El nuevo militarismo en América del Sur
Por Raúl Zibechi (*)
Informe Especial del IRC
Programa de las Américas, 10/05/09
Las
sociedades sudamericanas se están militarizando por la
intervención de la principal potencia regional, que sin
duda es un factor clave en el continente, pero también como
consecuencia de los profundos cambios económicos y políticos,
que hemos dado en llamar neoliberalismo.
Hace pocos meses una comisión oficial de militares brasileños visitó
Vietnam. La comitiva, integrada por coroneles y tenientes
coroneles, visitó Hanoi, Ho Chi Min (antigua Saigón) y la
provincia de Cu Chi, donde se conservan 250 kilómetros de túneles
construidos durante la guerra con Estados Unidos, con el
objetivo de hacer "intercambios sobre doctrina de
resistencia".
En la página web del ejército brasileño el general Claudio Barbosa
Figueiredo, jefe del Comando Militar de la Amazonia, asegura
que Brasil va a enfrentar acciones similares a las que
sucedieron en Vietnam, y ahora en Irak, en caso de un
conflicto que involucre a la Amazonia. "La estrategia
de la resistencia no difiere mucho de la guerra de
guerrillas y es un recurso que el ejército no dudará en
adoptar ante una posible confrontación con un país o grupo
de países con potencial económico y bélico mayor que
Brasil".
Añadió que "se deberá contar con la propia selva tropical como
aliada para combatir al invasor"1. La noticia tuvo
escaso impacto en los medios, pero pone de relieve que las
fuerzas armadas de Brasil tienen planes estratégicos
propios y que vislumbran a Estados Unidos como enemigo
militar potencial.
En diciembre pasado Venezuela firmó un acuerdo con Rusia para la compra de
110.000 fusiles Kalashnikov, 33 helicópteros de asalto,
ataque y transporte pesado y 50 cazabombarderos; otro con
España para adquirir material naval aeronáutico, que
incluye cuatro corbetas, y 50 aviones de combate y
entrenamiento a Brasil. Las compras forman parte de la
"constante actualización de las fuerzas armadas
venezolanas, su buen nivel de mantenimiento y la permanente
puesta al día de sus planes de modernización y adquisición
de armamentos", afirma el Balance Militar de América
del Sur2.
La noticia fue recibida con fuertes críticas por parte del secretario de
Defensa de la Casa Blanca, Donald Rumsfeld, y el
Departamento de Estado aseguró que se trata del
"inicio de una carrera armamentista". En paralelo,
la nación sudamericana activó a mediados de abril su
comando de reserva, "que debe alcanzar dos millones de
miembros y se incluye en la nueva doctrina de defensa de
Venezuela"3. La decisión se tomó el 13 de abril,
tercer aniversario del golpe de Estado que apartó a Hugo Chávez
durante unas horas del gobierno.
Fuentes de prensa aseguran que Peter Goss, director de la CIA, denunció a
fines de febrero ante una comisión del Senado de los
Estados Unidos, que la agencia cuenta con
"evidencias" de reuniones entre las FARC (Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia) y la red islámica de
Bin Laden, para coordinar ataques terroristas en la región4.
Según esta versión, la "amenaza terrorista" sería
inminente en América Latina, poniendo como ejemplo y modelo
los atentados en Buenos Aires a la embajada de Israel y a la
AMIA (institución judía de solidaridad), realizados en los
90, en los que murieron cientos de personas.
Sacadas de su contexto, las tres noticias anteriores –y otras muchas que
se pueden sumar– pueden dar la impresión de que Sudamérica
se encamina hacia confrontaciones militares inminentes y que
la militarización avanza a pasos de gigante. La realidad,
sin embargo, va por otro camino. Venezuela, pese al
reforzamiento de sus fuerzas armadas, está situada en sexto
lugar en el ranking continental de poder militar en América
del Sur, elaborado por la revista Military Power Review en
2004. El primer lugar lo ocupa Brasil (653 puntos), el
segundo Perú (423), el tercero Argentina (419), y le siguen
Chile (387), Colombia (314) y Venezuela (282).
Por otro lado, América Latina es una de las zonas de menor tensión en el
mundo y una de las que menos recursos de su Producto Interno
Bruto (PIB) dedica al presupuesto militar, apenas el 1,5%.
