Milagros
Salazar entrevista a líder de la protesta en la Amazonia
"La
orden era matarnos"
Inter
Press Service (IPS), 14/06/09
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Salomón Aguanash
Crédito:
Milagros Salazar/IPS |
Bagua,
Perú. – La muerte de policías en enfrentamientos con
nativos en la región peruana de la Amazonia fue un
"genocidio" a manos de "salvajes
extremistas", acusó el gobierno. Pero el awajún Salomón
Aguanash rechaza los calificativos y afirma que la violencia
se desató tras ser engañados y rodeados para matarlos.
Aguanash,
presidente del comité de lucha regional que lideró las
acciones en Bagua, dice que el jefe policial de la zona, Víctor
Uribe, se comprometió la noche anterior al trágico viernes
5 de este mes a dar una tregua a los manifestantes hasta las
10 de la mañana y que, cuando los indígenas se preparaban
para retornar a sus pueblos, comenzó el ataque en la
llamada Curva del Diablo.
Los
disparos se iniciaron al promediar las 6 de la mañana desde
las quebradas aledañas mientras los indígenas permanecían
vigilantes en la carretera, narra el líder de la comunidad
de Nazareth, ubicada a tres horas y media de viaje en automóvil
desde la ciudad de Bagua, en el departamento nororiental de
Amazonas.
"Querían
sorprendernos", asegura, tras señalar que el ataque
policial también ocupó a tres helicópteros.
La
información oficial indica que murieron 24 policías en los
enfrentamientos del día 5 en la Estación Número 6 del
Oleoducto Norperuano de Petroperú y en la Curva del Diablo
en la ruta Fernando Belaunde Terry, mientras que las víctimas
indígenas fueron cinco, pero los manifestantes sostienen
que fueron muchos más y por eso siguen buscando cuerpos.
Los
aborígenes reclaman la derogación de las llamadas
"leyes de la selva", decretos legislativos que
promueven la explotación de recursos naturales en
territorios selváticos que, a su juicio, favorece la
presencia de empresas transnacionales en su perjuicio y de
la región.
IPS:
Usted asegura que la policía les dio una tregua que no
cumplió. ¿Cómo fueron las negociaciones antes que
empezaran los enfrentamientos?
SALOMÓN
AGUANASH: La semana anterior a esos enfrentamientos tuvimos
una reunión con el general Víctor Uribe, el representante
de la Defensoría del Pueblo y los alcaldes de Condorcanqui,
Jaén y Bagua Chica porque en los últimos cinco días habíamos
vivido mucha tensión con los conductores de vehículos que
eran detenidos en el bloqueo carretero.
El
general nos dijo que facilitáramos el tránsito para
demostrar al gobierno (nacional de Alan García) que era una
marcha pacífica. Por ello aceptamos y ese día se dio pase
a los vehículos entre las 2 y 6 de la tarde.
Hasta
ahí hubo entendimiento, pero a pesar que se dijo que el diálogo
iba a ser permanente con la policía, luego no pudimos
conversar con el general hasta cinco días después.
Quedamos
para el jueves 4 a las 3 de la tarde, pero como a la reunión
en El Reposo se aparecieron casi 7.000 personas, se postergó
la reunión para las 6 de la tarde en el campamento El Valor
de Petroperú. Ahí solo fuimos una comitiva pequeña.
IPS:
¿A qué se comprometió el general Uribe en esa reunión?
SA:
Primero nos dijo que él no tenía más tiempo, porque
estaba fuera de su nivel y que arriesgaba su cargo ya que
había recibido orden superior. Y dijo que había escuchado
por la radio que había orden de desalojo y que lo único
que le interesaba hablar en la reunión era sobre el pase de
los camiones.
Si
no salíamos de la carretera, iba a aplicar la orden en la
mañana. Por eso es que le pedimos que nos dé una tregua
hasta las 10 de la mañana. Él dijo que ya, que confiáramos
en su palabra y que, si él no daba la orden, los equipos
que estaban allí no podían dar ni un paso.
