Pax
social, show político-musical... y manzanas
Por
Adán Salgado Andrade
Contacto,
studillac@hotmail.com
Zacatlán
de las manzanas, Puebla, México. Las complacencias políticas
y el pago de favores garantizan en México la inamovilidad
en el poder. Aquí en Zacatlán se puede constatar esta
situación al ver el aparente ambiente de estabilidad y pax
social reinante, asistiendo al ritual número 68 de la
inauguración de la llamada “Feria de las Manzanas”,
iniciada en 1941, cuando verdaderamente esa región era una
importante productora de manzanas, las que, por cierto, son
las que menos se ven en estos días en los “stands”
armados para la ocasión en la plaza principal, frente al
palacio municipal, en los cuales más bien se ven algunas
artesanías de la región (ropa típica de manta con
bordados de chaquira, artículos de yute, joyería también
de chaquira...), licores (de zarzamora, nuez, piñón, café,
chocolate, almendra... ¡y uno que otro de manzana!), sidras
(cuya producción se ha visto afectada por la introducción
de sidras “patito” que ni de manzana son, a decir de los
productores locales), productos chinos (¿dónde no está
esta plaga?), puestos de comida (pambazos, tacos, pizzas,
jugos, tortas), relojes centenario (éstos son hechos por
una de las pocas industrias consideradas nacionales, y se
encarga de fabricar los relojes usados en las fachadas de
los edificios públicos, de las iglesias y así...),
fabricantes de sillas de ruedas y tostadoras de café...
pero, como dije antes, uno que otro puesto de manzanas se
ve, digamos que uno de cada diez, las que, además, no
aparecen ya de la calidad que acostumbraban producirse allí,
pues Zacatlán es también víctima de los estragos que la
apertura indiscriminada de los productos agrícolas
estadounidenses, merced al TLC, ha ocasionado allí, sobre
todo por la introducción de manzanas estadounidenses, de
Florida y California, más baratas, que han desalentado la
producción local, aunado a los daños que el huracán Dean
provocó el año pasado en cientos de hectáreas. Pero en
esos momentos de fiesta y algarabía, eso no importa, ni que
se noten en el lugar los estragos de la economía liberal de
los últimos 25 años, la cual ha impuesto un desordenado
crecimiento desigual y anárquico que muestra a un hotel de
lujo, de 400 pesos habitación sencilla, exclusivo para
acomodados turistas, junto a una humilde, antigua vivienda,
cuya compra por parte del mismo hotelero para quedarse con
su terreno y ampliar su negocio, presionando a sus
necesitados moradores, está cercana. Y aunque los servicios
de agua, luz, drenaje y todos los necesarios son de primera
para hoteles y restaurantes de lujo, no así para los
pobladores, en donde se nota la precariedad en la prestación
de aquéllos, como falta de agua y drenaje insuficiente
(fondas baratas en donde el baño debe descargarse a
cubetadas, por mencionar algunos casos).
Bueno,
pero todo eso tampoco parece afectar a la saliente reina,
Nancy I, quien camina sobre la baranda, agitando sus manos
en señal de saludo y despedida, pues su "reinado"
durante el año pasado, 2007, como la "manzana" más
bella ha terminado ya y da paso a Idalia I, la nueva reina
de la belleza y representante que, como cada feria, es
elegida en cada ceremonia de coronación para fungir todo un
año. Esa obligada cesión del poder de la reina anterior en
su sucesora, no se refleja en la clase política poblana,
como es evidente por la permanencia en el cargo de
gobernador poblano del señor Mario Plutarco Marín Torres
(quizá se tome muy en serio lo de Plutarco), alias el gober
precioso, quien a pesar de sus comprobados actos de
corrupción, de su relación con redes de pederastas y
traficantes de mujeres, del tráfico de influencias, de
represión, de imposición política (en Puebla impera el
PRI desde siempre)... a pesar de tantos graves delitos que
pesan sobre sus hombros, aún sigue tan campante (él, junto
con Ulises Ruíz, el gobernador de Oaxaca, son graves casos
en los que se refleja la corruptela política y los pagos de
favores gracias a los cuales el ilegítimo gobierno panista
de Felipe Calderón y su camarilla ocupa actualmente la
presidencia).
