Elecciones legislativas: la abstensión más el voto nulo
alcanzaron al 65% del padrón
El círculo vicioso de un régimen que se niega a morir
Una derrota aplastante del gobierno
Por Manuel Aguilar Mora (*)
Enviado por Correspondencia de Prensa, 10/07/09
La victoria del PRI el 5 de julio era esperada como algo
casi inevitable pero al llegar ha sorprendido por la enorme
magnitud que tomó, literalmente aplastando al PAN, arrebatándole
bastiones que parecían inexpugnables como algunas
gubernaturas de estados (San Luís Potosí y Querétaro) y
de municipios (Guadalajara, Zapopan, los del populoso
"cordón azul" del Estado de México entre los más
importantes) y disminuyendo drásticamente sus diputados (en
cerca de 70 y quedándose con sólo 143 la menor cantidad
desde 1997), convirtiéndose en la segunda fuerza muy
alejada de la mayoritaria integrada por los 237 diputados de
la bancada priista que, con su aliado el Partido Verde (PVM),
logra alzarse con la mayoría absoluta de las 500 curules de
la Cámara de diputados. Sobrepasándolo por casi diez
puntos (más del 36% de la votación total contra el 27.6%
del PAN) el PRI arrincona al panismo en una situación de
gran debilidad. La derrota de su partido pone al presidente
Felipe Calderón en la posición más incómoda posible a la
mitad de su mandato.
En los próximos tres años Calderón será el rehén del
PRI, partido con el cual cogobierna, y junto a los otros
resultados generales de las elecciones intermedias, es ya el
presidente de México más cercado por circunstancias
desfavorables a su administración: gravísima crisis económica
(a un millón podrá llegar el número de
desempleados a finales del presente año), una
violenta campaña del ejército contra el narcotráfico
impugnada por la gran mayoría de la ciudadanía, un partido
perdedor y dividido y una extrema derecha desprestigiada,
derrotada y a la defensiva.
Ni toda la costosísima parafernalia propagandística que
inundó a la población con sus mensajes típicos de las
"guerras sucias" aprendidos de sus modelos
estadounidense y español, el Partido Republicano y el
Partido Popular respectivamente; ni el uso político de la
epidemia de influenza; ni el clima de miedo auspiciado por
el ejército en las calles y la demagogia discursiva de los
líderes reaccionarios panistas, impidieron esta debacle
electoral.
Un día después, el 6 de julio, Germán Martínez debió
renunciar a la dirección del PAN asumiendo personalmente un
fracaso que le pertenece igualmente e incluso en mayor
proporción al mismo Calderón. La debacle de la extrema
derecha clerical de su partido, su aliada privilegiada,
aposentada por el presidente en posiciones clave en el
gobierno, abre un periodo en que los tres años siguientes
serán, en el mundo oficial, ante todo el adelanto prematuro
de la preparación de la sucesión presidencial para el
2012.
Impacto de los anulistas
La consecuencia principal del 5 de julio, a saber, el PRI
y el PAN como el gran triunfador y el gran perdedor
respectivamente, no es la única entre los resultados
sorprendentes de unas elecciones que fueron excepcionales,
literalmente fuera de la regla de las tradicionales y apáticas
elecciones intermedias. Como las anteriores de su tipo, éstas
también se caracterizaron por una gran abstención (más
del 56%), aunque no como preveían la mayoría de las
encuestas que la pronosticaban muy arriba del 60%.
No obstante, la protesta ciudadana reflejada en el
excepcional monto del voto nulo impactó y ha contribuido a
cuestionar la legitimidad de estas elecciones. Si al factor
del abstencionismo le sumamos el fenómeno del anulismo que
las ha caracterizado, o sea el altísimo porcentaje del voto
nulo cifrado en más del 6%, resulta que menos de un 35% del
padrón electoral es la base de la escasa legitimidad que
tendrá la próxima Cámara de diputados. Del 2 de julio del
2006, fecha de las elecciones presidenciales, al presente año
el porcentaje de los anulistas (calificativo dado a los
partidarios del voto nulo ya incorporado al idioma político)
más que se duplicó, pasando del 2.6% al 6.2% y en el
Distrito Federal llegando incluso a cuadriplicarse
alcanzando más del 10%, es decir un porcentaje mayor al de
la mitad de los partidos contendientes. Cerca de un millón
y medio de votos, en su abrumadora mayoría de protesta,
expresaron su oposición a los partidos gobernantes
principales y su hartazgo del fraudulento y carísimo
sistema electoral: cerca de mil millones de dólares se
gastaron en las elecciones del 5 de julio que equivalen a un
voto que cuesta tres veces más caro que el voto en Estados
Unidos. Este fenómeno del crecimiento de los anulistas es
una de las expresiones más claras del límite al que ha
llegado el sistema. En los próximos años millones de
ciudadanos, muchos de ellos trabajadores, serán los
cimientos de las nuevas alternativas que hoy están ausentes
en la crisis sistémica que atravesamos.