El
alcalde y el obispo de Jaén le dijeron que no provoque a
los pueblos indígenas porque podía haber derramamiento de
sangre. Entonces, el general aceptó la tregua.
IPS:
¿Por qué no se alistaron para retirarse cuanto antes?
SA:
En la Curva del Diablo había más de 3.600 concentrados y
debíamos conseguir movilidad, camiones. Esa era la
estrategia, no crear nada de violencia. Como a las 5 de la
mañana no pasaba nada, nosotros nos confiamos. Pero a eso
de las 05:50 horas empezó a aparecer mucha gente por los
cerros.
Los
compañeros empezaron a subir y a gritar: ¡es la policía,
es la policía! Entonces llamé al (teléfono) celular del
general para que no haya mayor violencia, pero no respondió.
Mientras
tanto los policías seguían saliendo del cerro y empezaron
a disparar. Nos rodearon, querían sorprendernos. En ese
momento cayeron dos hermanos. Ahí se levantó el hermano
Santiago Manuim (reconocido dirigente indígena del Alto
Marañón) para pedirle a los policías que no disparen,
pero una bala le cayó en el estómago.
IPS:
¿Es verdad que el disparo contra Manuim exacerbó los ánimos
de los indígenas y esto los llevó a atacar a los policías?
SA:
Los hermanos empezaron a atacar a los policías cuando
vieron a los dos primeros muertos. Luego de los disparos por
los cerros, llegaron a los 10 o 15 minutos tres helicópteros,
uno de las Fuerzas Armadas y dos de la policía, desde donde
disparaban bala directo al cuerpo. No sólo lanzaron bombas
lacrimógenas sino también unos aparatos que empezaban a
encender fuego en los cerros. Si miran las fotos, los
cuerpos están quemados.
En
ese momento hubo dos tipos de reacciones: algunos que se
entregaban a morir y otros que respondían con mucha cólera
con sus lanzas. La gente empezó a correr y a dispersarse
para salvar su vida, quién sabe si esas balas de los helicópteros
le cayeron a los mismos policías.
Al
rato, dos tanquetas de la policía empezaron a disparar
desde la carretera. Si la policía quería desalojarnos,
porque desde el principio no vinieron por ahí y prefirieron
sorprendernos por los cerros. La orden era matarnos.
IPS:
¿Quién tiene la culpa de lo sucedido?
SA:
El gobierno central (de García), Mercedes Cabanillas
(ministra del Interior), el premier Yehude Simon y también
el general Uribe porque me pidió que manejara la situación
con inteligencia y yo acepté desalojar la zona pero él no
cumplió.
Incluso
esa misma noche del jueves yo regresé a hablar con los
hermanos y conversamos con los de los camiones para que se
pusieran en orden porque al día siguiente íbamos a dar
pase (al tránsito carretero). Nosotros calculábamos que
nos íbamos a ir entre las 8 y 9 de la mañana.
IPS:
¿Es posible que sólo haya cinco o seis nativos muertos, y
más de 24 policías?
SA:
No creo en eso, nosotros que estábamos desarmados, cómo
podemos matar a 24. No creo que todos nuestros hermanos se
hayan escapado y por eso estamos preocupados para recuperar
nuestros cadáveres.
Aunque
en mi comunidad Nazareth, en otras como Wawas y La Curva
todos ya han retornado, nos preocupada los hermanos de
Santiago, Nieva y Cenepa porque hay 85 que aún no regresan
a sus pueblos.
También
hay dos más que faltan en la comunidad de Tutungos. Yo sé
quiénes faltan porque antes de salir a la protesta, 15 días
antes del viernes 5, hice un registro de todos. De las cinco
cuencas que dirijo salimos 2.600, además se sumaron 140 de
la provincia de San Ignacio, de la región Cajamarca, y
1.006 de la comunidad de Paután del distrito de Nieva en
Amazonas. En total, éramos más de 3.600.
