Obama y Lula acercan posiciones
Agencia DPA, 17/04/09
San Pablo.– Con el fin de concertar posiciones de cara a la Cumbre de las
Américas, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da
Silva, habló ayer por teléfono con su par norteamericano,
Barack Obama, sobre Cuba y la crisis financiera.
La conversación, que dejó en evidencia una vez más la importancia que le
da la Casa Blanca a Brasil en el nuevo contexto
internacional, duró unos 15 minutos y, en parte, estuvo
basada en la decisión de la Casa Blanca de aliviar
restricciones para permitir el viaje de
cubanoestadounidenses a Cuba y el envío de remesas.
Según un vocero del gobierno brasileño, el fin del embargo a Cuba no figuró
en la conversación entre los mandatarios, pese a que será
un firme reclamo que llevará Lula a la cumbre de Trinidad y
Tobago.
Al anunciar el viaje de Lula a Puerto España, el vocero Marcelo Baumbach
confirmó que el presidente reclamará en la cumbre el fin
del embargo que rige desde 1961. "El presidente Lula
considera que mantener el bloqueo es una anomalía en el
ambiente internacional que hace mucho tiempo superó la
confrontación de la Guerra Fría, sobre todo considerando
que todos los países de América latina y el Caribe tienen
relaciones normalizadas con Cuba", dijo Baumbach.
Lula juzgó "positivas" las medidas para aliviar restricciones
hacia Cuba, aunque las califica de "insuficientes en un
ambiente de mayor buena voluntad", añadió el vocero.
Además de reclamar el fin del embargo, Lula impulsará el regreso de Cuba a
la Organización de los Estados Americanos (OEA), de donde
fue expulsado en 1962.
El presidente brasileño no reveló detalles sobre los temas tratados, pero,
según dijo, le reiteró a Obama que "es necesario que
haya un cambio en la visión que tiene Estados Unidos de la
política latinoamericana".
Lula llamó a Obama luego de que el mandatario estadounidense propuso a su
par chilena, Michelle Bachelet, una reunión con los
gobernantes de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur),
que se realizará mañana en Puerto España.
Antes de partir a México, adonde estuvo ayer de visita oficial (ver Pág.
3), Obama dijo que la relación con Lula "es la de dos
líderes de grandes países que están intentando solucionar
problemas y crear oportunidades para sus pueblos".
Lula y Obama tendrán en Puerto España su tercer encuentro personal en poco
más de un mes. El 14 de marzo el mandatario brasileño
realizó una visita a Washington y el 2 de abril volvió a
reunirse con su par norteamericano en Londres, durante la
cumbre del G–20.
Brasil, que se convirtió en acreedor del Fondo Monetario Internacional por
primera vez en su historia al aportar 4500 millones de dólares
para ser destinados a préstamos a países subdesarrollados,
también buscará defender el desarrollo de los
biocombustibles en la cumbre de hoy.
"El presidente Lula considera que la cumbre es una oportunidad para
construir una agenda común que debe ofrecer elementos para
enfrentar la crisis dentro de la soberanía de cada país y
con un nuevo concepto de desarrollo", explicó Baumbach.
Lula dirá, según Baumbach, que "la actual crisis mundial no puede
servir de pretexto para retroceder en los compromisos con
tecnologías sustentables o el abandono de las fuentes
renovables de energía".
Brasil es el principal productor mundial de etanol (alcohol combustible)
hecho con caña de azúcar.
Lula habló con Obama sobre la posibilidad de que la caña de azúcar
convertida en combustible sea un punto de partida hacia el
desarrollo de las naciones caribeñas y centroamericanas. En
ese punto, Brasil reclama el cese de las tasas que debe
pagar el etanol brasileño para ingresar en el mercado
estadounidense.
Con Lula, Obama ingresa en la región
Por Carlos Pagni
Para La Nación, 17/04/09
Barack Obama presenta su aparición como líder regional, en la V Cumbre de
las Américas, como el regreso de los Estados Unidos a la
región. Está en todo su derecho. Se trata de un presidente
estelar que reemplaza a alguien tan desprestigiado como
George W. Bush. Además, el ataque a las Torres Gemelas
obligó al gobierno republicano a tratar una agenda que lo
alejaba del continente. Sin ir más lejos, durante la
presidencia de Bush sucumbió la iniciativa más ambiciosa
de la diplomacia norteamericana para el continente, el ALCA,
cuya acta de defunción se firmó en Cancún en 2003, y
cuyos funerales se realizaron en la anterior edición de la
Cumbre de las Américas, la de 2005, en Mar del Plata, en la
que Bush fue insultado por el dueño de casa, Néstor
Kirchner.
Pero conviene no exagerar el alcance de esta reinserción de los Estados
Unidos en la escena continental. Obama está subyugado por
otro derrumbe, el de la economía, que también impone su
programa. Además, en el campo de la seguridad
internacional, sus desafíos son muy absorbentes. Por
ejemplo, el 75% del territorio de Afganistán fue
reconquistado por los talibanes, y el gobierno de Paquistán
está al borde de una crisis política, sitiado por un ejército
que simpatiza con los musulmanes radicalizados. En la
frontera de ambos países se refugia Bin Laden.