Esta cifra contrasta con el 4% del PIB que dedica la Unión
Europea a gastos militares, el 3% de Estados Unidos (que
realiza el 47% de los gastos militares del planeta) y el 12%
de Medio Oriente. Buena parte de las compras e inversiones
en armamento que están realizando varios países
sudamericanos, sólo se proponen renovar el material bélico
adquirido en los años 60, que ha finalizado ya su vida útil
y se encuentra anticuado.
Pese a ello, y aunque parezca contradictorio, puede hablarse de una
creciente militarización del continente. Pero ahora
transita por caminos nuevos, que poco tienen que ver con las
estrategias militares anteriores. A grandes rasgos, pueden
establecerse cuatro razones para el ascenso de un nuevo
militarismo: el Plan Colombia como emergente de la nueva
estrategia regional de Washington, que incluye el combate al
narcotráfico y la guerrilla, y el control de la
biodiversidad de la región andina, desde Venezuela hasta
Bolivia; las nuevas formas que adopta la guerra en el período
neoliberal, o sea la privatización de la guerra; y el nuevo
papel de Brasil en el continente, única nación del Sur
pobre que tiene autonomía estratégica militar. El cuarto
factor proviene de los intentos de las elites de cada país,
impulsadas por Washington, para contener la protesta social
a través de la militarización de las sociedades y la
criminalización de los movimientos sociales.
Viejo
militarismo, nuevos controles
Con el objetivo de mantener la supremacía mundial, el empresariado
estadounidense pretende controlar las nuevas fuentes de
poder económico (vinculadas a la diversidad biológica) a
la vez que busca no perder el control de las viejas (en
particular los hidrocarburos). Sobre este último tema
existe una amplia bibliografía y decenas de artículos
periodísticos. Basta recordar las palabras de George W.
Bush, pronunciadas en el año 2000: "Nunca antes en su
historia Estados Unidos había sido más dependiente del
petróleo extranjero. En 1973, el país importó el 36 por
ciento de sus necesidades petroleras. Hoy en día, Estados
Unidos importa 56 por ciento de su petróleo crudo".
Asegurar el control sobre los recursos petroleros
sudamericanos (Venezuela es el cuarto proveedor de petróleo
de Estados Unidos, al que abastece el 15% de sus
necesidades, y Colombia es su quinto proveedor), requiere un
control territorial de enclave (control intenso en áreas
reducidas) en aquellos sitios donde se producen riquezas.
Por otro lado, la supremacía económica requiere mantener la delantera en
las nuevas áreas que pueden llegar a permitir un
relanzamiento de la economía, y por lo tanto de las
ganancias. Este objetivo implica el control y posesión de
los llamados "territorios complejos", aquellas
zonas de elevada biodiversidad generadora de endemismos,
cuyo control puede permitirle a la superpotencia enfrentar
los desafíos que provienen del Este (China, India y Japón).
Pero aprovechar y monopolizar la biodiversidad exige una
presencia sobre el amplio terreno que va de la Amazonia
hasta el sur de México, la región más rica en
biodiversidad del planeta5 .
Para afrontar estas tareas, la Casa Blanca parece haber dado prioridad al
Southern Command (Comando Sur) con base en Miami. Su
creciente importancia hace visible el grado de centralidad
adquirido por la dimensión militar en el reordenamiento
mundial post 11 de setiembre. Lo que Brian Loveman denomina
"full spectrum threat dominance" (dominio del
amplio espectro de amenazas)6 , que implica enfocar los
principales asuntos de la sociedad –desde la salud y la
inmigración hasta la agricultura y la economía– como
cuestiones de seguridad. Según algunos analistas, el
Comando Sur se ha convertido en el principal interlocutor de
los gobiernos latinoamericanos y en el articulador de la política
exterior y de defensa estadounidense en la región7. El
Comando Sur tiene más empleados trabajando sobre América
Latina que la suma de los Departamentos de Estado,
Agricultura, Comercio, Tesoro y Defensa.
La presencia militar directa en la región se ha incrementado y
diversificado desde la desactivación de la base Howard en
Panamá, en 1999. El Comando Sur tiene ahora responsabilidad
sobre las bases de Guantánamo (Cuba), Fort Buchanan y
Roosevelt Roads (Puerto Rico), Soto Cano (Honduras) y
Comalapa (El Salvador); y las bases aéreas recientemente
creadas de Manta (Ecuador), Reina Beatriz (Aruba) y Hato Rey
(Curaçao). Además maneja una red de 17 guarniciones
terrestre de radares: tres fijos en Perú, cuatro fijos en
Colombia, y el resto móviles y secretos en países andinos
y del Caribe8 . Colombia es ya el cuarto receptor de ayuda
militar de Estados Unidos en el mundo, detrás de Israel,
Egipto e Irak; y la embajada en Bogotá es la segunda más
grande en el mundo luego de la de Irak.