Otros perdedores y ganadores
Entre estos dos polos característicos del 5 de julio, el
regreso triunfal del PRI como la fuerza mayoritaria
absoluta, junto con su aliado el Partido Verde (PVM), en la
Cámara de diputados (ya lo es en la de senadores), posición
que había perdido en 1997, y el crecimiento de una fuerza
social, todavía desorganizada pero poderosa, que se expresó
en el voto nulo, hubieron otros ganadores y perdedores.
Uno de los principales perdedores de los comicios ha sido
el PRD, quien en su caída libre llegó hasta el 12% del
total, después de haber rasguñado el 30% en 2006. De este
modo el PRD caerá de la segunda fuerza legislativa de la Cámara
de diputados a una lejana tercera fuerza, posición que
amenaza disputarle el PVM. Las divisiones del partido son la
causa principal de este desastre, el cual se debe adjudicar
principalmente a la corriente mayoritaria representada por
Los chuchos, cuyos objetivos no esconden una posición
abiertamente conciliadora con el gobierno de Calderón. La
perdida de dos de los municipios conurbados con la Ciudad de
México, Ecatepec (el más grande de la República con más
de tres millones de habitantes) y Nezahualcoyotl (igualmente
muy populoso) dan una idea del tamaño del desastre
perredista.
López Obrador (AMLO) y su movimiento se colocaron en un
punto intermedio entre los ganadores y los perdedores.
Enfrentado con la dirección del PRD, el líder populista
concibió la estrategia de llamar a sus partidarios a votar
por el PRD donde sus candidatos respondían a su corriente
(básicamente en el Distrito Federal) y a sus pequeños
partidos aliados el Partido del Trabajo (PT) y el Partido
Convergencia (PC) en varios estados de la República. No sin
protestas de sectores de sus seguidores, muchos de los
cuales dejaron de serlo, AMLO con esta línea decidió
pulsar sus fuerzas para los próximos años decisivos. Este
barroquismo electoral no podía dejar de tener un alto
precio por mantenerse unido a la tendencia declinante del
propio PRD de la cual el mismo era causa y efecto.
Por eso en el Distrito Federal, dentro de su descenso
generalizado, el PRD salvó lo sustancial de lo que
constituye la joya de su corona: mantuvo su dominio en doce
delegaciones (municipios), perdiendo sólo dos, la periférica
Cuajimalpa y la fundamental Iztapalapa, esta última en uno
de los casos peculiarisímos de la jornada. El PAN conservó
sus dos bastiones tradicionales en la Benito Juárez y la
Miguel Hidalgo (las dos delegaciones predominantemente
burguesas y pequeño burguesas) y conquistó Cuajimalpa. El
PRI, batido en toda la línea desde 1997, cuando perdió la
jefatura de gobierno, sigue sin recuperar terreno en la
capital de la República. Cómo se expresará su estrepitoso
regreso nacional en esta plaza clave del mapa político del
país, será una de los procesos determinantes del próximo
periodo.
El mayor triunfo de AMLO lo consiguió en Iztapalapa, la
delegación masivamente proletaria del Distrito Federal que,
con sus tres millones de habitantes y su casi medio millón
de votos, tiene más distritos uninominales que varios
estados. Por eso mismo este bastión perredista constituía
una pieza fundamental en la puja interna partidaria entre
las dos corrientes. Con una complicada pero astuta maniobra,
AMLO respondió a sus enemigos en el tribunal electoral
(aliados sin rubor de Calderón) y a Los chuchos del PRD,
quienes lograron que se desconociera a su candidata Clara
Brugada a la jefatura delegacional, cuyo nombre sin embargo
ya estaba en las boletas que no podían ser cambiadas a
menos de un mes de la elección. La táctica de AMLO ideó
una fórmula cuyo barroquismo parecía anunciar un fracaso
completo, pero que ante el azoro general resultó otra de
las victorias más sorprendentes de la jornada. Propuso,
ante una asamblea multitudinaria de sus partidarios, votar
por Clara Brugada a través del voto por el candidato del PT,
Rafael Acosta (alias Juanito) y que éste asumiera el
compromiso de que si resultaba ganador, renunciaría a favor
de ella. De esta forma un votante partidario de AMLO debería
entender que en la boleta el nombre de Clara Brugada con el
escudo del PRD, en realidad era la candidatura de la
representante de Los chuchos que se oponía a su candidata y
que para lograr su triunfo debía cruzar el logo del PT. El
resultado fue que Juanito resultó triunfador y hoy dice
prepararse no para renunciar sino para pedir licencia a
favor de Brugada.
