Entre
crecientes tensiones económicas y sociales
Suben
al gobierno los "pinochet boys"
Por
Nicolás Mestre
Corresponsal
en Chile de Socialismo o Barbarie, 11/03/10
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Primeras
medidas de los
"pinochet
boys"
Más
milicos y represión en las calles
En
la historia de Chile el ejército ha batallado más veces
contra el pueblo chileno que contra los pueblos y ejércitos
de la región. Veinticuatro masacres contra las masas
trabajadores y sectores populares son las que ha perpetrado
el ejército de O´Higgins y Pinochet que ahora sale a las
calles, toque de queda de por medio, con tanques, bombas
lacrimógenas, disparos al aire y a quemarropa
a resguardar la “normalidad” de la democracia pinochetista.
La
réplica de 7.2 en la escala de Richter durante la ceremonia
de traspaso de mando dio pie para que inmediatamente Piñera
decretara el estado de catástrofe, con el cual se restringe
las libertades públicas, de reunión, de tránsito (medida
que principalmente van enfocadas a coartar las posibilidades
de organización popular), y anunciara el envío de tropas,
no precisamente de ayuda humanitaria a la región del
"dictador" del siglo XIX, Bernardo O´Higgins…
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Tras
veinte años de gobiernos de la Concertación de Partidos
por la Democracia, bloque de “centro–izquierda” que
agrupa a democratacristianos, socialdemócratas y
social–liberales, la “centro–derecha” de la Coalición
por el Cambio, ligada política e históricamente a la
dictadura militar de Augusto Pinochet, vuelve al mando del
Estado este 11 de Marzo.
No
se trata, por supuesto, del regreso una dictadura militar,
pero sí de un intento evidente de acentuar el autoritarismo
y la "mano dura" que ha tenido el régimen
"democrático" chileno postPinochet, aunque lo
presidiese la "centroizquierda" con la Concertación.
Este
traspaso de mando, como reconocía un grupo de economistas
norteamericanos es más bien un “cambio en el equipo” de
la burguesía chilena, un “cambio de piloto, pero no de
rumbo” decían.
Es
que los gobiernos de la concertación firmaron más de
veinte tratados de libre comercio que profundizaron la
“herencia” neo–liberal de la dictadura militar. Ahora
los pinochetistas que vuelven al poder no harán sino
seguir el mismo “rumbo” de medidas anti–obreras y anti–populares:
flexibilización y precarización laboral, mercantilización
de la educación y la salud…
Quizá
la fuerte réplica de 7.2 grados en la escala de richter
durante la ceremonia de traspaso de mando en la sede del
congreso nacional, en el puerto de Valparaíso, refleja en
parte las tensiones de la nueva situación política en el
país: la preocupación de los partidos políticos del régimen
democrático sobre la actual coyuntura abierta por el
terremoto del 27 de febrero pasado, coyuntura de crecientes
presiones sociales en el marco de la inmensa incertidumbre
sobre las repercusiones y el impacto de la recaída de la
economía mundial.
Un
cambio de mando con cara de funeral: entre la crisis económica
mundial y la grieta social ampliada por el sismo
El
27–F pasado no sólo modificó el eje de la tierra, también
transformó drásticamente las condiciones materiales de
vida de millones de personas, configurando así un nuevo
escenario en la política chilena.
Pero
partamos ubicando las cosas en su lugar: si antes del 27–F
la situación internacional iba dirigida hacia una nueva
recaída de la economía mundial[i]
[ii]
que hacía prever un impacto desigual en la región y difíciles
tiempos para la caja del Estado chileno[iii],
luego del 27–F las arcas fiscales se encuentran en serios
aprietos para hacer frente a la lucrativa tarea de la
“reconstrucción nacional”.
Casi
todos los analistas coinciden en que los costos de
reconstrucción ascenderían a la suma de entre 25 y 30 mil
millones de dólares, algo así como el 10% del PIB. El
ministro del interior entrante, Rodrigo Hinspeter, declaraba
en el oligárquico diario El Mercurio que este sismo
abre una crisis tres veces más grande que la crisis
financiera de 1982[iv].
Por
lo mismo el gobierno saliente adelantó parte de la tarea y
comenzó a hacer la larga fila “tercermundista” en las
oficinas del Banco Mundial y otras entidades financieras
internacionales para pedir un préstamo que cerrarán los pinochetistas,
pero cuyo pago recaerá sobre los hombros de la clase
trabajadora chilena y el conjunto de los sectores populares.
Tras
las sonrisas protocolares y de rigor para las cámaras y
agencias de prensa extranjeras se percibe la cara de
funeral.
Concertacionistas
y pinochetistas cierran filas contra los trabajadores
Todo
hacía prever antes del 27–F que la oposición
concertacionista no se haría parte de la política de la
“unidad nacional” y que tendría cierto margen para
“el tira y afloja” de la democracia burguesa.
El
supuesto “gabinete de la unidad” no había exhibido más
que una figura histórica de la Concertación, hoy ministro
de defensa de la administración piñerista, Jaime Ravinet,
y en general los concertacionistas tras esta maniobra se habían
cuadrado para hacer una oposición “constructiva” que le
diera margen para imponer ciertos temas de su agenda, sin
dejar de prestarle ropa al gobierno.
