Chile,
una visita a un país en vísperas electorales
Por
Txente Rekondo (*)
Gara,
10/12/09
El
avión aterriza en el aeropuerto de Santiago de Chile, y en
ese momento resuena en la cabeza la letra de aquella canción
"Yo pisaré las calles nuevamente/ de lo que fue
Santiago ensangrentada,/ y en una hermosa plaza liberada/ me
detendré a llorar por los ausentes." El primer
contacto con las calles de la capital chilena no puede
evitar rememorar lo que allí desencadenó el estamento
militar a partir de 1973, y que sin duda alguna todavía
sigue teniendo sus consecuencias directas en la política y
en la vida social del país.
Sin
embargo, pronto te encuentras con una nueva realidad. En las
calles de la zona universitaria se muestran las pintadas y
los carteles reivindicativos de todos aquellos que siguen
luchando por cambiar la situación actual y que no renuncian
a recuperar su memoria histórica. El contraste lo
encontramos en el centro, donde se suceden las
concentraciones de las diversas iglesias que inundan el país,
muchas de las cuales están sustituyendo el papel de la
tradicional Iglesia Católica, proclamando a los cuatro
vientos las bondades de su credo y haciendo una evidente
labor de proselitismo ante la mirada curiosa de los
viandantes santiagueños.
Unos
metros más alejados de la plaza de la Catedral nos
acercamos a uno de los iconos de aquel golpe fascista de
q1973, el Palacio de la Moneda, la sede presidencial de
Salvador Allande y donde en aquella fatídica fecha los
golpistas acabaron con su vida y con las esperanzas de buena
parte del pueblo chileno. Y uno de las primeras cosas que
llama la atención es observar cómo en torno al citado
edificio se puede ver a los mismos milicos(o a los sucesores
de éstos) que la bombardearon con sus trajes de gala,
haciendo una evidente ostentación de quién es el que todavía
hoy sostiene las riendas del poder en Chile.
Y es
que como dice Laura, estudiante universitaria, nos
encontramos ante un escenario "que es el fruto del
sistema que pusieron en marcha los militares golpistas y sus
aliados (empresarios y oligarcas) tras diecisiete años de
dictadura, y que no es más que una transición donde todo
está atado y bien atado".
Los
principales pueblos y ciudades del país han visto cómo en
esta larga campaña pre–electoral se han mezclado los
mensajes electoralistas con las movilizaciones, los
conflictos y las huelgas de diversos sectores de la ciudadanía,
cada uno con sus reivindicaciones particulares, pero todo
sellos demandando un cambio real a la política
gubernamental y al rumbo que ha adquirido el país de manos
de la actual clase política.
El
profesorado de las escuelas municipales se ha venido
manifestando en defensa del pago de "la deuda histórica"
y contra los planes privatizadores d el enseñanza; los
funcionarios públicos han logrado paralizar el servicio en
defensa de una estabilidad para los trabajadores temporales
y solicitando al mismo tiempo mejoras salariales; miles de
personas sin casa han salido también a las calles estos días
solicitando el derecho a una vivienda digna; los
desempleados ven cómo la crisis sigue cebándose en los
sectores más desfavorecidos, a pesar de las grandilocuentes
declaraciones del gobierno; y el conflicto mapuche entra en
una nueva fase de lucha, y la respuesta del gobierno es más
policía, más represión, con fatales consecuencias para
sectores más amplios de este pueblo originario.
Y
esta breve visita a Chile nos ha permitido ver de primera
mano las diferencias abismales entre los que la clase política
chilena dice defender y el escenario real que puedes
encontrar en cualquier esquina del país. Mientras los políticos
siguen inmersos en la campaña electoral los asuntos claves
para buena parte de la población seguirán guardados en el
cajón del olvido.
Las
elecciones del próximo día 13 están cada vez más cerca,
y los principales candidatos a la presidencia están
volcando sus esfuerzos para hacerse con el apoyo de sus
ciudadanos. La atención se ha centrado en los cuatro
candidatos, Eduardo Frei de la Concertación; Sebastián Piñera
de la Coalición por el Cambio; Marco Enríquez–Ominami de
la Nueva Mayoría para Chile; y Jorge Arrate del Junto
Podemos Más.
El
candidato de la Concertación (calificada vehementemente
como una coalición de centro izquierda), Frei, representa
la imagen más triste de la ambición personal de un político.
Ángel, conductor de autobús, nos apunta con cierta sorna,
y señalando la propaganda de Frei, "vamos a vivir
mejor", que "ese lema es el motor que mueve a ese
político, quiere seguir en política para seguir enriqueciéndose
personalmente". La escasa capacidad comunicativa de
Frei, su anterior paso por la presidencia chilena, marcada
por una enloquecida campaña privatizadora, y sus
antecedentes políticos, que le sitúan como representante
de los sectores más conservadores de la colación, no
pueden augurar nada bueno.
