Señales de alerta para el "progresismo"
Por Juan Luis Berterretche y Ernesto Herrera (*)
Correspondencia de Prensa, 06/07/09
El domingo 28 de junio se realizaron las elecciones
internas de los partidos. Cada uno de ellos definió los
candidatos a la presidencia de la República que serán
votados en las elecciones nacionales del 25 de octubre 2009,
o en un ballotage en noviembre entre los dos primeros
candidatos, si ninguno de los partidos obtiene más del 50%
de los votos.
Los candidatos electos en los tres principales partidos
del "sistema político", es decir, del régimen
institucional de dominación, fueron José Mujica con el
52,04 % dentro del FA; Luis Alberto Lacalle en el con el
57,13 del Partido Nacional (PN); y Pedro Bordaberry – hijo
del dictador Juan María Bordaberry – con el 72,6% del
Partido Colorado (PC).
El resultado de la internas no hizo más que corroborar lo
que ya se pronosticaba: la elección nacional de
octubre/noviembre 2009 se dirimirá entre José Mujica,
dirigente histórico de los tupamaros, ex ministro de
Agricultura del gobierno de Tabaré Vázquez y actual
senador, y Luis
Alberto Lacalle, presidente del país entre 1990–1995,
representante de la derecha neoliberal y compinche en su
momento de Collor de Mello, Menem, y Fujimori, todos
vasallos de las directivas del Consenso de Washington.
El alto porcentaje de la votación del PN que superó por
más de un 4% al FA (45,93% del total de los votos emitidos
contra 41,31%), es una señal de alerta para los dirigentes
frentistas que pretendían sobrepasar en la votación a
ambos partidos burgueses juntos. (1) Con el agravante que el
triunfador en el PN no fue el candidato de
"centro" Jorge Larrañaga – como muchos
frentistas esperaban –
sino el jefe del ala más abiertamente neoliberal y
pro–imperialista. A lo que debemos agregar que Larrañaga
aceptó de inmediato la candidatura a la vice–presidencia
del PN, cerrando la fórmula de "unidad", esto es,
subordinándose a la derecha "lacallista".
Este tropezón del "progresismo", se presta a
muchas lecturas por parte de sociólogos, politólogos,
periodistas y toda clase de gurús. Todas esas lecturas son
por la derecha, eludiendo los aspectos políticos y programáticos
centrales. No obstante, el "pronunciamiento de las
urnas" ofrece una primera evidencia. Es el resultado de
una estrategia gubernamental que: 1) desdeñó – y
desalentó – todas las expectativas y esperanzas de cambio
real que había en la clase trabajadora y los sectores
populares; 2) contuvo hasta desmovilizar y despolitizar –
con la complicidad de las direcciones sindicales burocráticas
– a los movimientos sociales, fragmentado y debilitando
las resistencias populares; 3) se dedicó a una administración
social–liberal del capitalismo durante estos últimos casi
cinco años, haciendo que una parte importante del
"electorado" no percibiera diferencias sustantivas
entre el actual gobierno del FA y los ejercidos
anteriormente por los partidos conservadores.
También influyó en
el resultado y sobre todo en la altísima abstención (55%),
una disputa electoral sin debate de ideas, ni de programas
claramente distintos, ni de confrontación ideológica. De
allí que la "fiesta cívica" se viera reducida a
menos de la mitad de los habilitados para votar, cuando
todas las empresas encuestadoras vaticinaban lo contrario.
La preocupación principal de los dirigentes del FA pasó
por ubicarse en el "centro" del escenario político,
y por defender una gestión de gobierno a todas luces
social–liberal: pago por adelantado al FMI y al Banco
Mundial; exoneraciones fiscales a las patronales; vía libre
a la instalación de multinacionales pasteras–papeleras;
extranjerización de la tierra y de la economía en general;
acuerdo de inversiones con EEUU; apoyo con tropas a la
ocupación de Haití; extensión del impuesto a los sueldos
a las jubilaciones medias y altas (IRPF); veto presidencial
a la ley que legalizaba parcialmente el derecho al aborto; y
una política de "seguridad" cuyo saldo es el
reforzamiento del Estado penal (más procesamientos y
encarcelamientos, sobre todo de jóvenes).
Por ganar electores de "centro" – como ocurre
inevitablemente –, se perdieron apoyos y electores por la
izquierda, lo que aceleró el desplazamiento de un
electorado fluctuante o indeciso hacia opciones más a la
derecha. Y lo más grave: tanto blancos como colorados,
sobre todo los primeros, consiguieron movilizar a miles de jóvenes
durante sus campañas y el día de la votación.
En este contexto, los 20 mil votos en blanco y nulos (casi
un 2% del total de votos emitidos en una elección con voto
no obligatorio), representan un dato político elocuente. En
gran parte porque son expresiones de descontento que
corresponden, en su mayoría, a frentistas y ex frentistas
tan decepcionados como críticos del gobierno
"progresista" y con los tres candidatos a elegir,
quienes respondían al mismo esquema de administración
social–liberal del capitalismo. (2) Según la encuestadora
Equipos Mori, entre los que se abstuvieron, el 17%
"confesaba que no había encontrado candidato".