No, a diferencia de las reinas de las
manzanas, que son sucedidas cada año, la permanencia de Marín
se sostiene sin cambios y para que se vea que sabe
gratificar a sus conciudadanos, los cuales, gracias a la
alquimia política, reeligieron al priísmo en la mayoría
de los municipios en las recientes elecciones, los premia
contratando para la ceremonia de apertura de la 68ª Feria
de las Manzanas nada menos que al matrimonio de argentinos
Diego Verdaguer y Amanda Miguel, quienes agradecen al
gobernador de Puebla y al gobierno local, al inicio de su
show, las facilidades prestadas y, muy entusiastas y energéticos,
inician sus interpretaciones de los éxitos que tanto gustan
y han gustado a sus fans, cientos de los cuales se
apretujan, empujan, codean... frente al mencionado palacio
municipal de Zacatlán, al cual la multicolorida iluminación
lo pinta de tonalidades, disimulando el frío gris de sus pétreos
acabados, tal y como la corrupta, mafiosa política de Marín
y su clase política se disfraza y aparece como progresista
y benefactora con este tipo de mediáticos eventos, los
cuales, más que exhibir las cada vez más reducidas
manzanas de Zacatlán, son una forma de renovar los poderes
priístas fácticos.
Mientras una televisora local muestra
las imágenes del desfile de las reinas antiguas de las 58
comunidades de las que consta Zacatlán, para ser
sustituidas por las nuevas, platicamos con don Jesús,
mesero del restaurante “La casa de la abuela”, un
zacatlanense – quien se considera a sí mismo como un
“viejo lobo de mar” –, sobre todo lo que en ese
momento la imagen del televisor transmite. De unos sesenta años,
don Jesús antes de ser mesero, se dedicó a vender sidras
para una empresa del lugar, que duró muchos años
fabricando ese preciado producto a base de jugo de
manzana... hasta que quebró. “Pues le bajaron de calidad
a sus sidras, por eso se fueron dejando de vender... yo les
decía, ‘métanle manzanas buenas’, pero no me hicieron
caso y por eso tronaron”, nos dice de muy buen humor.
“Este
es uno de los gobernadores más descarados que hemos tenido,
en serio... mírelo, a’i está, sigue en el poder a pesar
de todo lo que ha hecho, en serio que somos bien... bien...
me disculpará la palabrota, ¡pero bien pendejos los
poblanos por seguirlo teniendo! Nada más va a donde le
conviene... ni siquiera viene a las inauguraciones”,
exclama entre molesto e irónico, pues efectivamente, Marín,
además de su ilegal permanencia en la gubernatura, ni
siquiera asiste a esos actos protocolarios que, se supone,
son tan importantes (en el cual sí estuvo el presidente
municipal de Zacatlán), y se limitó a enviar en su
“representación” a su secretario de turismo, Juan José
Bretón Ávalos. “Y nada más va a los municipios cuando
necesita votos.
Por ejemplo, a Ocuilan nunca ha ido y eso
que está bien fregado ese lugar. Ya por eso la gente de allí
hasta les dice que si nada más es por votos, que ni vayan a
joderlos”, continúa la conversación. “Nomás había de
ver cómo están las huertas... dan unas manzanitas así de
chiquitas, como canicas”, agrega, mientras con sus dedos
derechos, pulgar e índice, nos da una idea del tamaño de
esas manzanas. “Mire, además de que mucha gente ya mejor
se va p’al otro lado, otras ya no quieren trabajar porque
se conforman con las limosnas que les da el gobierno” Se
refiere a las ayudas que el gobierno federal da, como las
prestadas por el programa “Oportunidades” (antes
Progresa), con cuyos raquíticos montos monetarios se
pretende subsanar la pobreza en la que el 70% de los
mexicanos vive.
Por ejemplo, para una familia completa, la
ayuda alimentaria otorgada por dicho programa es de $195
pesos mensuales, más $50 de “ayuda energética” (para
compra de gas, que resulta absurdo, pues el tanque de 20
kilogramos cuesta casi 200 pesos y en algunos casos sólo
dura quince días). Si hay niños estudiando la primaria,
los montos van desde $130 pesos, para tercero, hasta $260,
para sexto (no figuran primero, ni segundo, ¿será que éstos
niños no comen?). Y si hay estudiantes de secundaria, van
desde $375 hasta $485 pesos, dependiendo del sexo y del año
escolar en que se encuentre el o la estudiante. Así que una
familia que conste de padre, madre, un adulto mayor y tres
hijos estudiando la primaria, podría percibir unos $1000
pesos mensuales, los que resultan claramente insuficientes
si ese fuera el único ingreso disponible para dicha
familia, pues ni siquiera equivale a un salario mínimo
($1560). Sin embargo, ese tipo de dádivas de hambre sirven
a los gobiernos de los estados como banderas políticas para
mostrar que sí se ayuda a los pobres. Y también, por
desgracia, sirven para refrendar entre los receptores de esa
pírrica ayuda la imagen del ilegítimo, neoliberal,
proestadounidense gobierno panista a quien, con tal de
continuar recibiendo esos pocos pesos mes tras mes (aunque
son requeridos tardados, complicados trámites y mucho
papeleo, lo cual genera gastos para los receptores, tan
necesitados de dinero), han estado apoyando con su voto ya
desde el sexenio de Vicente Fox.