Quiere decir que tampoco a Obama le resultará fácil volver los ojos hacia
América latina. Por eso, en la cumbre que se inicia hoy,
habrá indicios de la estrategia de la administración demócrata
para reponer el vínculo continental a pesar de esas
dificultades.
El primer signo es que la peripecia mexicana será para Washington acaso la
única que demande una atención directa. México estuvo
siempre, por la mera vecindad, en el tope de la agenda del
Departamento de Estado. Pero ahora ese interés aumentó: el
gobierno de Felipe Calderón lucha contra los
narcotraficantes de los carteles de Juárez y Sinaloa, que
ya controlan buena parte del norte del país. Las fuerzas de
seguridad han sido inutilizadas por la infiltración y hubo
que arriesgarse a contaminar al ejército en la pelea. La
preocupación de Obama es evidente: encargó a su amigo y
jefe de gabinete, Rahm Emanuel, la regularización de
millones de inmigrantes de México; designó allí a su
embajador antes que en cualquier otro país, y envió a
Hillary Clinton a Ciudad de México hace 15 días. El mismo
visitó a Calderón, ayer, de paso hacia Trinidad y Tobago.
Obama y la señora de Clinton produjeron una innovación
llamativa: señalaron a los Estados Unidos, en tanto país
consumidor, como parte del problema.
Tercerización
La segunda señal importante que llegará desde la cumbre es crucial para la
Argentina: los Estados Unidos han decidido tercerizar en
Brasil el tratamiento de algunos problemas sudamericanos. El
gobierno brasileño, que fue el causante del fracaso del
ALCA, parece convertirse ahora en una especie de intercesor
regional ante una superpotencia demasiado demandada en otras
áreas del planeta.
La novedad fue notificada en la cumbre del G–20 de Londres. Cuando le
preguntaron si se sentía el líder con mejor imagen
mundial, Obama contestó: "No; ese lugar lo ocupa aquel
muchacho", y señaló a Lula da Silva. Antes de esa
declaración, Obama se había reunido con Lula en
Washington, y antes había recibido en secreto a su ex
profesor, el ministro brasileño Roberto Mangabeira, para
hablar sobre los problemas más urticantes de América del
Sur.
No debería extrañar, entonces, que el gobierno cubano hubiera decidido
hacerse representar en la reunión de hoy por el Brasil de
Lula y no por la Venezuela de Hugo Chávez. Es la pista más
clara de que en alguna mesa secreta los Estados Unidos y
Cuba están negociando los nuevos términos de su relación.
Pero no habrá definiciones al respecto en esta cumbre. La
Casa Blanca pretende descubanizar el encuentro, y por eso
modificó el sistema de visitas y remesas de los ciudadanos
norteamericanos a la isla antes de que comiencen las
sesiones. Obama aclaró que no habrá levantamiento del
embargo hasta que La Habana no produzca reformas democráticas
en su régimen político. De cualquier manera, también el
lobby anticastrista de Miami ha comenzado a flexibilizar su
postura: el hijo del célebre Jorge Mas Canosa, Jorge Mas
Santos, fue uno de los financistas de la campaña de Obama,
quien ganó las elecciones en Florida prometiendo un
reacercamiento con la Cuba de los Castro.
Lula se propuso un objetivo más ambicioso: durante la cumbre del G–20,
trascendió que hoy podría reunir a Obama con Hugo Chávez.
El canciller Celso Amorim justificó esa gestión, que casi
seguro no será exitosa. A diferencia de los Castro, el emir
bolivariano ha cometido dos pecados imperdonables para
Washington: coquetear con el fundamentalismo iraní y con la
narcoguerrilla colombiana. De todos modos, antes de salir
hacia Puerto España, Chávez mantuvo una amigable reunión
con el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, en la que afirmó
no ser "ni amigo ni enemigo de las FARC". También
en Caracas se registran mutaciones.
Este cambio de paisaje interpela a la Argentina. Los Kirchner fracasaron en
su promesa de "contener a Chávez". Y Washington
decidió tomar como referencia regional a Ciudad de México
y a Brasilia, con lo que Buenos Aires abandonó el clásico
trío que integraba con esas capitales. Por eso, Jorge
Taiana y Héctor Timerman encontraron tantas dificultades
para conseguir la foto con Obama que les había encomendado
su jefa, Cristina Kirchner.
Este nuevo orden se proyecta sobre el área que más inquieta hoy al
gobierno argentino: la asistencia financiera para zafar de
la asfixia fiscal. No en vano, México y Brasil fueron los
únicos países de América latina que recibieron este año
una ayuda de la Reserva Federal.
Sin embargo, es posible que entre las bambalinas de la cumbre la señora de
Kirchner recoja una buena noticia: el embajador
norteamericano Anthony Wayne no será jubilado, sino que
volverá a Washington para ocupar una oficina clave para las
relaciones económicas internacionales. Esa promoción es
impulsada por el secretario del Tesoro, Timothy Geithner,
quien se desempeñaba como subsecretario internacional del
Tesoro cuando Wayne se encargaba del área comercial del
Departamento de Estado. Un detalle alentador para los
atribulados Kirchner, quienes acaso encuentren en este
diplomático a su propio intercesor.
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