IPS:
El presidente Alan García ha calificado de genocidio la
muerte de los policías a manos de los nativos y de
salvajismo extremo, ¿qué tienen que decir al respecto?
SA:
Que nos sentimos marginados y también indignados sobre todo
después de haber perdido tantas vidas de los hermanos indígenas
y los hermanos policías que nada tienen que ver con
nosotros. Ellos no tienen la culpa, la orden la dio el
gobierno central.
El
presidente dice que ha sido por la influencia de otros países,
eso es falso. Si hubiese sido así, hubiésemos estado
armados, nosotros somos gente humilde y con estas palabras
el gobierno nos maltrata, esperamos que reflexione y derogue
los decretos que hoy sólo se mantienen por el capricho del
gobierno que ha provocado este conflicto entre los wampis–aguajún
y los policías.
IPS:
El gobierno asegura que ustedes se oponen al progreso, ¿cómo
entienden ustedes el desarrollo?
SA:
No rechazamos el desarrollo, queremos el progreso, pero hace
tiempo nos han separado como si perteneciéramos a otros países,
no nos han tomado en cuenta. No nos han traído el
desarrollo agrario ni económico con sus propuestas.
El
país ha cometido un grave error al elegir a Alan García
por segunda vez. Con su política, pretende tratarnos como
terroristas. Le repito, no rechazamos el desarrollo sino que
esto no puede ser pensado sólo desde los hombres de corbata
del gabinete de ministros sino considerando la Declaración
de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas,
el Convenio 169 de la OIT y la Constitución.
Nosotros
desconocemos el tipo de desarrollo que nos ofrece el
presidente, porque no es sostenible y atenta contra la
Amazonia que es patrimonio de todos. Por eso, si el gobierno
insiste en marginarnos y en no derogar los decretos, ya no
vamos a bloquear carreteras sino vamos a poner nuestro hito
(límite) para establecer hasta donde las autoridades puedan
ingresar en nuestros territorios.
IPS:
¿Qué representa el territorio indígena para ustedes?
SA:
Nuestro territorio es nuestro mercado, nuestra madre.
Nosotros no tenemos supermercados como las grandes ciudades
sino que tenemos que recorrer dos o tres días para cazar
animales y buscar nuestra comida en el bosque. Todo lo que
necesitamos para nuestra sobrevivencia está ahí. Por ello
es que lo defendemos con nuestras vidas.
Gobierno
desanda parte del camino
Por
Ángel Páez
Inter
Press Service (IPS), 18/06/09
Lima.–
El Congreso legislativo de Perú derogó este jueves dos de
los más cuestionados decretos que alteraban el orden jurídico
de los territorios indígenas amazónicos y que fueron
origen de un sangriento conflicto.
El
miércoles, el presidente Alan García reconoció que su
gobierno había cometido un error al no consultar a las
comunidades indígenas antes de promulgar, en junio del año
pasado, una decena de decretos legislativos que modificaron
el marco legal para el acceso y uso de los recursos
naturales de la Amazonia y que infringían derechos
consagrados de los nativos.
El
proyecto para derogar los decretos 1.090, sobre recursos
forestales y fauna silvestre, y 1.064, sobre el régimen jurídico
para el aprovechamiento de las tierras de uso agrario, fue
presentado el miércoles por el Poder Ejecutivo y se sometió
este jueves a un intenso debate y votación en el
Legislativo.
Se
pronunciaron a favor 84 legisladores de la oposición, del
gobierno y de bloques aliados.
Los
12 votos en contra correspondieron al bloque de la alianza
de centroderecha Unidad Nacional, que se negó a apoyar la
derogación porque implicaba "un nefasto
precedente", según su portavoz, Javier Bedoya.
"No
podemos avalar a quienes toman el control de las vías de
comunicación para protestar", dijo el legislador en
referencia a las movilizaciones indígenas que bloquearon
carreteras y puertos fluviales en el norte del país.