Esa
es la ayuda a la que se refiere don Jesús, la cual tiene
como consecuencia el mantener en un estado de pasividad y de
apatía a mucha gente que se conforma con esas
“limosnas” y no se esfuerza demasiado. “Pues por eso
muchos ya ni cuidan los huertos”, exclama don Jesús.
“Mire, es que en este país lo que nos pasa, se ve muy
claro en los puertos. Allí ve usted cómo llegan los
barcos, ¡bien cargados de cosas, de todo lo que se compra
por fuera y se van con unas cuantas cositas!... por eso
estamos así, porque producimos muy poco y lo poco que
tenemos, no lo cuidamos”. El restaurante en donde trabaja,
se encuentra en una vieja casa con un patio central techado,
que es en donde están las mesas. Todas están rodeadas por
un medio muro en donde descansan macetas con variadas
plantas, dando un muy agradable y natural aspecto al lugar.
Don Jesús toma una maceta que contiene un árbol bonsái.
Lo saca de la maceta y nos muestra sus raíces. “Mire,
este arbolito tiene ¡25 años que lo planté!... me lo
llevo conmigo a todas partes a donde voy... ¿y sabe por qué
ha durado?, pues porque lo sembré como se debe, con mucho
cuidado, le eché su enrraizador y su abono... y mírelo
como está de bonito”. Dice que si la gente le tuviera
amor a lo que hace, como él, todo estaría mejor. Sí, me
parece una muy válida analogía, sobre todo porque nuestros
gobernantes tienen amor no por su gente, sino por todo el
dinero que puedan obtener durante su gestión.
Y
ahora Amanda se suelta con “¿Usted qué haría?”,
pregunta que muy bien podría aplicarse al gober precioso,
“¿usted qué haría, señor Marín, si se le promoviera
un juicio político y se le destituyera?”, canción que es
coreada por los cientos de fans de las cantante, a la que,
por cierto, los estragos de la edad (además de un evidente
descuido con su persona) la presentan como una mujer gorda,
de ajado, rechoncho rostro, cuya embarnecida figura dista
mucho de la sensual cantante que fue hace 20 años. Luego,
su esposo, más conservado que ella, entona “La
ladrona”, que también podría aplicarse a la ladrona
administración de Marín, con toda la corruptela de la que
hace gala que, mientras se ufana de los supuestos progresos
que los programas oficiales han “logrado” en el estado
que gobierna, allí, en Zacatlán, no son evidentes, pues se
ven las penurias de tanta gente, sobre todo aquellos indígenas
que acuden al evento con sus artesanías con la esperanza de
vender algo que les permita aliviar sus duras condiciones de
vida. Los que no pueden ir, sobre todo porque no puedan
pagar el costo del lugar, venden sus productos a
intermediarios poseedores de puestos en la feria, los cuales
los triplican. Por ejemplo, nos fueron ofrecidas en las
calles del pueblo elaboradas pulseras de chaquira o de
semillas de sandía por varios niños en sólo 15 pesos (muy
poco dinero, considerando el minucioso trabajo de insertar
las minúsculas esferas plásticas o, en el caso de las
semillas, perforarlas antes de insertarlas al hilo plástico
y anudar, al final, los extremos para darles forma de
broche) mismas que dentro de la feria valen hasta 45 pesos.
Además,
el abandono de muchos de los lugares públicos es evidente
al observar, por ejemplo, una antigua frente colocada en una
pequeña plaza al lado de la catedral. La pétrea fuente (en
uno de cuyos costados están grabados los números 1599, que
pudiera corresponder al año de ¿su construcción?),
evidencia los varios años de desuso en que ha estado, pues
agua estancada, como de cloaca, y basura, mucha basura,
cubren unos 15 centímetros de su asqueroso, lodoso fondo, sí,
haciendo excelente analogía de los bajos y sucios fondos
políticos sobre los que el “gober precioso” finca su
mandato. Y la llamada “casa de cultura” está instalada
en lo que fuera la vieja casa sacerdotal, a un lado de la
iglesia principal del lugar, un antiguo templo franciscano,
pero su interior luce improvisado, a medias, en construcción.
Lo más absurdo resultó que, a pesar de la feria, una
exhibición de pintura que había allí, sólo podía
mirarse en sábado hasta las dos de la tarde y está cerrada
en domingo, siendo lo más lógico que, a manera de museo,
funcionara por lo menos hasta las seis de la tarde durante
ambos días, como suele ser el horario de las instituciones
culturales.
Pero
abandono y marginación aparte, en la plaza el show de
canciones continúa, ahora otra vez con Amanda interpretando
su gustada y recordada “¡Él me mintió!”, aunque en
las notas que tan cruciales eran en sus años mozos para la
parte de “¡él me dijo que me amaba y no era verdad!”,
esos enronquecidos falsetes de entonces, su actual voz es
insuficiente ya para alcanzarlos y darles la fuerza de antaño.