Varios analistas sostienen que Washington persigue la creación de una
"fuerza militar sudamericana" o bien una
"fuerza armada única" comandada desde el Pentágono,
para enfrentar los nuevos desafíos9. Según esta lectura,
ya no es suficiente con entrenar militares en la Escuela de
las Américas, como sucedía en los años 60 y 70, ni de
crear grupos de mercenarios como la Contra nicaragüense en
los 80, sino que se hace necesario crear un dispositivo bélico
continental con mando unificado. Este ambicioso proyecto
puede ser interpretado como la versión militar del
"mercado único" de Alaska a la Patagonia que es
el ALCA.
Esta militarización de las relaciones entre Estados Unidos y América
Latina, tendría además el objetivo de combatir los desafíos
presentes y futuros en la región. Debe recordarse que
algunos sectores conservadores del establishment
estadounidense consideran que existe un "eje del
mal" regional compuesto por Brasil, Venezuela y Cuba10
.
Este proyecto de fuerza armada única se encontraba avanzado antes del 11 de
setiembre de 2001. Los cambios mundiales, la atención
prestada por Estados Unidos a Afganistán e Irak, y la nueva
situación en América Latina, parecen haber aplazado su
concreción. En efecto, en agosto de 2001 se realizaron las
maniobras Cabañas 2001 en la norteña provincia de Salta,
Argentina.
El operativo Cabañas se realizó, en la misma provincia donde se
registraban los cortes de rutas más importantes del
movimiento piquetero. Más de 1.200 efectivos de nueve países
(Argentina, Estados Unidos, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador,
Paraguay, Perú y Uruguay) realizaron maniobras durante
varios días, enteramente financiadas por Washington, que
aportó hasta las raciones de comida. Las tropas ingresaron
al país sin autorización del Congreso, como exige la
Constitución. Según medios de prensa, las maniobras tenían
por objetivo "entrenar a militares latinoamericanos en
situaciones de conmoción urbana". Pero lo más
interesante es que las maniobras dieron pie a un debate
nacional en el que surgieron evidencias de que "Estados
Unidos tiene planeadas tres bases en territorio argentino:
la Antártida en el Sur, el Delta en el Centro y Salta en el
Norte "11.
Una de las novedades que surgió es que en el estratégico delta del río
Paraná –a muy escasa distancia del estratégico puente Zárate–Brazo
Largo y del principal centro industrial argentino, el
complejo Zárate–Campana–, podría estar operando un
contingente militar permanente. Más aún, en esos momentos
críticos para Argentina, la brasileña Agencia Estado
confirmó que el gobierno de Fernando de la Rúa estaba
negociando la deuda total del país a cambio de bases
militares12. En esas mismas fechas Estados Unidos negociaba
con Brasil, presidido entonces por Fernando Henrique Cardoso,
la cesión de la base militar de Alcántara en plena
Amazonia, cerca de la frontera con Ecuador y de la
cordillera andina.
Pero los cambios políticos sucedidos en esos años en Argentina, Brasil,
Bolivia y Venezuela, frustraron parcialmente esos planes.
Aunque la situación en Ecuador aún no está definida, la
renuncia de Lucio Gutiérrez puede implicar un cambio de
rumbo adverso a Bush.
La
privatización de la guerra
De alguna manera la evolución de la guerra sigue el modelo de la industria.
Hacia los años 60 la producción fabril en cadena (el
fordismo, popularizado por Charles Chaplin en el film
"Tiempos modernos"), entró en crisis cuando los
trabajadores se rebelaron contra la alienación de un
trabajo monótono, y contra el excesivo control de los
capataces y la gerencia. Los empresarios consiguieron
recuperar la iniciativa en el taller mediante formas de
trabajo flexible, introduciendo nuevas tecnologías como los
robots informatizados, reduciendo el personal fabril,
externalizando (outsourcing) todas las funciones que en
adelante las harían "terceros" y fortaleciendo la
gerencia. A nivel de la sociedad, estas nuevas formas de
organizar la producción se tradujeron en la reducción de
los estados, y la privatización de áreas enteras de la
producción y los servicios. Estas son las políticas
impulsadas por el Consenso de Washington a las que se
denominó como neoliberalismo.