La ecuación que se ha procesado en el FA es, por un lado,
y como consecuencia de la derechización del discurso y el
programa, una desmovilización de los militantes más
politizados y con mayor expectativa hacia el cambio de
sistema político–económico–social; por el otro lado,
una adhesión al FA de capas sociales empobrecidas,
indigentes o marginadas con ninguna organización y con una
escasa "cultura política", beneficiarias de los
planes de asistencia social y, simultáneamente, atraídas
por la imagen y el "estilo" del confirmado
candidato a la presidencia. En este último caso, la pose y
el lenguaje "populista" (en verdad semi–lúmpen)
de Mujica, quien se presenta como alguien que "viene de
abajo", consigue simpatías en esas capas desposeídas
de todo.
En la militancia del Frente Amplio predomina un estado de
desazón y confusión por los resultados. No es para menos.
Solamente en la capital, Montevideo, el partido de gobierno
logró el primer lugar mientras en los 18 departamentos
restantes del país (7 gobernados por el FA), fue derrotado.
No obstante, la cúpula dirigente del
"progresismo" insiste en caminar por la senda
derecha para "competir mejor" con los partidos de
las elites dominantes. El primer paso en este sentido es la
confirmación de Danilo Astori (un monetarista liberal) como
vicepresidente de Mujica. Será Astori quien tendrá el
comando exclusivo sobre la orientación económica, tanto
durante la campaña electoral como en un eventual segundo
gobierno del FA. Esto quiere decir que desaparecerán los
planteos "fuera del programa", como por ejemplo,
la disputa "entre ricos y pobres", los
cuestionamientos a la propiedad privada, la creación de un
frigorífico nacional, o la eliminación de las AFAP (fondos
de pensión privados). De ahora en más, todo se conducirá
bajo la óptica de lo "políticamente correcto".
Esto es, apegándose cada vez más a las reglas que impone
el mercado.
Más (o peor)
de lo mismo, gane quien gane
Evidentemente, ahora empieza otra campaña. Por lo que de
ninguna manera pueden proyectarse los resultados de las
internas hacia la elección nacional (presidencial y
parlamentaria) del próximo 25 de octubre. En todo caso, una
confirmación: las opciones con posibilidades de triunfar se
reducen al Frente Amplio y al Partido Nacional. Y es
entonces que tanto desde ambos partidos como desde los
poderes mediáticos, se alimenta la idea de una disputa
entre "izquierda" y "derecha", entre
"dos proyectos de país". Obviamente, y más allá
de los contrastes notorios, se trata de una disyuntiva
falsa.
Por el lado del "progresismo", su candidato
presidencial, José Mujica ya anunció "que hay que
darle continuidad a esta política económica". Y que
el próximo ministro de Economía y Finanzas tendrá que ser
"una persona que dé tranquilidad a los mercados",
porque "todos sabemos que el capital es huidizo, que se
preocupa mucho de las señales, y es un dato de la realidad
que hay que tener en cuenta". (3) Sus
"modelos" son Lula, porque "hay que ir por la
derecha en economía", y aquellos países "que
hicieron bien las cosas para sus pueblos": "Y
entonces miro a Suecia y me da envidia, miro a Dinamarca y
me da envidia, miro a Nueva Zelandia y me da todavía más
envidia". (4) Respondiéndole a Lacalle – quien
convocaba a los inversores a esperar el resultado de las
elecciones nacionales para hacer sus negocios en el país
– Mujica fue todavía más enfático: "Nosotros
decimos lo contrario: invierta tranquilo ahora que este país
va a seguir ofreciendo la estabilidad y la seguridad que el
capital requiere. Todos los actores políticos relevantes
somos conscientes de que en este mundo de hoy, hay que ser
hospitalarios con la inversión, o el dinero se va para otro
lado. Y con el dinero, se van los puestos de trabajo que
tanto se necesitan". (5)
Es decir, que un segundo gobierno del Frente Amplio
continuará siendo una garantía del orden capitalista. Con
Astori en la fórmula presidencial, haciendo de director de
orquesta, esa continuidad está más que asegurada. En tal
sentido, nada permite pensar en un cambio de dirección.
Por el lado de la derecha lo que se anuncia es peor de lo
mismo. Lacalle, se ubica en una línea de neoliberalismo
duro, es decir: privatizaciones, exoneraciones tributarias
al capital, "flexibilización" de las relaciones
laborales a favor de los patrones, endurecimiento del
sistema penal, más represión policial, etc. Propone a su
vez, "volver al FMI" como fuente de financiación
externa (algo que Mujica tampoco descarta).