Y sin embargo suena tan actual tal recriminación, si
recordamos que, en efecto, Marín mintió al decir que su
gobierno estaba libre de culpa en el caso del pederasta,
apostador y evasor fiscal Kamel Nacif, negando algún nexo
con quien se refiriera a aquél justamente como el “gober
precioso”.
“Nomás
hubiera visto cómo vendía sidras, en serio. Y mi
patrona... porque era una mujer la dueña, nada más
repelaba cuando me tenían que dar mis comisiones... así es
la gente en este país, le da coraje que a uno le vaya
bien”, continúa la charla con don Jesús, quien nos acaba
de servir dos órdenes de chiles en nogada que están ¡deliciosos,
los mejores que hemos probado antes!. “¿Y cuánto le
pagan aquí?”, le preguntamos, mientras degustamos esas
exquisitas muestras de la gastronomía nacional. “¡Uuuyyy...
no, a los viejos no nos dan sueldo!”, declara, con un dejo
de amargura, “con las puras propinas... por eso ve que me
ando peleando con las otras chamacas por los clientes, pues
si es lo único que saco... y que me dejen dormir en un
cuartito que está allá en la esquina”, agrega, señalando
el sitio en donde se le permite pernoctar. Insistimos en
saber por qué no le pagan y nada más se encoge de hombros.
“Pues es que, según la dueña, me hizo un favor porque me
dijo que, a mi edad, ya nadie me da trabajo en ningún
lado”, dice, reflejando cierta amargura. Sí, aunque don
Jesús, a pesar de sus 60 años, se ve muy fuerte y
saludable aún, su caso es lo que la mayoría de la gente de
la llamada tercera edad sufre con frecuencia: el ser
discriminados por considerarlos inútiles ya para cualquier
labor, sea ésta física o mental, lo cual es injusto, pues
da cuenta de nivel de mercantilismo al que hemos llegado en
la actual sociedad de consumo, que hasta a los seres humanos
los considera “commodities” caducables y desechables.
Es
una triste situación que puede comprobarse también en
Zacatlán, en donde se ven a varios de las artesanas y
artesanos que venden en plena calle, expuestos a los
intensos rayos del sol veraniego, que son mujeres y hombres
de edad, muchos de los cuales son personas de más de 60 años,
los cuales deberían de estar ya disfrutando del beneficio
de una decorosa pensión y seguridad social, pero que tienen
que seguir trabajando pues nunca tuvieron un trabajo estable
que les otorgara al final de su vida laboral aquellos
exigibles derechos. Eso le sucede a don Jesús.
Y
ya luego cuenta que vive solo porque se divorció y le dejó
a su ex mujer y sus hijos la casa que poseía. “Pero ni me
hace falta, en serio...
y hasta les paso pensión... sí, yo soy un viejo
lobo... así, como un gitano... a ver hasta cuándo
duro”... esta frase es silenciada por los tronidos de los
cohetes, los que al final del show de los cantantes
argentinos hacen su estruendosa, obligada aparición. El
palacio municipal es ya también coloreado por las
luminosas, pirotécnicas figuras confeccionadas con las
luces de pólvora que hábiles coheteros confeccionan para
la ocasión, algunas de las cuales llegan a costar hasta
cincuenta mil pesos o más, dependiendo de su complejidad. Y
aparecen en esa sucesión de brillantes, coloreadas
luminarias las figuras de, obligada, una manzana, una pera,
un delfín (¿en referencia éste al delfín Marín?)... ¡y
hasta Mickey Mouse, ese disneylandesco personaje aparece en
escena!, dejando entrever que hasta en las supuestas fiestas
tradicionales el control estadounidense está siempre
presente. Y ya después, una lluvia de bengalas son lanzadas
al cielo tronando en las alturas y descomponiéndose en
fulgurantes colores, luego de lo cual, el protocolario
show... bueno, acto político, concluye, con los
organizadores agradeciendo al público asistente su atención.
Sí,
aquellos cohetes tronando tan maravillosa, pero tan efímeramente,
pienso, simbolizan el poder del estado, no sólo en Puebla,
sino en todo este sometido país, que aunque se pretenda
presentar como magnífico, espectacular, brillante... al
final tanta porquería contenida tiende a reventar. Cuándo
estallará, me pregunto, el gobierno de Marín.
Agradecemos
el final de la cena a don Jesús dejándole una buena
propina pues, como dijo, ese es su salario. “¿Usted cree
que quiten a Marín?”, le pregunto a manera de conclusión.
Sólo sonríe, sin comentar nada. Esa callada, irónica
respuesta es más que obvia...
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