Una de las características más destacadas del nuevo modelo de producción,
es que al sacar fuera de la fábrica buena parte de las
tareas que antes se hacían dentro, convierte todas las
funciones sociales en parte de la cadena productiva. De esa
manera, se puede decir que toda la sociedad comienza a
funcionar con la lógica fabril, ya que el nuevo modelo
productivo se derrama hacia el conjunto de la sociedad.
Algo similar sucede con la guerra. En 2002 había 43 conflictos en el mundo,
de los cuales apenas uno era una guerra entre estados
soberanos, o sea una guerra "clásica"
interestatal. La realidad indica que "las ‘viejas
guerras’ conducidas por estados nacionales soberanos y
reguladas por el derecho internacional público, están
siendo sustituidas por las ‘nuevas guerras’, que son
conducidas por diversos actores no estatales sin ningún
tipo de regulación legal"13. En muchos países
africanos, la guerra dejó de ser la interrupción violenta
de la vida cotidiana para convertirse "en una economía
regulada según sus propias leyes y orientada hacia su
reproducción"14. La idea de fondo, según Robert Kurz,
es mantener a distancia a las enormes masas de
"superfluos" para que no interfieran en la
reproducción del sistema. Esa población excedente, debe
ser controlada y mantenida a raya, y la forma de hacerlo es
la militarización de los flujos migratorios y de los
sectores sociales considerados marginales.
Según otro especialista en privatización de la guerra, Darío Azzellini,
coautor con Boris Kanzleiter del libro "La privatización
de la guerra", este proceso comenzó con la derrota de
los Estados Unidos en Vietnam. "Estamos volviendo a
algo similar a las economías de enclave del período
colonial. Ya no se trata del control territorial ni de la
imposición de un modelo de sociedad, ahora las fuerzas
militares controlan sólo los puntos económicamente
interesantes. En Irak es muy claro, sólo les interesa
controlar los pozos petroleros, como antes controlaban los
ingenios azucareros, las minas y otros enclaves coloniales
"15.
Existe una relación cada vez más estrecha entre los ejércitos estatales y
las empresas multinacionales, ya que los ejércitos privados
trabajan para ambos. Algunas empresas, como la célebre
Halliburton, son dueñas de ejércitos, y hay empresas
militares que tienen acciones en empresas privadas, como el
caso de la minería en varios países de Africa. Uno de los
objetivos que llevó a la creación de Corporaciones
Militares Privadas (CMP) consiste en eludir cualquier
control democrático. "Si Estados Unidos envía 600
soldados a Colombia, esa decisión debe pasar por el
Congreso. Pero si quien envía esos soldados es una empresa
privada, a raíz de un contrato firmado por el Pentágono,
el parlamento no tiene nada que decir y ni siquiera se
entera de lo que está sucediendo", señala Azzellini.
Según expertos, habría tres tipos diferentes de CMP: las que intervienen
directamente en el campo de batalla, las que brindan asesoría
militar y capacitación pero no combaten, y finalmente las
que sólo ofrecen logística, apoyo técnico y transporte.
En Irak existen los tres tipos. En América Latina existen sólo
las de los tipos dos y tres, por ahora. Pero en este
continente todos los programas antinarcóticos están
manejados por empresas militares y las estaciones de radares
que controla el Comando Sur son manejadas también por
empleados de empresas privadas. En Colombia han muerto en
los últimos años ocho estadounidenses, pero como
pertenecen a empresas privadas el Pentágono elude toda
responsabilidad.
Colombia es el laboratorio de experimentación de las nuevas guerras en América
Latina. El Congreso de los Estados Unidos autorizó, en
octubre pasado, a aumentar de 400 a 800 los militares en
suelo colombiano, en tanto hay otros 600 civiles empleados
por empresas militares privadas, que algunas fuentes elevan
hasta mil. Sólo la DynCorp (una de las más importantes CMP
del mundo) maneja 88 helicópteros y avionetas del gobierno
estadounidense y tendría entre 100 y 355 empleados, un
tercio de ellos ciudadanos de los Estados Unidos16 .
El Plan Colombia, para no repetir el fracaso de Vietnam (y muy en particular
el escándalo que produjo en la sociedad estadounidense la
difusión de noticias sobre la guerra), se apoya de manera
decisiva en las CMP. Desde que Bill Clinton implementó el
Plan, el resultado es alarmante: "Cuadruplicó el número
de soldados profesionales y multiplicó por veinte los helicópteros
del ejército, aviones de inspección y consejeros
militares, mientras el número total de los paramilitares
que acogían satisfactoriamente al plan aumentó de 5.000 a
12.500 "17.