En resumen, y más allá de polémicas en el terreno de la
retórica, el "rumbo macroeconómico" no se verá
alterado. Así lo ven, incluso, banqueros e inversores de
Europa y Estados Unidos. "El país tiene asegurada una
continuidad de los principales rasgos de su política económica,
independientemente del partido y candidato que gane las próximas
elecciones", afirmó el redactor de un informe para los
bancos de Nueva York sobre las perspectivas políticas y
económicas de Uruguay. (6)
Ante la ausencia de luchas sociales significativas y
considerando la extrema debilidad de las fuerzas clasistas y
revolucionarias, cobra fuerza en sectores populares la opción
electoral del Frente Amplio como el "mal menor":
como última barrera al peligro de "regreso de la
derecha". Un peligro real, sin duda. Consecuencia, a la
vez, de un "modelo progresista" que en lugar de
modificar decisivamente las relaciones de fuerzas en favor
de los explotados y oprimidos, permitió levantar cabeza a
las elites neoliberales.
Esta opción por el "mal menor" – que nada
tiene que ver con una convicción de izquierda – es la
expresión más categórica de un desencanto resignado y,
sobre todo, consecuencia directa de una situación donde las
luchas defensivas no lograron superar los muros de contención
que, tanto el gobierno "progresista" como el
sindicalismo burocrático, terminaron por imponer. Pero
también, es la muestra que la izquierda radical no ha
conseguido convertirse en una alternativa creíble y visible
al social–liberalismo. Mucho menos en el plano electoral.
A la izquierda del Frente Amplio se presentaron en estas
elecciones internas tres opciones: la Asamblea Popular,
3.780 votos (0,36%); el Partido de los Trabajadores, 336
votos (0,03%); y Comuna (Comisiones Unitarias
Antiimperialistas Artiguistas), 241 votos (0,02%). El
resultado obligaría a un balance auto–crítico, no tanto
por la escuálida votación, sino por la invalidez de una
"táctica político–electoral" que, pese a todos
los argumentos y principios esgrimidos por quienes la
practican, ni rompe con la lógica institucional–electoral
de la "democracia representativa", ni favorece el
proceso de acumulación de fuerzas revolucionarias en el
campo de la lucha de clases.
Como telón de fondo, la crisis socio–económica y los
primeros síntomas de recesión económica. El precio, como
siempre, lo paga la clase trabajadora. La concentración de
la riqueza aumenta, la pobreza estructural no cede y ahora
el desempleo dejo de ser solamente un "fantasma
lejano". Todos los datos disponibles indican que desde
octubre 2008, fueron enviados al seguro de desempleo 29.282
trabajadores – un 40% más que el año anterior – y las
previsiones hasta el fin de 2009, hablan de 5.200 nuevos envíos
al seguro de desempleo, la mayoría trabajadores/as de
curtiembres, textiles, vestimenta, calzado, metalúrgicos,
frigoríficos, construcción. Mientras tanto, las patronales
han comenzado con los despidos y el incumplimiento de los
convenios colectivos en ramas como metalúrgicos, plásticos,
automotrices, comercio. No obstante esta profundización del
ataque capitalista, la respuesta sindical ha sido mínima y
puramente defensiva.
Montevideo, 5–7–2009
(*) Juan Luis Berterretche, militante–investigador.
Autor del libro "El comisario va en coche al
muere" (primera edición, Trilce, Montevideo 1992,
segunda edición, Banda Oriental, Montevideo 2000), ensayo
sobre el movimiento anarquista en los años 1920–1930. Es
redactor de Desacato, revista que se edita en portugués y
castellano (http://www.desacato.info/). Ernesto Herrera,
miembro del Colectivo Militante, colaborador de La Breche
(Suiza) en América Latina, y editor del boletín solidario
de información Correspondencia de Prensa – Agenda Radical
(germain5@chasque.net)
Notas:
(1) Sobre un total de 2.584.220 habilitados, sufragaron
1.151.107 (44,54%). El Partido Nacional obtuvo 468.295 votos
(45,93); el Frente Amplio 432.944 (41,31%); y el Partido
Colorado 125.760 (12%). El Partido Independiente
(centro–derecha), que actualmente es el otro partido con
representación parlamentaria (un diputado), apenas consiguió
3.330 votos (0,32%).
(2) Además de Mujica, competían Danilo Astori, ex
ministro de Economía y Finanzas de Tabaré Vázquez y
actual senador, quien obtuvo el 39,68%, y Marcos Carámbula,
intendente (alcalde) del departamento de Canelones, que
apenas llegó al 8,28%.
(3) La Diaria, 27–5–2009.
(4) El Observador Económico, 4–7–2009.
(5) José Mujica, "Breve manual para
inversores", artículo publicado en su sitio el
2–7–2009: http://www.pepetalcuales.com/
(6) "Política económica por derecha o
izquierda", Nelson Fernández, El Observador Económico,
6–6–2009.
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