Las
nacionalizaciones burguesas mutan en
privatizaciones para unos cuantos saqueadores
Por
Pedro Echeverría V.
Para Socialismo o Barbarie, 29/02/08
1. El
nacionalismo mexicano de principios de siglo XX fue
esencialmente antiyanqui. Se decía que “la gran desgracia
de México es que estaba lejos de dios y muy cerca de los
EEUU”. Dios no se si esté lejos, pero con el imperio
norteamericano tenemos una enorme frontera que seguramente
otros países han deseado para convivir con el país más
poderoso de los últimos 100 años.
Lo que no
saben muchos es que vivir al lado de monstruo no es nada fácil
porque te tira con desprecio, bajo de la mesa del banquete,
todos sus restos y basuras. En vez de que nuestra vecindad
del norte nos haya ayudado a lograr un desarrollo que
permita a nuestro pueblo salir de la miseria, ha hecho que
nuestro país sea más dependiente económica y políticamente
de él por el saqueo de sus recursos y riquezas (petróleo,
electricidad) que nunca termina. Por ese intervencionismo
agresivo yanqui, registrado en la historia, se fortaleció
nuestro nacionalismo.
2. El
pueblo mexicano es antiimperialista, aunque un sector de las
clases medias y altas (muy ideologizado por el cine, radio y
TV) no deja de soñar e imitar el “modo de vida gringo”.
Ese nacionalismo viene desde la conformación de la República
y el triunfo del liberalismo decimonónico. Entre las
nacionalizaciones que pueden recordarse están: a) la
nacionalización de los bienes eclesiásticos ordenada por
Juárez en 1859; la nacionalización de las tierras y el
subsuelo en la Constitución de 1917; las nacionalizaciones
de ferrocarriles (1937) y del petróleo (1938) durante el
gobierno de Cárdenas; la nacionalización de la
electricidad por el presidente López Mateos en 1960 y la
nacionalización de la banca decretada por López Portillo
en 1982. Todas ellas tuvieron
antecedentes justificados, siempre relacionados con
descontento del pueblo, con huelgas y manifestaciones, pero
luego la misma burguesía las recuperó.
3. Aunque
fue la pequeña burguesía (Obregón, De la Huerta, Calles,
Cárdenas, etcétera) la que se apropió de la Revolución
Mexicana (1910/17), la ideología de estos personajes fue
esencialmente burguesa y la revolución no tuvo otra tarea más
que poner en práctica la construcción de estructuras
capitalistas.
Otros
resultados estaríamos presenciando si el anarquista Flores
Magón y la lucha obrera hubieran triunfado y si Emiliano
Zapata y sus comunas campesinas hubieran sido más fuertes
para no ser derrotados por los terratenientes aliados al
nuevo poder burgués. Pero triunfó en México el programa
capitalista dominante en el mundo y el campesino Zapata y el
anarquista Flores Magón fueron asesinados. El primero por
órdenes de Carranza (1919) y el segundo de Obregón en
1922. Se inició la consolidación capitalista usando un
discurso nacionalista y poniendo los recursos naturales y la
industria nacionalizada en manos del Estado.
4.
Ese nacionalismo, en el sistema capitalista mexicano,
se transformó en reprivatización. Las tierras que
estuvieron en manos del clero, de terratenientes y militares
hasta mediados del siglo XIX fueron desamortizadas y luego
nacionalizadas por las Leyes de Reforma, sólo cambiaron de
manos; incluso las tierras de las comunidades indias, fueron
expropiadas para ponerlas en manos de una nueva burguesía
que años más adelante, se hizo latifundista.
En la
Constitución política de 1917 se recogieron demandas de
los campesinos revolucionarios contra el latifundismo que
llevó a una nueva “Reforma Agraria”; ésta tuvo
vigencia hasta los años cuarenta, a partir de entonces los
agricultores capitalistas o “Nylon” fueron extendiendo
sus dominios hasta dejar a familias campesinas con dos o
tres hectáreas. Las “reformas agrarias” y
nacionalizaciones de tierras no beneficiaron al pueblo, sólo
a los ricos.