En este punto aparece una notable confluencia entre la actividad de las CMP
y la del Pentágono. James Petras la resume así: "La
verdadera preocupación del USSOUTHCOM es que los países
vecinos de Colombia (Ecuador, Venezuela, Panamá, Brasil),
que están sufriendo los mismos efectos adversos de las políticas
neoliberales, se movilicen políticamente contra la dominación
militar y los intereses económicos de los Estados
Unidos"18. En su opinión, se trata de militarizar una
región estratégica, para asegurar su control.
El
caso Brasil
Brasil es el único país latinoamericano que tiene un plan estratégico de
defensa. También es el único país de la región que tiene
un empresariado nacional con intereses diferenciados
respecto del resto del empresariado mundial. Fue este
sector, apoyado en el gobierno de Lula, el que logró
diferir la puesta en marcha del ALCA. Brasil como nación
tiene un peso propio en el mundo (es la décima potencia
industrial) y logró diseñar una estrategia militar de
defensa autónoma, que gira en torno al control de la
Amazonia (la principal reserva natural del mundo y la primer
reserva de agua dulce). En suma, estamos ante un gran país
con intereses estratégicos definidos, con un empresariado y
unas fuerzas armadas con vocación nacionalista que no
parecen dispuestos a dejarse someter por ninguna potencia.
En buena medida, esa estrategia se apoya en una industria militar
importante; dicho de otro modo, el país desarrolló una
industria militar de punta para asegurar la defensa de sus
intereses. Brasil es el quinto exportador de armas del
mundo, si se considera a la Unión Europea como una unidad.
La empresa aeronáutica Embraer es la cuarta en importancia
en el mundo, proporciona a la fuerza aérea la mitad de su
material aeronáutico, fabrica aviones de combate,
vigilancia, entrenamiento y guerra antisubmarina19 . La
industria militar brasileña ha construido naves de guerra y
actualmente está construyendo un submarino nuclear.
Brasil se opone al Plan Colombia. Esta oposición no depende del actual
gobierno, sino de la posición estratégica de Brasil en el
continente. Durante la IV Conferencia de ministros de
Defensa de las Américas, celebrada en Manaos en octubre de
2000, el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso
rechazó la posibilidad de involucrar al ejército brasileño
en el combate contra las drogas, tal como proponía la
administración Clinton. En respuesta al Plan Colombia,
Brasil puso en marcha el Plan Cobra (de las iniciales de
Colombia y Brasil) para evitar que la guerra en ese país
involucre a la Amazonia brasileña, y el Plan Calha Norte
para evitar que guerrilleros y narcotraficantes crucen la
frontera20 .
Durante el gobierno de Cardoso, hubo frecuentes disputas con los militares.
Algunas fueron por los bajos salarios que perciben, pero en
el año 2000 el presidente dimitió al comandante de la
Fuerza Aérea porque el arma estaba en contra de la asociación
de la Embraer con capitales franceses, lo que ponía en
peligro la autonomía de la principal fábrica de armas de
Brasil. Pero hay mucho más. En 2002 entró en operaciones
el Sivam (Sistema de Vigilancia de la Amazonia) anunciado
por Brasil en la ECO–92, una década antes. El sistema
monitorea toda la región de cinco millones de kilómetros
cuadrados, que representa el 61% del territorio nacional, el
30% de la biodiversidad del planeta y alberga al 12% de la
población brasileña. En 1994 el proceso de licitación del
Sivam fue ganado por el grupo Raytheon de Estados Unidos, en
un proceso denunciado por fraudulento. En estos momentos las
fuerzas armadas y el gobierno Lula están empeñados en
fortalecer el control del Estado sobre la Amazonia, y la
tendencia es que se realice con material bélico (sobre todo
aeronaves) construidas en Brasil.
Un amplio reportaje aparecido en el diario conservador Zero Hora de Porto
Alegre, en marzo de 2001, ilustra la voluntad de Brasil de
fortalecer su autonomía militar. La visión que trasmite el
informe es que Estados Unidos está cercando a Brasil:
"Los Estados Unidos montaron en territorio sudamericano
y en islas próximas, en los dos últimos años, un ‘cordón
sanitario’ de 20 guarniciones militares, divididas entre
bases aéreas y de radar"21 . Según el informe, la
relación entre las fuerzas armadas de Brasil y Estados
Unidos es de "no cooperación", ya que no permite
bases estadounidenses en su territorio, no participa en
maniobras conjuntas con Estados Unidos y casi no recibe
fondos para combatir el narcotráfico. Recuerda que durante
la dictadura militar brasileña (1964–1985), Estados
Unidos bloqueó la venta de armas a Brasil, pero que el
desarrollo de la industria militar le proporciona una
"relativa autonomía". De hecho, hoy Brasil tiene
"la única fuerza militar de América del Sur con real
capacidad de intervención en otros países, con divisiones
aerotransportadas". Según el boletín electrónico
Defesanet, en el hemisferio Sur el único país que supera
militarmente a Brasil es Australia22 .
