Al
grito de SME
Por
Guillermo Almeyra (*)
La
Jornada, 08/11/09
México
pende, como un ahorcado, de la cuerda trenzada por el PRI y
el PAN que lo ata a Estados Unidos. Ningún otro país
latinoamericano está en la situación de deber importar
todo del norte y de exportar allá el petróleo y sus
habitantes sobrantes” a causa de las políticas
antinacionales de sus gobiernos. Ahora bien, la crisis de
Estados Unidos, en particular, y de todo el sistema
capitalista mundial, se prolongará por años y el precio
del combustible no basta ni bastará para impedir la caída
de la economía mexicana. Por su parte, las remesas de los
emigrantes disminuirán, debido a la situación laboral en
Estados Unidos, y el turismo caerá, debido al aumento de la
inseguridad y de los desastres ambientales resultantes de la
crisis económica y del recalentamiento global, que son
consecuencia directa del capitalismo.
Para
salir de su crisis actual, que se prolongará cerca de dos
lustros, el capitalismo necesita utilizar urgente y
ferozmente la crisis para que la paguen sus víctimas. O
sea, destruir conquistas de civilización prolongando la
edad para las jubilaciones, robando el dinero de los
jubilados y pensionados, reduciendo los gastos sociales
(educación, sanidad, vivienda). Pero no le basta con
reducir cada vez más los salarios indirectos, recurriendo
incluso a impuestos infames y regresivos, como el IVA sobre
los alimentos o aquellos sobre los salarios: también debe
aumentar el despojo de los salarios de las generaciones
anteriores que sirvieron para construir las empresas públicas
fundamentales para el desarrollo nacional y robar al país y
a sus generaciones futuras las palancas para otro tipo
posible de economía. Debe aumentar la tasa de plusvalía
relativa y, al mismo tiempo, acabar con la seguridad en el
empleo, aumentar los horarios de trabajo, empeorar las
condiciones laborales, desvalorizar la mano de obra, o sea,
extorsionar plusvalía absoluta aumentando la miseria y la
explotación para que un puñado de grandes monopolios
extranjeros con sus socios mexicanos recomponga la tasa de
ganancia a costa de la destrucción de la sociedad, acompañada
por la depredación y destrucción del ambiente (aguas,
bosques, mares).
Por
supuesto, el capitalismo y sus agentes gubernamentales prevén
que habrá resistencia. De ahí la militarización de México
con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, que es
una parte esencial del capital y podría ser controlado si
se controlasen los bancos (o las bases yanquis en Panamá y
Colombia dirigidas contra el creciente antiimperialismo en
la región y contra los movimientos sociales). De ahí también
la ferocidad, la ilegalidad y el ensañamiento contra
quienes resisten (Atenco, APPO). De ahí igualmente la
inconstitucionalidad y la brutalidad de la embestida contra
Luz y Fuerza del Centro, a la que sabotearon durante años,
y contra el Sindicato Mexicano de Electricistas, el más
democrático, combativo y consecuente de todo el
sindicalismo mexicano tan marcado por la corrupción y sobre
cuyos dirigentes más infames (como La Güera Rodríguez
Alcaine o Elba Esther Gordillo) se ha apoyado el gobierno
PRI–PAN del gran capital y de los monopolios y financieros
imperialistas. En esta tarea antinacional los grandes medios
de desinformación, al servicio de gobernantes y fuerzas
antinacionales, se encargan de preparar el terreno de las
operaciones represivas mediante su “artillería”,
ocultando y callando las protestas y resistencias,
mintiendo, calumniando a las víctimas del capitalismo.
El
ataque contra el SME, parado ahora por una juez valiente,
pero que no cesará, no está dirigido sólo contra un
contingente obrero: busca destruir todas las organizaciones
obreras y populares independientes, acabar con las
solidaridades, impedir la resistencia a la ofensiva en todos
los frentes contra lo conseguido desde la Revolución
Mexicana en este siglo de luchas en México y en el mundo.
Alienta
por eso que así lo hayan considerado los campesinos de
Zacatecas, de Jalisco, de Michoacán, que hicieron llegar
toneladas de frijol, maíz y arroz, respectivamente, a sus
hermanos del SME. También el sostén estudiantil a la lucha
de un sindicato que apoyó siempre todas las causas justas
(desde la rebelión zapatista en Chiapas hasta la APPO) y la
decisión de un grupo de organizaciones y militantes de la
otra campaña de participar en la lucha de los
electricistas. Porque este combate impone dos reflexiones.
La primera es que permite crear la base, en la acción
conjunta en defensa del SME y de LFC, para un frente amplio
de resistencia nacional que agrupe sindicatos democráticos,
agrupaciones obreras anticharras, movimientos y grupos
campesinos, organizaciones indígenas, grupos estudiantiles
y de ciudadanos, organizaciones civiles y defensoras de los
derechos humanos y democráticos, movimientos de ciudadanos
y de jubilados para pelear juntos por la defensa del SME y
de LFC, de Pemex amenazada, de los derechos democráticos
laborales y constitucionales, por la defensa de los
campesinos, del maíz y del ambiente, amenazados por los
transgénicos de la Monsanto, por la libertad de los presos
de Atenco y de todos los presos políticos, por un plan
nacional anticrisis y de desarrollo. La segunda es que es
obviamente utópico pensar que este régimen, tras los
fraudes descarados de 1988 y de 2006, reconocerá en 2012 la
eventual victoria electoral de una candidatura popular. Por
eso, si se quiere llegar a votar libremente, hay que imponer
con las movilizaciones y las luchas (huelgas, paros,
manifestaciones, cortes, ocupaciones) el derecho a la
ocupación del suelo público en defensa de los derechos
constitucionales, para desembocar en la convocatoria por
esas luchas de una asamblea nacional constituyente para
decidir quién gobierna y a favor de quién se debe gobernar
este país. Mexicanos, nos han declarado la guerra.
Respondamos al grito de SME.
(*) Guillermo Almeyra, historiador,
nacido en Buenos Aires en 1928 y radicado en México, doctor
en Ciencias Políticas por la Universidad de París, es
columnista del diario mexicano La Jornada y ha sido profesor
de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la
Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco.
Entre otras obras ha publicado “Polonia: obreros, burócratas,
socialismo” (1981), “Ética y Rebelión” (1998), “El
Istmo de Tehuantepec en el Plan Puebla Panamá” (2004),
“La protesta social en la Argentina” (1990–2004)
(Ediciones Continente, 2004) y “Zapatistas–Un mundo en
construcción” (2006).
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