5. Lázaro
Cárdenas, además de expropiar en los años 1937 y 1938
tierras de manos privadas para convertirlas en ejidos,
nacionalizó los ferrocarriles y el petróleo. Las tierras
ejidales, desde la contrarreforma salinista de 1992, casi
han desaparecido para beneficiar a nuevos terratenientes.
Los ferrocarriles, después de subsidiar con precios bajos,
durante noventa años, el desarrollo de la industria y el
comercio, prácticamente han desaparecido.
El petróleo
(cuya producción desde 1938 ha servido para que el Estado
pudiera impulsar el desarrollo de otros sectores
productivos) desde hace algunas décadas, desde la instalación
en 1982 de los gobiernos neoliberales, los gobiernos
sexenales derechistas buscan su privatización para
beneficio de capitalistas mexicanos y extranjeros. La
privatización de este patrimonio del pueblo representará
el más duro golpe a la economía nacional, así como a la
esperanza liberadora de los mexicanos.
6. La
nacionalización de la electricidad, puesta en práctica en
1960 por el gobierno de López Mateos, implantó de entrada
que el suministro de energía eléctrica era un servicio público
y no podía, ni debía, ser prestado por compañías
extranjeras. Antes de su nacionalización se registraba una
sucesión indignante de concesiones otorgadas a las empresas
extranjeras que afectaban la soberanía nacional y
deformaban el desarrollo del país. Ese año, de los 2,308
MW de capacidad instalada en el país, la CFE aportaba el
54%, la Mexican Light Light and Power Co., el 25%, la
American and Foreign el 12% y el resto de las compañías el
9%. Solo el 44% de la población contaba con electricidad.
Desde que se creó en 1937 la CFE, la población había
crecido 91%, acompañada de un vertiginoso desarrollo de la
industria, la agricultura y otras actividades urbanas y
rurales; pero se había registrado otra desnacionalización.
7. En 1982
el muy corrupto gobierno de José López Portillo (JLP)
(quizá igual a los gobiernos de Alemán, Salinas y Fox)
“nacionalizó” o estatizó la banca. JLP nacionalizó
los bancos e impuso el control de cambios porque, como dijo:
“es ahora o nunca. Ya nos saquearon, México no se ha
acabado, ¡No nos volverán a saquear!” Allí, escuchando
el sexto informe, estaban los saqueadores, líderes: Abedrop
(banqueros), Basagoiti (Coparmex), Goicochea (Concanaco),
Clouthier (Consejo Empresarial), Pandal (Concamín); pero
también los altos funcionarios del mismo gobierno de JLP
que aprovecharon “la nacionalización” y la devaluación
para hacerse millonarios. JLP y el PRI recuperaron su
liderazgo momentáneo, pero los poderosos empresarios, el
PAN y el PDM (que se opusieron rabiosamente a la
“nacionalización bancaria” hicieron un poderoso frente
encabezado por Clouthier, para consolidarse como una gran
fuerza de derecha.
8. Con el
ascenso al gobierno de Miguel de la Madrid, luego de Carlos
Salinas, la banca fue devuelta limpia y sana a los banqueros
privados, después que el gobierno absorbió todas las
deudas y negocios en quiebra. Esa fue la última
nacionalización fracasada; todas ellas a nombre del pueblo
para que el gobierno de la burguesía se cubra con el manto
de revolucionario. Y aunque durante algunos años los
campesinos, los obreros y los sectores populares apoyen y
tengan presencia, incluso algunos beneficios, la burguesía
privada y gobernante ha logrado apropiarse nuevamente después
de saneada la empresa con recursos públicos. Por eso las
batallas obreras para evitar las reprivatizaciones son
indispensables, aunque en la puerta de atrás estén
entrando los capitales privatizadores. Las batalla contra la
privatización del petróleo y la electricidad, así como
otras luchas contra los empresarios y el gobierno
neoliberal, son indispensables.
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