Fernando Sampaio, rector de la Escuela Superior de Geopolítica y
Estrategia, dedicada al estudio de cuestiones militares,
resume en pocas palabras la visión que domina en Brasil
respecto del Plan Colombia y el despliegue militar del Pentágono
en la región: "Es una disputa por la hegemonía
regional. Brasil no quiere ser más un satélite en esta
constelación bélica patrocinada por los
americanos"23. En este empeño, parece contar con
aliados nada despreciables. Un reciente informe del
brigadier general argentino Ruben Montenegro, destaca la
"profundidad y alcance que han alcanzado actualmente
las relaciones entre las fuerzas aéreas de Brasil y
Argentina", que están desarrollando "sistemas de
seguridad cooperativa en la región", privilegiando el
área del Mercosur24 . Los ejercicios Lazo Fuerte entre
ambos países, iniciados en 2001, pretenden reforzar
"una alianza defensiva para hacer frente a una invasión
al territorio soberano de uno de ellos", en tanto las
fuerzas armadas argentinas han hecho una "firme apuesta
al proceso de integración con los países de la región,
colaborando decididamente a crear un espacio de paz duradero
"25.
Finalmente, cabe consignar que la presencia de una potencia como Brasil está
teniendo dos efectos aparentemente contradictorios: por un
lado es un escollo a la hegemonía militar y política de
Estados Unidos en la región; pero, para frenar el
despliegue de Washington, Brasil debe fortalecer su aparato
militar y sus alianzas en la región y en el resto del
mundo. Una situación ciertamente paradójica, que puede
resultar en una escalada armamentista y militarista en todo
el continente, más allá de la voluntad de los gobiernos
sudamericanos.
América
Latina espacio en disputa
Desde que se diseñó el Plan Colombia y se fijó el nuevo despliegue
militar de Estados Unidos desde el cierre de la base Howard
en 1999, muchas cosas han cambiado en el continente. La
estrategia de "derramar" la guerra colombiana
sobre los países vecinos (Venezuela, Ecuador y Brasil),
buscando desestabilizarlos si no se adaptan a la estrategia
trazada por el Plan Colombia, encuentra crecientes
dificultades.
A grandes rasgos, los cambios en el escenario político regional tienen
cuatro causas: insurrecciones y levantamientos populares,
nuevos gobiernos en varios países, alianzas estratégicas
entre países de la región y nuevas realidades en los ejércitos
nacionales. Estos cambios, que aún se están procesando
como lo demuestra el reciente cambio de presidente en
Ecuador, conforman un mapa regional fluido, en permanente
cambio, pero con una tendencia que no favorece los planes de
Washington para la región.
Desde el año 2000 se han registrado levantamientos que han derribado
gobiernos en Argentina (diciembre de 2001), Bolivia (octubre
2003) y Ecuador (abril 2005), además de la movilización
popular que frenó el golpe de Estado contra Hugo Chávez en
Venezuela (abril de 2002), y le permitió ganar el referendo
revocatorio de su mandato (agosto 2005). Además del caso
venezolano, los nuevos gobiernos de Lula en Brasil, Néstor
Kirchner en Argentina, Tabaré Vázquez en Uruguay y Alfredo
Palacio en Ecuador, están poniendo distancias con los
planes del Pentágono.
A estos cambios, ya de por sí muy importantes, deben sumarse los
"acuerdos estratégicos" establecidos por varios
países de la región. El más significativo, pero no el único,
es el firmado en febrero de este año entre Brasil y
Venezuela. Algunos analistas sostienen que se trata de un
"nuevo eje geopolítico en el continente, un severo revés
para George W. Bush y el mayor aislamiento histórico de
Washington" en la región26 . Los acuerdos firmados por
Lula y Chávez abarcan una amplia gama de asuntos: desde la
integración económica hasta la cooperación militar,
pasando por emprendimientos conjuntos en materia de energía
y petróleo, y la construcción de carreteras y puentes. En
todo caso, Chávez ya no está aislado ante Estados Unidos y
Colombia, y Brasil tiene en estos momentos la iniciativa en
la región.
