Pese
a que recibió duras críticas, logró que el organismo no
expresara un rechazo total al acuerdo militar con EEUU
Evitó
Uribe una condena regional
Por
Lucas Colonna
Enviado
especial
La
Nación, 29/08/09
San
Carlos de Bariloche (De un enviado especial).– Casi nada
faltó en la cumbre de la Unasur celebrada ayer en
Bariloche. En alrededor de siete horas de encendido debate,
hubo fuertes acusaciones cruzadas entre presidentes,
momentos de enojo y tensión, y hasta tramos de humor. Sin
embargo, lo único que no lograron los jefes de Estado de América
del Sur fue alcanzar una definición clara sobre el acuerdo
entre Colombia y Estados Unidos por el uso de siete bases
militares, eje central del encuentro.
Incapaces
de elaborar una salida coordinada a la crisis regional, los
mandatarios aprobaron una tibia declaración final en la que
se instruye al Consejo de Defensa de la Unasur para que diseñe
"medidas de fomento de la confianza y de la
seguridad" en una reunión en septiembre próximo. El
presidente colombiano, Alvaro Uribe, logró impedir así que
el organismo regional expresara su rechazo completo al
acuerdo militar con Washington, como propuso el presidente
boliviano Evo Morales. El documento final incluyó sin
embargo una reafirmación de que "la presencia de
fuerzas militares extranjeras no puede (...) amenazar la
soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y
en consecuencia la paz y seguridad en la región". Una
observación aún demasiado amplia y sin implicancias
concretas para el acuerdo de Bogotá, que continúa su
marcha.
La
moción del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, de
convocar a su par norteamericano Barack Obama a una reunión
fue respaldada por los presidentes de la Argentina, Brasil y
Venezuela, pero objetada por Uribe, y quedó finalmente
fuera del documento. Sí se incluyó un apartado en el que
los jefes de Estado reafirmaron su "compromiso de
fortalecer la lucha y cooperación contra el terrorismo y la
delincuencia transnacional organizada y sus delitos conexos:
el narcotráfico, el tráfico de armas pequeñas y
ligeras" y rechazaron "la presencia o acción de
grupos armados al margen de la ley".
El
que estuvo en el centro de todas las miradas fue Uribe.
Después del discurso de bienvenida de la Presidenta y de
las palabras de introducción del presidente pro témpore de
la Unasur, el ecuatoriano Rafael Correa, Uribe realizó una
extensa defensa del acuerdo militar con la Casa Blanca.
Nadie
esperaba que Uribe diera marcha atrás con su proyecto de
permitir a 800 militares y 600 contratistas de Estados
Unidos el uso de al menos siete bases de su país. Al
acuerdo sólo le falta la firma, y el gobierno colombiano ya
había manifestado que no estaba dispuesto a retroceder.
Con
tono pausado, pero con mucha determinación, Uribe explicó
al accionar de la guerrilla y exhibió fotos de masacres
perpetradas por las FARC, para demostrar el alcance del
flagelo del terrorismo y su asociación con el narcotráfico.
Más adelante afirmó que el pacto con Estados Unidos no
implica la cesión "de un milímetro" de la
soberanía colombiana.
Uribe
señaló que su país no tenía "hipotéticos juegos de
guerra con su vecinos" y que, en cambio, el mandatario
venezolano Hugo Chávez había formulado varias
"amenazas verbales de ataque". También señaló
que dos jefes de las FARC están en Venezuela.
Documento
Luego
fue el turno de Chávez, que en las últimas semanas expresó
un fuerte rechazo al acuerdo y repitió más de una vez que
la región estaba al borde de un conflicto bélico. El
presidente venezolano presentó un documento del
Departamento de Estado norteamericano sobre la necesidad de
Washington de tener una base de "movilidad" en América
del Sur, capaz de emprender, dijo Chávez, misiones de
guerra que exceden la lucha contra el narcotráfico. Este
texto, que hizo mucho ruido en el debate, será analizado en
detalle por el Consejo de Defensa de la Unasur.
De
forma sorprendente, el usualmente verborrágico presidente
venezolano se mostró más contenido que de costumbre.
"Ha sido un gran paso para la paz", dijo al final.
Se especuló que la charla a puertas cerradas que Chávez
mantuvo con el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, antes
de la cumbre, sirvió para calmar sus ánimos.
"Respetamos
el acuerdo, pero queremos resguardarnos", manifestó
Lula respecto del acuerdo de Uribe con Estados Unidos. Tanto
el mandatario brasileño como Cristina Kirchner, trataron de
calmar las aguas cada vez que el debate amenazaba con
desbarrancarse. El principal objetivo del mandatario brasileño
fue defender a ultranza la Unasur como bloque regional, una
de las mayores apuestas de Brasilia en política exterior.
Su empeño por buscar el consenso colaboró para construir
un texto final que por momentos parecía imposible de
alcanzar por las enormes discrepancias manifestadas por los
presidentes.