Además,
hay otros factores en torno a esta alianza de socialistas,
democristianos y radicales, que incide en esa misma línea
pesimista. Las divergencias internas en el proceso de elección
del candidato han supuesto el abandono de importantes
figuras, así como cerrar el paso a una candidatura "más
fresca, con aires nuevos". La propia elección de Frei
ha abierto las heridas de ese difícil equilibrio de la
coalición, lo que unido al desgaste de los años en el
gobierno y a la presencia de un candidato derechista que reúne
a todas las fuerzas reaccionarias y conservadoras en torno
suyo (mientras que Frei tendrá que afrontar la presencia de
candidatos salidos de sus propias filas), hacen que las
posibilidades de la derecha por vencer por primera vez desde
el final oficial de la dictadura gane puntos.
La
campaña de la derecha es el fiel reflejo del oportunismo
político. Utilizando el tirón propagandístico del famoso
cambio de Obama lo ha agregado a su propia campaña, al
tiempo que ha utilizado el arco iris (símbolo habitual de
la Concertación) y la música popular (ligada históricamente
a la izquierda), en un evidente intento por hacerse con
sectores que normalmente no apoyan sus candidaturas.
La
elección de Piñera, empresario acusado de mantener
"negocios oscuros" y su supuesta participación en
especulaciones financieras no parecen que sena un obstáculo
para lograr cuando menos el paso a la segunda vuelta. El
apoyo de Piñera a las megas presas y otros proyectos de
desarrollo salvaje se han intentado ocultar durante la campaña,
poniéndose el énfasis en la lucha contra la delincuencia.
Los principales medios de comunicación, afines a los
sectores reaccionarios y oligarcas del país también han
puesto su granito de arena, y no han dudado en repetir un día
tras otro cualquier incidente relacionado con la seguridad
ciudadana para dar una imagen de un Chile donde la
delincuencia estaría campando a sus anchas bajo el gobierno
de la Concertación.
El
tercer candidato, Enríquez–Ominami (MEO), pretende
presentarse como el candidato de la renovación
generacional. Dolido por su exclusión del proceso de
primarias en la Concertación no ha dudado en presentarse en
solitario, y ha conseguido el apoyo de diverso sectores
ideológicos del espectro político chileno. Su candidatura
está siendo mimada por los medios afines a la derecha, en
un evidente intento de restar votos a Frei, y otros señalan
que "detrás de sus intenciones y del marketing
electoral se pueden esconder los trazos de una política
claramente neoliberal".
Arrate
es el candidato del JPM, la alianza del PC chileno y otras
formaciones para acabar con el dominio de las dos
principales coaliciones. No lo va a atener sencillo, de
hecho y a pesar de que todos reconocen que es el vencedor
moral d e los debates televisivos, su presencia en los
medios es muy escasa, relegado a espacios mínimos, lo que
ha hecho que algunos lo definan como "el candidato
oculto". Tampoco está Arrate exento de las críticas
por parte de los sectores de izquierda, sobre todo de los
movimientos extraparlamentarios, quienes le señalan como el
candidato más conservador de esa alianza.
Proveniente
del PS chileno, Arrate está utilizando la imagen de Allende
junto a su figura como un claro reclamo de la herencia ideológica
del presidente chileno. Por otro lado, ha sabido articular
un discurso que recoge las principales demandas de la
población, pero los obstáculos financieros, mediáticos y
políticos pueden hacer que sus resultados sean menores de
los esperados.
EL
JPM ha puesto buena parte de su futuro político en torno al
pacto instrumental o "contra la exclusión" que ha
firmado con la Concertación, y que se basa en dos pilares.
El primero es el apoyo del JPM a Frei en el caso de una
segunda vuelta, y el segundo concreta el reparto de los
distritos electorales en las elecciones parlamentarias, por
el que JPM se presenta en 12 de ellos y la Concertación en
otros tantos, evitando competir entre ellos. El argumento
para defender este acuerdo se sustenta en el intento de
romper el sistema electoral diseñado por el post–pinochetismo.
Chile
necesita una transformación, pero ésta "difícilmente
puede venir de la mano de la clase política actual",
apunta la estudiante santiagueña. La recuperación del
cobre, el fin del poder de los militares, la recuperación
de la memoria histórica, la estatalizad de los recursos
naturales, o unos servicios educativos, sanitarios, de
calidad, son junto a la "necesidad de una Asamblea
Constituyente para redactar una nueva Constitución democrática
y participativa" los ejes que debería tomar el cambio
en Chile.
De
no lograr ningún candidato la mayoría absoluta el próximo
día 13, los dos mejores situados volverían a enfrentarse
el 17 de enero. Todavía es pronto para que se plasmen en la
realidad chilena la letra de aquella otra canción que veía
marchar "por las alamedas a los oprimidos" y
"de banderas de pobres se llenarán los caminos".
Las grandes alamedas de Chile siguen esperando los aires de
cambio y que éstas se abran definitivamente para que los
sueños y proyectos de todos aquellos que quedaron en el
camino bajo la vota de los milicos y sus aliados puedan
convertirse en realidad.
Mientras
tanto habrá que esperar para que cobra peso aquella estrofa
de hace años, "porque esta vez no se trata de cambiar
un presidente/ será el pueblo quien construya un Chile bien
diferente".
(*)
Del Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).
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