La división del PRD es un hecho, ¿Cuándo se dará la
escisión formal del mismo? AMLO ha declarado que permanecerá
en el partido, dejándole a sus antagonistas la decisión de
expulsarlo. Al mismo tiempo durante sus giras por todo el país
en estos años ha organizado, según declara, más de 2
millones de representantes del "gobierno legítimo"
en más de 2000 municipios, con entre 12 y 15 mil comités
ciudadanos. (Newsweek en español, 06.07.09) ¿Qué es esto
sino los inicios de un nuevo partido?
Sonora, la excepción trágica
El 5 de junio, un mes exactamente antes de las elecciones,
el incendio de la guardería ABC de Hermosillo, capital de
Sonora y la muerte de 48 infantes y niños, cimbró al
estado y conmocionó al país. En un mes la situación política
de esa entidad cambió radicalmente. Eduardo Bours, el
gobernador priista se disponía a utilizar las elecciones a
gobernador estatal, que coincidían con las federales, como
plebiscito de su mandato y alzarse desde el 5 de julio como
uno de los posibles candidatos presidenciales de su partido,
el PRI. La ventaja de candidato escogido por él para
sucederlo era de 10 puntos con respecto al candidato panista.
En el mes que transcurrió entre la tragedia y las
elecciones esa ventaja se evaporó y resultó ganador el
candidato del PAN, Guillermo Padrés. Así Sonora se
convirtió en el único estado de los seis que realizaron
elecciones a la gubernatura en que perdió el candidato del
PRI.
Una lección excepcionalmente importante para el futuro.
La avalancha priista que daba por descontado apuntarse la
victoria en Sonora, priista desde siempre, encontró un
dique en las cuatro multitudinarias manifestaciones de
repudio sin precedente que cimbraron a Hermosillo durante
ese mes y expandieron el repudio a todo el país a la política
del IMSS y de todo el sector salud de los gobiernos federal
y estatales de subrogación de guarderías a empresarios
privados. Una protesta nacional nuevamente se alzó contra
la política de las privatizaciones de los servicios públicos
fundamentales de la salud. La altanería y el cinismo
desplegados tanto por el gobernador sonorense como por las
autoridades federales (el procurador general, el director
del IMSS, entre otros), durante el mes que precedió a las
elecciones fue un factor decisivo que pesó en el sentir
nacional y que se expresó en el repudió a Calderón y su
partido y en la derrota más significativa del PRI en la
jornada que fue la de Sonora, en donde un voto de castigo
eliminó toda esperanza de Bours de ser el candidato
presidencial de su partido.
El sarcasmo de la historia
Hace nueve años los guías de la opinión pública
progresista, los expertos politólogos e incluso muchos que
se consideraban gente de izquierda, apostaron al "voto
útil" contra el PRI para realizar la "transición
democrática". El triunfo de Fox les llenó la boca de
elogios y de ilusiones sobre el tránsito de México, hubo
incluso quienes hablaron de una "revolución democrática".
Mas modestos, la mayoría se conformó con la llegada, por
fin, de una "democracia sin adjetivos", como lo
puso Enrique Krauze en una frase que se hizo famosa. Así el
PAN, la derecha, con su acompañante esencial, la extrema
derecha, llegó a Los Pinos avalada con el manto de una
victoria electoral democrática apabullante, que incluía el
voto de muchos progresistas. Con Calderón esa extrema
derecha se aposentó en el centro del gobierno y el 5 de
julio cosechó lo que había sembrado. En nueve años de
panismo más que solucionar los gravísmos problemas del país,
se han profundizado y multiplicado. Al desastre del gobierno
rapaz y desvergonzado de Fox se ha añadido la mano dura y
la insensibilidad política manifiesta de un presidente
recluido en Los Pinos que durante los tres años
transcurridos de su gobierno no ha podido realizar un solo
mitín abierto en la ciudad de México, escenario en esos
mismo años de varios miles de manifestaciones y actos públicos
multitudinarios.