Un tercer aspecto a destacar está relacionado con los cambios en el
"mapa" interno de las fuerzas armadas. Rosendo
Fraga, director del argentino Centro de Estudios para una
Nueva Mayoría, destaca que la globalización "ha
significado una profunda crisis para los militares, ya que
la existencia y razón de ser de las fuerzas armadas se
referencia estrechamente con la existencia del Estado
nacional"27. A partir de ahí establece algunos
cambios, pensando en los militares argentinos, pero que
pueden incluir al resto de los ejércitos del continente.
"El nacionalismo y el patriotismo, que en el pasado
eran patrimonio simbólico de las derechas y las oligarquías,
ahora están más representados por los sectores populares e
incluso por las izquierdas", asegura Fraga.
Por otro lado, el deterioro salarial hace que la carrera militar ya no sea
atractiva para sectores de clase media alta, lo que hace que
las fuerzas armadas se recluten cada vez más en estratos más
bajos de la sociedad. "Los militares han perdido las
relaciones sociales que históricamente tenían con las
elites dominantes", añade. Además, la distancia
intelectual entre oficiales y suboficiales se ha reducido,
ya que los últimos suelen tener estudios secundarios que
antes eran apenas patrimonio de los primeros. El 70% de los
oficiales argentinos tiene otro empleo, y muchas esposas de
militares obtienen ingresos superiores a sus maridos. A todo
ello deben sumarse cambios culturales: "En la familia
militar el marido también está colaborando en las tareas
del hogar", como sucede en las familias de clases
medias, "un fenómeno que se repite en otras fuerzas
armadas del mundo", asegura Fraga. El resultado, es que
gran parte de los militares tiene hoy en América Latina
"ingresos muy bajos, que los asemejan en sus
necesidades sociales a los sectores más postergados de la
sociedad".
A la luz de este análisis, podemos concluir que las fuerzas armadas
latinoamericanas ya no son cuerpos dóciles que pueden ser
utilizados ni por las elites locales ni por Washington. Por
el contrario, los cambios apuntados las empujan a buscar
caminos propios, a tantear formas de obtener autonomía
estratégica y recuperar el respeto de las sociedades en las
que están insertas, a tener cada vez mayor autonomía. Ya
no son sólo las fuerzas armadas de Brasil las que ensayan
ese camino. Los militares de Ecuador y Venezuela, y tal vez
de Argentina, parecen estar buscando su lugar en el mundo.
En Venezuela está cobrando forma una nueva doctrina de
defensa, en la que la población está llamada a jugar un
papel destacado, al incorporarse a la reserva activa.
En los años venideros, la crisis del unilateralismo, que ya se insinúa en
todo el mundo, tendrá efectos importantes en Sudamérica.
El desplazamiento de Estados Unidos como la única potencia
regional, está provocando tensiones que pueden redundar en
una escalada armamentista y disparar el militarismo. Pero más
adelante, cuando se consolide la recomposición geopolítica
en curso, tal vez pueda demostrarse que el multilateralismo
es una mejor garantía para una paz duradera.
(*)
Raúl Zibechi es miembro del Consejo de Redacción del
semanario Brecha de Montevideo, docente e investigador sobre
movimientos sociales en la Multiversidad Franciscana de América
Latina, y asesor a varios grupos sociales. Es colaborador
mensual con el IRC Programa de las Américas (www.ircamericas.org).
Bibliografía:
Azzellini, Darío y Boris Kanzleiter (compiladores), La privatización de
las guerras, Cochabamba, Cedib, 2005.
Bilbao, Luis "Alianza estratégica Brasil-Venezuela", Le Monde
Diplomatique, Buenos Aires, marzo de 2005.
Bilbao, Luis "Estados Unidos alista un ejército para el ALCA", Le
Monde Diplomatique, Buenos Aires, setiembre de 2001.
Ceceña, Ana Esther "La territorialidad de la dominación", en
revista Chiapas No. 12, México, ERA, 2001.
Centro de Estudios Nueva Mayoría, "Balance militar de América del
Sur", en www.nuevamayoria.com
Fraga, Rosendo "Cambios sociales y función militar", en Le Monde
Diplomatique, Buenos Aires, setiembre de 2001.
