“La Cumbre efectuada en Santo Domingo, sirvió de
escenario de un acuerdo conciliatorio, donde Colombia como
país agresor supo sortear la posibilidad de una
condena...”
No condenaron ni a Uribe ni a Bush, “definiendo a los
guerrilleros caídos como delincuentes y criminales”
Posición del PRT de Venezuela, 11/03/08
El conflicto regional suscitado a raíz de las constantes
provocaciones del gobierno colombiano de Álvaro Uribe y que
rebasa los límites con el vil asesinato del comandante Raúl
Reyes y otros combatientes de la FARC–EP en Colombia, es
un síntoma de la crisis mundial del capitalismo.
La recesión económica internacional ha sido la señal
para una nueva etapa de convulsiones que podría significar
no solo la profundización de los conflictos entre clases,
sino serios enfrentamientos entre países, la reactualización
de viejas querellas y la reedición de tendencias
neocoloniales, utilizando gobiernos de países oprimidos que
están comprometidos con el imperialismo norteamericano en
sus planes de invasión, destrucción y saqueo a través de
la estrategia guerrerista contra el supuesto terrorismo en
el mundo.
La superconcentración de capital global, la saturación de
los mercados de inversión y la incapacidad de crear nuevos
mercados de inversión productiva pronuncia la tendencia
decreciente de la tasa de ganancia general del capitalismo
que forma parte de la crisis cíclica del capitalismo, los
cuales facilita los mercados de la guerra. Estados Unidos
estaría impulsando una guerra en Suramérica para
beneficiar a las grandes trasnacionales exportadoras de
armas y de las cuales se sustenta, en gran medida, la economía
norteamericana.
Las guerras
que promueve el Imperialismo contra los países oprimidos
busca además de conquistar zonas de influencia para el
mayor control de sus materias primas, desviar sus luchas
sociales, especialmente la lucha de la clase obrera ante la
desocupación, las reivindicaciones salariales y su
inevitable tránsito al poder a través de una revolución
proletaria y popular. Las ofensivas auspiciadas por el
Imperialismo utilizan como vehículo a la burguesía, a los
dueños de los medios de producción, esa misma clase que
mantiene el sistema de explotación de los trabajadores,
sometiéndolo a la miseria, el hambre y la injusticia
social, es por esto, que la clase obrera debe entender que
la posibilidad de una guerra no debe desorientar sus propósitos.
El conflicto con Colombia debe ser ubicado en su justa
dimensión, y el proletariado debe deplorar la guerra
burguesa que induciría a enfrentarnos, unos contra otros,
en beneficio del capitalismo.Así mismo, entender que las
principales víctimas serían los trabajadores, los sectores
más humildes o aquellos que sucumban al chauvinismo y
militarismo promocionado por la burguesía.
La posibilidad de una guerra en Suramérica, como salida
armamentista y de posicionamiento de los grandes yacimientos
petroleros y gas en Venezuela que enfrentaría a países
hermanados por su historia, aún sigue latente.
La Cumbre de Río, efectuada el 7 de marzo en Santo
Domingo, sirvió de escenario de un acuerdo conciliatorio
entre países, donde Colombia como país agresor supo
sortear la posibilidad de una condena política y aún
justificando sus métodos crueles, señalando a las
FARC–EP como terroristas y narcotraficantes, definiendo a
los guerrilleros caídos como delincuentes y criminales logró,
en unos minutos, que los países afectados olvidaran la
afrenta al suelo ecuatoriano, el sin fin de acusaciones y
amenazas, la burla y la mentira al mundo y lo que es peor la
forma deliberada como fueron masacrados el Comandante Reyes
y los demás combatientes de la FARC–EP. Ese día tuvimos
una tremenda demostración de hipocresía y falta de
seriedad de las clases dirigentes de Latinoamérica.
Postergar asuntos de estado de tamaña envergadura pudiese
agravar, a corto plazo, la postura bélica que Uribe impone
progresivamente en Suramérica.
En el texto emanado de la Declaración del Grupo de Río se
evidencia claramente la condena a las FARC–EP y a otros
frentes guerrilleros de Colombia. En el punto ocho (8) se
“reitera el compromiso de combatir las amenazas a la
seguridad de todos los Estados provenientes de grupo
irregulares o de organizaciones criminales…”.
Aquí se demuestra la valoración que se le da a un grupo
insurgente de más de cuarenta años de vida política y de
resistencia a un sistema genocida abierto y descarado
impuesto por la oligarquía recalcitrante de Colombia y
apoyada por el imperialismo norteamericano. ¿Quién de
estos jefes de estado no conoce las causas del surgimiento
de la guerrilla en Colombia?, ¿quién de ellos no sabe de
la imposibilidad de un proceso de paz en ese país? ¿Es que
acaso no ha sido evidente la voluntad de paz de estos grupos
insurgentes, sobre todo en estos últimos años?
Es innegable que la clase dirigente que se reunió en esa
Cumbre desestima la lucha revolucionaria de la guerrilla y
se mueve en función de mantener el “status quo”
implantado por la burguesía de sus países. Se manoseó
mucho el discurso patriota de soberanía y autonomía, obviándose
el esclarecimiento de los asesinatos y la exigencia de
desmantelar no solo la base militar norteamericana en Manta
sino la de Las Tres Esquinas, en Colombia y otras en el
continente, es decir, ocultaron la profundidad del proceso
de transformación que requiere el continente.
El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en
Venezuela, ante los últimos acontecimientos condena:
* La escalada de exterminio fascista
y genocida de Uribe contra la guerrilla que, utilizando métodos
implacables y desestimando las propuestas de acuerdos para
la paz, han dado muerte a combatientes revolucionarios de la
FARC–EP que en su justa lucha por un cambio político en
su país, han recurrido a la insurgencia como mecanismo legítimo
de defensa, violándose sus derechos humanos en actos
tipificados como crímenes de guerra.
* La “actitud ingenua” presentada por los jefes de
estado en la Cumbre de Río, porque solaparon el problema
medular de la agresión del gobierno de Colombia en la región,
que era lograr la condena a Uribe y pronunciarse contra la
guerra como procedimiento imperialista de invasión y solo
recurrieron a un discurso superficial y a sellar
teatralmente un acuerdo insustancial a los intereses de los
países ahí representados.
* La agresión imperialista al hermano pueblo de Ecuador en
la cual se violentó su soberanía e integridad para
perpetrar una matanza con premeditación y alevosía.
* La maniobra imperialista norteamericana de agresión y
desestabilización que persigue fraccionar la integridad
territorial y la soberanía militar y económica de Bolivia,
Ecuador y Venezuela, a través del Plan Colombia y otros
acuerdos, para apoderarse de los recursos naturales de estos
países, y que son estratégicos para EEUU en su ambición
de dominio y expansión.
Los militantes del Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT) defendemos la premisa del
Internacionalismo Proletario. Solo la clase trabajadora y
los pueblos oprimidos queremos la paz, pero no la paz de los
sepulcros, como decía Bolívar, de la sumisión y la
rendición, de los acuerdos demagógicos de la burguesía,
sino la paz de una vida próspera para todos los pueblos del
planeta que solo será posible con el auténtico Socialismo.
La lucha contra la guerra es la lucha por la transformación
socialista de los pueblos.
¡Únete, lucha...venceremos!
Secretariado del Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT)
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