedio 40 días para atravesar este último,
para cruzar el nuevo “canal” le llevaría cerca de 12 días.
En
cambio, el eje de la Hidrovía Paraná–Paraguay pretende,
a través de 3.442 kms navegables, conectar Cáceres, en el
estado del Mato Grosso, con Buenos Aires, en Argentina, a la
orilla del Río de la Plata.
Según
el estudio sobre la IIRSA “Territorialidad de la Dominación”,
elaborado por Ana Esther Ceceña, Paula Aguilar y Carlos
Motto, del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, la
mencionada hidrovía tiene como meta facilitar el desfogue
de productos de Paraguay y, sobre todo, de los estados
brasileños del Mato Grosso, Mato Grosso do Sul y São
Paulo.
Vale
recordar que en el área se encuentra el pantanal más
extenso del mundo. La adecuación de las vías marítimas
para agilizar el transporte puede causar graves daños al
sistema.
De
acuerdo con el mismo documento, existe la posibilidad de
interconexión de esa hidrovía con la Paraná–Tieté –
conectando Buenos Aires y São Paulo – y con la hidrovía
del Complejo del Río Madera. Como el Madera desemboca en el
Amazonas, se puede crear una inmensa hidrovía conectando
Belém, en el Pará, con Buenos Aires.
Recursos
Otro
eje que se destaca por sus riquezas naturales es el
Capricornio. En él, se encuentra el gas boliviano, el petróleo
de Bolivia y de Argentina, los metales de Chile y de
Argentina, etc. El área cuenta con 16 proyectos viales y
nueve ferroviarios, buscando, según el estudio del
Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, servir al
sector agropecuario e industrial de Mato Grosso do Sul y São
Paulo.
El
eje Andino, que engloba Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia y
Venezuela, es uno más que alberga numerosos recursos, como
petróleo, gas, biodiversidad, minerales (hierro, bauxita,
cobre), etc.
“Esta
franja tiene un interés fundamentalmente extractivo. Sin
embargo, su riqueza energética podría atraer inversiones
en industrias pesadas, muy consumidoras de los mismos, y
también muy contaminantes, como la siderúrgica y la
metal–mecánica”, señala el texto de Ana Esther Ceceña,
Paula Aguilar y Carlos Motto.
Un proyecto a medida de las transnacionales brasileñas
El
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sugirió. Los países
suramericanos aceptaron. Brasil aprovecha. La IIRSA, aunque
ha sido concebida para beneficiar a los mercados de los países
ricos, está siendo ejecutada, sobre todo, para favorecer a
los sectores económicos brasileños.
“EL
BNDES y las empresas transnacionales brasileñas son algunos
de los principales actores en la implementación de la
IIRSA”, analiza Ricardo Verdum, del Instituto de Estudios
Socioeconómicos (INESC), para quien el país busca “el
desfogue de su producción y el acceso a los recursos que
son de interés de su sector industrial”.
“La
internacionalización subordinada del continente
suramericano se entrecruza con una regionalización activa
de los capitales de origen nacional o asentados en Brasil,
con hegemonía del agronegocio y sectores de servicios bajo
control o con fuerte participación del capital
extranjero”, explica el sociólogo Luis Fernando Novoa, de
la Red Brasil sobre Instituciones Financieras
Multilaterales.
Imposición
Según
Novoa, ahí se explica la prioridad de la IIRSA en proyectos
de interconexión entre el Atlántico y el Pacífico, puerta
de entrada para los mercados asiáticos en franco
crecimiento.
Para
hacer prevaler sus intereses, Brasil aprovecha el gran poder
político y económico que posee en la región para
“imponer” los mega–proyectos a los demás países.
“Brasil actúa con la frialdad de un negociador, en la
defensa de sus intereses de sub–imperio y de los intereses
de gobiernos aliados, especialmente, el gobierno
estadounidense. Actúa considerando la Amazonia, el Pantanal
y los Andes como obstáculos para el desarrollo”, lamenta
Magnolia Said, presidente del Centro de Investigación y
Asesoría (Esplar).
Uno
de los ejemplos de la fuerza político–económica del
Brasil es el proyecto hidroeléctrico de Garabí, localizado
en el río Uruguay, en la frontera entre la provincia
argentina de Corrientes y Rio Grande do Sul.
“Este
fue propuesto en la década de 1980 y estuvo paralizado por
la fuerte oposición de las poblaciones ribereñas. Tras la
posesión de Cristina Kirchner, en Argentina, el gobierno
Lula reanuda fuertemente las negociaciones. Actualmente, esa
hidroeléctrica integra la IIRSA, y viene siendo discutida
por los dos gobiernos a puerta cerrada, sin que nadie en la
región sepa lo que va a acontecer con el Río Uruguay”,
explica Elisângela Soldatelli Paim, coordinadora de
proyectos del Núcleo Amigos de la Tierra de Brasil.
PAC e IIRSA
En
ese contexto, otro elemento importante a considerarse es el
Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), y su relación
con la iniciativa propuesta por el BID.