Uno
de los puntos más ásperos fue la intervención de Correa,
que hace más de un año rompió relaciones diplomáticas
con Colombia, tras un bombardeo contra un campamento de las
FARC en territorio ecuatoriano. La tensión se respiraba en
el salón principal del Llao Llao cuando Correa criticó a
Uribe por su lucha contra el terrorismo. "La
responsabilidad está en su gobierno, en el Estado
colombiano que no controla todo su terreno, los vecinos
somos víctimas", lanzó Correa a su par colombiano, y
también expresó sus dudas sobre la posibilidad de un
verdadero control de las tropas norteamericanas en Colombia.
Correa
destacó, sin embargo, que "nunca ha habido una discusión
tan franca sobre la presencia militar extranjera en la región".
"Es
un gran paso adelante que demuestra que el proceso de
integración está avanzando", concluyó.
Ahora
resta esperar hasta la reunión de cancilleres y ministros
de Defensa de septiembre. Allí se buscará incorporar
garantías de respeto a las soberanías nacionales.
Junto
con Lula, la Presidenta intentó preservar la unidad –
Ambos buscaron contemporizar entre las posiciones de
Colombia y Venezuela
El
papel de Cristina Kirchner
Por
Lucas Colonna
Enviado
especial
La
Nación, 29/08/09
San
Carlos de Bariloche.– Cristina Kirchner subió las
escaleras del hotel Llao Llao a las apuradas, tomó del
brazo a un huidizo y visiblemente molesto Alvaro Uribe y lo
conminó a presentarse en la foto de familia que suele
coronar toda cumbre.
Uribe
se había escabullido de ese simbólico rito luego de haber
sido protagonista de una acalorada y extensa discusión con
sus pares, que esperaban con la sospecha de que, tras horas
de discusión, no se lograría tomar esa imagen
institucional. La Presidenta le repetía una sola frase:
"Tenés que estar. Tenés que estar".
La
postal, de la que LA NACION fue testigo, coronó la jornada
de tensión, e ilustra el papel que desempeñó ayer la
Presidenta en la cumbre de emergencia de la Unión de
Naciones Suramericanas (Unasur), que la tuvo como anfitriona
en esta ciudad patagónica.
La
jefa del Estado, asesorada por su cuerpo diplomático, tuvo
un papel protagónico y dedicó cada una de sus
intervenciones a evitar una ruptura del bloque. Logró su
objetivo, luego de un deliberado esfuerzo por contemporizar
con las posiciones encontradas, y en algunos casos antagónicas,
entre los 12 mandatarios que conforman la Unasur.
Si
bien expresó sus reparos a la iniciativa colombiana, la
Presidenta llamó a fijar una "doctrina común" de
la Unasur para la evaluación y definición de cursos de
acción ante situaciones como la que plantea el acuerdo
militar entre los Estados Unidos y Colombia.
Además,
instó a sus pares a exponer sus ideas "con un tono que
evite caer en adjetivaciones o calificaciones" y, sobre
todo, logró que las partes firmaran el acuerdo final, que
permitirá que el diálogo continúe entre los cancilleres y
ministros de Defensa a mediados de septiembre próximo.
Ya
desde el principio, dejó sentados los objetivos a los que
aspiraba llegar con el encuentro. "Debemos preservar a
América del Sur como una región de paz y lograr la unidad
de la Unasur", dijo.
"Sale con fritas"
Luego,
llamó a "procesar las diferencias sin necesidad de que
quien no esté de acuerdo deba irse o romper este
instrumento". Sus palabras expresaron el contenido de
una estrategia diplomática consensuada con el presidente de
Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, para garantizar la
continuidad de la Unasur como instancia regional. Lula fue,
junto con la jefa del Estado, uno de los principales
articuladores del principio de consenso alcanzado ayer.
Finalmente,
cuando el documento de la cumbre fue consensuado, después
de tantas disputas, la Presidenta se relajó y dijo, sobre
el consenso: "Listo sale con fritas".
De
todos modos, la Presidenta dejó en claro los reparos de la
Argentina con la iniciativa colombiana. "Las características
de las bases según la lectura del documento del Comando Sur
tiene que ver más con las guerras convencionales que con la
lucha contra el narcotráfico y el terrorismo", dijo,
en señal de desconfianza con los verdaderos intereses del
desembarco norteamericano en la región.
En síntesis,
Cristina actuó ayer como una equilibrista. "Es
comprensible la demanda de soberanía de Colombia y también
la demanda de seguridad de Venezuela y de Ecuador",
dijo. "Queremos vivir en una región en paz y
contribuir para que Colombia pueda combatir el narcotráfico
y el terrorismo, pero Colombia debe entender que los vecinos
quieren garantías de seguridad", afirmó.
"Tenemos que lograr que sus vecinos tengan la certeza
de que ese acuerdo no va a afectar la institucionalidad de
sus países", completó.
Lula
reconoció los méritos de la Presidenta para evitar la
ruptura del bloque. Dijo que su papel de coordinación había
sido "brillante".
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