Habel, Janette "Nouvelle architecture militaire dans les Amériques",
Le Monde Diploamtique, París, enero 2002, en www.monde-diplomatique.fr
Mendonça, Maria Luisa "La presencia militar de Estados Unidos en América
Latina, julio de 2004, en www.alainet.org
Seibert, Thomas "El nuevo orden de la guerra", en La privatización
de las guerras.
Tokatlian, Juan Gabriel "La proyección militar de Estados Unidos en la
región, Le Monde Diplomatique, Buenos Aires, diciembre de
2004.
Sitios especializados:
Center for International Policy: www.ciponline.org
Centro de Estudios Nueva Mayoría: www.nuevamayoria.com
Comando Sur: www.southcom.mil
Defesanet (web brasileña asuntos de defensa): www.defesanet.com.br
Embraer (fábrica brasileña de aviones): www.embraer.com.br
Jane’s Defense (en inglés): www.janes.com
Military Power (revista militar especializada): www.militarypower.com.br
Segurança & Defesa (revista militar brasileña): www.segurançadefesa.com.br
Saorbats (sobre fuerzas armadas sudamericanas): www.saorbats.com.ar
Notas:
1. Mario Augusto Jakobskind, "Aprendiendo de Vietnam", en Brecha,
Montevideo, 18 de febrero de 2005.
2. Centro de Estudios Nueva Mayoría, octubre de 2004, en
www.nuevamayoria.com
3. "Venezuela activa su comando de reserva militar", Prensa
Latina, 13 de abril de 2005.
4. "La nueva estrategia regional", en IARNoticias, 15 de marzo de
2005.
5. Ana Esther Ceceña, "La territorialidad de la dominación. Estados
Unidos y América Latina", Chiapas No. 12, México,
ERA, 2001; y Andrés Barreda, "Corredores
mexicanos", en Paradigmas y Utopías No. 3, México,
diciembre de 2002.
6. Brian Loveman, Strategies for Empire: U. S. Regional Security Policies in
the Post-Cold War Era, citado por Juan Gabriel Tokatlian, Le
Monde Diplomatique, diciembre 2004.
7. Juan Gabriel Tokatlian, Le Monde Diplomatique, diciembre 2004.
8. Idem, en base a www.ciponline.org/facts/bases.htm y www.ciponline.org/facts/radar.htm
9. María Luisa Mendonça, "La presencia militar de Estados Unidos en
América Latina", Alainet, 20 de julio de 2004,
www.alainet.org ; y Luis Bilbao, "Estados Unidos alista
un ejército para el ALCA", en Le Monde Diplomatique,
setiembre 2001.
10. Declaraciones del senador republicano Henry Hide, en octubre de 2002.
11. Le Monde Diplomatique, setiembre de 2001, y los diarios El Argentino (Gualeguaychú),
El Diario (Paraná) y El Heraldo (Concordia) del 22 y 23 de
agosto de 2001.
12. Luis Bilbao, "Estados Unidos alista un ejército para el ALCA, Le
Monde Diplomatique, setiembre de 2001.
13. Thomas Seibert, "El nuevo orden de la guerra".
14. Idem.
15. Raúl Zibechi, entrevista a Darío Azzellini, Brecha, 29 de abril de
2005..
16. Darío Azzellini, "Colombia. Laboratorio experimental para el
manejo privado de la guerra", en La privatización de
la guerra.
17. Idem.
18. James Petras, "La estrategia militar de Estados Unidos en América
Latina", en América Libre No. 20, Buenos Aires, enero
2003, p. 94.
19. Ver www.embraer.com.br
20. "Os militares, o governo neoliberal e o pé americano na Amazonia",
en revista Reportagem, www.oficinainforma.com.br
21. Humberto Trezzi, "Guerra ao narcrotráfico", Zero Hora, 25 de
marzo de 2001.
22. www.defesanet.com.br
23. Humberto Trezzi, Zero Hora, 25 de marzo de 2001.
24. "Los intercambios de experiencias y cooperación entre las Fuerzas
Aéreas de Brasil y Argentina", Centro de Estudios
Nueva Mayoría, 22 de diciembre de 2004.
25. "Ejercicio Lazo Fuerte II, un ejemplo de integración de los Ejércitos
argentinos y brasileños", Centro de Estudios Nueva
Mayoría, 1 de noviembre de 2004.
26. Luis Bilbao, "Alianza estratégica Brasil-Venezuela", Le Monde
Diplomatique, marzo de 2005.
27. Rosendo Fraga, "Cambios sociales y función militar", Le Monde
Diplomatique, setiembre de 2001.
|