“EL
PAC es un complemento nacional de la IIRSA. Hay una serie de
obras que están en el primero que están también de la
segunda. Y hay otras que no están en la IIRSA, pero que
tienen conexión con el proceso de integración de las
infraestructuras, sobre todo vías e hidrovías”,
esclarece Ricardo Verdum, del INESC.
Presentado
por el gobierno Lula como el gran promotor del crecimiento
de la economía brasileña para los próximos años, el plan
prevé una inversión de 290 mil millones de dólares entre
2007 y 2010.
Sin
embargo, para Elisângela, la lógica del nuevo programa,
lejos de promover el desarrollo, es la misma de la IIRSA, es
decir, “crear la infraestructura necesaria para garantizar
la explotación de los bienes naturales y de las poblaciones
a cualquier costo”.
Río Madera
De
esta forma, grandes obras que oficialmente están fuera de
la IIRSA estarían íntimamente relacionadas a ella, como el
caso del trasvase del Río São Francisco. “Los ejes [del
trasvase] fueron escogidos para viabilizar las condiciones
necesarias para el avance del agronegocio en la región y la
integración a los mercados internacionales”, señala
Magnolia, del Esplar. Las conexiones con los puertos del Pacífico
le caerían como anillo al dedo.
Otro
mega–proyecto considerado como esencial dentro del PAC,
pero que también es prioritario para la IIRSA, es el
Complejo del Río Madera, que forma parte del eje Perú–Brasil–Bolivia.
Con un presupuesto de 16 mil millones de dólares, la obra,
en la frontera con Bolivia, prevé construir cuatro
centrales hidroeléctricas y una hidrovía.
Sin
embargo, organizaciones sociales denuncian que su objetivo
es favorecer a los grandes grupos económicos dotándoles de
energía barata y que el proyecto causará enormes daños
ambientales y sociales.
Entre
los efectos previstos, están la inundación de tierras de
comunidades bolivianas e impactos en los ríos de la región.
Según el Foro Boliviano de Medio Ambiente y Desarrollo, el
95% del caudal total de los ríos bolivianos fluyen por el Río
Madera, que es también la principal fuente de desfogue de
los sedimentos en suspensión y sólidos disueltos de la
cuenca hidrográfica. Las represas, si se construyen,
provocarían una reducción del caudal y del nivel de
sedimentación.
Presidentes de izquierda adhieren a la IIRSA
Uno
de los aspectos que más llama la atención en la IIRSA es
la adhesión de gobiernos progresistas a sus proyectos, como
el de Hugo Chávez, de Venezuela, Rafael Correa, de Ecuador
y Evo Morales, de Bolivia, conocidos por promover modelos
alternativos de integración.
“Esos
gobiernos están cuestionando algunos detalles del modelo
neoliberal, pero aún están atrapados en el ‘desarrollo
económico' predatorio de los bienes naturales y de las
poblaciones. La cuestión es que el modelo capitalista
neoliberal de producción y consumo que depende y provoca la
explotación de la naturaleza y de sus pueblos no está
siendo combatido en sus estructuras”, manifiesta Elisângela
Soldatelli Paim, coordinadora de proyectos del Núcleo
Amigos de la Tierra de Brasil.
El
Ecuador de Rafael Correa, por ejemplo, está insertado en
dos importantes ejes de la IIRSA: en el Amazónico y en el
Andino. Entre las diversas obras previstas para el país, se
destaca el proyecto Manta–Manaos, una de las conexiones
entre los puertos del Pacífico con el río Amazonas, en
Brasil, excelente alternativa al Canal de Panamá.
Daños socio–ambientales
La
conexión contaría con un trecho terrestre, entre Manta y
el río Napo, en Ecuador, y un trecho fluvial, del Napo al río
Amazonas. “Para el efecto, se realizan inversiones en
puertos, carreteras, aeropuertos y ríos, para que estos se
vuelvan navegables”, explica Gonzalo Varillas, de la
Corporación de Gestión y Derecho Ambiental de Ecuador
(Ecolex – Ecuador).
Cuando
decimos inversiones, también nos referimos a las
asociaciones con la iniciativa privada. En noviembre de
2006, el gobierno ecuatoriano cerró un acuerdo de concesión
de 30 años con la empresa Hutchison Port Holdings, de Hong
Kong, para la construcción y operación de un terminal de
contenedores en el puerto de Manta.
Además,
cabe indicar que en la ejecución del proyecto
Manta–Manaos (que, según Varillas, será financiado sobre
todo por el BNDES), las construcciones de carreteras y
puertos fluviales en territorio ecuatoriano no obedecen a
criterios sociales y ambientales.
Hay
trechos de carreteras que pasarán por parques nacionales,
como el Llanganates, mientras el puerto de la localidad de
Belén es construido en las márgenes de la Reserva Biológica
de Limoncocha y del Parque Nacional Yasuní, considerado una
de las mayores reservas de biodiversidad del planeta y hábitat
de pueblos indígenas en aislamiento voluntario.
Cambios desiguales
Sin
embargo, para Varillas, la inclusión de Ecuador en la IIRSA
traerá otro efecto: la continuación de la dependencia económica.