En
la noche del miércoles, García admitió que se debió
consultar a los "apus", dirigentes de los 332.000
nativos amazónicos de la Asociación Interétnica de
Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), en la elaboración
de los decretos.
"Reconozco
que no se conversó con los jefes de las comunidades
nativas", dijo García, pero insistió en las
"bondades" de los decretos que despachó para
adecuar la legislación peruana al Tratado de Libre Comercio
firmado con Estados Unidos.
Pero
el mandatario volvió a afirmar que los indígenas que se
oponían a esos decretos no actuaron por propia iniciativa
ni razonamiento, sino manipulados por agitadores políticos
a los que no identificó.
"Agitadores,
violentistas y politiqueros convencieron a muchos nativos de
buena fe que la ley iba a quitarles el agua y la tierra...
Todo eso no era cierto", señaló. "Eso llevó a
actos de violencia y bloqueos de carreteras, y allí
criminales ocultos detrás de los nativos emboscaron a la
policía", agregó el presidente.
García
negó que los indígenas awajún, que lideraron la protesta
en la nororiental provincia de Bagua, actuaran motivados
porque no fueron consultados sobre los decretos. El
presidente insistió en que fueron delincuentes comunes los
que condujeron la protesta, y no los indígenas, a quienes
se les ocultó los beneficios de esas leyes, dijo.
"No
se calculó que detrás de los nativos se ocultaría gente
criminal y cruel dispuesta a matar policías y a empujar a
la policía a matar a muchos nativos", señaló.
"Los jefes nativos creyeron en los agitadores y
demagogos, en vez de revisar por ellos mismos las
leyes", abundó.
El 5
de junio, un operativo policial ordenado por García, para
desalojar a los indígenas que controlaban la carretera que
une la costa norte con Bagua, terminó con la muerte de al
menos 10 civiles y 24 policías.
El
Congreso investiga la responsabilidad del Poder Ejecutivo y
de los dirigentes indígenas en esos hechos.
Un
acercamiento con los "apus" amazónicos fue
iniciativa del primer ministro Yehude Simon, quien el lunes
se reunió en la localidad de Mazamari con líderes de la
etnia asháninka.
Para
sorpresa del Poder Ejecutivo, Simon firmó un acuerdo
comprometiéndose a derogar los decretos 1.064 y 1.090,
exigencia de los indígenas para levantar la protesta.
Pero
los tambores de guerra no han cesado. Poco después de la
derogación de los decretos, el Ministerio de Justicia
anunció que prepara un pedido de extradición contra el
presidente de la Aidesep, Alberto Pizango, quien viajó este
jueves a Managua, tras obtener asilo del gobierno de
Nicaragua.
Cuando
las autoridades ordenaron la semana pasada la captura de
Pizango, al que responsabilizaron de la violencia desatada
en Bagua, éste se refugió en la embajada de Nicaragua.
La
vicepresidenta de la Aidesep, Daysi Zapata, saludó la
derogación de los decretos. Pero, dijo a IPS, "la
grave situación de confrontación pudo haberse evitado si
es que los pueblos indígenas eran consultados conforme
manda el Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), y ahora no nos estaríamos lamentando por
tantas muertes".
Apenas
efectuada la votación en el Congreso, la Aidesep ordenó a
sus bases a lo largo y ancho del territorio amazónico que
levantaran las medidas de fuerza. Para la dirigencia indígena,
este logro es solo un episodio de una larga lucha.
Otros
dos decretos habían sido derogados el año pasado, luego de
que la Aidesep emprendió una intensa movilización con
bloqueos y paros.
"Todavía
quedan pendientes otras normas que nuestros hermanos de la
Amazonia exigen su derogación, de modo que esperamos que en
la mesa de diálogo se promueva la discusión sobre las
mismas", señaló Zapata. "Esperamos una
rectificación en los hechos".
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