Ante esta situación, los sectores capitalistas dominantes
han decidido la vuelta del PRI. Pero ¿alguna vez se fue?
Por supuesto que no y de hecho, el gobierno verdadero es el
del llamado PRIAN, en donde el PRI siempre tuvo un papel
fundamental y a partir del 5 de julio será predominante,
con la perspectiva muy clara de conquistar, ahora si, ¡"democráticamente"! como partido de oposición,
la presidencia de la república en el 2012. Mostrándose
"renovado" para el siglo XXI, según presume su
presidenta, Beatriz Paredes, en sus cumbres ya se preparan
los posibles candidatos presidenciales dispuestos a relevar
a los torpes panistas, siendo el gobernador mexiquense quien
despunta apoyado multimillonariamente con el presupuesto de
la riquísima entidad federativa más populosa, el
gobernador atlacomulquense del estado de México Enrique Peña
Nieto.
La incomprensión de la verdadera naturaleza del viejo
sistema de dominación político mexicano, de su
resistencia, de sus fuerzas y raíces profundas en un país
con un proletariado sin cabeza (según la clásica definición
de José Revueltas) y de una base clientelar masiva y
populista, ha provocado que a la multitud de autores "transitólogos"
se les haya escapado el significado de la maniobra de la
"transición pactada" del 2000, en la que la nueva
pintura azul que remplazó la tricolor en la mansión de Los
Pinos fue confundida con una real democratización de México.
Después del 2000 el charrismo, lejos de debilitarse, tuvo
una luna de miel con Fox y la continuó con Calderón (¡Elba
Esther Gordillo!), la corrupción de los panistas ha sido
proverbial y en su corta trayectoria ya rivalizó con la
septuagenaria del PRI, el fraude colosal del 2006 no le pidió
nada al de 1988 y así podríamos seguir.
El viejo sistema de dominación no ha sido desmantelado a
pesar de algunas innovaciones democráticas insertadas en el
añejo tinglado que sigue respondiendo, en lo esencial, a
las necesidades políticas de los capitalistas nacionales y
extranjeros. No hubo en todo el siglo XX una verdadera e
histórica vocación democrática de la burguesía en México
y no la va adquirir el capitalismo senil del siglo XXI.
Ahora vemos como, más que irónica, la historia se ha
demostrado francamente sarcástica con todos aquellos
partidarios del "voto útil" que hace nueve años
llamaban a votar por Fox para "sacar al PRI de Los
Pinos" y ahora con la versión novísima del "voto
útil" que es el "voto diferenciado",
convocan a votar por el PRI para echar al PAN y
"diferenciar" los votos con otros partidos para
equilibrar la fuerza del primero. Insertos en el círculo
vicioso de un régimen que se niega a morir. Todos ellos son
incapaces de concebir y entender que la democratización
real, verdadera, popular, histórica ya sólo podrá ser
obra de los trabajadores y de sus aliados, los millones de
sectores de oprimidos y explotados de México.
El único camino
Para las fuerzas populares y sus vanguardias de izquierda
tanto democráticas como socialistas se abre un nuevo
periodo. Ya desde la crisis terminal del PRD que se produjo
con la abierta división posterior al 2006 era evidente que
se comenzaría a plantear la cuestión de un(os) nuevo(s)
instrumento(s) organizativo(s) y político(s) de la lucha
por la democracia y la emancipación de los trabajadores y
sus aliados. La debacle perredista del 5 de julio es
consecuencia directa de esa ruptura.
La fuerza todavía importante de la figura y la pelea de
AMLO contra lo que el llama "la mafia" sigue
siendo fundamental. Pero a pesar de la terquedad de AMLO, prácticamente
se ha cerrado un ciclo, el que comenzó en 1988 bajo la
ilusión masiva, que contagió a la mayoría de la izquierda
socialista de entonces, de que la dirección burguesa de
Cuauhtémoc Cárdenas conduciría a la real y verdadera
democratización de México. El PRD dominó y se chupó a la
mayoría de los medios y los cuadros de izquierda durante el
periodo que está concluyendo, los cuales por cierto, en su
gran mayoría se han perdido para la lucha democrática y
revolucionaria.