“El modelo de desarrollo agro–exportador se mantendrá y
se profundizará”, prevé. En las relaciones comerciales
con Brasil, por ejemplo, Varillas enumera el tipo de
intercambios comerciales que se desarrollarán. El país
andino importará bienes como piezas electrónicas, vehículos,
medicamentos, acero, equipamientos industriales y tecnología,
mientras exportará derivados de petróleo, camarón, plátano,
flores, cacao y zumo de maracuyá.
En
cambio, los riesgos para Bolivia, de acuerdo con
organizaciones sociales del país, a más del Complejo de Río
Madera, están relacionados con las carreteras. “En el
contexto de la IIRSA, Bolivia cumplirá el papel de país de
tránsito, prestador de servicios y proveedor de energía”,
opina Vivian Pereyra, del Foro Boliviano de Medio Ambiente y
Desarrollo (Fobomade). Para ella, el país asume los costos
de las carreteras para facilitar el tránsito de mercancías
extranjeras. En relación a la carretera Santa Cruz–Puerto
Suárez, que forma parte del corredor bio–oceánico
recientemente firmado por Brasil, Bolivia y Chile, la
Organización Indígena Chiquitana (OICH) denuncia que el
trecho atraviesa territorios de pueblos indígenas, entre
ellos el chiquitano.
Integración
Según
la entidad, 400 millones de dólares se gastarán en la
construcción de la vía, mientras están reservados 26,5
millones de dólares para la mitigación de impactos
socio–ambientales. La carretera provocaría daños a
parques naturales y pantanales de la región.
De
acuerdo con Máximo Liberman, gerente socio–ambiental de
la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC), todo el
procedimiento para la construcción de las carreteras se
basa en consultas públicas.
Refiriéndose
a la carretera Santa Cruz–Puerto Suárez, Liberman
garantiza que “todas las comunidades y grupos indígenas
que están a lo largo del eje de la carretera la aceptaron y
la avalaron”.
Según
Liberman, las compensaciones se realizan en forma adecuada y
hay un esfuerzo para minimizar los impactos ambientales. Con
relación a la crítica al papel de las carreteras,
justifica: “evidentemente, esas carreteras favorecerán a
Brasil, pero, por otro lado, contribuyen a la integración
de nuestro territorio. Bolivia también necesita desarrollar
su territorio y exportar sus productos”.
En Perú y en Colombia, el neoliberalismo se profundiza
Si
el apoyo de presidentes progresistas a los proyectos de la
IIRSA causa extrañeza, la plena adhesión de gobiernos de
derecha es vista como obvia. Uno de los ejemplos es el Perú
del presidente Alan García.
Por
su localización geográfica, es una de las naciones
esenciales de la iniciativa, formando parte de cuatro ejes:
Andino, Amazónico, Perú–Brasil–Bolivia e Interoceánico.
Siendo el país del continente con la más débil legislación
en relación al medioambiente y a los pueblos originarios,
Perú cuenta con 78 proyectos de la IIRSA, con una inversión
total de más de siete mil millones de dólares, de acuerdo
con organizaciones locales.
“La
política del actual gobierno no es otra que profundizar y
avanzar en los procesos del neoliberalismo. Un Tratado de
Libre Comercio (TLC) se firmó en el último gobierno, y el
actual viene respaldándolo, además de estar tomando un
conjunto de medidas para favorecer las inversiones de las
transnacionales y protegerlas. En ese contexto, está la
IIRSA”, explica el peruano Miguel Palacín, dirigente de
la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI).
Deuda
La
conexión de Brasil con el Pacífico está garantizada con
tres proyectos de carreteras y vías marítimas transamazónicas.
Una de ellas es la Carretera Interoceánica, que conectará
los puertos peruanos con Porto Velho, en Rondônia, pasando
por Río Branco, en Acre. Se estima que la carretera, que
pasará por áreas de gran biodiversidad y por territorios
indígenas, dejará una deuda de mil millones de dólares.
En
la Colombia de Álvaro Uribe, principal aliado de EE UU en
la región, una de las estrategias para adecuarse a la IIRSA
fue, desde el principio de la década, la de modificar las
leyes para garantizar la participación privada en los
proyectos.
“Existen
unos documentos que el Consejo Nacional de Política Económica
y Social produce que regulan de manera específica ciertos
temas. Entonces, en todos los documentos que salieron en los
últimos años se dice de forma muy clara que hay que
promover la participación del sector privado”, revela la
colombiana Carolina Salazar, del Instituto Latinoamericano
de Servicios Legales Alternativos (ILSA).
Otro
ejemplo es el Plan Nacional de Desarrollo 2006–2010 que,
según Carolina, contiene una política evidente de
exportación. “Pero, basándonos en la historia, sabemos
que no se van a vender muchos productos pero si van a venir
muchos más”, vaticina.
(*) Igor Ojeda es corresponsal de Brasil de Fato en La
Paz, y Luís Brasilino es periodista de Brasil de Fato.
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