Se
repetía hacía en su versión criolla el bipartidismo de
otras latitudes. Sin embargo, tras el 27–F lo que se puso
al descubierto fue la enorme desigualdad sobre la que se
monta ese bipartidismo. El “modelo neo–liberal” de
exportación de la burguesía chilena, admirado y envidiado
por sus pares en la región, mostró la pobreza y miseria
extendida y encubierta por la militarización de la vida
cotidiana y las tarjetas de crédito para acceder a la
lejana esfera del consumo.
Esa
grieta social ampliada por el sismo, pues el impacto
desigual del mismo no hace sino reflejar las desiguales
condiciones sociales imperantes, redujo considerablemente el
margen para el “juego democrático” de gobierno y
oposición.
Por
lo mismo concertacionistas y pinochetistas se han
cuadrado bajo las reaccionarias banderas de la “unidad
nacional” para contener, cooptar o reventar cualquier
intento de organización independiente de las masas
trabajadoras y populares. No sólo van a intentar pasarle la
cuenta del impacto de la crisis económica mundial sino
ahora también los costos de la “reconstrucción
nacional”.
Una
grieta social creciente y el nefasto papel de los burócratas
de la CUT
Como
decíamos antes, el impacto desigual del sismo viene
reflejar las condiciones desiguales de vida en Chile. Dos
millones de damnificados, 800 muertos y cientos de
desaparecidos, son las cifras que deja este fenómeno
natural en lo social.
Esta
dramática modificación en las condiciones materiales de
vida de las masas trabajadoras y populares acrecienta, por
una parte, la grieta social que develó el sismo, y por
otra, opera como acelerador de las tensiones sociales y política
entre las clases sociales y el gobierno: cuyos intereses son
opuestos.
En
los días inmediatamente posteriores al sismo quedó en
evidencia el malestar hacia un gobierno que diciéndose
“socialista” no iba pasar por sobre la propiedad privada
de los capitalistas para dar de comer a las masas
trabajadoras y populares que literalmente lo habían perdido
todo, sino que iba a mandar la tropa para reprimirlas cuando
éstas se habían rebelado de manera espontánea y
desorganizada expropiando estos grandes centros de
abastecimiento tras días y horas de “desamparo” por
parte del gobierno.
Tras
el sismo y su impacto social desigual, el precario
equilibrio entre las clases sociales en la zona centro–sur
del país se vio dramáticamente trastocado, agravando y
acelerando tensiones sociales que antes se encontraban de
algún modo mediadas.
La
conclusión que deben sacar las masas trabajadoras y
populares de esto es que en la democracia burguesa,
administrada por el bloque que sea, los intereses de los
capitalistas y su propiedad privada están sobre las
necesidades sociales. Al punto de mandar al ejército para
defender su mezquino interés si es necesario.
La pregunta es cómo
responderán la clase trabajadora y los sectores populares
ante la tremenda ofensiva antiobrera y antipopular que viene
en camino. El curso de los acontecimientos dependerá de la
capacidad que tenga el movimiento obrero, estudiantil y
popular de organizarse de manera independiente y pasando
sobre el nefasto rol de contención de la burocracia
sindical de la CUT y otras direcciones políticas
capituladoras como el PCCh, que no han sido capaces siquiera
de denunciar la militarización de la zona y el tremendo
paquete de medidas reaccionarias que se vienen.
•
¡Que la crisis económica y social la paguen los
capitalistas de la construcción, las finanzas y el retail
que han vivido a costas del pueblo todos estos años!
•
¡Levantemos comités de lucha en fábricas y lugares de
estudio para solidarizar con los damnificados!
•
¡Basta de toque de queda y represión militar! ¡Fuera las
tropas del Maule, el Bío Bío y la región del
“dictador” Bernardo O´Higgins!
•
¡Expropiación de los latifundios y grandes centros de
abastecimiento, bajo control de los trabajadores!
•
¡Hay que levantar Asambleas Populares para organizar las
tareas de coordinación y distribución!
•
¡Basta de mediaguas y dividendos usureros de casas y
departamentos que se caen a pedazos! ¡Estatización bajo
control de los trabajadores de las empresas encargadas de la
reconstrucción nacional!
Notas:
[i]
Esta vez con epicentro en la zona euro afectando
principalmente a Grecia, Irlanda, España y en menor
medida Portugal y Francia, cuyos serios problemas de
deuda pública ha llevado, por ejemplo a la UE a tomar
el control de la economía griega e imponer un brutal
ajuste o lo que dicen los analistas burgueses “cirugía
mayor” una reducción salarial de un 10% al sector público,
como en Irlanda, en todo caso no sin conflictos
crecientes con la clase trabajadora helénica…
[ii]
Para un análisis más detallado de la situación de la
economía mundial y del tránsito de la crisis de las
finanzas a los estados, ver Roberto Sáenz, “Cuando se
prepara una recaída”, en Socialismo o Barbarie
23/24, Revista Internacional de Teoría y Estrategia Política.
Buenos Aires, Argentina. 2010.
[iii]
En las semanas posteriores a la elección presidencial,
Piñera se desdijo de gran parte de su programa al señalar
que el déficit histórico legado por la administración
Bachelet de un 4,7% no le iba a permitir cumplir las
“demandas de la ciudadanía” por más “legítimas
que estas fueran”.
[iv]
La cual tuvo enormes repercusiones sociales, una altísima
tasa de desempleo que algunos estudiosos sitúan cercana
al 30%, y que significó un cambio en la relación de
fuerzas entre la dictadura militar su aparato
comunicacional y las clases sociales oprimidas y
explotadas que comenzaron a organizarse de manera
independiente.
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