En esos veinte años no solamente no se ha derrotado al
PRI sino que éste se apresta a regresar fortalecido y
avalado con un triunfo democrático como "partido de
oposición" según los criterios de los teóricos
neoliberales de la "democracia sin adjetivos". Ha
fracasado ostensiblemente el reformismo nacionalista
neocardenista del PRD, de Cuauhtémoc Cárdenas y de sus
seguidores. Ese reformismo ideológico y político lo
reivindica también AMLO aunque él lo expresa de un modo
plebeyo y fajador que en ocasiones no impide, sino promueve
la movilización masiva. Pero el muñequeo con las
despreciadas pero finalmente respetadas instituciones, la
pelea en el cuadro de las leyes burguesas, el modelo de Juárez
como símbolo patrio, la reverencia a Martin Luther King y a
Salvador Allende como los modelos de la lucha contemporánea,
"la revolución de las conciencias" más que de
las estructuras, todo ello hace del movimiento del
"presidente legítimo" un movimiento populista, no
clasista, no de los trabajadores, de sus familias, de sus
aliados.
Su meta es lograr ser presidente de la República en el
2012. Es evidente que es conciente de la situación caótica
en la que se hunde el país. En esa catástrofe inevitable
está su apuesta. Considera que en los próximos tres años
será posible que los grupos dominantes entiendan que él es
el indicado para gobernar el país. Uno de sus más cercanos
colaboradores que pidió no ser identificado, lo ha dicho
inmejorablemente: "El único escenario en que lo dejarían
llegar a la presidencia es si el país se encontrara en
total caos. Sólo un líder tan fuerte como López Obrador
ha demostrado que sería capaz de restaurar el orden en el
país" (Citado en Newsweek en español, 06.07.09)
Pero el caos del sistema capitalista que se avecina, el
cual en parte ya vivimos cotidianamente, no se resolverá
con la mano de un "hombre fuerte". Más bien esa
solución es la preferida de los capitalistas. La solución
de los trabajadores es colectiva y se forjará en las luchas
próximas: manifestaciones, paros, huelgas, comités de
base, consejos y congresos de trabajadores y pueblo oprimido
y por fin con revoluciones socialistas. Esto es lo que nos
prepara el futuro de la crisis por la que atravesamos.
Coaliciones, frentes, movimientos nuevos, inéditos y
ricos en innovaciones serán los instrumentos que harán
posible la solución popular de la crisis.
Por supuesto, falta mucho para avanzar por esa vía, pero
se puede comenzar a plantear las cuestiones estratégicas
desde hoy e intentar probar los métodos de organización
unitarios en los conflictos cotidianos presentes en los
sindicatos, en las escuelas, en las colonias, en el campo y
en todo acto social por modesto que sea.
AMLO en una entrevista en la mencionada revista Newsweek
define el principal objetivo de su movimiento como de
"la transformación del país, hacer historia, la política
es hacer historia. Lo que queremos es transformar a México.
Sólo ha habido tres transformaciones en nuestra historia.
La independencia de 1810, la Reforma de 1857 y la Revolución
de 1910. Queremos la cuarta transformación de la vida pública
del país".
Ciertamente su pasado heroico será siempre lección vital
para los pueblos. Y el pueblo de México tiene un pasado
heroico cuya épica inspirará las nuevas gestas. Pero también
es cierto que cada presente es inédito, que la historia no
se repite, que a nuevas situaciones corresponden nuevas
tareas, que el imperialismo capitalista hoy plantea
problemas jamás confrontados por la humanidad, que se
necesita hacer un gran esfuerzo para solucionarlos que
requiere la colaboración colectiva de personas, clases,
naciones del muerdo entero.
Hoy el pueblo de México está en una situación similar a
la de los pueblos de América Latina y sus problemas son los
de ellos. La vocación internacionalista será uno de los
principales nuevos factores que será integrado en la visión
transformadora del futuro. El impulso de independencia y
rebeldía popular será en el futuro tan poderoso como lo
fueron en las hazañas liberadoras y emancipadoras del siglo
XIX y del siglo XX, pero la solución de los problemas
actuales no será una simple repetición de las gestas
pasadas sino el producto de la imaginación y la invención
de las luchas del pueblo trabajador y oprimido de México en
el siglo XXI.
(*) Intelectual marxista, militante de la Liga de Unidad
Socialista (LUS).
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