El
golpe perfecto
Por
Raúl Wiener (*)
ALAI, América Latina en Movimiento, 12/03/08
Lima.- Los
titulares que después de la cita de Santo Domingo rezaban
rebosantes: “Ganó Uribe” (que es también el título
del artículo de Rospigliosi el domingo); me hicieron pensar
inmediatamente en Fujimori y en esa necesidad de los regímenes
así llamados “pragmáticos” de vivir de su aparente
eficiencia y permanentes triunfos. La estrategia es el
programa, es la idea de fondo que suele admitirse en
sociedades abrumadas por la sensación de falta de salidas y
problemas que parecen condenados a ser perpetuos.
Uribe ha
introducido el concepto de que es capaz de vencer a las
FARC, de puro terco, y que después de ese punto el país
será diferente. Y para levantar la suspicacia obvia lo
primero que hizo es negociar con los paramilitares, a los
que todo el mundo lo asociaba. Hay un enorme contrabando en
todo eso: privilegios en la desmovilización, desaparición
conveniente de los principales jefes, procesos confusos a
allegados de Uribe sobre el tema, conservación de grupos
operativos, continuidad de asesinatos; pero
internacionalmente “Varito” ha logrado poner en duda la
tesis de que Colombia sufre una guerra sucia de todos lados,
que es alimentada por diversos intereses: narcotráfico,
hacendados, grandes empresas, fondos del exterior (en el
2007 la ayuda militar llegó a 5 mil millones de dólares)
Ahora hay
muchos más comentaristas dispuestos a concederle
legitimidad a la intervención de tropas del Ejército y la
Policía, en la disputa de zonas, no obstante se sigan
cometiendo barbaridades hacia la población civil y se
llegue a violar arteramente la soberanía de un país vecino
para alcanzar los objetivos. Se ha ido estableciendo una tácita
aceptación de la “solución militar” que propone el
uribismo, por el cansancio de guerra que se siente en todas
partes. Y eso, por cierto, fue entrando en contradicción
con el tema de los rehenes, que era una corriente paralela
de la opinión pública en Colombia y fuera de ella. Uribe
consideraba una molestia tener que responder a la presión
de los familiares y de diversos gobiernos para mostrar que
también le interesaba rescatar con vida a estas personas.
Todas sus respuestas a los planteamientos de las FARC se
leyeron como obstáculos a la negociación, y sus intentos
de recuperar a sangre y fuego a los prisioneros terminaron
en tragedia.
La insólita
invitación a Chávez para encabezar una gestión
humanitaria por los rehenes, podía entenderse entonces como
una maniobra política que se desestimó rápidamente cuando
empezó a mostrar que podía dar resultado. Los amigos del
colombiano jamás podrán dar una explicación coherente a
porqué su amado metió a su odiado en un asunto tan
delicado. Y es evidente que las FARC vieron la brecha y
decidieron dar paso a una liberación unilateral que parecía
imposible, reforzando a Chávez en desmedro de Uribe. Este
es el contexto preciso en la víspera del bombardeo en
Sucumbios. En Bogotá había la necesidad de dinamitar un
proceso que apuntaba a un tipo de solución diferente a la
que sostenía la popularidad del presidente.
Hay quienes
piensan que los movimientos del comandante Reyes y sus
contactos con Chávez, Sarkozy, la Cruz Roja, estaban
detectados por Colombia y Estados Unidos desde hacía
tiempo, hasta que decidieron golpear y generar una crisis en
la que la discusión sobre la violación de soberanía debía
enredarse con la de si era legítimo tener un grupo de
guerrilla detrás de la frontera con Ecuador, y de si el
presidente venezolano tenía algo que hacer en este lío.
Los que aplauden la “victoria” de Uribe están diciendo
por eso que ya el punto dejó de ser el de los rehenes, que
Colombia logró poner encima de ellos la cabeza del jefe
muerto, y que la OEA y Santo Domingo no pudieron condenar al
agresor porque sintieron el peso de los Estados Unidos. Es
decir celebran sobre cadáveres y sufrimiento como en la
casa del embajador japonés en 1997. (**) No ven que Uribe
ha aislado a su país como pocas veces en la historia de América
Latina. Ni siquiera García se atrevió a viajar a apoyarlo.
Y envió a Giampietri para que la incoherencia pareciera
personal, y no la de su gobierno.
(*)
Raúl Wiener es analista político y económico peruano.
(**)
Masacre perpetrada en Lima por orden de Fujimori.
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